Hebe y la memoria amenazada

Reflexionamos sobre la figura de las Madres de Plaza de Mayo, especialmente Hebe de Bonafini, su papel en la historia argentina y el deber de cuidar el legado que nos dejaron.

Por Rodrigo Codino

Corría el año 2017 cuando la Presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, acudió con urgencia y preocupación  a muchos de sus amigos Raúl Zaffaroni,   Ulises Gorini y  Horacio González, entre otros, para que advirtieran lo que estaba a punto de ocurrir en la Casa de las Madres con el Archivo Histórico, patrimonio único en el país sobre la actividad militante de las Madres desde que comenzaron la búsqueda de sus hijos detenidos y desaparecidos en la última dictadura militar. El peligro era tal sobre una apropiación estatal que se vislumbró con mayor gravedad cuando las fuerzas de seguridad fueron convocadas.

No es ajena en la interpretación irracional del derecho que suelen aparecer estos atropellos cuando bajo el amparo de una ley se suele decir lo que ella no dice o se dice lo que no está escrito inspirándose en algún espíritu legislativo que nadie vio, ni siquiera haciendo un esfuerzo poético.  Es entonces que el derecho así interpretado se transforma en algo que no garantiza derechos humanos o mejor dicho, los corroe. Esto bien supo mostrarlo Hebe a lo largo de sus enseñanzas de vida: una cosa es La Justicia y otra es el poder judicial, el que no siempre se erige en reparo contra las arbitrariedades. 

Cuando los hombres de azul como auxiliares judiciales se hicieron presentes con mandato del uso de la fuerza pública en la sede de la Asociación de las Madres de la calle Yrigoyen, no pudieron avanzar porque se encontraron en la puerta con una multitud para impedirlo y a Hebe sentada en una silla en la entrada de ese edificio junto a las otras Madres presentes, manifestando que debían pasar sobre ella y sobre todas las demás para intentar embargar o sustraer lo que venían custodiando preciosamente como legado para el pueblo desde la dictadura.

Lo cierto es que en esos años la defensa del Archivo de las Madres de Plaza de Mayo se transformó en prioritario cuando desde el Estado se discutía el título de propiedad de esos documentos. Estos papeles no eran ni más ni menos que la acción documentada de estas Madres frente a la desaparición forzada de sus hijos e hijas, entre los que se encontraban los habeas corpus presentados en estrados judiciales, trámites ante la policía, averiguación de paradero ante el Ministerio del Interior, cartas a los dictadores y a la cúpula de la Iglesia, correspondencia a los periodistas y a los intelectuales, solicitadas en los diarios más importantes del país y comunicaciones con embajadores o secretarios de Estado extranjeros.

Recordamos las múltiples reuniones con Hebe en su casa y en la sede junto a las otras Madres para ensayar una salvaguarda de esos documentos que forman parte de su legado universal pero que, además, les pertenece con exclusividad a las Madres de Plaza de Mayo desde que empezaron a escribir y describir lo que ocurría en nuestro país con sus hijos e hijas desaparecidos/as. Para ello, también se debía reflexionar sobre la posibilidad inminente de un allanamiento que imposibilitara el acceso al edificio en donde se albergaban estos y otros tesoros.

En las visitas a la casa de Hebe en La Plata también aparecieron otros escritos que, si bien no integraban aquel archivo histórico, tenían un valor incalculable a la hora de reconstruir cómo se fue recopilando la información. Un cuaderno de la marca “Perlita” que comenzaba a escribir a días de la desaparición forzada de Jorge, su hijo mayor, daba cuenta diariamente de las actividades de Hebe en esa búsqueda incluso antes de su encuentro con Azucena Villaflor.

Cuando este material fue apareciendo nos pareció oportuno averiguar si acaso las demás Madres tenían otra documentación de la época -tampoco incorporada al archivo histórico- que pudiera también protegerse y reunirse. Fue de este modo que fuimos recogiendo lo que cada Madre aún tenía en sus casas.

Hebe encomendó la digitalización de la totalidad de la documentación entendiendo que ya había dejado de pertenecerles a las Madres para cederlos definitivamente al pueblo. Si bien su digitalización permitía proteger y mantener intacta la memoria escrita, faltaba algo más que eso. La mejor manera de protegerlos era difundirlos, pues de este modo ya dejarían de ser papeles codiciados porque su propiedad deviene colectiva al hacerse pública. Los archivos son del pueblo, nos repetía, y tienen que volver a él.

Luego de un trabajo que demandó más de un año y mucho cuidado con seres entrañables que compartimos estos momentos, finalmente se anunció que la tarea estaba cumplida en parte, pero quedaba pendiente su publicación.

La tarea de selección y notas recayó en Ulises Gorini que garantizaba ser su mejor curador. Así surgió a fines del 2018 el primer tomo del libro editado en forma conjunta por la Asociación Madres de Plaza de Mayo, la Universidad Nacional de Avellaneda y la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología bajo el título: “Madres de Plaza de Mayo. Documentos. 1977”. Hebe no encontró mejor título: Los primeros pasos.  

Además de la extraordinaria Introducción de Gorini, el libro contó con un exquisito colofón de González y un texto solicitado por Hebe a Zaffaroni –a quien sorprendió el requerimiento–, quien supo sortear con altura pese a la dificultad del pedido; recordamos aún los ojos emocionados de Hebe al leerlo en su pequeña oficina.

Las anécdotas y los diálogos sobran en este itinerario porque Hebe no dejaba de narrar cada página que recorríamos con precisión exacta de lugares y de nombres además de convidarnos con sus mates tibios o con alguna comida exquisita hecha por sus manos en alguna de sus dos casas.

El primer libro salido de imprenta le fue entregado un 4 de diciembre al cumplir exactamente sus primeros 90 años en la cocina de la sede de las Madres. Al tomarlo en sus manos y recorrer las páginas el silencio fue paralizante hasta que tomó su rostro y lloró desconsoladamente. Las Madres que la rodeaban en su cumpleaños no dejaban de abrazarla y de alentarla diciéndole que todos los hijos e hijas estaban presentes, que se encontraban junto a ellas y que advierta todo lo que hizo desde entonces para continuar lo que ellos y ellas le habían enseñado.

Un instante después, Hebe precisó que la emoción la invadía porque la publicación reproducía los textos de 1977. Los llamó “los escritos de la esperanza” porque habían sido hechos con la certeza de que encontrarían a los 30.000 con vida ese mismo año.

 En su presentación que llamó “Parir en libertad” nos dejó uno de los poemas más bellos que su pluma escribió:

“Cada página escrita por las Madres contiene amor, angustias, esperanzas, utopía; algunas cosas se dieron, otras están dormidas.

Pero sé que cuando despierten los que hoy duermen, el horizonte con el sol asomando será nuestro, porque la libertad asomará con él”

Querida Hebe, hace poco te fuiste a tu otra morada pero nos dejaste el amor, la ternura, tu enseñanza y tu lucha que intentaremos continuar hasta la victoria. 

Nos quedaremos en el pañuelo blanco que dijiste alguna vez que era un nido para celebrar la vida pero también para refugiarse.

Por el momento, perdónanos si te seguimos llorando unos días más y extrañando todos los días; nosotros somos humanos, vos siempre fuiste sobrehumana e inmortal y ahora… eterna.


*Ex Rector organizador del Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos “Madres de Plaza de Mayo” (3 de abril de 2020-2de mayo de 2022). 

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