Malvinas antes de la usurpación: los diarios de Maria Saéz y Emilio Vernet, 1928-1931

Este 3 de enero se cumplieron 190 años de la usurpación británica en Malvinas. Si bien en las últimas 4 décadas su nombre ha sido asociado al conflicto armado que tuvo lugar en 1982, creemos que un buen modo de revisitar esta causa nacional pasa por vincularla con el largo plazo. En efecto, la historia del Atlántico Sur y la inscripción de nuestra naciente comunidad nacional en ella nos ofrecen entradas posibles para sostener la legitimidad del reclamo argentino. En este sentido, en los últimos años se han editado dos textos, en dos versiones, que nos permiten acercarnos a la vida en Malvinas antes de la invasión británica de 1833: en 2016 Punto de encuentro publica “Diario de María Sáez en Malvinas”, que cuenta con un prólogo de Juan Terranova. Ese mismo diario está incluido en “Malvinas, mi casa” de Marcelo Vernet (2020)1. Por otro lado, encontramos el diario de Emilio Vernet, transcripto por Silvina Gutiérrez, para el Museo Malvinas en 2020 (disponible en https://museomalvinas.cultura.gob.ar/asi-se-construyo-malvinas-el-diario-de-emilio-vernet-disponible-para-descarga/). También en 2020 la Universidad de Lanús edita este mismo texto bajo el título: “Las Malvinas: el diario de Emilio Vernet, Inédito 1828 – 1831”.

Estas valiosas iniciativas editoriales permiten a un público amplio acercarse a documentos que muestran aspectos pocos conocidos de la vida en Malvinas antes de la usurpación británica. Hay que tener en cuenta que se trata, en ambos casos, de diarios, es decir de textos que no fueron escritos originalmente para ver la luz pública, sino para llevar un registro de ciertos aspectos de la vida de quien escribe y su entorno. En el caso del texto de Emilio Vernet, nos encontramos con el diario de un administrador, es decir, el criterio de selección de los acontecimientos tiene que ver con la gestión de esas tierras. Recordemos que a mediados de 1823 Luis Vernet (hermano mayor de Emilio y marido de María Sáez) consigue, en sociedad con Jorge Pacheco -quien luego cede sus derechos en favor de Luis, una autorización gubernamental para la explotación de pieles y aceites de lobos marinos y la captura de ganado cimarrón en la Isla Soledad. Rápidamente la sociedad organiza un viaje y a principios de 1824 llega Pablo Areguatí, un soldado de la independencia que es designado como autoridad política y militar, comandando un grupo de peones. Areguatí no logra instalarse en las islas y Vernet organiza un segundo viaje, a principios de 1826, en el que desembarca junto con su cuñado Loreto Sáez, su hermano Emilio y un conjunto de 25 personas, entre ellas un antiguo convicto que había estado desde 1790 en el presidio que anteriormente funcionaba en las islas. Emilio permanece en Malvinas desde entonces y a partir de 1828 comienza a escribir su diario. En el caso del texto de María Sáez, encontramos entradas entre julio y diciembre de 1829. Sabemos que ella viaja a Malvinas con sus tres hijos y su esposo, Luis Vernet, flamante comandante político y militar de Malvinas. En poco más de 30 paginas, Sáez registra escenas diversas que en general se alejan de la agenda de un administrador. Más precisamente, la autora, una mujer joven y culta, parece querer registrar aspectos de su singular destino en esas islas australes. Ambos diarios nos permiten rescatar imágenes de la vida en Malvinas antes de la usurpación británica, producida a principios de 1833.

La comunidad de Malvinas: gauchos, europeos, indios y negros

Lo primero que llama la atención al lector, en especial en el diario de Vernet, son las múltiples marcas de la presencia de gauchos en Malvinas. Esto aparece obviamente en el contenido de los acontecimientos narrados, plagados de referencias a la actividad ganadera, el arreo de vacas, la industria del cuero e incluso la instalación de un saladero de carne vacuna y de pescados. Es decir, las actividades económicas desarrolladas en Malvinas entre mediados de los ‘20 y principios de los ‘30 del siglo XIX son similares a las que encontramos en el continente. Y obviamente el trabajador rural, el gaucho, está presente. Es interesante que la presencia de esta figura se detecte también en las múltiples incrustaciones de habla gauchesca que encontramos en el diario: en efecto, Vernet habla de “ciñuelo”, “desgarretar”, “fachinal”, “garrones”, “bagualada”, “querencia”, “conchabar”, “barraco”, etc. Es decir, el lenguaje del administrador está atravesado por ese habla popular. Asociado con esto,

