Tregua en Gaza: ¿hacia dónde vamos?

Acuerdo entre Hamas e Israel: con la retirada hacia la frontera y el intercambio de prisioneros, el objetivo del Estado judío de desaparecer y colonizar el territorio gazatí parece haber fracasado. Por Guillermo Caviasca

El 17 de enero salió a la luz pública un texto que indicaba que Israel y Hamas habían llegado a un acuerdo de tregua. Este texto, un borrador, estaba respaldado por la firma de Egipto, Qatar y los EEUU, contaba con el visto bueno de Hamas y (en teoría) de Israel. El acuerdo, que era para la realización de una tregua completa, lo analizaremos más adelante. Es de destacar que no se diferencia mucho de otros acuerdos que salieron a la luz previamente y que aceptados por Hamas con todas las concesiones que se le imponían, pasaron a ser rechazados por Israel con excusas poco aceptables por las personas honestas. O sea, las dudas que se nos presentaron eran que, ante la gran determinación israelí de eliminar a Hamas y terminar con Gaza (sea lo que esto pueda significar) este acuerdo no fuera nada más que otro intento fallido, y la media palabra israelí otro intento de ganar tiempo hasta la “solución final”.

Sin embargo, esta vez el acuerdo fue aprobado por el gabinete israelí. No sin fuertes ruidos como la amenaza real de abandono de la coalición de gobierno por parte de Bezalel Smotrich ministro de Finanzas de Israel y de Itamar Ben Gvir ministro de Seguridad. Ambos con unos siete diputados cada uno, que hacen a la mayoría necesaria para que Netanyahu pueda constituir la mayoría parlamentaria necesaria para constituir gobierno. Ambos representan a fracciones ultra-radicales que plantean la construcción del Israel bíblico por derecho divino homogéneo “étnicamente” y de fronteras que sorprenderían a los que se decidan a googlearlas y verlas en un mapa.

Siendo así, las posibilidades de la perduración del acuerdo y de su cumplimiento por parte de Israel dependerán de dos condiciones, una externa y otra interna. La interna es el consenso de la sociedad israelí. La externa, la más importante, es que Israel depende de los EEUU en forma principal. Hemos visto que los demócratas, sionistas, han apoyado o sido arrastrados tras las decisiones de Israel de forma casi “natural”. Sin embargo, pareciera que Trump ha venido a apoyar a Israel… pero en sus términos, con un “acá mando yo” tipo “texano”. Pareciera que Trump, o la etapa que se abre en la política de los EEUU con él, ha decidido hacer de Israel un actor menos independiente, y a los EEUU una potencia menos seguidista del lobby judío sionista, o de sus sectores más extremos, veremos. Trump quiere imponer la paz en sus términos. No es ”pro palestino” ni por aproximación, de hecho hará lo que sea necesario para disminuir la influencia en Medio Oriente de los estados u organizaciones más radicales, como también para relanzar los “acuerdos de Abraham” entre Israel y los árabes moderados. Pero no “permitirá” una guerra de largo aliento que coloque en el centro de la política internacional a una guerra regional en Medio Oriente.

