Hugo Montero es un periodista y escritor, responsable junto a Ignacio Portela y Walter Marini de la revista Sudestada, publicación que ya cuenta con más de 15 años de vida. Montero, con solo 40 años, trabaja como un veterano del oficio, de los que están en extinción: minucioso, buscador de datos y fuentes, portador de olfato periodístico y capaz de entrelazar literatura y periodismo, un combo que le permitió, también, escribir libros como Rodolfo Walsh. Los años Montoneros (2010), Oesterheld. Viñetas y Revolución (2013) y el más reciente Masetti. Sueñero del Che (2017), donde aborda la vida y obra del legendario periodista Jorge Ricardo Masetti. El libro acerca al lector a Masetti y su niñez en el barrio de Avellaneda, sus frustrados intentos por convertirse en arquero de Racing, su juventud y despertar político marcado por un nacionalismo antiimperialista, su corta experiencia como cantor de tangos, su travesía como cadete de la Escuela Naval Militar por los mares de América, Europa y África, y el apretón de manos que le daría Eva Perón antes de zarpar y cruzar océanos. Pero, sobre todo, el libro recupera sus comienzos en el periodismo y ese proverbial viaje, como corresponsal de radio El Mundo, a Cuba en 1958, donde se instalaría en Sierra Maestra y lograría entrevistar a los líderes revolucionarios Ernesto “Che” Guevara y Fidel Castro, reportaje que, según Rodolfo Walsh, constituye la mayor hazaña individual del periodismo argentino. Esos meses junto a los combatientes del Movimiento 26 de Julio cambiaría radicalmente su vida y a partir de allí nacería una amistad –política y afectiva– inquebrantable con el guerrillero argentino. Masetti sería elegido para dirigir la agencia Prensa Libre, viajaría de forma clandestina a Argelia para ayudar al Frente de Liberación Nacional (FLN) de Ben Bella y fundaría el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), el primer movimiento guerrillero guevarista en la Argentina, que durante los años 1963-64 se instaló en los montes salteños de Orán e intentó desarrollar un foco rural que al poco tiempo fue descubierto por Gendarmería –por infiltraciones y delaciones– y finalmente aniquilado.
En diálogo con Zoom, Montero explica las razones de su biografía sobre Masetti, uno de los personajes más fascinantes y audaces del periodismo latinoamericano.
¿Por qué Jorge Ricardo Masetti?
Porque es una referencia inmediata con dos aristas: una, la del oficio, porque como periodista fue capaz de abandonar la comodidad de un trabajo “de escritorio” en diversas redacciones y lanzarse a la aventura de viajar a una convulsionada Cuba en marzo de 1958, en plena ofensiva de la dictadura de Fulgencio Batista contra los insurgentes, para buscar y encontrar a los líderes del entonces desconocido Movimiento 26 de Julio, Fidel Castro y Ernesto Guevara; subir a Sierra Maestra dos veces eludiendo los cercos criminales del ejército batistiano y también la desconfianza de los rebeldes y grabar las voces de los principales comandantes para después publicar una crónica de extraordinario valor periodístico, como “Los que luchan y los que lloran”. Pero también por aquella otra arista, la de su decisión comprometida con la revolución cubana, la de su transformación política pero principalmente humana en ese proceso de conocer desde la raíz ese proyecto de profunda transformación social y político que encabezaban los rebeldes y por sumarse como uno más en la estrategia continental del Che Guevara. En ese sentido, esa decisión de jugarse todo por un proyecto de transformación, de abandonar la comodidad de una vida de pequeños lujos pequeño-burgueses y arriesgarse a ser uno más en aquella aventura colectiva de resultado incierto es uno de los impulsos que nos empujan a la hora de contar la historia de Masetti y la de otros personajes secundarios que tienen una importancia central en esta biografía: el Che, Fidel, Rodolfo Walsh, Gabriel García Márquez y todos los combatientes que integraron el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) en Salta, al mando del propio Masetti.
¿Cuánto tiempo te llevo hacer el trabajo y a qué personas ligadas a la vida de Masetti pudiste entrevistar?
El primer acercamiento con esta historia fue en 2004, cuando publicamos una nota de tapa en revista Sudestada sobre el trabajo de Masetti y Rodolfo Walsh en Prensa Latina. Desde entonces, quedó rondando la decisión de escribir esta historia a través de un formato de crónica y en tiempo presente, como la armamos ahora. La intención era contar el derrotero de Masetti sin contar con el recurso del “diario del lunes”: sin saber más que los protagonistas, contando con sus propias dudas e incertezas, sin partir de episodios en la historia cuya definición el narrador siempre conoce (algo que facilita el análisis político de muchos “opinadores” de experiencias revolucionarias en América Latina, por cierto). Para lograrlo, me centré en el testimonio de quienes participaron de esta etapa, pero particularmente están presente las voces de tres protagonistas: Héctor Jouvé y Ciro Bustos, integrantes del EGP desde su origen, y de Graciela Masetti, la hija de Jorge Ricardo, quien me facilitó la opción de narrar un Masetti más humano, desde sus profundas contradicciones familiares y personales al impacto de cada una de sus decisiones de vida.