hay un registro minucioso del trabajo: día tras día se levantan paredes, pisos, se consigue turba, se pesca, se comercia, se plantan papas y coles, se comercia con los buques que ingresan. María Vernet refiere, por su parte, los trabajos de albañilería realizados en las viviendas de Puerto Luis, los viajes en busca de madera, la salazón de pescado. Es decir, la figura que podemos delinear a partir de ambos diarios es la una comunidad construida sobre la base del trabajo.

¿Quienes constituían esa comunidad? Además de los gauchos, oriundos de Buenos Aires, Corrientes, Santiago del Estero, Entre Ríos y Uruguay, había europeos de diversas procedencia: alemanes, ingleses, franceses, escoceses, irlandeses, portugueses. También indios pampas, charrúas, tehuelches, así como una treintena de afrodescendientes en condición de esclavos2.

Se trata de una comunidad diversa y a la vez plenamente inscripta en el pasado revolucionario de la joven nación. En efecto, Vernet registra en su diario las celebraciones durante los 9 de julio y los 25 de mayo, en los que se organizan bailes y se iza la bandera de Buenos Aires. Sáez, que llega a mediados de julio y deja de escribir en diciembre, anota un acontecimiento de gran importancia para la historia de las islas:

Domingo 30 de agosto: muy buen día de Santa Rosa de Lima, y por lo que determinó Vernet tomar hoy posesión de la isla en nombre del gobierno de Buenos Aires, a las doce se reunieron los habitantes se enarboló la Bandera Nacional a cuyo tiempo se tiraron veintiún cañonazos, repitiéndose sin cesar el ¡Viva la Patria! Puse a cada uno en el sombrero con cinta de dos colores que distinguen nuestra Bandera, se dió a reconocer el Comandante.

Emilio Vernet también refiere este acontecimiento, de un modo más escueto:

Domingo 30 de Agosto

Neblina por la mañana temprano, luego aclaró y después se volvió a nublar y a llover un poco. Viento N.O. Pusimos la bandera de la patria y tiramos 21 cañonazos y tomamos posesión públicamente y en nombre del Gobierno de Buenos Ayres de esta Ysla.

Lo que se relata acá es la asunción de Luis Vernet como Comandante Político y Militar de las Islas Malvinas y Adyacencias, cargo que le otorgaba prerrogativas similares a las de un gobernador. La Comandancia se había creado el 10 de junio de ese año (1829) a partir de un decreto firmado por Martín Rodríguez en el que se establecía que la residencia del Comandante se ubicará en la Isla Soledad. A los pocos días Vernet parte, junto con su familia, a las islas.

El registro de María Sáez

María Sáez llega a la Isla Soledad el 14 de julio de 1829. Al día siguiente comienza a escribir su diario. A diferencia de su cuñado Emilio, en su texto las entradas son esporádicas, pero más extensas y mejor escritas. En ellas encontramos una plena consciencia de la particularidad de su destino y una valoración de la naturaleza y de los habitantes de Puerto Luis (el poblado en el que vivía la mayoría de los habitantes de las islas). En efecto, María se detiene mucho más en los acontecimientos de esa comunidad. Gracias a ella sabemos que Marta y Antonio, dos afrodescendientes, contraen matrimonio:

ante cuatro testigos [y] los padrinos, que fueron la ama y uno de los peones, firmaron la contrata y convinieron en formalizarlos por la Iglesia o que fueras a Buenos Aires, los padrinos le dieron convite y baile a la noche

A falta de autoridades eclesiásticas, se presume que Vernet oficia la contrata (como de hecho hace 7 meses después para unir a Gregorio Sánchez y Victoria Enríquez, presentado como el primer matrimonio civil argentino). Respecto de los nacimientos, es conocido el caso de Matilde “Malvina” Vernet y Sáez, hija de María y de Luis, quien nace en las islas en 1830. Se la ha señalado como la primera argentina nacida en Malvinas, sin embargo, por las entradas del diario de su madre y de su

tío sabemos que le antecede el nacimiento de Daniel, un niño mulato hijo de Francisca, una de las mujeres afrodescendientes traídas a Malvinas. Sorprendentemente, la potencia de esta imagen ha pasado mayormente desapercibida para quienes, desde diversos registros, se han ocupado de Malvinas.

