“Los que no mueren, acabarán por encontrarse.”Proverbio Saharaui
Los casi ocho mil kilómetros de la ardiente geografía que corren en línea recta desde Mogadiscio (Somalia) hasta la ciudad saharaui de Dajla (en los territorios de la República del Sahara Occidental invadidos por el reino de Marruecos) y toda la línea costera bañada por el océano Indico, el mar Rojo, el Mediterráneo y el Atlántico son hoy escenario de los que parecerían ser históricas transformaciones que están costando miles de muertos: la caída de algunos gobiernos de sempiternos malikunas que pasan o están por pasar a retiro. Democracias corruptas, reinos y principados inviables. Pero en esta ronda “catonga” en que se convirtió la mediática Primavera Árabe, parece que todo quedará en la más extraordinaria operación de gatopardismo que se tenga memoria.
Quitando Yemen, que parece navegar hacia una guerra civil que quizá estalle en los próximos días; la confusa realidad Siria, un conglomerado de operaciones de inteligencia occidental y judía contra un régimen debilitado por su perpetuación en el poder; y la irresoluta situación libia donde todavía resisten mágicamente algunos escasos puntos como Sirte, Bani Walid y Sabha; el resto del norte africano ha quedado estático, sin demasiados cambios, más que un posible e importante reposicionamiento de Al-Qeada en toda la región. Quizás confirme esta opinión el atentado a las oficinas de tres ministerios del Gobierno Federal de Transición en Mogadiscio, el lunes último, dejando en una rápida y desprolija cuenta ochenta y cinco muertos, la gran mayoría estudiantes en búsqueda de becas. El atentado se lo ha atribuido el grupo islamista Al Shabbaab, con reconocidos lazos con Al-Qaeda.
Para peor, la OTAN anunció este último fin de semana que de los antiguos arsenales de Gaddafi, en Trípoli, han desaparecido diez mil misiles SAM, de recorrido tierra-aire, con guías rastreadoras del calor que despiden las turbinas de los aviones. Se trata del 50% de los que el nuevo tirano prófugo había comprado recientemente. La potencia de estos proyectiles es suficiente como para destruir una nave de pasajeros con un solo impacto o provocar daños de tal magnitud que les resultaría imposible realizar cualquier maniobra de emergencia. Se da por sentado que los misiles están siendo transportados fuera de Libia y que en manos de organizaciones como Al Qaeda podrían aparecer en cualquier parte, desde Kenia a Kunduz, región norteña de Afganistán con importante actividad talibán. Los misiles pueden ser disparados con facilidad desde el hombro. Sin duda esta noticia habrá arruinado el fin de semana a más de un general occidental.
De todas estas piezas de dominó, que están arrastrando una a la otra en el África musulmán, parece haber una que aún no se ha desestabilizado, y que en su estado de latente beligerancia podría terminar de incendiar todas las computadoras de los estrategas del Pentágono, la CIA y organizaciones afines: la guerra por los territorios de la República Árabe Saharaui Democrática (R.A.S.D.) invadida por Marruecos desde 1975 y la resistencia que viene sosteniendo el Frente Polisario (Frente Popular de Liberación de Saguia, el Hamra y Río de Oro).
Un pueblo sin territorio, un territorio sin pueblo
Durante el juicio de Dios y de la Historia, que fue la larga y cruenta agonía de Francisco Franco, España abandonó unilateralmente sus posesiones en lo que se conocía como el Sahara Español. Con una negociada y promocionada reivindicación de Marruecos, una movilización que se conoció como la Marcha Verde en noviembre de 1975, ocupó el antiguo territorio español con 350.000 ciudadanos y 25.000 soldados. La fantochada fue organizada por el rey marroquí Hassán II, para evitar que se cumpliera la resolución 3458 B de Naciones Unidas, que ratificaba el derecho del pueblo saharaui, para lo que también usaron en su contra Napal y fósforo blanco, con la anuencia de España y sin que la sonrisa de sello postal de Juan Carlos se alterase en nada. A pesar de la resolución, después de la Marcha Verde, Marruecos instaló rápidamente su administración en el Sahara y comenzó por asegurar las ciudades y expulsar a los verdaderos dueños de las tierras a la soledad de uno de los desiertos más inhóspitos del planeta.
Desde entonces, el pueblo saharaui pasó a ser un pueblo en lucha por la reivindicación de su territorio: 284 mil kilómetros cuadrados de un desierto rico en minerales y con grandes acuíferos subterráneos. Con 1200 kilómetros de costas donde se encuentra el banco de pesca más rico del mundo, con una extensión de más de 150.000 kilómetros cuadrados, 200 especies de peces, 60 de moluscos y otras como cefalópodos y crustáceos. El fondo de ese mar saharaui posee también una extraordinaria riqueza en plancton. Estas riquezas están siendo explotadas por consorcios españoles, al tiempo que doscientos mil saharauis se apiñan en los campos de refugiados al sudeste de Argelia en la provincia de Tinduf, donde el gobierno de Argel ha permitido asentarse a civiles y darles un respaldo seguro a las fuerzas del Polisario. Argelia mantiene una larga disputa territorial con Marruecos, que ha llevado a dos guerras en 1963 (Guerre des sables) y en 1976.
Otra de las grandes riquezas del desierto saharaui son los minerales, especialmente el fosfato. La mina de Bu Craa de 250 kilómetros cuadrados de extensión, se constituye en la más grande explotación de fosfatos del mundo. No hay capitales saharauis explotándola, sí hay capitales españoles, franceses, israelitas y hasta los alemanes de la Krupp, que tan buenos servicios supo brindar a la causa nazi en su momento.
