“No le vemos ningún sentido a la presencia del ejército norteamericano en la zona”

Mariscal Estigarribia es una pequeña población de dos mil habitantes en el departamento de Boquerón, en medio del Chaco paraguayo, páramo donde en 1980 fuerzas militares de los Estados Unidos construyeron en medio de la nada una base aérea dotada de una enorme pista (de 80 metros de ancho y 3.800 de largo, más que la del aeropuerto internacional de Asunción, lo que excede mucho las necesidades de la raquítica Fuerza Aérea paraguaya y del tráfico de aeronaves civiles) apta para que aterricen y despeguen las aeronaves más voluminosas.

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Un submarino en el corazón
El último orejón del tarro
INFOGRAFÍA: Actores Claves del Chaco Paraguayo

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La importancia estratégica de esta base se ha multiplicado en los últimos tiempos (ver Un submarino en el corazón) y particularmente desde que Bolivia, a escasos 208 kilómetros, cuenta con un gobierno democrático, el del dirigente cocalero Evo Morales, al que Washington observa con creciente desconfianza no exenta de actos francamente hostiles.

A partir del otorgamiento de inmunidad a las tropas estadounidenses que actúen en el país por parte del gobierno paraguayo, concedida por el gobierno del presidente Nicolás Duarte Frutos hace ya más de un año [1], la base está en condiciones de convertirse en el perentorio plazo de una semana en el principal asentamiento de fuerzas militares norteamericanas.

Para algunas fuentes, como el Centro de Militares para la Democracia, en las barracas y en tiendas de campaña pueden alojarse hasta 16.000 tropas, una capacidad superior a la que puede alojarse en la base ecuatoriana de Manta, donde el Comando Sur y la US Aur Force han clavado una pica en Flandes dentro de Sudamérica.

Causa Popular tuvo una extensa charla con el obispo Lucio Alfert. Nacido en Alemania, perteneciente a la congregación de Oblatos de María Inmaculada y ordenado hace 37 años, hace ya veinte años que Alfert es titular del vicariato de Mariscal Estigarribia, cuya sede, la casa parroquial, se encuentra adentro de la villa militar. La conversación giró en torno de las características de la población, la presencia estadounidense y la posible utilización como base militar del aeropuerto.

– ¿Cuál es la repercusión entre sus feligreses de la posible utilización del aeropuerto local como base de las tropas norteamericanas?

– Mientras no ocurra hechos que les afecten directamente, no reaccionan. Esta es una zona muy poco poblada, hay solo una persona cada dos Km2. En otro vicariato que recién empezó a funcionar hay apenas una persona por cuatro Km2. La mayor parte de las tierras está en manos de grandes estancieros, terratenientes. Y en esta zona de las colonias menonitas (ver http://www.churchforum.org/info/apologetica/sectas/Menonitas.htm) que tienen grandes extensiones en el Chaco central sobre todo; y en otra zona, la Secta Moon, que compró gran extensión de tierras del empresario Carlos Casado, incluidos los pueblos que están en ellas, un atropello total. En nuestra jurisdicción, de una población de alrededor de 70.000 habitantes, de la cual aproximadamente la mitad es indígena (ver El último orejón del tarro).

– Algunas fuentes señalan que en la base podrían acantonarse tropas hasta las 16.000 personas. ¿Lo estima posible?

– La cuestión militar suele pasar desapercibida aquí, ya que la población chaqueña casi siempre vivió bajo tutela militar. No hay alguna instancia civil que pueda organizar a la población. La mitad de la población son indígena tan indigentes que no tienen nada de nada, ni siquiera un pedazo de tierra. Algo en verdad paradójico si se tiene en cuenta que hay dos o más hectáreas por persona. Esto también responde tu pregunta: si se trata de lugar para desplegar tropas, bueno, lugar es lo que sobra… Lo que falta es algún proyecto integrador para el Chaco, un debate acerca de qué tipo de desarrollo se pretende.

– Hablaba antes de la pasividad de la población…

– En el pasado estábamos bajo mando militar y del Partido Colorado, que hasta ahora sigue en el gobierno. Para cualquier acción que uno debía hacer, primero tenia que pedir permiso a los militares paraguayos. Sin embargo, no sé cómo reaccionaría la gente si tuviera que pedirle permiso a un ejercito de ocupación. Circulan comentarios sobre la posible presencia de militares extranjeros, pero enseguida se vuelve al silencio. Y no hubo ningún pronunciamiento de las instituciones gubernamentales.

– ¿Qué impacto podría tener una fuerte presencia de militares norteamericanos?

– Positivo, ninguno. No vemos ningún sentido a la presencia del ejercito norteamericano. Tenemos suficiente experiencia con los cuarteles que nos rodean: los mayores beneficiados son quienes consiguen trabajo en tal destacamento, optan por hacerse militares y se benefician de la jubilación. Al caer la dictadura se redujo mucho el contingente militar en esta zona y desaparecieron las pocas fuentes de trabajo. En la actualidad muchos de los cuarteles en el Chaco están prácticamente vacíos. Antes al menos había servicio regular de aviones, ahora no tenemos nada.