Otro rasgo del diario de María reside en la sensualidad de sus impresiones: la naturaleza aparece representada como generosa y abundante: los animales (aves, lobos marinos, pingüinos) son sorprendentes y “gordos” (es decir, copiosos y deliciosos), el pasto, verde y tupido, semeja una alfombra, el agua de un arroyo “me ha parecido la mejor que he tomado en mi vida”. Las islas no son un desierto sino un paraíso, tal como se desprende de un pasaje en el que relata un paseo que termina en la casa de una pareja que había arribado con ellos:

Encontré ese matrimonio muy contento lo que no dejé de extrañar, pues en los primeros días de su llegada aquí se quejaban por haber venido a un desierto, pero hoy se hallan bien acomodados en una buena casa y que nada les falta, dicen que les parece vivir en el Paraíso.

Por último, en el diario de Sáez (y también en el de Vernet) encontramos múltiples marcas que tienen que ver con la condición insular de Malvinas (que, recordemos, consiste de un archipiélago que consta de más de 200 islas e islotes). Se trata de un rasgo interesante que ha sido brillantemente trabajado en un ensayo de reciente publicación por el Equipo Educación y Memoria del Ministerio de Educación de la Nación (disponible en: https://www.educ.ar/recursos/158449/malvinas-y-el-mar). ¿Cómo aparece esta condición en los diarios mencionados? En el de Vernet se percibe el vínculo familiar con los buques que circulan: se conocen sus nombres, el de sus capitanes, así como su origen nacional (en general franceses, británicos o norteamericanos). Se reseña mucho el intercambio, que tiene una dimensión económica, pero también otra cultural y humana, mayormente amistosa (recordemos que en 1831 Vernet tendrá un incidente significativo con barcos loberos norteamericanos). También, en ambos diarios, se refieren las excursiones marítimas realizadas por los propios integrantes de la comunidad en busca de madera a la isla de los estados (ubicada al este de la actual península Mitre, dentro de la isla grande de Tierra del Fuego), el traslado de mercadería y bienes en botes propios. En el diario de María la aparición de los barcos se asocia al vínculo anhelado con el continente, donde reside el resto de su familia. Por otro lado, el mar y la vida marítima, el ethos marítimo, podríamos decir, se despliega a partir de la virtud de la hospitalidad con quienes han sufrido, en sus viajes, accidentes o enfermedades. Dice María:

Domingo 1° de noviembre. Buen tiempo. A las nueve de la mañana se divisó un buque y a la una que ya estaba distante media legua de casa salió Loreto en un bote con el capitán Brisband. A las seis volvieron con la noticia, venía malo y que pedía con ansias que lo bajaran a tierra el Capitán de esta Goleta, me ha compadecido su situación se halla atacado de una enfermedad grave le hemos proporcionado los auxilios que por ahora puede prestar esta reciente población

El capitán, refiere posteriormente María, mejora.

En las escenas referidas podemos atisbar aspectos poco conocidos del proyecto poblacional que habitó Malvinas antes de la invasión británica: la presencia de gauchos y sus actividades, pero también una comunidad de diversos orígenes nacionales y sociales (algunos de ellos bastante olvidados, como la población de origen africano) vinculada por el trabajo y un deseo de prosperidad. También, en particular en el diario de Sáez, encontramos una descripción de la naturaleza que permite discutir la extendida imagen del “desierto”, aplicable a Malvinas. Por el contrario, para María las islas son un paraíso de naturaleza generosa y abundante. Y, por último, algunas imágenes incrustadas en estos diarios nos permiten pensar una “perspectiva marítima” que reponga al mar como un importante espacio territorial argentino, un lugar que podemos habitar, como lo hicieron los miembros de esta comunidad hace más de 190 años.


Luciano Barreras es graduado de Filosofía. Trabaja como docente universitario y coordina cursos de formacion docente sobre Malvinas, elaborados por el Programa Educación y Memoria y ofrecidos por el Ministerio de Educación de la Nación.

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