Israel consiguió una victoria importante (aunque coyuntural) en el Líbano, gano una partida. Pero no el campeonato. La caída de Assad en manos de pro turcos e islamistas, debilita al “Eje de la resistencia”, o más bien complica la geopolítica iraní. Pero fortalece un nuevo enemigo. Sin embargo, en Gaza después de más de un año de duros combates, las FDI no pudieron terminar con Hamas que continúa siendo el único interlocutor válido y reconocido internacionalmente para cualquier negociación. Como se certifica hoy con este acuerdo. Israel dejó un mínimo de 50000 muertos, cientos de miles de heridos, más muchos otros en forma indirecta y casi toda la población desplazada y sometida a la hambruna. Y también sufrió 1200 muertos con 350 militares caídos en combate en la Franja (además de un elevado número de vehículos fuera de combate). Israel se vio durante un año (y aún por hoy parte de los muy determinados Huties) sometido a un hostigamiento permanente, que cada vez se fue mostrando más efectivo, colocando las defensas israelíes al borde del límite, ya que no están preparada para una defensa prolongada: necesitan mucha cantidad de misiles para sostener las oleadas de ataques. Mientras que los agresores han ido mejorando sus opciones en el caso Huti. Sin embargo, el mismo Hamas reducido a una resistencia en los escombros, continúa lanzando periódicamente cohetes sobre Israel, y tendiendo emboscadas. La política israelí de asesinados selectivos o masivos, ha tenido éxito sobre Hizbollah en los cuarteles y sedes públicos de la organización, pero no sobre Hamas en los túneles y el frente de combate, los palestinos que caen, caen como soldados, como el caso de Sinwar. Y sus jefes en el exilio asesinados no afectan el funcionamiento de la resistencia en el terreno (caso que también podríamos decir para Hizbollah, que a pesar de los miles de asesinados y heridos en retaguardia por operaciones de inteligencia, demostró estar en condiciones de presentar combate en el terreno con bastante eficacia).

Tampoco sabemos de los 50000 muertos en Gaza cuántos son soldados de Hamas. Esta organización disponía al menos de 20000 hombres en formaciones bien preparadas (cuatro Brigadas), nos es imposible conocer las bajas de éstas, ya que “terrorista” para los informes israelíes es todo palestino que se queda en Gaza y manifiesta su acuerdo, aunque sea moderado con resistir). Eso sí, Israel ha logrado mostrar al mundo una guerra donde el sufrimiento de una enorme masa de población, que no puede escapar, es víctima de una política que la misma ONU discute como genocida. Esta es una de las derrotas estratégicas de Israel que le costará levantar en el tiempo y que no está compensada con la desaparición de Hamas.

Sin embargo, lo más importante hoy, viendo este acuerdo, es que Israel debió negociar con Hamas una tregua de igual a igual, y que (suponiendo que se cumpla) podría dejar a la organización palestina como la única autoridad de hecho en la Franja; con un gran prestigio en el resto de la población. De hecho, a nivel internacional, Hamas tiene el apoyo directo de Irán y el “eje de la resistencia”, sin embargo, tiene también el apoyo directo de Qatar y Turquía (y muchos estados más). Y Qatar es un actor clave en estas negociaciones, y lo será sin dudas en la reconstrucción de la Franja.

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Veamos algunos puntos clave del acuerdo: Consta de tres etapas. Durante la primera etapa de 42 días se efectivizará un cese “temporal de las operaciones militares de ambas partes y la retirada de las fuerzas israelíes hacia el este y lejos de las zonas densamente pobladas, hacia una zona adyacente a la frontera de la Franja de Gaza”. Lo mismo para la actividad aérea militar o de reconocimiento en amplias horas del día, especialmente cuando se realicen los procesos de liberación de detenidos (momentos en que Hamas deberá relajar su seguridad).

Ya con la declaración de la tregua comenzará “El retorno de los desplazados a sus zonas de residencia”. Y “El séptimo día (…) las instalaciones militares en esta área serán completamente desmanteladas, (…) así como habrá libertad de movimiento de los residentes en todas las zonas de la Franja, y la entrada de ayuda humanitaria”. En definitiva, en esta primera etapa las fuerzas israelíes se replegarán sobre la frontera de la Franja (no la abandonarán), pero deberán dejar los “corredores” con los que partían la Franja en zonas de control y que eran propagandizados como claves de la estrategia de seguridad judía, permitiendo el movimiento libre de las personas para el retorno a (los escombros de) sus hogares. Serán egipcios y cataríes quienes vigilarán exclusivamente el movimiento de vehículos grandes que puedan transportar armas pesadas, pero no se controlará el movimiento de población a pie.

