Generalidades y particularidades del caso Maldonado

Apuntes sobre una desaparición que no surgió de la nada: de la larga deuda en seguridad a la bomba que Cambiemos fabricó desde su arribo al gobierno.

Hay un protocolo anti piquetes elaborado por el actual gobierno nacional a muy poco de asumir el poder. Hay cuasi incitaciones a su utilización por parte del periodismo para-oficial y de los opineitors (reales y de los otros) en redes sociales, quienes desde el primer minuto de la CEOcracia exigen al presidente de la Nación que se endurezca, por la supuesta imperiosa necesidad del país de reestablecer un orden presuntamente perdido durante la década kirchnerista. Sus únicas críticas al macrismo tienen, de hecho, a su imaginaria pasividad como objeto, aunque por supuesto en un acting perfectamente guionado donde un mismo circuito simula fragmentarse para obtener justificación para lo que, de todos modos, ya tiene decidido desde antes. Hay, más allá de las palabras, una escalada concreta en el accionar de las fuerzas de seguridad que actúan frente a cada reclamo callejero. Y un relajamiento del estado de Derecho –amonestaciones de la Comisión Interamericana de DDHH mediante– en la situación de Milagro Sala, que funge de advertencia para cualquiera que siquiera imagine poner aunque sea un pero al rumbo amarillo.

 

Éste es el contexto político que de ninguna forma podría obviarse a la hora de analizar el caso de la desaparición presuntamente forzada de Santiago Maldonado, siendo que la sospecha más firme es que se produjo en medio de una protesta en cuyo sofocamiento intervino Gendarmería Nacional. Y es, pues, una incógnita por qué ahora sucedió algo que hasta 2015 no. Reivindicación de la violencia estatal como herramienta incompatible con la tesis de agentes arrebatados por la propia.

«Es una incógnita por qué ahora sucedió algo que hasta 2015 no. Reivindicación de la violencia estatal como herramienta incompatible con la tesis de agentes arrebatados por la propia»

Por supuesto, esto no alcanza para culpar penalmente, ya y sin más, al gobierno nacional. Pero sobra para por lo menos interrogarlo al respecto. La suspicacia se despierta cuando se estudian las respuestas que ha dado. Otras piezas del marco descripto en el párrafo de apertura son los constantes intentos que hacen distintos personajes (orgánicos e inorgánicos) del oficialismo en procura de revisar la política de Estado Nunca Más, sentada legal y jurisprudencialmente desde hace décadas por impulso pluripartidario y con ramificaciones en compromisos internacionales, que ponen en juego de nuevo el “algo habrán hecho” que sustentara el accionar genocida del Proceso de Reorganización Nacional. Y que ha sido revivido en estos días con ensayos de desvíos de atención hacia la víctima y hacia organizaciones cuyas luchas compartía, como apertura de paraguas por si finalmente se confirma la posibilidad de que efectivamente haya sucedido lo peor a manos de GN. Macri no es la dictadura pero asusta que le pide prestada cada vez mayores dosis de doctrina.

 

Así las cosas, la versión de un pobre gobierno que se ve sorprendido en su buena fe por una conspiración de instrumentos oscuros en su contra resulta una tomada de pelo insultante.

 

Párrafo aparte merece la situación de las fuerzas de seguridad y la de los servicios de inteligencia. Lo primero es más conocido por todos. Es deuda transversal de la democracia recuperada subordinarlas a control civil. El kirchnerismo fue acusado en estos días por casos como los de Jorge Julio López y Luciano Arruga. Aunque no se comparan aquellas desapariciones con la de Maldonado, por los condimentos que rodean a unas y otra, y más allá de la demencial irresponsabilidad macrista en desatarles las manos a quienes arrastran legajos manchados, nadie puede mirar para otro lado cuando se trata del libre juego en que han caído las armas en este país. Las consecuencias de la impotencia y/o de la incapacidad, y/o de una suma de ambos defectos, estallan en expedientes como estos, en los que sucesivamente los distintos gobiernos van comprobando, a los cachetazos, que dejar ese hormiguero sin patear tampoco es negocio.

 

En cuanto al espionaje hay menos datos porque no son tantos quienes quieren meterse con ese asunto, pero es igual de preocupante. Cuando, a fines de 2014, CFK decidió por fin meter mano allí, entre otras decisiones con el despido de Antonio Horacio Stiuso, Horacio Verbitsky escribió una nota que tituló “Oportuno, necesario y tardío”. Habría que agregar otros adjetivos a aquella iniciativa: justa, valiente, correcta, pero también desprolija y, sobre todo, ingenua. La misma caracterización cabe para el Memorándum con Irán para la causa AMIA. La presidenta mandato cumplido no evaluó bien los equilibrios que alteró en ambos episodios, o no se pertrechó lo suficiente para resistir las consecuencias que disparó. Y por las que le toca soportar una persecución judicial canalla operada desde los pantanos de inteligencia, esperable incluso para cualquier recién llegado a la política.

 

La denuncia y posterior suicidio de Alberto Nisman fue un primer aviso. Todas sus penurias judiciales desde asumido Macri responden, en general, a lo mismo: venganza del espionaje ofendido. En el desarrollo de la investigación por Maldonado el olor que despiden esos manejos es insoportable.

“Aunque el gobierno nacional ha girado a una posición un tanto menos brutal en las últimas dos semanas, el desparramo de basura de la ex SIDE no cesa”

La cúspide del drama se vivió en la marcha a Plaza de Mayo al cumplirse un mes de ausencia del artesano. Y aunque el gobierno nacional ha girado a una posición un tanto menos brutal en las últimas dos semanas, el desparramo de basura de la ex SIDE no cesa. (Digresión: que el oficialismo haya definido una mutación en este tema a partir de encuestas de popularidad que lo preocuparon, y no de convicciones menos inestables, es tan berreta como preocupante, y no hace más que corroborar todo cuanto aquí se dice acerca de su credo al respecto.)

 

Los distintos partidos deberían recordar que su rol es la política y entenderse al menos en esto. De hecho, las leyes de Defensa y de Seguridad representan los puntos de coincidencia más altos desde 1983. Ni siquiera sensibilidad humanitaria hace falta. Apenas aceptar que nunca se está completamente a salvo si se crece desde el incendio ajeno: las llamas suelen devenir incontenibles. Quizá el mayor obstáculo para esto sea cierta pulsión de Macri a actuar de outsider pese a las raíces profundas de su árbol familiar, que creció a través de ninguna otra cosa que favores políticos.

 

Con todo, no deja de sorprender que alguien tan ducho en negocios no sepa evaluar conveniencias.

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