Textual

A continuación transcribimos textualmente un fragmento del libro Silencio de Mudos. Se trata de las primeras palabras del prólogo donde el autor describe, de manera concisa, la “actual situación del país”, que es en definitiva lo que lo empuja a llevar adelante la investigación de la que versa el resto del ensayo.

“Escribo no como hijo huérfano de padre, sino de Estado.

En 1997 tenía exactamente 11 años. Estaba próximo a empezar la secundaria y decididamente sentía, aún con tan poca edad, que me esperaba un futuro formidable. ¿Será que en la Argentina se puede retroceder tanto en 10 años…? Hoy el país no está mejor porque nosotros no pudimos ser mejores. Modernizamos nuestro maquillaje, ahora el país ciertamente se ve mejor. Hay más tecnología, más infraestructura, pero también más inseguridad; más respeto por los derechos humanos de ayer, menos por los de hoy; más corrupción, menos honestidad…

La educación sufre crisis de personalidad. Los maestros antes enseñaban con el buen ejemplo; algunos ahora también con el ejemplo, pero del malo. Antes se hablaba del respeto a las instituciones, hoy algunos maestros llaman “ejemplo formidable” el cortar rutas, el no trabajar e intentar tomar una gobernación como modo de protesta. (…)”

Viotto Romano Leandro, Silencio de mudos, Ed. del autor, Bs. As., Argentina, 2007, pp.5.

COMPARTÍ ESTE ARTÍCULO

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin

Recibí nuestras novedades

Puede darse de baja en cualquier momento. Al registrarse, acepta nuestros Términos de servicio y Política de privacidad.

Últimos artículos

Antonio Muñiz propone un camino al liderazgo tecnológico a través del desarrollo sustentado en I+D+I
La discusión en el Congreso sobre el veto al financiamiento universitario desencadenó una sucesión de crisis internas en las principales fuerzas políticas de Córdoba. Por Lea Ross
“Sólo quien fue o va a una universidad pública sabe las cosas que se pueden generar en un aula, las ideas y sensaciones que pueden florecer en un espacio bastante austero, con un escritorio y unos bancos realmente incómodos ocupados por personas.” Por Martina Evangelista