El zumbido del tábano

Sócrates (el griego, no el jugador brasileño) no dejó obra escrita, lo que no fue obstáculo para que nuestro monarca plesbicitario por más de una década se vanagloriara de haberla leído. Fue Platón quien glosó la defensa de Sócrates ante el tribunal que, inconmovible, lo obligó a suicidarse bebiendo cicuta.

Según las traducciones del griego antiguo, en aquella postrera ocasión, Sócrates advirtió a sus juzgadores que quizá no les conviniera su desaparición con una frase imperecedera. Les dijo que “Dios lo había puesto sobre la ciudad de Atenas (a él, Sócrates), como ponía a un tábano sobre un caballo a fin de azuzarlo y mantenerlo despierto”. O algo así, porque hay decenas de traducciones que varían un poquito para acá o un poquito para allá. Pero éste parece haber sido el espíritu, o al menos, así recuerdo de memoria que rezaba debajo de la cabecera de Crítica, el diario original, el de Natalio Botana. Puede ser que en lugar de “caballo” dijera “noble bruto”, y es que hace muchísimo que no veo un ejemplar de aquel diario, del cual no viene mal recordar que lo hundió su acérrimo gorilismo desde antes del 17 de octubre de 1945. Es decir anterior en una década a que el término «gorila» se fabricara a partir de las chanzas de La revista dislocada. Es que el peronismo acaso termine por desaparecer, pero el gorilismo, no cabe duda, lo sobrevivirá. Como las cucarachas a nosotros.

Tal como puede apreciarse, Sócrates tenía una elevadísima opinión sobre su persona y su misión en este valle de lágrimas, y es fácil suponer que a Botana le gustaba sentirse continuador de la tarea de alguien semejante, a quien Deus, o Yavhé, o el Barbudo, le había encomendado joder la marrana hasta hacer huella y ser debidamente reconocido… lo que como cualquier persona dotada del sentido de las proporciones sabe, es una expectativa desmesurada. En fin, que desde niño, cuando leí la supuesta frase de Sócrates en la enciclopedia Lo sé todo de Larousse, quedé obsesionado por el zumbido de ese tábano que logra que un bagual eche coces sin parar: algo tan carente de resultados prácticos como intentar matar mosquitos con una metralleta, pero lo único que equinos y pollinos tienen, como quien dice a mano aunque sea a pata, para disipar los insectos de sus grupas y verijas.

Es fácil relacionar zumbidos con tesón. Aguijonear con tenacidad,con capacidad de molestar, de incomodar, que es, me parece, la función primordial del periodismo.

Fue así que, cuando me consultaron sobre el posible nombre de un nuevo medio capaz de plantar bandera en defensa de la causa de la Argentina, Sudamérica y, en suma, de la Unión Americana a la que ya se refería Felipe Varela, pensé en ese Zúm! que, además, se asocia con la Zeta sibilante/zumbante trazada en el aire por la espada del Zorro y, desde ya, con el hecho de enfocar con el Zoom los eventos ordinarios y extraordinarios que ocurren bajo nuestras narices. Como quien dice, ponerlos bajo la lupa o microscopio.

Pues bien, de todas aquellas disgresiones quedó este ZOOM. Que aparece en el momento oportuno. Como el Séptimo de Caballería. Como el malón de Pincén. Como el sargento Cruz ante un Fierro al que la partida se dispone a achurar. Cuando el gobierno que supimos darnos está sentido por el ataque brutal de una antipatria que consiguió una excelente masa de maniobra en una mesnada de tilingos (¡incluso sin un cobre!) que se creen con linaje bucólico sin ver que apenas son bolúdicos; que se creen oligarcas de sangre azul (cuando ya hace casi cien años la Infanta Carlota Joaquina, de visita por estos pagos, hizo notar que aquí “la única nobleza que hay entre vosotros es la la bosta”); poligriyos que están dispuestos a pagar el triple la carne y el pan sólo para que otros, “los negros” no puedan comerlos. Y que le hacen de claque a antiguos chacareros que pretenden pelechar a terratenientes hechos y derechos y explotar todavía más a los peones que aquellos oligarcas que viajaban a Europa con la vaca atada. Los que en París cerraban prostíbulos para hacer fiestas privadas (como narró Louis-Ferdinand Cèline) y tirar manteca al techo (¿conciben ustedes una diversión más pavota?). En fin, aspirantes a oligarcas que parecen guiarse por la máxima de que «No basta ser feliz, es necesario que los demás sean desgraciados». Todos trabajando gratis para Cargill, Dreyffus, Monsanto y los latifundistas que se forran con tanto forraje.

Temía que la aparición de un nuevo diario Crítica, esta vez de la mano de Jorge Lanata, se reapropiara aquel “tábano”, apodo que los atenienses le dieron a aquel incordio (como mosca de letrina) que resultó Sócrates. Del mismo modo, aspiramos que los enemigos del pueblo y de todo lo bueno nos consideren tan molestos como una ladilla, una almorrana, un golondrino, una gonorrea (como dicen en Colombia), un jején o un tábano zumbón. Algo muy molesto. En apariencia, la nueva Crítica, ha convertido al tábano en pose, transformándolo en elemento decorativo.

