Temen impunidad en Entre Ríos

El funcionario que el año pasado atropelló alcoholizado a cuatro jóvenes que murieron en el acto, aún no se encuentra detenido. El pueblo ya comenzó a movilizarse. Las distintas varas de la justicia de clase. Por Américo Schvartzman, desde Entre Ríos.

Un funcionario del gobierno de Rogelio Frigerio, alcoholizado y en un auto oficial, impactó contra el vehículo de cuatro jóvenes trabajadores una madrugada invernal el año pasado. Murieron los cuatro. Pese a la gravedad del hecho, el funcionario, Juan Enrique Ruiz Orrico, nunca fue privado de su libertad. Su esposa es una alta magistrada judicial y todos los jueces del tribunal que debían juzgarlo se excusaron. El fiscal pidió seis años, y crece el reclamo de familiares de las víctimas. Aún no hay fecha para el juicio oral y el viernes 11 habrá una concentración.

Crónica de cuatro muertes anunciadas

En la fría madrugada del jueves 20 de junio de 2024, la Ruta Provincial 39 estaba casi desolada. Es una carretera que atraviesa el departamento Uruguay, en el este de Entre Ríos. Ese día era feriado nacional, pero no para Leandro, Brian, Lucas y Axel, cuatro jóvenes de Basavilbaso que cada mañana iban en un Chevrolet Corsa a laburar en un frigorífico ubicado a una hora de viaje.

Leandro Almada tenía 33 años. Brian y Lucas, los hermanos Izaguirre, tenían 32 y 26 años. Axel Rossi contaba 23. Los cuatro eran obreros en el Frigorífico Fadel, de Pronunciamiento, y cada mañana recorrían los sesenta kilómetros que separan Basavilbaso de la planta donde faenaban pollos. En sentido contrario viajaba Juan Enrique Ruiz Orrico en un Volkswagen Passat, a alta velocidad y, se supo luego, alcoholizado. El resultado fue el brutal impacto contra el auto de los laburantes, a las 5.30 de la mañana.

Las imágenes de cómo quedó cada vehículo no permitirían pensar que alguien salió vivo de allí. Los cuatro jóvenes del Corsa murieron en el acto. Ruiz Orrico sobrevivió, y si bien le llevó algo de tiempo recuperarse de sus heridas, la sacó muy barata –considerando la violencia del impacto— por viajar en un auto de alta gama con un importante estándar de seguridad.

Fue acusado de “homicidio culposo agravado”, al comprobarse que tenía alcohol en sangre (el test de alcoholemia marcó 1,59) y que fue su vehículo el que se cruzó de carril causando el choque. La violencia del impacto indicó que circulaba a una velocidad excesiva (el abogado querellante, Mario Arcusin, aseguró que iba más de 150 kilómetros por hora) aunque no se pudo determinar en las pericias.

Otro detalle, que no es un agravante legal, pero sí para la comunidad: el vehículo con el que Ruiz Orrico provocó el choque era un automóvil del Gobierno de Entre Ríos, destinado, se sobreentiende, al uso oficial. Aunque primero se dijo que iba a Rosario al acto por el Día de la Bandera, no era cierto. El funcionario salía de compartir una cena en una quinta en las afueras de Concepción del Uruguay.

Cualquier crónica continuaría contando que desde entonces Ruiz Orrico estaría privado de su libertad, aguardando el juicio donde se establecería la pena a cumplir, dada su indiscutible responsabilidad en la muerte de cuatro personas y el riesgo de fuga (por su capacidad económica). Pero no.

Así quedó el automóvil de Ruiz Orrico. Foto: Chano Barragán.

Quién es Ruiz Orrico

El hecho conmocionó y atravesó a esta región en Entre Ríos. Por un lado, por las víctimas: jóvenes trabajadores conocidos y queridos en la comunidad de Basavilbaso (de diez mil habitantes), cuyo terrible final enlutó a sus entornos familiares y abrió heridas que quizás no cerrarán nunca. Pero, además, porque Ruiz Orrico no es un vecino más. Este empresario agropecuario de 52 años, nacido en la Ciudad de Buenos Aires, que en sus redes se presentaba como “productor orgánico, apasionado por la naturaleza”, al momento del choque llevaba seis meses al frente del Instituto Portuario Provincial. Había sido nombrado en diciembre por el gobierno de Rogelio Frigerio, quien no dudó en sacárselo de encima: lo apartó del cargo y ordenó una investigación interna para deslindar responsabilidades.

Antes había sido delegado en la Comisión Binacional que administra el río Uruguay (CARU). Fue el premio consuelo que le prodigó el macrismo tras perder en la segunda ocasión que disputó la intendencia de Concepción del Uruguay, ciudad en la que se radicó a mediados de los 90. Ruiz Orrico también presidió la Sociedad Rural entre 2008 y 2015, la que fue su plataforma de lanzamiento a la política electoral.