El mismo día 19 (un día antes de la asunción de Trump, no es casualidad) ya Israel deberá permitir la entrada de ayuda humanitaria “600 camiones por día, incluidos 50 camiones de combustible, 300 de los cuales serán para el norte”. Estos puntos ya de por sí parecen un éxito para Hamas. De hecho, es una tregua con muchas más garantías para Hamas que las que Hizbollah obtuvo en Líbano. Pero debemos seguir con el intercambio de prisioneros, al que el acuerdo le destina gran parte de sus ítems, y que además fue el punto clave de la toma de rehenes del 7 de octubre por la resistencia palestina.

Como la primera parte del acuerdo de tregua, esta segunda parte sobre los rehenes no merece poca atención. En esta primera etapa se señala que “Hamás liberará a 33 detenidos israelíes (vivos o muertos), entre ellos mujeres (civiles y mujeres soldados), niños (menores de 19 años, no soldados), ancianos (mayores de 50 años), y civiles heridos y enfermos” a cambio de 30 mujeres y niños palestinos presos por cada israelí civil y 50 presos por cada mujer israelí militar. Se establece como “niño” hasta los 19 años para conseguir la liberación inmediata de al menos un joven israelí que no realizó el servicio militar de esa edad. Lo de 50 años “ancianos” suena discutible. Pero se estima que Hamas presiona por la liberación de algunos dirigentes como Marwan Barghouti líder de Al Fatha opuesto a la conducción actual colaboracionista, y varios dirigentes de alto nivel de Hamas o el FPLP. Con esto Hamas liberaría a un potencial líder palestino de unidad de alta popularidad en todas las facciones.

Resumiendo, el acuerdo señala en esta primera fase que se liberarán 30 palestinos por cada civil israelí y 50 por cada militar (vivo o muerto) “sobre la base de: Listas proporcionadas por Hamás según el arresto más antiguo”, con el objetivo de que queden libres todas las mujeres y niños. El acuerdo explicita claramente los porcentajes de liberados palestinos por cantidad de años de condena, incluyendo una cantidad muy relevante de condenados a cadenas perpetuas.

Según The Guardian para septiembre de 2024 “de los 251 rehenes secuestrados, cuatro fueron liberados unilateralmente por Hamás al principio de la guerra, 105 fueron liberados mediante negociaciones en un intercambio por presos palestinos a finales de noviembre, ocho rehenes han sido rescatados con vida en operaciones especiales del ejército israelí, 34 rehenes han sido recuperados muertos en diversas operaciones, tres rehenes murieron por disparos del ejército israelí después de haber escapado de sus captores, y otros tres en un bombardeo israelí que trataba de asesinar a un líder de Hamás”. Por lo tanto, sobrevivirían unos 100 presos. Debemos tener en cuenta que el gobierno israelí actual mostró un desinterés notable por sus presos, en comparación con el pasado donde se destacaba esto como prioridad. Los ataques sobre Gaza fueron devastadores y para nada selectivos. Con el objetivo de destruir toda infraestructura, haciendo inhabitable la ciudad, y destruyendo el sistema de defensa palestino por reducción a polvo (método que en términos militares no suele ser efectivo como lo demuestran los manuales militares de resistencia urbana).

En este sentido, es casi seguro que los rehenes muertos o heridos lo sean por las acciones israelíes ya que sus condiciones de detención deben dejar de ser óptimas y seguramente se encuentren en refugios donde los mismos palestinos se refugian oficiando, de hecho, como “escudos humanos”. Pero esta categoría carece de valor si al atacante no le importa la vida de estos “escudos”. Por otro lado, creemos que para Hamas es muy probable que le interese conservar vivos a los rehenes y, si es posible, evitar un daño o maltrato grave: su objetivo siempre fue sentar a Israel en una mesa de negociaciones. Pero a pesar de esto no se puede afirmar cuántos de los cien presos restantes estén vivos. Por eso, entre otras cosas, se habla inicialmente de “intercambio” sean vivos o muertos, de lo que ya hay antecedentes. Señala el acuerdo que: “Si el número de rehenes israelíes vivos que serán liberados no llega a 33, el número se completará con cadáveres de las mismas categorías para esta etapa. A cambio, Israel liberará en la sexta semana a todas las mujeres y niños (menores de 18 años)”. Se aclara también que: “Los prisioneros palestinos que sean liberados no serán arrestados nuevamente por los mismos cargos por los cuales fueron arrestados anteriormente”, porque es común que Israel libere presos y después los detenga por el mismo delito. Y se agrega que los palestinos que fueron víctimas de este trato en ocasiones anteriores y se encuentran presos serán liberados en esta etapa.