ZOOM se reapropia pues del espíritu del tábano zumbón y promete ponerse verdaderamente molesto en defensa de la Constitución y de un Gobierno que a veces parece atacarse solo. Porque si está claro que grobos, cargiles, tilingos de manual de Jauretche y antiguos chacareros deseosos de convertirse en oligarcas y entrar al Jockey Club, pusieron contra las cuerdas al Gobierno, éste había sido hasta entonces más que zalamero con los multimedios. Obsequioso, prorrogándoles las licencias de radios y canales de TV por diez años más sin el menor debate, y encima autorizando la fusión de Multicanal y Cablevisión a pesar de ser harto evidente que (a menos que la Corte Suprema lo remedie) se constituirá un monopolio que tendrá un poder avasallador en la fabricación de “opinión pública”. Y fueron los multimedios el Estado mayor del golpe. Por que lo que se intentó fue un golpe mediático. Que quizá no haya buscado tanto desalojar al gobierno como hacerle resignar todas sus ínfulas refundadoras. Castrarlo, bah.

Para muestra basta un botón, aunque podrìamos exhinbir toda una mercería. La cobertura de TN del conflicto entre “El Campo” y el Gobierno fue sencillamente asquerosa, pero ya había un antecedente clarísimo: su comportamiento cuando el presidente Chávez fue desalojado del gobierno venezolano por unas horas. Aquel fue en gran medida un golpe mediático y el Grupo Clarín participó muy activamente en él. Recuerdo al «Pelado» Repetto tratando a Chávez (el mandatario que a más elecciones, plesbicitos y ratificaciones se ha sometido en la historia latinoamericana) de «dictador» depuesto. Era todo muy parecido a lo que sucedió en septiembre de 1955, cuando los gorilas consiguieron desalojar a Perón de la Casa Rosada. Por suerte, Chávez regresó al poder en andas del pueblo y del Ejército, lo que evitó que Repetto le endilgara también el mote de «tirano prófugo».

Los Kirchner creyeron que si concedían todo lo que El Grupo les pedía, lo tendrían siempre a favor. Craso error. Con recordar lo que le pasó a Menem hubiera bastado para poner las barbas en remojo. ¿De qué les sirvieron tantas consideraciones? A la hora de la verdad, los trataron como a Chávez. Ni más, ni menos.

Lo mismo pasó con esos intendentes duhaldistas reciclados, auténticos gangsters que no sólo no fueron a la plaza, sino que se plegaron a las usinas duhaldistas desparramando rumores de saqueos. ¿De qué les valió a los Kirchner cerrar los ojos ante las flagrantes agresiones que en algunos distritros -por ejemplo, en Merlo- sufren sus verdaderos, abnegados partidarios?

El golpe mediático fue un ensayo general. Por más que se trabaje muy pero muy bien sobre las bases de la Federación Agraria (en ese sentido, parece muy acertada la elección de Osvaldo Lovey, dirigente de las antiguas Ligas Agrarias que enfrentaron a la dictadura y un gran luchador) y en el área de medios públicos, es obvio que más temprano que tarde habrá un próximo choque. Digo, si el Gobierno no se resigna a archivar su programa de reformas y opta por el suicidio de hacer la plancha. Y es que, como decía el General, para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos. Y romper huevos, provoca reacciones. Y ni que hablar cuando se le toca el bolsillo a los oligarcas que son los anunciantes de los multimedios, con quienes están imbrincados.

Conviene tener en cuenta que, a la hora de los bifes, a la Plaza fueron, a más de un puñado de independientes, sólo los movimientos sociales. A los que los medios siguieron llamando piqueteros, mientras trataba a los actuales, salvajes piqueteros que sometían a las ciudades al hambre, de «ruralistas». No hay que olvidar que en el momento culminante del golpe, los únicos que ponían la cara para defender al gobierno en los canales participantes fueron outsiders, francotiradores como el Canca Gullo, Depetris, Ceballos, Tumini y D’Elía. Baste decir que el más orgánico resultó Kunkel, el gran vocero oficioso.

El enemigo tomó nota de la falta de velocidad de respuesta y, también, del importante poder de convocatoria que el Gobierno mantiene. Poder que no se debe dilapidar poniendo como enemigo… al Menchi Sábat, en lugar de hablar de Magneto y de la Apropiadora. Aun si Sábat respondiese a las instrucciones del CEO del Grupo Clarín (lo que no es el caso), eso equivale a pegarle una patada en el culo a un monaguillo cuando a uno lo está jodiendo el Papa. Tan poco práctico como gastar pólvora en chimangos o ametrallar mosquitos.

Desde su pequeñísima estatura, como tábanos, como mosquitos, Revista ZOOM quiere ser como esos ratones que, metiéndoseles en las orejas, enloquecen a los elefantes. Ojalá podamos.

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