Por Stella Calloni
Nuestros hermanos bolivianos han triunfado. Se sabía, nadie dudaba de que fueran a ganar, la duda era qué iba a hacer el imperio, que se había jugado la cara, la cabeza, las extremidades y hasta había hecho jugar a la OEA el papel más vergonzoso en su historia, donde un secretario general participó de un golpe personalmente.
Debemos festejar inmensamente esto, porque significa un gran triunfo, sobre todo para ese pueblo chileno que el domingo, mientras ganaba el pueblo boliviano, protagonizó una de las manifestaciones más grandes de su historia. Para mostrar que los pueblos no aguantan más. Y que los Estados Unidos de Donald Trump y sus asesores cubano-norteamericanos han perdido.
Son otros tiempos. La Unasur, la Celac, el momento donde pudimos pensar que podríamos vivir emanciparnos definitivamente, ha quedado grabado. Este pueblo venció en las calles al neoliberalismo de los años ’90 y en Bolivia se dio algo muy importante, porque la vanguardia fue indígena y campesina. La mayoría del pueblo boliviano está ahí, y es muy importante que ese pueblo se organizara como se organizó.
Tenemos la alegría inmensa de festejar este triunfo pero debemos cuidarlo, porque dejan un territorio minado, cómo pasó en Argentina, donde el pasado dejó muchas trampas. Tenemos que cuidar este triunfo de todas las formas posibles, porque el triunfo le da fuerzas a todos los movimientos populares. Estamos emergiendo del colonialismo del neocolonialismo y tenemos que crear nuestras propias democracias.