Señala el acuerdo que se permitirá que los organismos de la ONU y otras organizaciones operen con libertad en la Franja. Que se comenzará a rehabilitar la infraestructura de energía, salud, alcantarillado, etc. Y que comenzarán las tareas de remoción de escombros y reconstrucción de viviendas, con el permiso de ingresar los materiales necesarios, en forma inmediata: “no menos de 60.000 unidades de alojamiento temporal –casas rodantes— y 200.000 tiendas de campaña”. La reconstrucción e ingreso de materiales se deberá permitir en todas las etapas del acuerdo.

Todo esto es llamativo, ya que va en contra de las aspiraciones del ala derecha sionista religiosa del gobierno de Netanyahu cuyo objetivo era vaciar la Franja y colonizarla, manteniendo el control directo de puntos claves como los corredores y los pasos a Egipto, fraccionando el territorio en varios “enclaves” vigilados rodeados de chek points militares y asentamientos de colonos fanáticos. Por ello, en estos días inmediatos estamos viviendo una grave crisis en la coalición de gobierno, donde la extrema derecha amenaza con abandonar a Netanyahu que sin ese apoyo no puede gobernar. 

También estipula el acuerdo que una vez liberados los presos israelíes militares se permitirá el cruce de heridos palestinos por Rafah para tratamiento medico y se eliminaran todas las restricciones al comercio e intercambio de mercancías por ese paso (Gaza – Egipto). La mayoría de los puntos dan por tierra tanto con el “plan de los generales” como con las ideas de los sectores colonos y radicales religiosos.

El acuerdo busca ser bastante caro para impedir resquicios con los que Israel continúe sus operaciones militares mientras siguen las negociaciones. Que no suceda como con Líbano. “Todas las medidas de esta fase, incluido el cese temporal de las operaciones militares de ambas partes, los esfuerzos de socorro y refugio, la retirada de fuerzas, etc., seguirán en la segunda fase mientras continúen las negociaciones”. Para la segunda y tercera etapa del acuerdo donde lo que hay es solo definiciones generales se debe definir con más precisión en las negociaciones. Por ello, se explicita que Israel no debe romper el acuerdo unilateralmente. Esto se debe a que Israel ha buscado en casos anteriores (el reciente de Líbano, por ejemplo) algún renglón un poco ambiguo para no cumplir, o transformar el “acuerdo” de partes, en una capitulación, cuando ya obtuvo la parte de su interés.

La segunda y tercera etapa también serian de 42 días cada una. Aunque aún está en definición la precisión de los acuerdos posibles. En la segunda etapa lo más destacado es la búsqueda de “una calma sostenible”, el retiro completo de las Fuerzas israelíes de toda la Franja tras las fronteras previas al 7 de octubre. Y la liberación de los israelíes que queden vivos (hombres entre 19 y 50 años y soldados varones) por un número a acordar de palestinos presos. Y la tercera etapa incluye un plan de reconstrucción de 3 a 5 años y la colaboración de las partes en las identificaciones de los cuerpos de muertos o desaparecidos. Los garantes del acuerdo son Qatar, Egipto, Estados Unidos.

