Las andanzas del embajador Philip Goldberg

Durante tres semanas, Bolivia vivió el negro panorama de la violencia desatada por una minoría que, derrotada en la consulta popular, recurrió al vandalismo para sembrar el pánico y la zozobra. Por orden de los comités cívicos y prefectos opositores, con el pleno respaldo del embajador estadounidense, en varias ciudades fueron allanadas las oficinas del gobierno central, se destruyeron archivos, se robaron máquinas y muebles, se golpearon y humillaron a humildes trabajadores. Lo más demostrativo de la brutalidad es la masacre de Porvenir en Pando.

El detonante de la masacre de Porvenir, departamento amazónico de Pando (norte de Bolivia), no ha sido el “bono dignidad” para los ancianos —que implicó recorte de las regalías de los hidrocarburos— ni las falsas identidades regionales que claman “autonomía”.

La acción desestabilizadora de la oligarquía boliviana es la acentuación de los intereses de clases y prejuicios raciales que enarbolan la burguesía y los prefectos de la llamada medialuna con el apoyo irrestricto de la embajada de estadounidense.

Estados Unidos financia a políticos, ONGs, militares, estudiantes, magistrados, hombres de negocios, intelectuales y a periodistas con el propósito de causar una guerra civil en Bolivia, luego de la aplastante derrota en el referéndum revocatorio del 10 de agosto pasado que legitimó a Evo Morales con casi el 70% de los votos.

Demostrando la debilidad de la causa “autonomista”, el jueves 11 de septiembre, el departamento de Pando —que el 24 de septiembre cumplió 70 años de creación— fue escenario del mayor asesinato que Bolivia haya vivido en los últimos 50 años. Escuadrones de mercenarios contratados asesinaron a decenas de campesinos, varios de ellos con señales de crueles torturas. Hay más de un centenar de desaparecidos.

Pando es una región (fronteriza con Brasil y Perú) donde el 75% de su población vive en la pobreza absoluta. Está gobernada por Leopoldo Fernández —actualmente detenido— quien forma parte del movimiento golpista de los prefectos de Santa Cruz, Beni, Tarija y Chuquisaca. Todos estos departamentos encabezan la resistencia al proyecto democrático y socialista votado por la mayoría de los bolivianos en agosto pasado.

En esta contienda no hay “dos bandos” como lo predican los medios comerciales, sino que existe un gobierno legítimo, portador de la voluntad popular y un sector de gobiernos departamentales sediciosos que no quieren amoldarse a las normas democráticas y a su vez conscientes de que se les terminó la fiesta macabra de saqueo, explotación, robo y humillación al pueblo boliviano.

El prefecto Fernández se ha colocado en la fila de asesinos del pueblo boliviano. A su vez evidenció la estrategia de sus aliados, que seguirán buscando formas y fórmulas para no dejar gobernar y destituir a Evo Morales.

A pesar de la expulsión del embajador, Philip Goldberg, debido a sus tareas conspirativas a favor de la secesión, los planes del imperialismo mantienen su curso de acción

¿Quién es Philip Goldberg?

Distribuido oficialmente por la Embajada de Estados Unidos en la Paz, el currículum de Philip Goldberg resalta que participó en los comienzos de la guerra civil yugoslava que estalló en la década de 1990, hasta la caída y enjuiciamiento del presidente serbio Slobodan Milosevic.

Entre 1994 y 1996 se desempeñó como “oficial de escritorio” del departamento de Estado en Bosnia, coyuntura en la cual estalló el conflicto entre los separatistas albaneses y las fuerzas de seguridad serbias y yugoslavas.

En ese mismo período trabajó como Asistente Especial del embajador Richard Holbrooke, uno de los estrategas en la desintegración de Yugoslavia y la caída de Milosevic. “En ese último cargo -según esa Embajada- fue miembro del equipo negociador estadounidense en la preparación de la Conferencia de Paz de Dayton y Jefe de la delegación estadounidense en Dayton”.

El embajador Goldberg fue también funcionario político y económico en Pretoria, Sudáfrica, posteriormente fue funcionario consular y político en la Embajada de Estados Unidos en Bogotá, Colombia, donde comenzó a interesarse en la política de América Latina.

Tras ejercer el cargo de Ministro Consejero de la Embajada de Estados Unidos en Chile (de 2001 a 2004), Goldberg retornó a los Balcanes para dirigir la misión estadounidense en la capital de Kosovo para la separación de Serbia y Montenegro, producida en junio de 2006, como el último resabio de la desaparición de Yugoslavia.

Misión: balcanizar Bolivia

La doctrina Monroe (América para los americanos) y la política económica de George Bush (como los Tratados de Libre Comercio) han perdido fuerza desde la Cumbre de los Pueblos en Mar de Plata en 2005, como garantía de su dominio comercial sobre los países latinoamericanos. Incapaz de ganar una guerra de ocupación territorial, el separatismo es un método que está utilizando Estados Unidos para recuperar su control sobre riquezas naturales o regiones estratégicas donde los gobiernos se muestran resistentes a su política de expansión.

Desde octubre de 2006, Philip Goldberg fue el embajador estadounidense en Bolivia. Meses antes de presentar Cartas Credenciales al presidente Evo Morales, ya se manejaba el nombre del jefe de la misión de Estados Unidos en Prístina -capital de Kosovo- como nuevo embajador en Bolivia.

Designado por George Bush para tomar partido en el proceso separatista que comenzaba a gestarse en la medialuna boliviana.