Resistir para no desaparecer
El Frente Polisario es el sucesor del Movimiento para la Liberación del Sahara que combatió contra la dominación española desde finales de los sesenta, cuyo líder Mohamed Sidi Brahim Basir, conocido como Basiri, desapareció a manos de la policía territorial española en 1970, en la ciudad de El Aaiún, donde varios saharauis fueron asesinados por la Legión Española.
El Polisario fue fundado en 1973 en el norte de Mauritania con el propósito de luchar contra la dominación española colonial que se extendía desde 1884, lo que lo convirtió en el primer ejército guerrillero en un desierto. Cuando España decide abandonar los territorios conquistados a fines del siglo XIX, el Polisario continuó su lucha contra sus dos nuevos enemigos: Marruecos en el norte y Mauritania en el sur.
Desde entonces, las acciones militares continuaron en junio de 1976. Alrededor de 200 guerrilleros saharauis, después de recorrer mil kilómetros por el desierto, atacaron Nuakchot, la capital mauritana.
El Polisario lograría en agosto de 1979 que Mauritania se retirara de sus territorios, pero Marruecos anexó inmediatamente la zona, incluso Dajla, la ciudad más importante del territorio saharaui, que había sido capital de la provincia mauritana de Tiris al-Gharbiyya, ante de la retirada de los mauritanos.
La ONU aprobó una resolución en la que reconoce al Frente Polisario como el legítimo representante del pueblo saharaui, mientras considera a Marruecos como una potencia ocupante.
Entre 1981 y 1987, Marruecos construyó en pleno desierto dos mil kilómetros de muros, sembrados con millones de minas antipersonales. El reino alauita consigió así impedir la movilidad de los guerrilleros del Polisario y cortar en dos el territorio saharaui.
El Polisario continuó combatiendo hasta el 6 de septiembre de 1991, día en el que se acuerda un alto el fuego. La MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental) es el organismo encargado de velar por el alto el fuego y preparar un referéndum, cuya celebración se preveía para 1992, lo que todavía no se realizado.
Más de dos mil prisioneros marroquíes que el Polisario ha llegado a capturar fueron devueltos a lo largo de los veinticinco años de lucha. A la vez, el reino alahita no ha sabido dar información de los cinto cincuenta saharauis apresados.
El Polisario controla el oriente del territorio al otro lado de los muros, aunque la mayor parte de esta zona esta prácticamente deshabitada. Hasta mediados de los años ochenta Libia había apoyado la lucha saharauis, pero a partir de entonces abandonó su compromiso.
En 2005, la ciudad de Dajla se convirtió en el escenario de graves protestas en contra de la ocupación marroquí. El 25 de mayo de 2005 la policía disolvió la manifestación pacífica en apoyo a la independencia y al Frente Polisario. Las autoridades marroquíes fueron acusadas de torturas y violaciones de los derechos humanos.
Refugiados
Los campos de refugiados saharauis de la provincia de Tinduf llevan los nombres de las ciudades del Sahara Occidental: El Aaiún, Auserd, Smara y Dajla Cada campamento es una wilaya que se estructura en núcleos menores de población llamados dahiras. La población se calcula en varias decenas de miles. Algunos de estos habitantes llevan más de 30 años en el lugar. Ya existe hasta una tercera generación de refugiados que nunca han conocido su patria.
La RASD y el Frente Polisario tienen sus bases en estos campamentos. Su capital es Rabouni, población donde se encuentran los servicios de protocolo, la presidencia, los ministerios y las administraciones de los servicios públicos de la RASD.
Las condiciones de vida son duras. La mayoría de los pobladores vive en jaimas, sin agua, y depende casi totalmente de la ayuda internacional externa para subsistir, la cual ha ido decreciendo con los años. El ACNUR y el Programa Mundial de Alimentos estiman que dos tercios de las mujeres sufren grado de anemia y más de un tercio de la población infantil padece desnutrición crónica.
Mientras tanto, en los territorios ocupados la población saharaui sufre a manos de las autoridades marroquíes la falta de sus derechos humanos y sociales. Sus recursos naturales están siendo explotados por naciones como España, que enmascara su bandera detrás de la marroquí. El pueblo saharaui esta siendo marginado, sin posibilidades de acceso al trabajo y vivienda.
Esta situación ha provocado que en octubre de 2010 se realice la mayor protesta desde la retirada de España del territorio, con la instalación de cerca de 20.000 personas en el campamento de Agdaym Izik, en una zona desértica cerca de la ciudad de El Aaiún, exigiendo viviendas y puestos de trabajo.
El 8 de Noviembre, la policía junto al ejército marroquí desalojaron por la fuerza dicho campamento. La represión, persecución y encarcelamiento del pueblo saharaui continúa hasta hoy.
Desde fines del mes de septiembre último, los reclamos del pueblo saharaui y la represión de las autoridades coloniales de Marruecos han tomado las calles de Dajla.
Se ha declarado el toque de queda para los saharauis, cuyos barrios están sitiados por tropas llegadas de Rabat.
La Asociación Saharaui (ASVDH) denuncia desde la semana pasada que colonos marroquíes destruyen propiedades saharauis con anuencia de las autoridades.
Ya suman una docena los muertos saharauis y esto recién se reanuda.
En el marco de esta extraña primavera árabe todo puede dispararse a velocidad impensadas. Si bien los principios del Polisario han sido inspirados en Guevara, lo que cerraría el paso a aperturas integristas musulmanas y el accionar de grupos como Al-Qaeda, podría también el Polisario perder el control de sus cuadros. Entonces sí, todo el entramado político del norte africano podría alcanzar temperaturas nunca antes conocidas en la región.