Nos preparamos para un día que tendrá gran significación histórica. Nos encontramos en el último tramo para alcanzar la tan esperada promulgación legislativa de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Ya vimos cómo en la Cámara de Diputados se logró un amplio consenso entre el oficialismo, los bloques progresistas y de centro-izquierda para dar media sanción a ley de la democracia. Se espera que en el Senado ocurra algo similar, obteniendo la aprobación de la ley en su forma general. No así en particular, donde tendrá algunas modificaciones, entre ellas su período de aplicación, pasando de un año a tres.
Esta nueva ley tendrá variadas consecuencias a corto y largo plazo. Podemos entender a las de corto plazo como consecuencias positivas para el campo popular, ya que el gobierno mostrará un amplio poder de decisión en materia de acción y gestión, posicionándose en un nuevo escenario con futuro favorable aunque complejo. Las consecuencias a largo plazo serán de carácter social y cultural, donde veremos al sistema de comunicación desmonopolizado, abriéndole la posibilidad a múltiples medios alternativos, comunitarios, culturales, a salir de la precariedad y el anonimato, como así también, a las nuevas tecnologías. Dejará de ser un campo únicamente de fines comerciales, para pasar a ser un sistema de servicio social, cultural y plural.
La aprobación de esta nueva ley permitirá ampliar las voces, enriqueciendo nuestro campo cultural evocando a recuperar las creencias, los valores y las ideologías perdidas. Generar nuevos empleos para aquellos que hoy se encuentran fuera del mercado comunicacional. Y lo fundamental, abrirle el camino a la libertad, a la igualdad, a la diversidad y a la justicia.
En este marco la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual abre un sin numero de expectativas para el campo popular, permitiendo combatir a los monopolios mediáticos, aquellos que una vez Ignacio Ramonet llamo “Los perros guardianes del neoliberalismo”.
La autora pertenece a la Agencia de Noticias Paco Urondo.