Venezuela: nuevos pasos en la crisis

Panorama completo sobre la actual situación de Venezuela luego de las elecciones. Cómo se llegó hasta acá, cómo es el escenario y cuáles son las perspectivas. Un análisis de Guillermo Caviasca.

Este jueves 1º de agosto, EEUU reconoció al candidato opositor como presidente. Esta es una decisión de envergadura que se aleja de los pasos iniciales, que se orientaban en la senda de Brasil y Colombia. Que solo indicaban con, más o menos «onda», que se debía esperar a ver el recuento final. Las críticas del “organismo serio e independiente”, el Centro Carter, fueron tomadas en general como una denuncia o dura crítica al proceso electoral, y un fundamento para sostener la existencia de fraude gubernamental. Sin embargo, si uno las lee, eso es muy relativo. Los “Carter” señalaban que todo lo que se encuentra en torno al proceso es criticable desde los estándares occidentales: seis millones de exiliados que no pueden votar; diversas formas de “clientelismo” que quitan autonomía de decisión al votante; ciertas formas de control del gobierno o el partido de gobierno sobre quienes concurren a votar, pero fuera de los centros de votación, etc. Pero eso no es fraude. Quien escribe no estuvo en Venezuela para la elección, pero admite la existencia de muchas formas de alineación de la voluntad y autonomía de los ciudadanos mayoritarios en demasiadas democracias al estilo occidental, y clientelismo sin dudas. Lo que el centro Carter señalaba es que no se accedía, hasta ese momento, a las formas de revisión de actas que consideraba necesarias. Que no es lo mismo que fraude. Es un “limbo”.

Ante esto y la ausencia de “veedores independientes”, EEUU decidió junto con el vanguardista Perú (y sin dudas se sumarán otros países el día de la publicación de esta nota) reconocer al candidato opositor. Ante esto, casi como un reflejo, la CNE (Comisión Nacional Electoral) publicó los resultados finales que son similares a los ya conocidos (no las actas aún, lo que no significa que no lo pueda hacer en un futuro cercano). Pero ya el resultado real ha pasado a un segundo plano. Si se sigue este camino quedara para la historia futura averiguar cómo salieron las elecciones. Cada bando presentará sus resultados, e impugnará los del otro con argumentos más o menos verosímiles. Podemos sostener que Maduro dice la verdad y que el sistema es sólido, y que la oposición denuncia siempre el mismo fraude cuando no lo había, etc. O lo contrario de acuerdo a nuestra trinchera.

La cuestión pasa a ser quién se queda con el gobierno en Venezuela. Si María Coria Machado con ideas cercanas a Milei, quizás menos histriónica, o Nicolas Maduro, con los déficits que le podemos adjudicar, cuya gestión debería analizarse con seriedad fuera de esta opinión de coyuntura. Y ambos tendrán el respaldo de bloques de poder mundiales antagónicos. Sin dudas se dará una disputa que puede elevar el conflicto a niveles de violencia muy elevados. Veremos.

Si Maduro y los suyos ganan. Deberán, probablemente, instalar el equivalente a un régimen de partido único o frente único, de hecho, o de derecho. O que todo lo que no sea “bolivariano”, sea extra constitucional. Quien escribe, como la democracia liberal no es su paradigma, no se ofende por eso. De hecho, los conceptos históricos de «comunidad organizada», por ejemplo, plateaban una alternativa a ese sistema demoliberal. Aunque debemos destacar que, así como hay sistemas demoliberales más o menos “justos”, hay sistemas alejados de este paradigma que también pueden ser más o menos “populares”. Habría que hurgar en su naturaleza, de quienes tienen el poder real, y cómo y para quiénes se acumula la riqueza. Algo que en Venezuela no ha funcionado muy eficazmente con Maduro; pero, no tenemos dudas, que con la oposición funcionará peor; y con una naturaleza distinta, definida para el occidente globalizado y el mercado mundial, dejando a los venezolanos como espectadores tributarios.

