Tamara Salas tenía 23 años y la historia de su muerte comenzó a escribirse desde que era niña. El infierno en que se transformó su vida -un infierno que la Justicia conocía y eligió ignorar- llegó a su fin anoche, de un balazo en el ojo.
Tamara y Mario Rodríguez eran vecinos y prácticamente se criaron juntos. En la adolescencia se pusieron de novios y tuvieron una hija cuando Tamara tenía 19. Pero al poco tiempo, ella se separó. No aguantó más la violencia a la que él la sometía, cuenta su familia.
Ella comenzó a trabajar en una quiniela para mantener a su hija. Pero las amenazas de Mario seguían. Una vez, cuenta su prima Adriana, la fue a buscar del trabajo con un arma y se llevó a la nena.
Ella lo denunció, dice su hermana Yanina, pero las denuncias no prosperaron. Encima, cuenta, Mario se ponía más violento cuando lo notifican y volvía a atacarla. Entonces, decidieron no denunciarlo más. Y no pedirle más para la manutención de la nena. Tamara se acostumbró a que la acompañen a la parada del colectivo, por miedo, a tratar de no andar sola. Así vivió los últimos años. Ayer, Mario la llevó de.los pelos a una plaza del barrio. Allí le pegó, frente a los vecinos, que después de la desgracia, le contaron lo ocurrido a su familia.
Después la llevó a un hotel alojamiento. El dueño del hotel los vio entrar y, a los pocos minutos, escuchó un disparo en la habitación. Entonces, los vio salir en la moto: ella iba semi desvanecida. Entró al cuarto y vio la sangre y encontró las zapatillas de ella. Fue a la Comisaría de los Aguirre y contó todo.
¿Que pasó después con Tamara? No se sabe bien. Según le explicaron a la familia, Mario la llevo en la moto por varios caminos. En un momento se le cayó. La llevó a la casa de su papá (de el papá de él). La recostaron en una cama. TAMARA TENIA UN BALAZO EN EL OJO. Resolvieron llevarla a un hospital, la cargaron en un auto y después la pasaron a un taxi. Ya en el Padilla, Mario dijo que los habían intentado asaltar. Dio detalles del falso asalto, donde, cómo y cuándo había ocurrido.
Pero a esa altura, el dueño del hotel estaba contando todo.
Confrontado, Mario reconoció que el disparo ocurrió en el hotel, pero dijo -escuchen bien- que se había disparado ella misma JUGANDO A LA RULETA RUSA. Al cuento de la ruleta rusa se lo comió hasta el Ministerio de Seguridad, que envió un parte con este título: «MINTIÓ QUE A SU MUNER LE HABÍAN DISPARADO LADRONES, PERO ESTABAN JUGANDO A LA RULETA RUSA».
Pero el relato del dueño del hotel, el de los vecinos y el de la familia lo terminaron de voltear. Los antecedentes de violencia de Mario, la golpiza que le dió a plena luz del día minutos antes del disparo, los moretones que tenía su cuerpo determinaron que Mario quede detenido.
En Tucumán, Tamara ocupa el número 8 en cantidad de femicidios ocurridos en 2019. En el país, ya perdimos a más de 130 mujeres que dejaron 105 niños que quedaron huérfanos. Hoy, se suma la hija de TAMARA.
Mañana puede ser cualquiera de nosotras.
Esa es nuestra ruleta rusa.
En twitter: @MarianaR31
Trabajadora de prensa – América TV Tucumán – Radio Nacional – LV7 – Rock & Pop- Cubriendo el caso Paulina Lebbos en @JuicioLebbos