Lo que pasó y sigue pasando

Aunque la mayor parte del espacio mediático estuvo enfocado esta semana en las particularidades de un líquido seminal que habilitó espiar cómo lo hacen los ricos, famosos e integrantes de una oligarquía provinciana, el paro ganadero puso de manifiesto que el gobierno nacional ha tenido éxito en mantener firme el precio de la carne al consumidor, pero no se logran ver medidas de fondo que resuelvan el intríngulis del sector: frigoríficos, cadena de comercialización, aumento de vientres, etc.

Un buen lomo por ahí

Que el mercado externo sea muy atractivo para algunos productores, no alcanza para entregar el sustento, las bases del programa económico oficial, a lo que exigen la Sociedad Rural o esa sospechosa ong conocida como Pampa Sur, al parecer una prolongación mediática del departamento de marketing de Monsanto.

Ambos, con sus lenguaraces, han insistido muy demagógicamente que si se cambia la política actual el pueblo gozará de las bondades de la carne. Ocultan que se trata del puchero, la falda y el espinazo.
Parece mentira que todavía algunos pocos y poderosos insistan en re-dolarizar la economía, que de eso se trata, con carnes en el mercado interno a precios del primer mundo y salarios del cuarto.

Sin medidas de fondo, muchos productores -por caso, los trigueros- podrían seguir volcándose a la soja, con lo que el gobierno debería subsidiar el trigo pan, o la harina.
Aquellos mismos sectores (¿tradicionales?) exigen el fin de las retenciones (que consideran confiscatorias) y la derogación de la Ley de Emergencia Económica, algo que suena como campanitas navideñas entre petroleros y servicios privatizados. Por algo, los duhaldistas residuales, el ARI y los macristas (sin su mentor, dedicado al fútbol) insistieron con lo mismo en el Congreso.

Si se la derogara antes de que la Corte Suprema resuelva distintos casos de pesificación, las privatizadas estarían de hecho en situación de exigir la re-dolarización de las tarifas y deudas y se colocarían en una evidente ventaja en los pocos casos de contratos que todavía no se renegociaron.
Pero las privatizadas siguen ganando buena plata, y no se dejarán envolver en una aventura semejante mientras sus dueños tengan buena relación con el gobierno. No pasará mucho antes que aumenten las tarifas de gas y electricidad. La cuestión es dónde se corta el criterio de “tarifa social”.

Con ser una medida transitoria y flotante, las retenciones son mucho más “equitativas” que el IVA, y muchísimo más que un inexistente tributo a las transacciones financieras. Por otra parte, las derivadas de la exportación de carnes no constituyen el grueso de lo recaudado, aunque el sector ganadero pretende verse a sí mismo como principal sostén de la Nación, del Estado e incluso de la Patria.

La perspectiva de estos tres años permite apreciar en toda su profundidad qué hubiera significado una Corte dominada por la “mayoría automática” en condiciones de declarar inconstitucional la pesificación: un golpe de estado que habría liquidado lo poco que quedaba de Argentina en 2002.
Esto no significa ser “pesificador” ni defender a Remes Lenicov-Todesca: aquella fue una consecuencia propia, necesaria, del modelo de seguro de cambio, y su costo fue distribuido inequitativamente.

Sin caer en la tontería de señalar a una oligarquía vacuna, el paro ganadero no fue ajeno a los inexistentes liderazgos en el campo neoliberal, con lo que a los reclamos se le puede sumar alguna mala leche.

Y hablando de leche

El gobierno no parece dispuesto a sacrificar su superávit fiscal y que se lo acuse de estatismo, pero al menos en el tema de la leche, el productor está ganando unos pocos centavos. Esto, y probablemente un mal gerenciamiento, pusieron contra la pared a la cooperativa Sancor. Su competidor, La Serenísima, puede que pierda plata con la leche-leche, pero gana bien en los productos diferenciales, para todos los gustos y estados intestinales.

El salvataje de Sancor por parte del gobierno venezolano abre una perspectiva interesante luego de la invasión de capitales brasileños en varios sectores estratégicos: cemento, electricidad, petróleo. La brutal desindustrialización argentina de los 90 había facilitado este cambio de mano. El acuerdo con el plesbicitado presidente Chávez también es una buena noticia porque no significó la desnacionalización de la empresa, como habría sucedido con Soros, sino la inyección de fondos a cambio de trabajo, leche en polvo a granel.

Cortes que se vienen

Como se sabe, el país produce unos 18 mil MW y consume unos 17.000 de electricidad. Ante picos de demanda, se está cerca del colapso. El gobierno reaccionó reparando Atucha, reprogramando las reparaciones de Río Tercero, reiniciando Atucha II (que recién estará lista en 2011), comenzando la construcción de dos centrales de ciclo combinado y subiendo la cota de Yaciretá.

