Cooperativas y agricultura: “Hay que sacar fuerzas, para cambiar la historia”

Entrevista a Gabriel Avocatto, referente de la Cooperativa Raíces del Monte Nativo. Los desafíos del sector y de la agricultura familiar.

Eduardo Silveyra, especial para Revista Zoom, entrevistó a Gabriel Avocatto, referente de la Cooperativa Raíces del Monte Nativo. El trabajo se realiza en Balde de Escudero, en la provincia de San Luis, con el monte como protagonista de una historia de lucha de la Agricultura Familiar, la Agroecología y el medio ambiente.
¿Cuántos compañeros y compañeros integran la cooperativa y en qué zona de San Luis desarrollan las actividades?
Estamos ubicados en el Balde de Escudero departamento de Junín, al norte de la provincia de San Luis, cerca de las tres fronteras, La Rioja, Córdoba, San Luis y la integramos 26 compañeros. Aparte tenemos una asociación que fue la madre de todo esto, que también tiene otro tanto de asociados. Predominan las mujeres en la cooperativa, hay más mujeres que hombres, todas personas de campo y pequeños productores de la agricultura familiar. Nos dedicamos a la producción de productos alimenticios derivados del fruto del monte nativo, no es una cooperativa maderera, la idea es que el pequeño productor no viva de la madera, de la leña, volteando el monte, sino del fruto. Es decir nutrir a la cooperativa de distintos frutos del monte nativo, como ser las vainas de algarroba para hacer harina y con la goma de un árbol autóctono –el piquillín- también fabricamos brea. Y también somos apicultores, con la floración del monte se nutren las colmenas. Esa es la idea, vivir del fruto y no de la madera, llevar todos los saberes de nuestros antepasados a una producción agropecuaria sin productos químicos, todo totalmente natural y con esto trabajar la soberanía y la seguridad alimentaria, que es una idea que tenemos desde hace mucho y que tratamos de plasmar con nuestro trabajo, esto es más o menos lo que venimos haciendo. Otros productos que se hacen son los panificados, frutas secas, alfajores dulces y salados, crocantes tipo snack, todo con harina de algarroba, budines, pan dulce, bombones. También hacemos café de algarroba, que es harina de algarroba molida a cierto espesor con un proceso de torrado que hace que tenga el aroma y el sabor similar al café y lo bueno es que no produce insomnio, no produce hipertensión ni ulcera. Estas son unas de las tantas cosas que se pueden hacer, con los frutos del monte nativo del norte de nuestra provincia.
¿Qué cantidad de hectáreas abarca el monte donde ustedes trabajan?
Nosotros empezamos con un relevamiento para conocer la densidad del monte y este abarcaba unas 5000 has. Con una proyección de 15.000 has. en las cuales se puede tener en un monte virgen de hasta 400 árboles de algarroba por hectárea, la cual, promedio llega a producir unos 17 kilos por árbol, ese es el relevamiento que hicimos de nuestro monte, hecho sobre las 5000 has, pobladas por pequeños productores.
¿Qué saberes ancestrales están aplicando concretamente, por ejemplo en la producción de miel, en la elaboración de las harinas y cómo es el tema de la preservación del monte?
El tema es rescatar esos saberes y llevarlos a la práctica, por ejemplo, en los dulces que se hacen a través del arrope de algarroba, el arrope de miel, el patay, que es algo autóctono de Cuyo. El patay es como un turrón tradicional de acá de la zona hecho con harina de algarroba prensada que queda como un turrón duro y muy rico. Todos estos alimentos son de alto valor nutritivo, esto es importantísimo porque además la algarroba está dentro del código alimentario nacional, tanto el blanco como el negro. ¿Cómo tratamos de cuidar el monte nativo? Inculcándole al pequeño productor que mejor que voltearlo, es darle la posibilidad al monte que nos dé de comer. La idea es cuidar el medio ambiente, hacer producir al monte sin hacer madera, ni leña, ni nada por el estilo. Sí, se puede podar, hacer un raleo, todo muy cuidadosamente, pero siempre preservando para que eso siga siendo una fuente de alimentos, porque después al no tener el monte, no vamos a ir al almacén a comprar, vamos a ir al médico a ver si nos puede curar. Ese es el tema, lograr que se gane en salud en dos aspectos, en lo alimenticio y en lo ambiental, este emprendimiento que tenemos con la cooperativa, no solo no tiene impacto ambiental, sino que va de la mano del medio ambiente.


