Por Enna Varidente*
Tuve el privilegio de acceder a formarme en uno de nuestros profesorados, el Lenguas Vivas Sofía E. Broquen de Spangenberg (a.k.a. el Lengüitas), Y en la Universidad de Buenos Aires. Algunas reflexiones al respecto:
Una concepción errada que se desprende habitualmente de la propaganda oficial es la que caracteriza a los profesorados como una versión facilonga y aguachenta, para bobos, de lo que se hace en la universidad, que la gente no cursa porque te desprestigia.
Esto NO es así. Son tipos de instituciones fundamentalmente distintos, con perfiles de egresado diferentes y otras formas de trabajo. Algo que me parece fundamental rescatar acá es el laburo muchísimo más personalizado con el alumnado de los profesorados, frente al ejercicio de resiliencia que es la universidad. Esto, que a menudo se confunde con facilismo, no tiene nada que ver con eso, sino con accesibilidad.
Colegas mucho más brillantes que yo se recibieron con mejores notas que mi promedio 6 y pico rasposo en el profesorado. En la UBA me recibí con 8,2. Casi ninguna de ellas, madres porque lo fueron jóvenes, laburantes, esposas de tipos incapaces de dignarse a cocinar, sin medios para dejar esos entornos, hubiera podido sobrevivir en cursos supernumerosos a horarios esquizoides en una universidad.
A gente como ellas (que los profesorados son muy mayoritariamente poblados por un estudiantado femenino, otra cosa que hay que visibilizar porque tiene todo que ver con los discursos de desprestigio) el vaciamiento/eventual cierre de los profesorados la deja afuera.
Otra que ya le escuché a Acuña es que los profesorados promueven la hiperespecialización cerrada y la clase expositiva. Esto sólo se explica dicho por alguien que nunca puso un pie en una clase de profesorado ni habló con alguien que se haya formado ahí, que no pisa una escuela hace más de veinte años y que ni siquiera habla con su hijo sobre lo que hace en el colegio (o lo está mandando a alguna institución privada cara que vende espejitos de colores, eso también puede ser).
Lado B: si aun así las clases suelen ser más expositivas de lo deseable pasa por el hecho de que con cursos de 45 pibes no se puede trabajar muy personalizado, y con las mil horas o laburos extra que hacen falta para llegar a fin de mes por necesidad hay que estandarizar un poco. Y sin más recursos que papel, birome y algún libro, sin ni siquiera Internet, la buena voluntad para implementar cosas como TICs no alcanza.
¿Querés educación más de avanzada? El personal está formado, lo que hacen falta son mejores salarios, cursos más chicos e infraestructura. Basta mirar lo que están haciendo en los profesorados de Provincia de Buenos Aires para ver cuál es el plan a largo plazo, por más que ahora salgan en los medios a decir que no es la idea: ahogar económicamente los profesorados, reducirles por fuerza de vacantes la matrícula, eventualmente cerrarlos y formar docentes con lo que les gusta más que el dulce de leche: hacinamiento, cursos demasiado numerosos, centralización en un edificio único para hacer uso inmobiliario de los demás.
Lo que se está proponiendo es destruir lo imprescindible.
#NoALaUniCABA
En twitter: @labalteira
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