Es todo lo que tengo para decir

El jueves, sin siquiera leer algún diario, le expliqué sintéticamente a un amigo de qué se trata el pedido de detención de Carlos Menem formulado por el impresentable fiscal Nisman, chirolita de la entente Stiusso-Mossad-CIA/Pentágono… que, por supuesto, ha de haber obrado con luz verde de la Presidente. Es bueno recordar (como hizo Laura Guinsberg) que ella integró la Comisión Bicameral de supervisión de las investigaciones de los atentados donde, aunque se convenció de que el el juez Galeano era un delincuente (tal como tengo el honor de haber dicho por primetra vez con todas las letras y frente a los micrófonos en el año 2000), jamás impulsó acción alguna para removerlo y procesarlo, acaso porque antes había firmado un documento que daba por buena la falsa existencia de la Trafic-bomba y no estaba dispuesta a desdecirse.

Esto es todo lo que tengo para decir. Escribí el jueves:

«El trucho de Nisman acusa a Edul nada menos que de haberle provisto la Trafic-bomba a quien se habría inmolado. Pero no hubo Trafic-bomba ni kamikaze. Lo que no quiere decir que Edul sea inocente. No lo es porque además de estar vinculado a la Trafic señuelo, a la Trafic pato de madera, lo está al volquete relleno que fue puesto justo frente a la puerta de la AMIA unos pocos miniutos antes de que volara.

Es lo mismo que pasa con el boss de Edul, su paisano (ambos nacieron en Yabrud) Monzer al Kassar, que es casi seguro que fue quien dio la orden de volar tanto la Embajada de Israel como la AMIA. No está preso por esto sino, supuestamente, por venderle armas a las FAR colombianas. Y no es así: apenas si cayó —y a medias— en una trampa de la DEA. No llegó a venderles armas a las FAR pero lo acostaron porque no le dio vuelta la cara a la familia de su amigo Sadam.»

Me respondió mi amigo:

«SIIIIIII… ahora lo entendí. Es más, pensé que el Fiscal era más serio. ¿Mirá vos? ¡Qué garrón que uno se come cuando no sabe ni jota del tema! Te juro que yo compré la versión de los medios de hoy, terrible. Bueno gracias por la info, un abrazo.

Le comenté yo:

Entre nos, ojalá que todos (los Menem y los Palacios) requeridos fueran presos, pues bien se lo merecen por encubridores. Pero tengamos claro que Nisman no es menos encubridor que Galeano. Sólo más sofisticado.

Escribo el sábado:

Hoy, sin apuro (debo dedicarme a otras cosas, tanto para comer como para preservar la salud mental) después de leer el artículo de Raúl Kollman en Página12 de anteayer, compruebo (sigo sorprendiéndome como un alelado, como alguien a quien se le caen los mocos, lo que no habla bien de mí) que su hilo argumental calca casi fielmente lo que decía mi libro «AMIA. El Atentado»… hace once años. Por entonces, Kollmann y los demás periodistas que cubrían el caso en medios nacionales siguieron (¡durante muhos años!) con su cantinela en defensa irrestricta de Galeano. En dos o tres meses comprendí acabadamente gracias a Carlos Di Nápoli (a quien por desgracia y el firme accionar de Luis Dobniewski no conocí antes de enviar el libro a imprenta) y Gabriel Levinas que no había existido vehículo-bomba. Y como Planeta no sólo no quería publicar una segunda edición rectificada sino incluso había borrado la existente de su lista de novedades, me puse a escribir artículos acerca de la inexistencia de la Trafic-Bomba (o la existencia de una Trafic-señuelo) en varios medios, particularmente Nueva Sión. También hice extensas y sucesivas presentaciones judiciales pidiendo la detención de los Haddad y los Lorenz, apellidos que, muy curiosamente, jamás están en los labios ni de tirios ni de troyanos.