Decías que la cooperativa está integrada en su mayoría por mujeres y todos conocemos el papel preponderante de las compañeras en la AF, en cuánto a eso, cómo trabajan el tema del arraigo, donde las mujeres también juegan un papel destacado. Sabemos que San Luis no es una provincia con tradición expulsiva de población pero de todos modos, muchas veces los jóvenes prefieren emigrar hacía los centros urbanos. ¿Cómo trabajan este tema?
Todo un tema, de acá muchos pibes se nos han ido a las ciudades, al periurbano, porque no se llega a continuar el proyecto de los padres. Que quiero decir con esto, si un pequeño productor hace huerta, hace pollo o hace apicultura, la idea es que la continuidad de esa producción la sigan los pibes, lamentablemente al no tener la ayuda suficiente en ciertos lugares donde las necesidades básicas no están satisfechas, pasa eso. Acá estamos dentro del monte y por más tecnología, por más que tengamos internet y otras cosas, hay mucha gente que no tiene agua para tomar, entonces los chicos se terminan cansando, tienen otra idea, ven otras cosas, un poco más allá que nosotros los mayores y terminan yéndose. Nosotros en el año 2010 hemos llevado un micro lleno de jóvenes a un encuentro que se hiso en el Luna Park, con Cristina Fernández y parte del gabinete del Ministerio de Agricultura, hoy no lo podríamos hacer porque no hay tantos pibes, si seguimos trabajando, para que los pibes estén capacitados en distintos rubros productivos y darles posibilidades. Pero, cuando tenemos la contra de chocar con la comercialización y otro montón de cosas, es como que se pincha y se nos hace difícil sostenerlos, así mismo a los productores mayores. Hoy en día, tenemos menos productores que hace cinco años atrás, productores caprinos, apícolas, mucho menos. Las chicas, terminan muy jovencitas formando pareja, teniendo chicos y se termina alejando de las organizaciones, de la casa de los padres y se van a vivir al pueblo, a los poblados y ahí se pierde la continuidad de los proyectos. Pero no le aflojamos, le seguimos dando y a los pibes que se van incorporando, ver que tengan una salida económica, porque eso incentiva. Esa es la idea, que lo que se produzca traiga una rentabilidad que les permita quedarse en su lugar, no solo porque es hermoso el lugar que tenemos, sino porque también le puede cubrir esas necesidades básicas aun no satisfechas, que tiene desde hace ya muchos años su familia. Pero la seguimos, aunque cada día somos menos, los que estamos haciendo patria en el monte nativo.


