Por Ariel Prat
Tiempos en donde ser tiene más que nunca el peligro de parecer. La comunidad musical nacional y popular, entre la que me incluyo, está que arde. Porque es verdad que hay «aludides y eludides» y es por estas horas en donde se desnudan también ciertas miserias exponenciales, curvas peligrosas y disparidades que van más allá de talentos, sobre todo exhibidas entre quienes pertenecen a ciertos círculos áulicos de las superestructuras y de quienes no, por prestigismo estigmático o por decisiones propias, aunque hayan voluntades que determinen el paso o no de uno a otro lado si se quiere no pertenecer y andar con el destino del canto de Don Ata o «pobre pero a lo Mozart» como mentaba Don Mario Arnedo Gallo.
El capitalismo y la aristocracia jerárquica imponen sonora o silenciosamente una barrera en donde a veces lo popular se confunde con ser popular. La difusión con la afinación. El saber estar con el saber dónde estar. La política se desentiende y solo atiende cuando la tarjeta pesa y ser artista queda en un bombo de lotería que no es una mera danza de la fortuna cuando las bolillas vienen marcadas de antemano.
Yo elijo ser y parecer. Como tantos y tantas que conozco de su trabajo, sacrificio y talento. Hoy nos tocan estos «extreming», como paliativo que tiene la dignidad de quien no afloja y sabe que tiene algo poderoso que decir y expresar tocando y cantando desde una necesidad que como todes sabemos ya, necesita un derecho. Les esperamos en cada actuación virtual,hasta que vuelva el calor y esa maravillosa música que sigue siendo para nosotres el aplauso, la ovación del pueblo.