***

Creemos que Hamas consiguió resistir la ofensiva de Israel, con un Israel que estaba decidido a eliminarlos a cualquier precio. La resistencia palestina consiguió un objetivo inicial (suponiendo que se cumpla): la liberación al final de este proceso de acuerdo de unos 700 presos palestinos de los cuales 275 tienen penas por asesinar israelíes. Además de la liberación de todos los palestinos presos administrativamente (unos 1000) desde el 7 de octubre. Hamas también consiguió que el tema palestino esté en la agenda central de varias potencias regionales y globales. Hoy Irán, Turquía, Egipto e inclusive Arabia Saudita, deben medir sus movimientos de acuerdo a conseguir alguna concesión por parte de Israel para Palestina. Inclusive el EEUU de Trump, está en este dilema para poder reflotar los acuerdos de Abraham. Claro, el costo de esto fue altísimo. Demasiado. En definitiva, el 7 de octubre fue como el acto desesperado de alguien que no quiere morir en el olvido. Y podemos decir que, a pesar de sus costos (hoy) la acción tuvo sus réditos.

Como señalamos al inicio, el gabinete de guerra israelí aprobó el acuerdo. Puede que esto se extienda a todos los ministros y quizás al mismo parlamento israelí. En ese caso, le daría mayor seguridad a Hamas que la discrecionalidad de Netanyahu se vea limitada legalmente. La presentación del acuerdo generó una crisis en la coalición de gobierno y puede provocar la caída del primer ministro. Y con él, la caída del sector más belicista de la elite política israelí.

Aunque destacamos que este acuerdo de tregua no significa que haya paz nuevamente. Porque es un error creer que había paz antes del 7 de octubre. Lo que sucedía hasta esa fecha es que solo un actor daba golpes y el otro (los palestinos) parecían ya incapaces de responder. Lo cierto es que, como señala Clausewitz, la guerra abierta (se refiere al enfrentamiento militar) no comienza cuando el agresor inicia sus ataques, sino cuando el agredido decide defenderse. Quizás a nosotros nos parezca que todas estas acciones, tanto la defensa como el ataque, violen las normas de la guerra. Pero cuando la guerra llega a una situación extrema, tal como también señalaba el general Prusiano, cuando “los extremos” llegan al límite, pueden salirse fuera de control y la espiral de violencia elevarse por su propia lógica. Israel pareciera que siempre fue para adelante, elevando la apuesta hasta limites no aceptables. Y pareció tener “buenos resultados”: en Líbano, contra Irán parecía querer ir por todo…. Sin embargo, la pequeña Gaza no pudo ser doblegada. Porque la apuesta israelí era demasiado alta: el exterminio. O la expulsión de millones.

No es que cuando hablamos de una ”victoria” palestina, debamos leer esto demasiado a la ligera. Los números y la destrucción dicen que esta lectura sería de un optimismo de militante fanático de una causa. Sin embargo, en las condiciones de Gaza, ganar es no desaparecer y seguir siendo un actor relevante cuando esta etapa de la guerra termine. Y eso parece ser lo que podría estarse delineado estos días. Inclusive Hamas parece haber conseguido más que esto. La tregua la deja como el representante de los palestinos en Gaza y de todos los palestinos en general, dada la actitud de la autoridad palestina de Cisjordania, de claudicación.

Aunque también en este caso debemos ser cautos. Por un lado, Netanyahu y sus ministros radicales como Ben Guvir o Smotroch han declarado que ésta debe ser solo una tregua por los presos y que la guerra se reiniciará más dura y con más potencia cuando se intercambien los rehenes. De hecho, Ben Givir señaló que sostendrá a Netanyahu porque es la garantía de continuar la política expansionista, de colonización y limpieza. Pero no debemos olvidar las consecuencias de la decisión extrema del gobierno israelí. Hoy en el mundo Israel esta cuestionado, es visto como criminal y falto absoluto de respeto a las normas más básicas. Solo pesemos que en estos días las FDI han aprovechado una guerra civil en Siria para violar acuerdos perfectamente legales entre Estados: ocupar sin ninguna justificación territorios y atacar arsenales sirios y hasta una columna militar de las fuerzas del nuevo gobierno con el que supuestamente no tiene conflictos. Algo que está fuera de cualquier política internacional justificable. Israel desconoció y atacó a los organismos internacionales que primero le advirtieron, después la cuestionaron y finalmente la acusaron. Muy probablemente en estos temas EEUU los defienda. Pero sin dudas el costo en legitimidad es muy alto.