Hablemos del agua y la contaminación. ¿Cómo es el panorama dónde están ustedes?
Todavía tenemos mucho monte nativo, pero a unos veinte kilómetros tenemos el cordón productivo Quiles-Candelaria que se viene expandiendo cada vez más, con unos cultivos muy grandes de algodón, trigo, soja y nos vienen apretando, digamos que no viene apretando y no van achicando y si el pequeño productor, no tiene una salida económica a través de su esfuerzo y su trabajo en su pequeño predio, termina vendiéndolo. Vende el pequeño productor que está al lado de los monocultivos, este se va agrandando y así, se hace difícil poder sostener la situación de los agricultores familiares. Nuestras producciones son prácticamente orgánicas, tanto sea la apícola, la de los animales a campo y lo que también se siembra es orgánico.
Hablemos del tema del agua…
El tema del agua, te cuento, las lluvias acá son de unos 400 mm anuales y si no tenemos acueductos o la posibilidad de producir de otra manera por la falta de agua, esto se vuelve árido. Nosotros con la primera organización que tuvimos, que es la Asociación de Productores Apícolas Balde de Escudero logramos hacer dos pozos de 20.000 y 15.000 litros para llevarles agua a los productores, por lo menos para la bebida de los animales y para el riego de una huerta pequeña y para consumo humano. Acá hay agua de red en el centro del paraje, pero no en las zonas de campo. Nosotros llevábamos agua con una red de 20 klms, que no está terminada, porque no nos alcanzo la ayuda económica que recibimos para hacer las perforaciones. Este es un tema a solucionar.
¿Están recibiendo alguna ayuda por parte del Estado?
Sí, ahora empezamos a trabaja, el asunto es que esta pandemia, tampoco deja al gobierno desarrollar sus iniciativas como corresponde, pero estamos trabajando con la Secretaría de Agricultura Familiar y acá en la provincia con lo que hay, Porque no hay ni camionetas, están todas rotas y los técnicos están haciendo un esfuerzo muy grande, tratando de llegar al productor. Estamos tratando de armar algo ahora con el PROTAL y el PISAR, esto último lo maneja el INTA y también tenemos conocimiento con la nueva delegada del INAES en la provincia. También con gente del norte de la provincia, donde vamos a intentar armar algo para llegar al productor de alguna manera. El gobierno de la provincia, bien, gracias. Es como que no son del palo, no les interesa el agricultor familiar, poco hacen para no hacer. Resulta difícil trabajar con el gobierno de la provincia, con Nación siempre trabajamos y esperamos que den sus frutos un par de proyectos que tenemos, que si salen, van a ser los primeros después de muchos años, porque los dos últimos de Cristina se aflojó un poco y después los cuatro años del macrismo no se hizo nada y ahora se está retomando y esperamos con eso fortalecer a los productores y a sus organizaciones. Y empezar a producir alimentos sanos como corresponde. Una industria de pequeños productores, dejando de lado a esos gigantes como Arcor, que cuando no les cierran los números, levantan la toldería y se mandan mudar. Nosotros siempre le vamos a encontrar la vuelta, para volver a entusiasmar a la población rural, si ven que se están acercando a nosotros y con la concreción de estos proyectos productivos.
¿Cuáles son los proyectos productivos y como llevan adelante la comercialización?
Uno de los proyectos es de producción apícola y está integrado por muchos jóvenes, se trata de producir pollos parrilleros, alimento balanceado y una sala de faenamiento de los animales, que también se puede adaptar para el faenado de cabritos, porque nosotros los campesinos faenamos debajo del árbol, donde tenemos una mesada, el agua todo a mano, pero con esto ya lo haríamos en un lugar bromatológicamente adecuado. La idea es mejorar la calidad de la diversidad de producciones del agricultor familiar. ¿Y dónde comercializamos? Nosotros no estamos autorizados a comercializar en el mercado interno provincial o fuera de nuestra provincia y lo hacemos solo en eventos y un tanto desconectados de la venta online, porque estamos a 200 kilómetros de San Luis capital. Y también está, el pequeño productor que vende 5 ó 10 cabritos, que corre el riesgo que el COSAFI, una policía sanitaria provincial, se los termine quitando porque se faenó debajo de un árbol. Esa es una de las problemáticas a resolver, con la ley de góndolas que obliga a los supermercados a tener un 5% de sus productos de venta, proveniente de la economía popular, pero hay que tener todos los papeles en regla, para cerrar bien el círculo de comercialización de la agricultura familiar.
¿Por último, como ves tu vida en el monte y rodeado por los monocultivos?
Hace más de veinte años que estoy acá en San Luis, vengo de la provincia de Buenos Aires, elegí estar acá y no me arrepiento de estar acá, tengo sesenta años y estoy un poco cansado, porque es una lucha quijotesca, pero no le aflojamos. Quiero seguir, tengo ideas y proyectos para seguir y no me iría a vivir a otro lado que no sea acá, aunque a veces algunos bajan los brazos, porque creen no tener fuerza para pelear contra esto que se nos viene encima, como el monocultivo y el desmonte. Pero la idea es pararlo, pero pararlo entre todos, porque aunque se venga apaleado, hay que sacar fuerzas para cambiar la historia.

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