El Populismo Iberoamericano

Un aporte al calor de ciertos debates actuales

 

plaza

 

La palabra populismo es una categoría ideológica y política difundida desde las potencias occidentales. Su alcance interpretativo suele ser difuso y una misma definición incluye a conductas de representantes políticos diferentes, a ideologías diversas y a múltiples tipos de acciones colectivas.

 

La categoría es difundida en ámbitos académicos, políticos y, durante las últimas décadas, tuvo gran notoriedad periodística.

 

Durante el siglo XX la caracterización de populista fue aplicada a las experiencias de gobierno de Lázaro Cárdenas en México, de Velasco Ibarra en Ecuador, de Getulio Vargas en Brasil o de Juan Perón en la Argentina. En los últimos años, son definidos con esta categoría Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Lula Da Silva en Brasil, Rafael Correa en Ecuador o Cristina Kirchner en nuestro país.

 

La noción populismo tiene una función fundamental que consiste en delimitar los marcos de posibilidad en los cuales deberían desarrollarse las acciones políticas en Iberoamérica. La categoría describe y evalúa los comportamientos sociales y divide a los dirigentes y a sus gobiernos entre aquellos que impulsarían:

 

a- una acción política responsable y deseable caracterizada como la representación del progreso y de la modernidad universal. Estos actores son poseedores de una conducta “racional”.

b- una acción política peligrosa y repudiable, por el hecho de ser demagógica y desenvolverse a contramano de las tendencias históricas de la época. Estos grupos son “irracionales”.

 

De un lado, quedaría caracterizada la acción política “normal” propia de la república liberal y que sería depositaria de la racionalidad objetiva. La contracara de la modernidad es el populismo que es definido como una forma política autoritaria, pese a que sus principales figuras alcanzaron el poder por intermedio de las urnas y lo ratificaron de manera plebiscitaria. Según los críticos liberales y también no pocos de izquierda, los líderes populistas ejercerían su dominio a partir del control emocional e irracional de las masas.

 

Más allá de los diversos usos que adquirió la palabra ya desde su origen en Rusia a fines del siglo XIX, nos interesa resumir dos aspectos fundamentales de su aplicación actual. El primero, es que implica una reactualización norteamericana de la tesis de “la civilización y la barbarie” europea. El segundo aspecto, es que delimita los marcos de posibilidad de la política sudamericana actual, con la finalidad de garantizar los intereses de las potencias occidentales.

 

Felix del Valle
Felix del Valle

[edgtf_custom_font content_custom_font=»Actualización de la tesis europea de la civilización y de la barbarie» custom_font_tag=»h5″ font_family=»» font_size=»» line_height=»» font_style=»normal» text_align=»left» font_weight=»» color=»» text_decoration=»none» letter_spacing=»»]

La noción de civilización fue el nombre que llevó el programa de desarrollo y de expansión mundial de Inglaterra y de Francia en los siglos XVIII y XIX. La noción de civilización favoreció los intereses europeos y justificó los procesos de:

 

-imperialismo político y militar (colonialismo y neocolonialismo)

-exterminio racial y étnico de los pueblos ocupados en los cinco continentes

.imposición comercial sobre los mercados (liberalismo económico)

 

La noción de civilización justificó la organización del poder mundial sobre la base de una tendenciosa distribución de roles entre países, clases y tradiciones étnico raciales. Bajo ésta bandera, Europa impulsó una acción bélica y política agresiva conformando una organización económica (división del trabajo) y una división militar de alcance planetario. Los promotores de la civilización suponían que la cultura europea era universal y es por ello que impulsaron su religión por la fuerza y destruyeron la diversidad étnica de los cinco continentes. Una de las manifestaciones de la división internacional del trabajo se expresó en que a Iberoamérica le fue bloqueado su desarrollo científico y tecnológico.

 