Por otro ángulo, si vemos en concreto la subordinación extrema de la Autoridad palestina, con actitudes vergonzantes de colaboración en forma activa con el ocupante, su desprestigio es total. No podría ganar una elección. Por el contrario, vemos que Hamas parece tener la habilidad de construir un marco de alianzas nacional e internacional que permita a los palestinos pelear por su liberación (hablamos de liberación más que de independencia, ya que las condiciones palestinas son no solo de dominio colonial sino también de sometimientos de casta).

Entonces el fracaso israelí cobra más forma. No podemos negar que la pérdida de hombres, cuadros y fuerza militar de Hamas debe ser muy grande. Sin embargo, parece que su acumulación política es mayor. Como los mismos norteamericanos indican, por cada palestino caído hay varios reclutas para remplazarlo… y eso es en parte una culpa israelí. En el mismo sentido, Hamas no está aislada internacionalmente, sus lideres son recibidos en Irán, Qatar, Turquía, Egipto inclusive en Rusia… Pero ¿Acaso no fue EEUU quien negoció este acuerdo? ¿O presiono fuertemente para que Israel lo aceptara?

Por otro lado, y esto es fundamental, creemos que Donald Trump ha sido clave en este acuerdo. Es sin dudas su éxito. O el éxito de una tendencia mundial que permite desplazar al “progresismo” (belicista/totalitario) de los gobiernos.  Creemos que Trump indicó claramente a Netanyahu que debía aceptar una tregua a cambio de su apoyo en términos generales estratégicos. Trump quiere a un Israel potente y seguro, victorioso, pero en sus términos. Es un dato de la realidad que este acuerdo no se diferencia demasiado del que Hamas ya había aceptado en mayo del 2024, que el mismo (o su gente) Biden, junto a Macron, supuestamente había negociado. Que la ONU había respaldado. Y que Israel con excusas de poca seriedad rechazó. Es claro que Biden y la administración de EEUU no hicieron nada. Siguieron en forma paralela e inmediata sin reprimendas, ni posiciones firmes, respaldando la política de Israel. Era evidente que Biden, solo presentaba acuerdos como tácticas dilatorias para dar tiempo a Israel, y se subordinaba conscientemente a la política sionista: Biden era un sionista militante.

Trump señala que debe haber “paz” (o una desescalada notoria) y que los EEUU se encargarán de que esa paz sea rentable para Israel, pero en condiciones de EEUU. Y eso incluye que Trump indica que no permitirá que “terroristas” sean actores decisivos en el porvenir de la región. Eso debe implicar dos cosas: una, la neutralización de Irán y el “Eje”; segundo, el reflote y expansión de los “Acuerdos de Abraham”. Pero también el reconocimiento por Israel de algún tipo de territorio palestino autónomo, como el mismo Trump había propuesto en su anterior mandato. Trump, necesita eliminar Medio Oriente como una zona de guerra que le requiera mucha atención y recursos (y desorden). Dedicarse a la confrontación sistémica con China y a las reformas en su propio país. Suena gracioso, pero Lukachenko, presidente de Bielorrusia, señaló ante las declaraciones de Trump sobre que él iba a terminar con las guerras que los progresistas comenzaban, que si lo hacía debería recibir el premio nobel de la Paz. Veremos. Pero si logra una tregua en Palestina y otra en Ucrania… no estará lejos de ser una posibilidad, teniendo en cuenta que ese premio tan político ha sido otorgado a personajes de dudoso “pacifismo”.

Para cerrar podemos ver que las condiciones hoy son más difíciles que hace unos años. Pero también que hoy el tema palestino vuelve a ser ineludible (por ahora) gracias a la intervención de Hamas el 7 de octubre, por más brutal que se señalada. Sin embargo, ciertamente la capacidad y determinación de la resistencia palestina es la que ha permitido (hoy) pensar que se discutirá de nuevo su existencia, lo que para empezar en muy importante.

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