Un reguero de sangre

El coronel Luis Baraldini actuó como jefe de Policía de La Pampa durante la última dictadura. Acusado por una serie de desapariciones, torturas y otros delitos de lesa humanidad perpetrados en esa provincia, y particularmente en Santa Rosa, fue detenido en 1984 pero poco después fue puesto en libertad por efecto de las inicuas leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Entre una cosa y otra, a mediados de 1980, luego de que los militares argentinos auspiciaran el cruento golpe de Estado que entronizó al general Luis García Meza, Baraldini se desempeñó como agregado militar en la embajada argentina en La Paz, ocasión en la que instruyó en técnicas contrainsurgentes y otras malas artes de la llamada «guerra sucia» a una camada de oficiales bolivianos.

En diciembre de 1990, Baraldini fue uno de los oficiales que se alzaron en la cuarta y última sublevación carapintada. Se encargó entonces de tomar el Regimiento 1 Patricios en Palermo. Lo secundaron el teniente coronel Osvaldo Tévere y su habitual compañero de correrías, el mayor Jorge Mones Ruiz. Los sublevados consiguieron establecer su puesto de mando en el Distrito Militar Buenos Aires, dentro de esa guarnición. A la madrugada, el segundo jefe del regimiento, el teniente coronel Hernán Pita, intentó recuperar el control de la unidad secundado por su jefe de operaciones, el mayor Federico Pedernera. Pita y Pedernera fueron muertos a tiros por los alzados.

Condenado por este hecho, Baraldini estuvo en prisión hasta que en 2002 fue indultado por el presidente provisional Eduardo Duhalde. Al año siguiente se reabrieron las causas que investigaban los delitos de lesa humanidad en La Pampa y quedó prófugo. Para entonces ya estaba radicado en Santa Cruz de la Sierra, donde bajo la falsa identidad de «Luis Pellegrí» (Pellegrini es el apellido de madre) puso junto a su hija Roxana una «Escuela de Equinoterapia», dedicada a fomentar la equitación entre niños de familias pudientes con síndrome de down y discapacidades.

No puede decirse que Baraldini/Pellegrí se haya ocultado demasiado, ya que en el 2005 fue condecorado por el Círculo de Oficiales del Ejército boliviano con la “Gran Cruz” por su contribución al mejoramiento del arma de Caballería y sus planteles equinos. Y al año siguiente fue comisario de pruebas –árbitro– en varios campeonatos ecuestres, tal como reflejaron como poco dos diarios.

Su inseparable compañero, el ex mayor Jorge Mones Ruiz, estuvo destinado como Oficial de Inteligencia del Ejército Argentino en Bolivia durante los últimos años de la dictadura, al mismo tiempo que Baraldini, y se jacta de tener muchas amistades entre los militares bolivianos. Se presenta como dirigente de la agrupación “Fuerza Solidaria- Capítulo Argentino” y como delegado argentino de la ONG UnoAmérica, la organización que en nombre de “las Américas” –es decir, del Norte– se opone a la unidad de Suramérica.

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