VariableCivilizaciónBarbarie
Raza
Género
Representantes masculinos de la Europa blanca. Inglaterra y Francia conquistan el mundo remplazando las razas por intermedio del genocidio y luego la inmigración.
La mujer es dominada por el hombre que desarrolla la actividad política. 
Son los representantes de la población india, negra o hispanoamericana. Las comunidades definidas como barbarás fueron sometidas a campos de explotación laboral y a sistemas de esclavitud. El mundo fue organizado colonialmente y Europa convirtió a la humanidad en un laboratorio de experimentación racial.
EconomíaEuropa desarrolla manufacturas y un excedente de producción. Le impone al mundo un modelo económico universal justificado con la razón occidental (ciencia). Se exporta un sistema “único” de economía y todo aquel que se opone es bárbaro y debe ser destruido en nombre del progreso universal. Las Potencias protegen su economía y obligan a los otros países a liberalizar el comercio para poder europeizarse: el libre comercio es una política comercial y también racial, al promover la inmigración.El proteccionismo económico americano es acusado de feudal y atrasado. El proyecto de ley de aduanas de Juan Manuel de Rosas de 1835 o las acciones económicas de Francisco Solano López en Paraguay, fueron cuestionados por no permitir la apertura a la manufactura inglesa o francesa. Los barbaros no estarían capacitados para la industria y es por ello que se los remplazó, guerra mediante, por inmigrantes blancos poseedores del saber europeo. Los trabajadores y productores sudamericanos, a lo sumo, podían ser mano de obra barata de Europa y nunca el centro del modelo de desarrollo. Las economías barbarás fueron destruidas militar y comercialmente.
PolíticaInglaterra y Francia tienen derecho al colonialismo por ser superiores racial, étnica, militar y económicamente. Su acción bélica genocida es conceptuada como instrumento de progreso y fuente de desarrollo económico y demográfico.
El hombre blanco europeo o el hispanohablante adinerado son los únicos que pueden participar en política, no así los representantes indios, pobres o las mujeres.
Las prácticas políticas del pueblo son acusadas de atrasadas, como es el caso de las Montoneras Federales argentinas. La organización popular y comunitaria va a ser reprimida militarmente. Superada la etapa de la guerra, los civilizados le bloquean institucionalmente los derechos de ciudadanía política a indios, negros, hispanoamericanos pobres o mujeres. Los extranjeros europeos adquieren derechos al comercio y a la política, como un medio de impedir la asunción del mando de la “barbarie local”.
Cultura
Ciencia
Las clases altas de Inglaterra y de Francia imponen sus valores como supuesta “cultura universal”. Exportan su religión, sus costumbres o sus leyes sobre el supuesto de disponer de superioridad objetiva y racional.
La tecnología europea y su relación valorativa con la economía y con el medio ambiente es considerada la única fuente de progreso.
Las religiones no católicas son bárbaras y tienen que eliminarse, incluso al costo de la metodología de las guerras religiosas o la inquisición. Luego, la operación será continuada con un enfrentamiento del protestantismo, contra catolicismo hispanoamericano. El pueblo produce malos hábitos y costumbres perniciosas y no genera “civilización” y sus prácticas van a ser erradicadas con el sistema oficial-estatal de cultura. La tecnología y las formas de producción de la “barbarie” van a ser destruidas.

 

Los civilizados ingleses y franceses se consideraron los únicos depositarios del movimiento universal de la historia. Hicieron la guerra a países y a pueblos en nombre del progreso y asesinaron dirigentes políticos bajo la bandera de la libertad. Su cultura fue considerada superior y justificaron su brutal racismo sobre principios supuestamente científicos y objetivos.

 

Eduardo Méndez G.
Eduardo Méndez G.

[edgtf_custom_font content_custom_font=»El populismo en la perspectiva de los Estados Unidos» custom_font_tag=»h5″ font_family=»» font_size=»» line_height=»» font_style=»normal» text_align=»left» font_weight=»» color=»» text_decoration=»none» letter_spacing=»»]

Los norteamericanos retomaron el principio binario de la civilización y de la barbarie y lo reorganizaron en función de sus objetivos nacionales. Desde mediados del siglo XX, Estados Unidos se presentó como el guardián universal de la modernidad y del progreso, frente a los enemigos comunistas y/o populistas. Caído el Muro de Berlín y derrotado el comunismo de la Unión Soviética, el populismo pasó a ser el representante bárbaro por excelencia que no se sometió a la panacea neoliberal del Consenso de Washington.

 

Luego de terminada la Segunda Guerra y con más fuerza desde los años ’70, los norteamericanos comenzaron a exportar “su modelo” de sociedad y tomaron distancia de Europa. Estados Unidos fundó su sistema de dominio a partir de las categorías ideológicas de “libertad política” y de “neoliberalismo económico y social”. En éste último sistema de organización, el sujeto del desarrollo es el capital extranjero. A diferencia de la Europa civilizada, no van a impulsar la inmigración de personas y el remplazo racial de pueblos, sino el desembarco de capitales y la imposición de nuevas relaciones de producción (empresas multinacionales y capital financiero).