Goldberg se destacó por su papel instigador del separatismo como embajador de Estados Unidos en Kosovo. Para la diplomacia estadounidense, los perfiles de cada embajador son determinantes, por lo que se puede entender que no fue el azar lo que llevó a Goldberg de Kosovo a Bolivia.

El prontuario del embajador de la “limpieza étnica”

Ya apodado en Bolivia con el mote de “el embajador de la limpieza étnica”, Philip Goldberg no dudó en intervenir inmediatamente para la liberación de la estadounidense Donna Thi, detenida en el aeropuerto de la Paz en junio de este año, proveniente de Miami, cuando intentaba ingresar 500 cartuchos, calibre 45, que había declarado en la aduana como “queso”. A Thi, la esperaba en la terminal aérea la esposa del coronel James Campbell, jefe del grupo militar de la embajada de Estados Unidos en Bolivia.

En aquella ocasión Goldberg, declaró que se trataba de “un error inocente”, ya que la munición estaba destinada para “deporte y entrenamiento”. Pero la directora nacional de Migración, Magaly Zegarra, no opinó igual que el Embajador.

En marzo de 2006 fue procesado el ciudadano Triston Jay Amero, alias «Lestat Claudius», un californiano de 25 años, acusado de detonar 300 kilos de dinamita en dos hoteles de La Paz. «Lestat Claudius» al momento de su detención, portaba 15 documentos de identidad distintos.

El 8 de diciembre de ese año, durante la Reunión Cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones, en Cochabamba, los servicios de seguridad detectaron a dos falsas periodistas estadounidenses que fotografiaban los vehículos presidenciales.

Antes de su expulsión, Goldberg fue sorprendido por una cámara junto a Gabriel Daddoub, presidente de la Cámara de Industrias y Comercio de Santa Cruz, enemigo a muerte de los cambios impulsados por el mandatario boliviano, y John Jairo Vanegas, ex jefe paramilitar colombiano.

La conspiración con los empresarios croatas

El embajador se reunió abiertamente y colaboró con hombres de negocios croatas, especialmente con Branko Marinkovic, miembro de la Federación de los Empresarios Libres de Santa Cruz, cabeza visible de la secesión en el departamento de Santa Cruz.

Marinkovic es un hombre clave para las pretensiones de las multinacionales, posee miles de hectáreas de tierras en ese departamento boliviano, es propietario de la empresa de transporte de hidrocarburos Transredes -que trabaja para Shell-. Administra los seis mil kilómetros de tubería de gas y petróleo que conducen a Chile, Brasil y Argentina.

No hay dudas de que Goldberg dirigió las conspiraciones en Bolivia, teniendo en cuenta además que la CIA, a través de la USAID, Nacional Endowment for Democracy, Instituto Republicano Internacional, entre otras agencias del departamento de Estado de EEUU, subvenciona en abundancia a las organizaciones y “figuras de la derecha” separatista para sembrar la confusión y preparar una propaganda anti-Evo.
Para muestra, un botón: trece jóvenes dirigentes bolivianos de la derecha fueron invitados a formarse en Washington por 110 mil dólares. Al mismo tiempo, en los barrios populares de El Alto, USAID pone en marcha programas para “reducir las tensiones en las zonas propensas a conflictos sociales” para desacreditar la organización social de izquierda.

Otra perlita: la Universidad San Simón de Cochabamba y la Fundación del Milenio recibió 155 mil dólares para criticar la nacionalización del gas y defender el neoliberalismo.

Van por el Alto Mando militar

Golberg ha sido expulsado, pero los planes de Washington continúan, y varios de sus operadores se han dedicado a tocar las puertas del Alto Mando Militar boliviano recordándoles lealtades pasadas. El máximo comandante de las Fuerzas Armadas, Luis Trigo, pidió autorización para trabajar como copiloto de Jorge Quiroga en la campaña electoral de diciembre pasado, quien mantiene relaciones directas con la burguesía del departamento de Santa Cruz.

La VIII División del Ejército en Santa Cruz, conducida por el general Bracamonte, será estratégica para los planes conspirativos de la derecha.

No es nada alentador la reunión reservada entre Bracamonte y los sediciosos Rubén Costas y Branko Marinkovic, en la que participó además Gary Prado -joven capitán del pelotón de Rangers de Bolivia que en 1967 capturó al Che-.

La saturada implementación del “golpe soft”

La Casa Blanca no acepta alternativas a su modelo dominante. Si no se aplican sus reglas de juego, apela a su arsenal de mentiras, de medios de prensa, al trabajo sucio de sus embajadas, a sus agencias (la CIA , la USAID) y a la IV Flota, hasta lograr un golpe o crear una fuerza intervencionista, como lo fue en América Latina durante todo el siglo XX, siendo el hecho más reciente el secuestro del presidente de Haití, Jean Betrand Aristide.

La secretaria Condoleezza Rice y los “diplomáticos” del departamento de Estado de Estados Unidos trabajan arduamente para crear una mala imagen internacional de Evo Morales, quien pasó a formar parte del denominado “eje del mal” junto con Fidel Castro y Hugo Chávez.

No hay dudas de que el embajador estadounidense Philip Goldberg es un especialista en conspiraciones. Es el más indicado para coordinar el golpe prefectual. Con justa razón los líderes de la Unión de Naciones Suramericanas condenaron los actos violentos que dejaron por lo menos 30 muertos y ofrecieron su más firme respaldo al gobierno boliviano.

Fuentes:

– Telesur
– El Argentino: Walter Goobar
– El País, Madrid
– Prensa Latina, Cuba
– http://la-opinion-argentina.blogspot.com/

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