Rodolfo Kusch

Rodolfo Kusch hizo aportes fundamentales al pensamiento filosófico iberoamericano. Murió en Buenos Aires el 30 de septiembre de 1979 y sus restos descansan en el cementerio del pequeño pueblo de Maimará, en el paisaje bello y áspero de la Quebrada de Humahuaca, donde se le permitió vivir con su familia después de ser despedido de todos sus cargos universitarios por el golpe de 1976. Gunter Rodolfo (él nunca usó su primer nombre) era porteño, hijo único de un matrimonio de inmigrantes alemanes y había nacido el 25 de junio de 1922.

Los textos de Kusch han inaugurado una nueva etapa planteando que sin suelo no hay arraigo, sin arraigo no hay sentido y sin sentido no hay cultura. Así, sondeó entonces como pocos, en nosotros mismos y nuestras vivencias inconfesadas, a fin de encontrar en los rincones oscuros del alma la confirmación de que estamos comprometidos con América en una medida mucho mayor de la que creíamos.

La de Kusch es una aventura que está al margen de la cultura oficial. Su pensamiento es pura libertad e intuición, renunciante y denunciante de las pulcritudes académicas, portador de una verdad interior y una constante confesión. Desde un primer momento supo que no se trataba de hurgarlo todo en el gabinete, sino de recoger el material viviente en interminables andanzas por todas las tierras del continente, y comer junto a su gente, y participar de sus fiestas y sondear su pasado y sus costumbres; y tener en cuenta ese pensar natural que se recoge en los remotos caminos de la montaña y de la selva y en las calles y en los barrios de la gran ciudad.

Así ganó una firmeza insobornable en la difícil tarea de asegurar un fundamento para pensar lo americano.

– Volver a: El hedor de América

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