Algunos problemas críticos de la “Revolución Bolivariana”

Aunque la discusión debería ser otra que “¿para quién somos una gasolinera?”. Y esa era la lógica que Chávez proclamaba querer romper, mediante tres ejes: acumulación hacia adentro; Unidad latinoamericana que aprovechara nuestras complementariedades; y elevación del nivel de vida de la población. Desarrollo de industrias estratégicas y de consumo inmediato en varias ramas. Más un cambio de la naturaleza del poder político. ¿Por qué esto no se ha dado? es una cuestión importante a comprender.

La revolución bolivariana es aún de una pobreza material que no se puede dejar de señalar. Se ve como la utópica «villa dignificada», como la imaginan los neo progresistas populares, resignados a que el mundo ya no necesita mano de obra y solo se debe “distribuir mejor” lo que hay. Aunque habría que matizar el “una Villa dignificada»; ya que esta también incluye «urbanización», y en ese sentido el Chavismo mientras tuvo dinero hizo bastante, con éxito; o sea: no solo coloreó barrios pobres, sino que construyó barrios de verdad. Sin embargo, en lo que es clave para cualquier revolución que no adscriba al posmodernismo, y no sea solo de «valores culturales» o de activismo político, se requiere desarrollo de las «fuerzas productivas». Traducido: crear una base de trabajo en industria o el campo, que masifique el trabajo productivo, que genere bienes materiales para la gente y las industrias básicas, alimentos, etc. En eso fracasó hasta ahora.

La cuestión del petróleo

Las causas del fracaso pueden ser varias. Indicamos que sin dudas las sanciones fueron una de ellas. Se ve en el derrumbe del petróleo venezolano a partir de estas. En realidad, Venezuela exportaba casi todo su petróleo a EEUU, y generaba las divisas para dar de comer al pueblo, hacer obras e invertir en la hipotética industrialización desde allí.

La exportación de petróleo venezolano alcanzó más de 3 millones de barriles a fines de los 90. Durante el periodo de Hugo Chávez las exportaciones disminuyeron un poco, pero se mantuvieron muy por arriba de los 2 millones, con altos precios del barril y con una “geopolítica del petróleo” que le dio a Venezuela éxitos en varios campos, además de alcanzar a financiar el programa nacionalista y social del gobierno. EEUU impuso sanciones el 2019 a causa del enfrentamiento a partir de la elección parlamentaria que Maduro perdió y el llamamiento a la constituyente. Allí comenzó una espiral de levantamientos promovidos por la oposición. Y EEUU se propuso forzar un cambio de gobierno. Las exportaciones según la OPEP cayeron a unos 500 mil barriles (con precios más bajos). Es de destacar que un socio alternativo a los EEUU: China, en ese momento decidió suspender la compra de petróleo venezolano por los problemas financieros que implicaban las sanciones de EEUU. 

Tras el aflojamiento de las sanciones a exportaciones petroleras de Venezuela, a partir del 2022, con la nueva situación internacional consecuencia de la guerra de Ucrania, las exportaciones se recuperaron. En mayo pasado alcanzaron los 850 mil barriles. Algunos clientes de PDVSA señalan que se apresuraron a recibir cargamentos antes de una posible reanudación de las sanciones de Estados Unidos.

En qué consiste este tema. Por ejemplo, en abril del 2024, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos no renovó una licencia amplia que había permitido a Venezuela exportar libremente su petróleo, pero dio a las empresas hasta finales de mayo para completar transacciones, incluidas las ventas de crudo y combustibles. También comenzó a emitir autorizaciones individuales a empresas energéticas para hacer negocios con Venezuela. Desde mediados de abril, Washington ha otorgado licencias individuales a compañías como la francesa Maurel & Prom, la española Repsol y la británica British Petrolium. Y una docena más esperan autorización de los EEUU, que dudamos que ahora se otorgue.

Un total de 50 buques zarparon en mayo transportando un promedio de 708.900 barriles por día de crudo y combustibles, y 614.000 toneladas de petroquímicos y subproductos petroleros, según documentos internos de PDVSA y datos marítimos de la firma financiera LSEG. El incremento del producto de exportación que hace funcionar la economía venezolana fue un 30% mayor en mayo que en abril y un 7% más que el mismo mes del año anterior. Las exportaciones de petroquímicos y subproductos fueron las más altas en 13 meses.