Cuando asumió De la Rúa al gobierno, me ofrecieron gloria y loor, honra sin par (lisonjeándome con que había sido el primero en denunciar a Edul con nombre, apellido y foto e incluso le había hecho confesar en un programa de TV que, efectivamente, había llamado a la casa de Telleldín, lo que hasta entonces se había obstinado en negar contra toda evidencia). Eso sí, siempre y cuando aceptara respaldar la historia de Stiusso (es decir: no sólo que había habido Trafic-Bomba sino también que Edul se la había traspasado a Moshen Rabbani). Lo rechacé. En cambio, perseveré e insistí e insistí hasta que pude hacer un contrato con Cuatro Cabezas que redundó en un documental (cuya ficha adjunto) que en 2004 explicó claramente y al alcance de cualquier Doña Rosa que no hubo Trafic bomba. El documental se emitió por Telefé… una sola vez. Y desde entonces, es tan maldito como era antes mi libro (para taparlo, la DAIA y la AMIA publicaron otro —un folleto hecho por afamados juristas, en realidad— y mis difamadores hacen como si no existiera.

Mi libro, en cambio, se está convirtiendo, con el paso del tiempo, en el espinazo de la Historia Oficial III. Aunque la inmensa mayoría de lo que afirma sea cierto, se está convirtiendo en la ¿última? frontera de la mentira. Eso sí, nadie menta jamás los artículos que escribí desde entonces. Y es que cualquier cacatúa se arroga haber descubierto (¡casi una década después que De Nápoli!) la inexistencia de la Trafic y, si el auditorio e muy crédulo o está distraido, puede incluso anotarse como verdugo del mar Muerto.

Escribo hoy, domingo:

Resta averiguar el detalle de las razones del derrumbe de la Historia Oficial II, la de los inverosímiles iraníes que entraron, le dieron cuerda y apuntaron hacia el objetivo a un perro suicida libanés e hicieron mutis por el foro. Por qué Nisman arrojó la toalla y aceptó su reemplazo ahora y no antes. Porque aceptó, sin explicar los motivos del cambio, esta nueva historia, más plausible, verosímil y adecuada a lo que hoy es de público conocimiento: que el Estado (desde su cabeza, Carlos Menem y pasando por Ruckauf, Corach, Anzorreguy, la Policía Federal y la Side, etc.) encubrió sistemáticamente a los asesinos, y aun así, mentirosa, ya que preserva el engaño fundamental, que es la existencia de una Trafic-bomba.

Las razones de que la verdad permanezca oculta bajo siete velos y candados procuré explicárlas y explicármelas en Narcos, banqueros & criminales. Sintéticamente: porque los atentados de Buenos Aires estuvieron directamente vinculados a mexicaneadas y vendettas en el contexto de un ingente tráfico de drogas y armas en el que participaban los gobiernos (a través, sobre todo, de sus servicios secretos) de Estados Unidos, Israel, Siria y Argentina. Atentados que, por añadidura, fueron cometidos por una banda local mercenaria, dirigida por ex policías federales que protagonizaron la represión en los años ’70, la misma que está surgiendo nuevamente a la luz con el juicio a algunos de los policías que volaron con explosivos en la localidad de Fátima a decenas de detenidos-desaparecidos secuestrados en la Superintendencia de Seguridad Federal.

Por lo pronto, esta sustitución es un triunfo en toda la línea del abogado de Memoria Activa, Pablo Jacoby, que vino abogando por ella desde que terminó el juicio oral y público a Telleldín, Ribelli y compañía.

En cuanto a los Kirchner, han decidido llevarle la corriente a los Estados Unidos a todo lo que este pida en materia de «lucha antiterrorista». No sólo han hecho sancionar una ley que ha sido dictada al milímetro por Washington (o, si se quiere, redactada con el principal objetivo de satisfacerlo y zalamearlo), sino aceptado que la Armada argentina participe en maniobras con la recientemente creada IV Flota de la US Navy con el evidente y jamás desmentido propósito de intimidar a Venezuela y sus aliados.

Estas cosas hacen muy difícil la posición de quienes deseamos fervientemente un Estado nacional fuerte y capaz de resistir las innúmeras presiones de las grandes corporaciones por el retorno al coloniaje sin más disfraz que los divagues apocalípticos de alguna profeta del desastre.

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