Candidato varias veces sin éxito, estuvo en los inicios del PRO, luego se postuló por el peronismo antiK: en 2011 con Eduardo Duhalde y Jorge Busti, en 2013 con Sergio Massa en el Frente Renovador. Tras esas “aventuras” se asentó en el PRO en 2015 y desde allí se proyectó a los cargos institucionales. En 2023 fue su tercer intento por ser intendente. Y seguramente el último.

Casado con Evangelina Bruzzo, jueza de la Cámara de Casación Penal de Concordia, tiene con ella tres hijos. Bruzzo fue noticia un par de años atrás cuando Sergio Urribarri, el ex gobernador condenado por corrupto, la recusó arguyendo que por ser esposa de Ruiz Orrico no podría ser imparcial en su caso.

Juan Enrique Ruiz Orrico junto a Rogelio Frigerio (archivo El Miércoles)

Varas distintas

La administración de justicia, en Entre Ríos, suele mostrar que no tiene ninguna venda en los ojos, y que se fija bien a quién le ajusta la cincha y con quién se muestra amable y comprensiva. A casi diez meses del choque, Ruiz Orrico no pasó un solo día privado de su libertad. El juez de Garantías a cargo, Gustavo Díaz, rechazó el pedido de prisión preventiva. Aunque se trata del mismo juez que sí la dictó para una persona que había amenazado a funcionarios judiciales. No tuvo dudas en ese caso. Un letrado consultado al respecto explica: “La preventiva no tiene relación con la gravedad del delito, es cuando hay temor fundado de que se pueda fugar, o usar contactos para coaccionar a la otra parte o entorpecer la causa”. Y agrega: “Sin duda era más jodido el caso de Orrico que el otro”.

Ese ha sido uno de los principales cuestionamientos a la actuación de la Justicia, pero no el único. La “tibieza” del fiscal, Eduardo Santo, da pasto a la presunción generalizada de que Ruiz Orrico, aun si es condenado, no irá preso: personas como él no van tras las rejas en estos pagos. Es un hombre del poder, de las élites, basta revisar los pergaminos: empresario, ex titular de la Rural, funcionario, esposo de una jueza, amigo personal de otros. Para completar, la quinta desde donde salió a la ruta aquella madrugada de la tragedia, según se asegura, pertenece a otro alto funcionario del PRO: Mauro Vazón, quien en febrero de este año asumió la presidencia del Consejo de la Magistratura de Entre Ríos.

Después de la tragedia, el ex funcionario se internó en el Hospital de Luján, para abordar las lesiones que sufrió (algunas fracturas y una hemorragia cerebral, sin riesgo de vida). De regreso a la zona, Ruiz Orrico acudió a todas las instancias judiciales, aunque prefirió no declarar. Ya desde la indagatoria, familiares de las víctimas mostraron su indignación por la libertad de movimiento de un acusado de homicidio agravado. Optaron por convocar a concentraciones para reclamar justicia: “Tengo una amargura terrible. Va a andar libre como si nada en la calle”, dijo Marcelo, el papá de los hermanos Izaguirre, cuando anunció la primera marcha. “Si seguimos así, él va a quedar en libertad en el juicio”, auguró.

A juicio

Hace pocos días, el 21 de marzo, se decidió la elevación a juicio de la causa. El juez Díaz resolvió la solicitud del fiscal Santo, y en presencia del abogado defensor de Ruiz Orrico, Félix Pérez, y del querellante Arcusin, definió la carátula: “homicidio culposo agravado”, que tiene una pena máxima de seis años de prisión.

Arcusin pretendía que la carátula fuera “homicidio simple con dolo eventual”, cuya pena va de 8 a 25 años, dependiendo del caso. “Seis años es una vergüenza”, dijo el letrado, comparando con la pena por abigeato (robo de ganado) que llega hasta ocho años.

Pero para aplicar esa figura, la jurisprudencia en nuestro país exige que se pruebe que la persona acusada se representó realmente que podía generar ese resultado, en el momento en que decidió realizar la acción. No es sencillo probar algo así, y por eso la mayoría de los siniestros de tránsito, por graves que sean, se juzgan como homicidios culposos.

No obstante, hay una instancia previa al juicio oral en la cual se puede volver a discutir el cambio de carátula. Si prospera no solo cambiaría la pena máxima: un penalista explicó a este cronista que, en ese caso, el juicio sería llevado adelante por jurado.

