Lecturas del 25 de Mayo

El “campo” debutó haciendo su primer acto político con la impactante manifestación al pie del Monumento a la Bandera. ¿Cómo sigue esto en términos políticos? Ni las más afamadas consultoras del país pueden predecirlo. El variopinto elenco de personajes que intentaron capitalizar esta movida es tan dispar que incluye a Elisa Carrió y a Castells, a Luis Juez y al falso ingeniero Blumberg, al colorado De Narváez y a Vilma Ripoll, al macrismo y a un sector del socialismo. Y a los duhaldistas, claro. ¿Llegarán todos juntos al 2009 en un frente electoral común? Difícil, seguro que no pero, parafraseando el dicho, Dios los cría y K los junta, por ahora.

El gobierno por su parte volvió a mudar el Tédeum lejos de Bergoglio. Como para seguir mojándole la oreja, planteó una ceremonia más ecuménica que es, sobre todo, más representativa de la actualidad religiosa de nuestro país. Más tarde, se dio un baño de pueblo, de abrazos, de apretón de manos, tal vez como una forma de protegerse de los fuertes cuestionamientos de los discursos de la Mesa de Enlace en Rosario (que incluyó planteos fuera de lugar como el manoseo de la figura de las Madres o la tipificación como “obstáculo para el crecimiento del país” de un gobierno electo con el 46% de los votos). El ascendente y encendido Urtubey precedió a una presidenta cuyo discurso fue menos elocuente que el respaldo político que ostentaba su nutrido palco de ministros, gobernadores y dirigentes gremiales y sociales. Parafraseando el dicho, Dios los cría y K los junta, ¿por ahora?.

A esta altura de la semana, la escalada del conflicto con los empresarios del agro no necesita comentarios: todos los medios nos la relatan en tiempo real. Por eso, a veces, conviene hacer otras lecturas.

Dice Eduardo Basualdo en el reportaje de esta edición, “durante el proceso de extranjerización de la economía argentina, la oligarquía pampeana se quedó sin conducción”. Se refiere al repliegue de popes como Bunge y Born, Bemberg o Pérez Companc tras la venta de gran parte de sus activos. Y sentencia: “El sector agropecuario como tal, esa oligarquía eminentemente agropecuaria, está buscando un lugar bajo el sol, una representación política, y la están construyendo.”

Leo en una de nuestras notas de tapa que en las familias más necesitadas de la Argentina, el porcentaje de sus ingresos que se destina para comer es el doble que el de los hogares más ricos. Y que el aumento del precio de los alimentos va de la mano con el incremento de la pobreza.

Quizás en esas pocas palabras estén encerrados los dos mundos que pintaron Rosario y Salta el 25.

¿Y los que no estuvieron ni en uno ni en otro acto?

La magnitud de la puja de poder que ya arrastra 80 días deja pocos espacios para no tomar partido por uno u otro lado. La tibieza nunca tiene apologistas, aunque algunos han empezado a aparecer. El diputado Claudio Lozano respondió a los palos recibidos con un comunicado en el que trata de discriminar “tibieza” de “indefinición”: “Nosotros, los tibios, somos (…) los que sabemos que la renta agropecuaria no se apropia pisando con retenciones el precio de la materia prima para luego convalidar, con regulaciones, y subsidios las ganancias extraordinarias de las trasnacionales cerealeras, de Monsanto, de los grandes propietarios, de los pools de siembra o de los segmentos más concentrados de la industria de la alimentación.” Su defensa del carácter público de la renta agropecuaria, minera, petrolera y pesquera, de la igualdad social y de un nuevo perfil productivo para el país son encomiables, pero terminan siendo testimoniales, como una paloma de la paz en un ring de boxeo, si no se corresponden con una acción política que se posicione en la disputa, cuyas condiciones casi nunca se asemejan a un paisaje pintado a piacere y de antemano.

Muy distinto se leen estas líneas donde se “analiza la postura de progresistas y nacionales y populares no kirchneristas frente a la coyuntura, y la dificultad de conciliar la tradición nacional y popular que cruza la historia moderna del país, con los valores del progresismo liberal”. Cito a Horacio Verbitsky que cita al intendente de Morón Martín Sabatella, otro que el 25 de mayo se quedó en sus pagos: “Para nosotros el kirchnerismo fijó en estos años un piso alto. Lo que objetamos es que también haya puesto un techo bajo: no se profundiza la distribución del ingreso mediante una reforma tributaria, no se abren canales de participación y se insiste en algunas alianzas inaceptables con ciertos intendentes del conurbano. Pero ante el desafío oligárquico sabemos cuál es nuestro lugar. Queremos levantar el techo, nunca bajar el piso, construir una alternativa postkirchnerista después de un gobierno exitoso, no contribuir a su fracaso.”

Tal vez, en estas cuatro lecturas se puedan vislumbrar los pensamientos que sintetizan las principales posiciones que se juegan en la arena política nacional. De su grado de madurez y consolidación como del insondable arte de sus combinaciones y posibilidades de alianza, resultará el escenario político de los años que vienen.

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