– ¿Cuáles son las necesidad más urgentes de la población?

– Que los indígenas y campesinos tengan tierras propias. Cuando llegué acá, en 1986, entre la localidad de Benjamin Aceval y Mariscal Estigarribia, a través de 500 kilómetros de asfalto de la ruta Transchaco, no había un solo pueblo. Lo que ilustra perfectamente que jamás hubo una política de desarrollo para el Chaco, con tanta extensión de tierras como tiene. Lo que son estancias que emplean a la gente, pero sin darle acceso a un pedazo de tierra propia. Y es así que los chaqueños son nómadas, tienen que deambular buscando trabajo en establecimientos ganaderos. Ahora, tímidamente se van formando núcleos poblacionales en los costados de la ruta. Digo, exceptuando las colonias menonitas. Además de en lo laboral, tenemos serias falencias en lo que hace a la salud. Cuando ocurren accidentes, los pacientes deben ser traslados a grandes distancias, muchas veces me tocó trasladar a accidentados en el automóvil del obispado al centro de salud más cercano, que queda a 200 kilómetros. O llevarlo directamente a Asunción. O a las colonias menonitas más cercanas.

– ¿Cuál es la salida?

– Tiene que establecerse una política de desarrollo para la región. Tienen que hacerse planes para sacar al Chaco del estancamiento. Necesitamos, sobre todo, un desarrollo armónico de la ganadería. Porque en la actualidad la única alternativa de trabajo es de peón en las estancias. Algo de una absoluta inseguridad laboral y que, además, desintegra las familias. Porque los patrones prefieren emplear a hombres solteros, lo que hace que muchos desempleados se declaren solteros… Y así es como empieza la disgregación familiar.

– ¿En qué beneficia la existencia del aeropuerto a la población de Mariscal Estigarribia?

– En nada. No tenemos tráfico aéreo, al menos oficial, porque en algún momentos se habló de que es utilizado para traficar drogas. La única vez que recuerdo que fue de mucha utilidad fue cuando el Papa Juan Pablo II visitó el Chaco. Fuera de eso, esa enorme infraestructura no ha tenido hasta el momento ninguna utilidad social. No tenemos frecuencia de vuelos que puedan transportar a pasajeros. Al no haber otra cobertura de salud, debería servir para trasladar pacientes a los hospitales, pero en caso de urgencias no hay más remedio que contratar aviones privados.

– ¿Hubo casos en que el aeropuerto fue utilizado por narcotraficantes?

– Si, pero no puedo darte ni nombres ni apellidos. Es difícil probarlo, pero es bien sabido que la pista es utilizado por narcotraficantes. Un caso que recuerdo bien fue cuando se cayó aquí cerca un avión lleno de droga. Está claro que muchos narcotraficantes tienen vínculos muy estrechos con el poder, pero no estoy en condiciones de decirte quienes manejan directamente el negocio, que autoridades están implicadas, quienes tapan, quienes han sido coimeados.

– ¿ Qué se puede producir en el Chaco?

– Las tierras Chaqueñas no se caracterizan por la producción agrícola, al menos en esta zona. Si por la producción de carne, leche y derivados. La dificultad que se tiene es la falta de agua para el riego: en el Chaco central se gasta un 10% más de agua de la que se tiene, que por lo general es salada. Por eso sería importante llevar a cabo el proyecto del acueducto: traer agua desde el río Paraguay. Como hay sequía y llueve poquísimo, los poblados más grande ya no consiguen abastecerse. Los campesinos tienen mucha necesidad de asistencia técnica, ya que gran parte de las colonizaciones están muy lejos de los caminos, y no suelen contar con medio propios para desplazarse y llevar sus productos a los mercados. Eso solo lo pueden hacer los menonitas.

-¿Hay petróleo en el Chaco?

– Dicen que sí, y hay que recordar que la guerra del Chaco, con Bolivia, fue por petróleo. La frontera que se hizo entre Bolivia y Paraguay al firmar el protocolo de paz fue un negociado entre las petroleras que apoyaban respectivamente a Paraguay (Shell) y a Bolivia (Exxon). Ahora están encontrando gas en el Chaco Paraguayo. Los estudios que se hacen también revelan que hay petróleo, y al precio que está, cada vez hay más empresas interesadas en la exploración. Aunque con la infraestructura que tenemos, a lo mejor todavía no es rentable. Prácticamente hay una sola ruta.

– ¿Se detectaron movimientos inusuales de extranjeros en la zona?

– Lo únicos visibles son los de las empresas petrolíferas cuando hacen perforaciones. Aunque periódicamente hay visitas de funcionarios estadounidenses, civiles y militares de alto rango, incluido el embajador de ese país. Pero otros movimientos prácticamente no se ven. El Chaco es inmenso, no se controla nada aquí. Imagínate que acá, en Mariscal Estigarribia, está la aduana para Bolivia. A más de 200 kilómetros de la frontera. Ahora están construyendo un edificio nuevo a la entrada de la ciudad. Dicen que hay manera de eludir el control aduanero. Que pasan coches robados rumbo a Bolivia.

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