ANIVERSARIO
CARLOS. En la calle el viento otoñal arremolinaba las hojas de los plátanos contra el cordón de la vereda, la noche se presentaba fresca y el padre Carlos Mugica, había finalizado la última misa del día en la iglesia de San Francisco Solano y después del oficio religioso mantuvo una reunión con un grupo de preparación al matrimonio. Acompañado por María del Carmen Artecos y Ricardo Capelli, caminó hacía su auto, un Renault 4L estacionado a la salida de la iglesia. Apenas abrió la puerta para subir, Rodolfo Almirón bajó de otro auto y abrió fuego con una ametralladora Ingram M-10. Acertó casi toda la ráfaga sobre el cuerpo de Mugica. Los otros disparos hirieron a Capelli. Apenas cesó la balacera, el padre Vernazza salió presuroso a la calle y en medio del caos y los gritos, le dio los últimos sacramentos.
A las apuradas lo trasladaron al Hospital Salaberry. Antes del último suspiro, le dijo a una enfermera: “Nunca más que ahora debemos permanecer unidos junto al pueblo”. Ese 11 de mayo de 1974 la Triple A se cobraba una nueva víctima. Almirón, el lugarteniente de López Rega fue identificado por Capelli, ya que lo conocía de los pasillos del Ministerio de Bienestar Social, organismo donde había trabajado junto a Mugica en un plan de urbanización de la Villa de Retiro. Ahí Mugica entró en choque con López Rega, pero lo que luego acrecentó su enfrentamiento fue la cercanía del sacerdote con Montoneros.
Fredy Garay, quién mantuvo una relación de familiaridad y amistad con Mugica hasta el momento de su muerte, nos dice: “Lo conocí siendo yo niño, porque nuestras familias tenían relaciones amistosas viviendo en el mismo barrio Del Socorro. Era un especie de tío y además fue el cura joven de la iglesia. Después lo veía en el Club Atalaya, en La Horqueta, donde yo jugaba al rugby, y él iba por las tardes a jugar al fútbol y la pelota paleta. Era una persona de gran humanidad, daba la misa de los domingos en la iglesia de Santa Elena. Eran homilías muy encendidas en las cuales se denotaba su filiación peronista. No digo que haya influido sobre toda una generación, pero sí sobre un número importante. Las fotos que hay de él en una moto son de ese tiempo. Los celos y el encono que López Rega tenía con Carlos, no provenían del plan de viviendas en la villa, iban más allá. López Rega tenía miedo de que Mugica fuera nombrado ministro en su lugar. Algo que desde el obispado le dijeron a Carlos que desestimara”.
En el mismo ministerio, la banda paraestatal tenía su bunker, pero fue recién en 1990 que Capelli se presentó a declarar en la causa antes de que la misma prescribiera, después de vivir años de exilio y vencer amenazas y temores durante años. Con el aura de una premonición fatal, días antes del atentado, Mugica le advirtió a su hermano que si lo mataban iban a culpar a los Montoneros, pero que el verdadero autor sería López Rega.
Fredy Garay, nos cuenta que: “La noche en que lo asesinaron fue de profunda tristeza, ya que al día siguiente iba a venir a la comunidad en la que yo vivía con otros jóvenes cristianos en el barrio de Flores, para dar una misa y a debatir en el grupo de reflexión que habíamos formado. Le quisieron atribuir la muerte a Montoneros, pero eso fue otra infamia, él ya estaba cercano a la Juventud Peronista Lealtad y se había alejado de la organización. Fue tremendo lo que pasó, porque era un hombre pacífico y muchas veces nos habló de sus temores, entre ellos el temor a ser asesinado”. Una semana antes, visitó al nuncio apostólico para decirle que lo estaban amenazando y este le dijo: “Hijo, quedate tranquilo, te vamos a proteger, vamos a rezar por vos”. La autoridad eclesiástica no era otra que Pío Laghi, famoso por jugar al tenis con el Almirante Massera.
VILLA. El hoy nombrado Barrio Mugica, en homenaje a quien llevó adelante su labor social y pastoral en ese territorio, era conocida como La Villa de Retiro, y sus dimensiones eran muchísimo más reducidas. Garay, que además es urbanista nos dice: “No solo era más reducida en número poblacional y dimensión territorial, sino que las viviendas eran también más precarias, la gente que las habitaba trabajaba en las obras en construcción de los alrededores y como empleadas domésticas en el barrio de Retiro o Recoleta, vecinos cercanos. Eran obreros y empleadas que se levantaban a la madrugada para ir a realizar esas tareas”.