“En su momento, el surgimiento de Prensa Latina representó la primera experiencia de comunicación a nivel continental por fuera del dominio unánime de las grandes agencias de noticias norteamericanas”
¿Cuál creés que es la impronta que dejo Prensa Latina en el mundo del periodismo?
En su momento, el surgimiento de Prensa Latina representó la primera experiencia de comunicación a nivel continental por fuera del dominio unánime de las grandes agencias de noticias norteamericanas. En ese sentido, la construcción de Prensa Latina al mismo tiempo en que la revolución cubana daba sus primeros pasos, con sus avances y retrocesos, con sus contradicciones y duras luchas internas por la hegemonía, es un momento interesantísimo para narrar, no sólo por el rol determinante de Masetti como hombre de confianza del Che para su armado de prensa y como director general del staff de PreLa, sino por el esfuerzo extremo que significaba preparar a una redacción de jóvenes e inexpertos para competir de igual a igual con AP y UPI, los colosos americanos entre las agencias de noticias.
¿Crees que Masetti es una figura reivindicada tanto en el periodismo argentino como el cubano?
En el periodismo argentino es una figura ausente: sus crónicas no se leen en las escuelas de periodismo, su vida no es estudiada en las universidades, su vínculo con el Che y con la revolución cubana de hecho fue distorsionada por ciertos historiadores de época (como Jon Lee Anderson, por ejemplo) que dibujaron un perfil falso de Masetti, ajeno a la realidad y descontextualizado a partir de impresiones subjetivas y medias verdades. No conozco en profundidad el sello de Masetti en el periodismo cubano, pero sí está claro que si el modelo triunfante del periodista en Argentina es aquel que hoy representan los grandes “referentes” del oficio, más cercanos al rol de operadores de determinadas corporaciones o políticas de la gestión de turno, la huella de Masetti no es la que más ha perdurado. Peor aún: si tenemos en cuenta el modo en que se enseña periodismo entre los pibes hay que afirmar que el legado de Masetti está extraviado. Esa condición del cronista de estar dispuesto a dejarse transformar por una realidad, de bajar la guardia de sus prejuicios y lugares comunes para comprender las complejidades del presente y de arriesgarse a vivir un oficio ligado a la aventura y no a la comodidad individualista de quien pretende garantizarse apenas un buen pasar económico, son elementos que Masetti y muchos otros como él dejaron como una semilla en esta profesión que bien vale aportar a que germine entre los más pibes.
¿Qué significó la Revolución Cubana en la vida de Masetti?
Sin dudas, la revolución cubana fue un punto de quiebre no sólo a nivel político para Masetti, sino particularmente a nivel humano. Ese quiebre personal es el elemento más interesante de la biografía de Masetti, me parece: vivenciar la revolución desde la raíz (desde el bohío de cada campesino, desde la esperanza de cada campesino, desde la decisión de cada cubano de jugarse la vida por derrotar la tiranía) lo transformó, modificó todas sus presunciones y lo volvió un soldado de la causa. En ese sentido, esa audacia y esa valentía demostrada por Masetti en su viaje periodístico a Cuba no pasó inadvertido para el ojo agudo del Che: en esas características personales, Guevara puso el acento a la hora de sumarlo a su estrategia continental de revolucionar América y de transformar a la Cordillera de los Andes en la nueva Sierra Maestra. Pero el vínculo entre ellos también estuvo marcado por la amistad y el compañerismo, y de ese modo afrontaron la puja interna en esa revolución naciente, en los conflictos que se generaron en tan poco tiempo (La invasión en Playa Girón, la crisis de los misiles, el proyecto de irradiar la revolución en la región), y defendiendo una mirada similar basada en el ejemplo y en la ética a la hora de presentarle batalla al imperialista por estas tierras. El Che insistía, y muchas veces hay varios que parecen olvidarlo o soslayarlo, que el gran objetivo de la lucha revolucionaria en esa etapa era educar a las masas en sus posibilidades de triunfo, más allá del resultado final de aquellos intentos, casi siempre marcados por el voluntarismo y la urgencia. En ese sentido, el intento de Masetti en Salta y el de tantos otros que jugaron su vida en otros rincones del continente y fracasaron en ese camino deberían anotarse en un registro de valentía, de ser fieles a ese objetivo de Guevara: el de ir contra el sentido común impuesto siempre por el pensamiento dominante, a contrapelo de una realidad tallada en la conciencia de trabajadores y jóvenes por el cincel del opresor para evitar cualquier gesto de rebeldía, para transformarlo en intentos “absurdos” o “incomprensibles” porque –según la dominante concepción del poderoso– nunca hay chance de cambiar la lógica de la realidad que nos toca vivir (pobreza, explotación, impunidad, exclusión, injusticia) y no hay forma de generarle grietas al todopoderoso capitalismo. Todavía hoy vemos cómo ciertos analistas de la experiencia guevarista en América se apuran por caricaturizar ese proyecto, por vaciarlo de contenido o distorsionar sus intenciones, siempre sustentados en la unánime derrota de Guevara y de sus hombre en la región: precisamente, porque su gran objetivo es evitar que el mensaje del Che y de Masetti (y el de tantos otros) permita educar a las masas en sus posibilidades de triunfo.