Careciendo de plan energético, eso es bastante.
Pero como sucede con todo lo que uno tiene alrededor, ahora se descubre que no hubo inversiones en redes. En otras palabras, habrá cortes, pero no por falta de oferta sino porque las redes se caen a pedazos.
Como los trenes.

Lo peligroso es que se reaccione al estilo Cromañón, siempre al borde del caos o luego de una tragedia. Y ese parece ser el estilo espasmódico del gobierno.
Nada indica que los actuales dueños de Edesur, Edelap y Edenor estén voluntariamente dispuestos a mejorar sus redes y transformadores, y el gobierno ya ha señalado que las inversiones vendrán del sector público. ¿No existe un Enre que controle estas fallas?

Asesinato

Si todas estas tribulaciones no alcanzaran, y las truculentas noticias provenientes de Río Cuarto no alentaran el lado morboso de la sociedad (excelente argumento de ventas) la muerte violenta en una discoteca de Lanús del joven Martín Castellucci (ver Editorial “Una sociedad enferma”) ha reflotado los peores síntomas de la violencia social que padecemos no casualmente.

No fue suficiente la tragedia de Plaza Once, tras la cual el funcionariado estatal local se limitó a tomar medidas cosméticas: registro de patovicas y curso de derechos humanos.

¿Qué derechos no son humanos?

Mientras un grupo de amigos y concurrentes de la discoteca exteriorizaba su furia sobre las instalaciones de “La Casona”, el resto de los argentinos estábamos en otra cosa, como por ejemplo, en saber si habían aparecido espermatozoides en Córdoba.

Se repite un similar orden de opciones absurdas, como las que esgrimieron en su momento quienes se sentían molestos por los cortes de ruta, en el 2002:
¿Prevalece el derecho a transitar libremente o el derecho a trabajar?, cuando las principales rutas están concesionadas a empresas privadas que cobran peaje, una suerte de derecho de admisión. Y precisamente este supuesto derecho, escondiendo un trasfondo miserable de discriminación, fue el que prevaleció en el caso de Martín sobre su derecho a vivir.

Derechos y valores se entremezclan hoy en un continuo caótico y desafortunado, sin que se acepte socialmente una escala determinada, y a eso se lo llama derecho a la diversidad, que consiste en tolerar cualquier cosa.

Por eso, algunos individuos creen que la luz amarilla de un semáforo habilita a acelerar, o un patovica (con certificado psiquiátrico para portar armas firmado por un traumatólogo) puede moler a palos a un pibe y después vuelve a su casa lo más pancho y creyendo que ha cumplido con su deber.

Atentados

Fue necesario que la Cámara de Casación Penal pusiera los puntos sobre las íes luego de que un conjuez desprocesó a varios de los imputados en la explosión del arsenal de Río Tercero, determinando también lo que ya era cosa sabida: que aquello fue intencional.

Es un avance, pero a este paso, su máximo responsable, ese despojo teñido de rubio, seguirá organizando tertulias en Costa Salguero y diciendo pavadas hasta que un súbito golpe de suerte se lo lleve para siempre.

El fiscal Nisman, pichón de Mullen y Barbaccia, había calificado la semana pasada al Estado de Irán como “terrorista”, un adjetivo más propio del periodismo independiente de la CNN o de los discursos de Bush que de un abogado representante del Estado Argentino.

Luego suscribió gran parte de la “hipótesis Galeano”, como si éste hubiera sido ascendido por una brillante investigación. Hasta ahora no se tenía noticia de que el Ministerio Público tuviera atribuciones diplomáticas, que se atreviera a los vuelos literarios y adjetivaciones propias de otras áreas del Estado, pero no de éste.

Este Estado es el que no puede encontrar al testigo López; el que no controla eficazmente casi nada; el que prefiere subsidiar los ferrocarriles para ocultar vergonzantemente que una administración estatal (como la de Ferrosur) sería infinitamente peor.

Intenten comunicarse con Aysa, por ejemplo.
Una cosa es el gobierno, y otra el Estado. Éste, implosionó con la Argentina en 2001, y el gobierno debe ponerlo en situación de una vez por todas.

Aunque la realidad ha demostrado que su deserción ha sido funesta para la mayor parte de los argentinos, la cosa no es si se necesita más o menos Estado, sino que esté donde hace falta, y hace falta en un cúmulo infinito de situaciones donde no está.

De otro modo, no se explica que el piquetero light Raúl Castells haya sido atacado en La Salada con un lanzallamas que la policía guardaba intacto desde Guadalcanal.

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