La villa tiene su historia. Se originó en el año 1929, cuando un contingente de polacos corridos por las hambrunas que asolaban Europa, abandonó el Hotel de los Inmigrantes y se afincó en el lugar. Ese pequeño núcleo fue creciendo con el correr del tiempo y ya en la década del setenta la población ascendía a unos 15.000 habitantes, un número más que triplicado en la actualidad. No hay dudas de que a medida de que se fueron implementando las políticas neoliberales, desde la dictadura a nuestros días, con un paréntesis en los gobiernos de Néstor y Cristina, la expansión de las villas y asentamientos se fue agrandando. El expulsado del campo, no solo de la Argentina, sino también de países cercanos de la región, termina poblando y acrecentando su población en alguna de las mismas o fundando otras.
Sobre este fenómeno social y político el padre Francisco “Paco” Oliveira, nos dice: “En los años setenta había una comunidad totalmente movilizada que abarcaba también a las villas. Estaban el movimiento villero y distintas expresiones. Hoy eso está muy venido abajo. Esa es un primera diferencia, otra es el tema de la eclosión de las drogas y todo lo que eso supone en nuestros barrios populares, donde eso se vuelve una forma de aniquilamiento de nuestros adolescentes y también jóvenes. Es un tema muy complejo que no existía en la época de Carlos, en la época de los sacerdotes tercermundistas. En tercer lugar, si bien en ese tiempo había pobreza, hoy los índices son muchísimo más elevados, lo cual genera dificultades de atención y de cercanía. Por otra parte, hay momentos con mayores políticas públicas, y momentos con menos. En la época de Néstor y Cristina hubo un resurgimiento de la militancia y mucha obra pública, pero nos quedamos con un 25 % de pobreza. Hoy estamos con un 40 %, y en la época de Carlos y los curas tercermundistas, el índice era del 5 %”.
LEGADO. Más allá de los cambios sociales, los desarrollos y estancamientos políticos de cada momento histórico, siempre perdura o supervive un legado que continúa la lucha. En ese sentido el padre Paco Oliveira subraya que el legado de Mugica pervive aún nuestros días y nos dice: “Claramente hay una continuidad histórica, ya que el Movimiento de Curas en Opción por los Pobres se conforma con integrantes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, y con nuevos sacerdotes que se reúnen en el año 1987. Nosotros reivindicamos clarísimamente todo el accionar de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Nos sentimos herederos y con las características que tenía ese movimiento, con una inserción en los problemas socio políticos de nuestra sociedad, en la cual, cuando queremos decir una palabra, nos juntamos con organizaciones sociales y políticas que trabajen por el bien común. Y al igual que el Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo, que en su inmensa mayoría se identificaba con el peronismo. En Curas por Opción con los Pobres, en su gran mayoría también, nos identificamos con el peronismo, como la herramienta de cambio real en nuestra patria”.
Y rescatando la memoria del padre Mugica, agrega: “De él reivindico y es aplicable a todos los tiempos, el espíritu con el cual llevó adelante las ideas. Podemos decirlo con frases que decía Angelelli: ‘Un oído en el Evangelio y otro oído en el pueblo. Yo no puedo predicar la resignación, pueblo es quien no oprime y lucha contra la opresión’. Ahí tenés todo un decálogo de ideas para ver con quien se juntaba. Se juntaba con El Independiente, que era el diario comunista de la época y no tenía ningún problema. Se juntaba con los luchadores, no era un sectario. Eso también habla de la sensibilidad de Carlos, de mirar desde los más pobres, desde su sufrimiento. Nosotros nos llamamos Movimiento de Curas en Opción por los Pobres, porque queremos mirar la realidad desde ahí y desde ahí ir construyendo. Como dije antes, también, el compromiso político, de la verdad, de la justicia, de los derechos humanos, todo eso es parte del evangelio, el evangelio dice: ‘He Venido anunciar buenas noticias a los pobres’. El evangelio nos pide que sigamos bajando a los nuevos crucificados de la cruz, a los nuevos crucificados de la historia y eso sirve para todas las épocas”. Hablamos, claro está, del legado de un hombre integral.