 

Todos los países del mundo tienen que refundar sus sistemas políticos, económicos y sociales para garantizar la llegada triunfal del “capital extranjero y de las inversiones norteamericanas”. Se les requiere a los gobiernos sudamericanos achicar el Estado por intermedio de privatizaciones. Iberoamérica tiene que eliminar las regulaciones protectoras de la economía, con la finalidad de flexibilizar la libre movilidad del capital y de que Estados Unidos adquiera todas las empresas de envergadura y los bancos locales. Se propone la necesaria desaparición de los sindicatos y de las organizaciones obreras, con el objetivo de bajar salarios y de eliminar leyes laborales. El trabajador es contemplado como una mercancía que atrae o que espanta al capital extranjero y cuanto más se lo explote, será más “atractivo” al inversor. En este esquema de dominio político, aquellos países que no privatizaron sus empresas, que no entregaron sus recursos naturales, financieros y comerciales, que no aplicaron los tratados de libre comercio, que no concedieron sus desarrollos tecnológicos a las multinacionales o que no derogaron leyes laborales, son populistas y están evitando que llegue el inversor extranjero y el progreso.

 

 

VariableModernidad, libertad y progresoLógica del Populismo
EconomíaPropiedad Privada.
Privatizar atrae inversiones.
Apertura comercial de Sudamérica.
Extranjerizar la economía iberoamericana es progresivo.
Sudamérica provee alimentos y materias primas.
Propiedad colectiva o privada pero con función social. Estado empresario que administra áreas estratégicas.
Protección económica y social de la nación.
Proteger la industria nacional genera empleo y poder nacional.
Hay que industrializar los países.
SociedadEl trabajador es una mercancía y debe ser explotado para atraer capital extranjero.
El mercado debe asignar los servicios de salud, la educación o la vivienda.
Los trabajadores y sus familias tienen derechos sociales y humanos. El fin de la economía es el bienestar social y no la mera ganancia del capital
El Estado tiene la obligación de garantizar los derechos sociales y la salud o la educación no son meras mercancías.
PolíticaEl ciudadano es el actor de la política.
La única función del ciudadano es votar y controlar por la web
La agenda política es moderada y conservadora y se presenta como “armónica” y sin conflicto.
El pueblo y/o la clase es el sujeto político.
La Organización Libre del Pueblo es permanente y se impulsa la movilización.
Se forma una agenda radical de cambio que instala demandas sociales y hace públicos intereses opuestos (nación-imperio; oligarquía – pueblo).

 

 

Arthur Rosalvos
Arthur Rosalvos

[edgtf_custom_font content_custom_font=»Dilemas sudamericanos» custom_font_tag=»h5″ font_family=»» font_size=»» line_height=»» font_style=»normal» text_align=»left» font_weight=»» color=»» text_decoration=»none» letter_spacing=»»]

Actualmente Sudamérica está en una etapa de transición histórica y política. No son pocas las dificultades económicas y sociales de los países, en un contexto de deterioro de los precios de las exportaciones de varios productos y de la reducción de los saldos exportadores resultante de la baja de crecimiento de los BRICS o de Europa.

 

En este contexto, las potencias mundiales están intentando imponer sus intereses y recuperar el espacio ganado por los gobiernos nacionalistas y populares de la última década. Nuevamente como en los años 1980 y 1990, las usinas ideológicas multinacionales están instalando en la agenda pública la necesidad de las privatizaciones de empresas estatales y de los recursos naturales. El argumento esgrimido es conocido y consiste en sostener que si una empresa privada pasa al Estado es un acto populista sumamente pernicioso y si el camino es el inverso y se privatiza y la administra un grupo extranjero es una representación del progreso y de la modernidad universal. Los inversores norteamericanos desarrollarían los países y por el contrario, los pueblos y Estados sudamericanos malgastarían la riqueza en irracionales sistemas populistas. Se tienen que aumentar las ganancias de las multinacionales y la salida de capitales para hacer atractivos los países, y cualquier intento de utilizar la riqueza sudamericana para mejorar condiciones de vida o proteger la producción nacional es populismo y solamente será una “mentira transitoria”.

 

Se insiste en que el mantenimiento de los derechos sociales alcanzados en la última década son resabios populistas y que la familia sudamericana tiene que bajar su nivel de consumo y perder sus derechos para aumentar la tasa de ganancia del inversor externo. Los Estados tienen que considerar al trabajador una mercancía y explotarlo más que los otros países del mundo, así el inversor vendría a Iberoamérica. Los gobiernos deben entregar sus recursos naturales y destruir el medio ambiente con la única finalidad de conseguir capital extranjero, abandonando cualquier debate sobre la soberanía y la sustentabilidad.

 

El mundo está en una encrucijada civilizatoria y parece imponerse el proyecto norteamericano y de las potencias europeas caracterizado por la opulencia financiera, la violencia y desigualdad social y la destrucción medio ambiental. Frente a este dilema, es la actividad política de las Organizaciones Libres del Pueblo la única alternativa para resguardar y profundizar los logros de los nacionalismos iberoamericanos.

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