Excusas y excusaciones

Una semana después de la decisión se supo que cuatro integrantes del Tribunal de Concepción del Uruguay se excusaron de intervenir. Los magistrados Rubén Chaia, Nicolás Gazali, Fernando Martínez Uncal y Mariano Martínez se apartaron de la posibilidad de ser jueces del debate, dada su relación laboral con la esposa del ex funcionario cuando estaba en la Cámara Penal de Concepción del Uruguay. No lo dijeron, pero se sabe que son también amigos de Ruiz Orrico e, incluso, por lo menos uno de ellos, compartió la reunión de la quinta en aquella noche que resultó fatídica.

Tampoco se sabe todavía quiénes reemplazarán a los magistrados que se excusaron. En Entre Ríos el mundo judicial es un pañuelo, y es probable que no sean los últimos en esquivar el peso de tener que condenar a alguien “de los suyos”.

“Tenemos que esperar que se conforme el tribunal, tiene que decidir el de Concordia, si se excusa, tiene que decidir el de Paraná, si también se excusa tiene que decidir el de Gualeguaychú, y bueno, así hasta que consigamos un tribunal que se haga cargo”, explicó otro de los abogados que asesora a las familias.

“Nos desarmaron el mundo”

Lorena Dubini es la mamá de Brian y de Lucas. Desde hace meses convoca en reclamo de justicia. Contó a este cronista: “Esto nos destrozó como familia. Quedaron niños pequeños, sin papá. Brian tenía tres chicos: una niña de 17, un niño de 11 que su papá era su héroe, lo llevaba a práctica, iba a los partidos, siempre hacía las tareas con él… y el bebé de 2 años, que va a crecer con el recuerdo que le podamos contar sobre cómo era papá. Lucas tiene un niño que ahora tiene 7 años, Genaro. En el momento del hecho él estaba conmigo. Nosotras, las mamás, las tres estamos igual: sobreviviendo y manteniéndonos de pie en el pedido de justicia. Porque vida ya no nos queda, nos arrancaron todo. A mí me arrancaron dos hijos que eran mis pilares, eran quienes hacían que yo fuera mejor persona todos los días”.

“Brian se iba a las 3.20 de la mañana, Axel lo pasaba a buscar a él, venía y buscaba a su hermano, Leo lo esperaba a la esquina y se iban a trabajar. Volvían a las 4 de la tarde, dormía dos horas y se iba a práctica, porque era árbitro federal de fútbol, el único árbitro federal de nuestra ciudad, con un futuro enorme, con un montón de planes… Estaba haciendo su casa, todos los días leía el reglamento, estudiaba, era su pasión el fútbol. Lucas y Axel eran jugadores de fútbol, los dos”. El deporte regional es uno de los ámbitos profundamente sacudidos por la tragedia. La Liga Regional de Fútbol de Basavilbaso le puso sus nombres al campeonato que se disputa este año.

“Aparte de trabajar juntos, jugaban en el mismo club, eran compañeros de salida. Lucas salía con Genaro, su niño y Axel cuidaba de Genaro también. Eran hermanos, prácticamente. Vivían en el mismo barrio, se conocían desde siempre. Eran ellos los que hacían a esta familia, eran nuestro pilar, ellos eran todo, ellos eran nuestro mundo. Nos desarmaron el mundo”.

Sin respuestas

“Ruiz Orrico nunca irá en cana, es como lo de Urribarri”, dice en confianza un profesional, miembro del PJ, que ha ocupado diferentes cargos en Concepción del Uruguay. “Va para largo, le costó la carrera política y le va a costar mucho dinero, pero no irá en cana. Acordate”, enfatiza. Resume así lo que piensa mucha gente en esta región: los poderosos no van presos. Para ese “sentido común” la Justicia sigue siendo aquello que decía el Martín Fierro, la tela de araña: “No la tema el hombre rico; nunca la tema el que mande; pues la ruempe el bicho grande y solo enrieda a los chicos”.

No hay fecha definida todavía para el juicio oral. Los abogados Mario Arcusin, Leandro Rosatti y Leonardo Schoenfeld ya están trabajando de cara a esa instancia, “viendo otros caminos procesales para que la sentencia sea mayor a los seis años”, explicó Rosatti, hasta ahora abocado a la parte civil de la disputa. Uno de esos caminos es insistir con el cambio de la carátula. En diálogo con este cronista, Rosatti no ocultó su molestia con lo que llamó “la tibieza de la fiscalía”.

Este viernes 11 de abril, a las 9 de la mañana, las familias de las víctimas convocan a la comunidad a acompañar su reclamo en la vereda de los tribunales provinciales en Concepción del Uruguay. Hace décadas Maria Elena Walsh escribió su “Oración a la Justicia”, que termina rogando:

Señora de ojos vendados,

con la espada y la balanza

a los justos humillados

no les robes la esperanza.

Dales la razón y llora

porque ya es hora.

· Foto de portada: movilización en Basavilbaso. Por Marlene Aldaz

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