Cómo se distribuyen estas exportaciones (y esa distribución en los clientes hace a su autonomía relativa): más de un tercio de las exportaciones totales, o 250.000 barriles, tuvieron como destino Asia. Estados Unidos fue el segundo mayor receptor con un promedio de 205.000, enviados por Chevron a sus propias refinerías y otras, seguido por Europa con 129.000. A Cuba aumentaron a unos 70.000 barriles desde 23.000 barriles el mes anterior. Todo esto permitió a Venezuela un repunte y una estabilización de su economía: cayó la inflación, recuperó su PBI a nivel de 1970, pero con proyecciones de gran crecimiento desde el mismo Banco Mundial. Aunque debe tenerse en cuenta que el PBI de un país exportador de un insuma básico como el petróleo las cifras de PBI pueden ser engañosas, sean altas o bajas.

Veamos la situación internacional actual. Señalamos más arriba que China suspendió la compra de petróleo en el 2019. Sin embargo, de 2019 a la actualidad, las relaciones de fuerzas internacionales y los niveles de enfrentamiento han cambiado. De hecho, el mundo se está fragmentando en términos económicos claramente. Por ejemplo, el eje dólar se debilita paso a paso (debilita no es desaparece, ojo). Y el “petrodólar” ha sufrido una grave amenaza cuando Arabia Saudita anunció que comenzaría a comerciar petróleo en otras formas de pago. Esto, sumado a los intentos de poner en pie mecanismos financieros y comerciales globales alternativos a los de occidente, puede abrir a Venezuela un nuevo escenario que permita comerciar su petróleo y en cantidad suficiente para obtener las divisas necesarias para sostener lo básico de su economía y vida cotidiana de su gente, sorteando así posibles nuevas sanciones. Además de iniciar el postergado proceso de desarrollo, necesario para dejar de ser un país rentista dependiente de un producto primario.

Este no es un artículo de economía del país caribeño, sino una indicación para establecer sugerencias e inquietudes, por eso solo mencionaremos otros casos significativos. Peor también cuando uno analiza el resultado de la nacionalización de SIDOR (grupo Techint) o el Aluminio, productos destacados en los que Venezuela tenía una base inicial importante… hoy no hay nada. Se derrumbaron a casi cero. O el caso del agro, el fracaso de la reforma agraria, que no logra un nivel de producción como para garantizar la alimentación de la población. Esta se realizó para revertir las consecuencias del proceso primario exportador de petróleo que desalentaba la producción local de alimentos, y concluía con muchas tierras sustraídas a la producción por sus propietarios. Pero nada pasó: corrupción, ineficiencia, etc. conspiraron contra las iniciativas y voluntad de muchos productores llanos y militantes honestos.

Qué tipo de disputa se da en Venezuela

Cuando partís de tan atrás, te desestabilizan y sancionan, no es fácil. Pero el derrumbe productivo venezolano es llamativo y también merece un análisis serio con números y cualitativo. Básicamente sigue siendo dependiente en modo más extremo que otros países primario exportadores, y de un solo producto. Ahora se abrirá una nueva etapa sin dudas. Gane quien gane debería haber un cambio radical. Creemos que Maduro tiene más cartas (entre ellas a las FFAA, el ancho de espadas), aunque eso está por verse. Quizás, sumando todo el poder, eliminando los restos de la oposición, saneando y reorganizando su propio gobierno y el Estado. Debería hacer algo del proyecto original ya sin trabas.

Insistimos: Venezuela tiene sanciones no bloqueo. Con la nueva coyuntura de decisión de EEUU de jugarse en contra, quizás, estas se incrementen; y no sabemos cómo se resolverá la situación interna. Está por verse el poder de Maduro para aplastar la oposición. Y eso se relaciona sin dudas con la cuestión de las elecciones, algo se sabrá: si tiene fuerza es que el pueblo lo apoya, si solo tuvo el 20% de los votos en un país con 6 millones de exiliados, dudo que se imponga. Aunque las FFAA juegan aquí un rol central como dijimos. Sin embargo, la firmeza de las declaraciones y la reafirmación de los resultados pueden indicar que ciertamente la situación es otra que la machacada por los medios y el pueblo le ha dado a Maduro otra oportunidad. Como dijimos al principio, los resultados que se anuncian solo son hoy una legitimación parcial. Quizás esa era la estrategia, generar la tensión necesaria para que el resultado real sea secundario, y la cuestión quede en términos de creencias. Allí entramos en la cuestión de la llamada “guerra híbrida”, que incluye la manipulación de conciencias, violencias de diferente nivel, sanciones, crisis inducidas, oposiciones civiles, conflictos sociales duros, ataques en el sistema internacional. Más allá de la simpatía o no que a uno le despierte un gobierno, la guerra híbrida es por el control de espacios geopolíticos, no por la democracia o la dictadura. Ni tiene en cuanta al pueblo y su bienestar

Si Maduro consigue sostenerse, en un mundo multipolar y escindido en potencias y sub potencias con autonomía, en amplias regiones que «tienden a hacer la suya» hay posibilidades. Deberían avanzar de una vez por todas en algún tipo de producción agraria eficaz, que dé de comer a la gente sin problemas, y\o industrial para que la gente progrese de verdad y el país adquiera un mínimo de independencia real no solo retórica. Tiene el apoyo de Turquía, Irán Rusia y China. Por ahí con algo de inteligencia y honradez puede salir de esta encrucijada, eliminando los problemas endémicos de los que adolece el sistema bolivariano, que llevan a la ineficacia y dilapidación de recursos.

La «guerra híbrida» también se da en situaciones donde ambos bandos la pelean, ambos bandos la pueden realizar, es (como la guerra de guerrillas) una forma de guerra: “un método”, no es de izquierda ni de derecha. Se da particularmente contra gobiernos en crisis, o que pasan una situación de falta de consenso (inducido o no). En esos casos tiene muchas posibilidades. Ya que esta guerra aprovecha situaciones favorables para imponer mutaciones de régimen o conquistas de algún tipo para las potencias o grupos de poder que están tras el telón. No es una guerra de «malos contra buenos», sino una forma de lucha «gris». Por intereses. Por cuestiones estratégicas, de realismo político, de geopolítica. Y lo que se disputa en Venezuela a nivel global es: quién se queda con un país cuya producción, de un insumo básico como el petróleo, es de envergadura. También, que su destrucción como símbolo será un mazazo especialmente en Latinoamérica, aunque ya ese símbolo esté dañado. Si lo que hoy representa la oposición venezolana pasa a ejercer el gobierno será un peso importante en la correlación de fuerzas latinoamericanas y en las posibilidades de independencia a nivel regional (la que también hoy se encuentra bastante disminuida).

Una aclaración. Cuando señalamos que haya habido fraude o no ya no importa, no es que lo menospreciemos. Ya que, como una encuesta, el acto electoral nos da la opinión de la gente, y eso no es menor. Además, que un gobierno que se presume popular tuviera que hacer fraude es un dato grave. Creemos como ya señalamos, que Maduro tenía una serie de condiciones para ganar, aunque estuviera mal la situación. Creemos también que el sistema electoral venezolano permite verificar si hay o no fraude; como ya señalamos nuestra idea, que aún sostenemos, es que Maduro contaba con herramientas para “producir su triunfo” sin tener que “truchar actas”. Y que la oposición no se caracteriza de honestidad particularmente, y también puede “truchar actas”, ojo. Y en este sentido advertimos que las actitudes de la oposición, al ser tan apresuradas, generan ciertas dudas de que están siguiendo un libreto estudiado de antemano: la indicada guerra híbrida. Pero señalemos que el equipo de gobierno les dio letra. Y que quienes dudan del triunfo del líder bolivariano tienen elementos, pero esto implica la definición si solo se enfoca en ese elemento que se ha puesto en cuestión.

Cierto es, que con la Milei caribeña, estamos de mal en peor, promete mucho más que volver al pasado de “punto fijo” socialdemócrata/socialcristiano; anuncia una recolonización 2.0. Y está claro que, como argentinos, tenemos que pensar en la geopolítica y en los intereses nacionales. Y estos están muy anclados en la región; por lo tanto, evitar el alineamiento de Venezuela con el occidente globalista y las políticas de libre mercado salvajes, es una idea que debe guiar nuestra posición sobre el asunto en términos de relaciones internacionales.

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