Juan Cabandié articula una sonrisa cuando se le pregunta por su rol de anfitrión en la cena que reunió, en su casa de Caballito, a Cristina Fernández de Kirchner y a un importante grupo de intendentes peronistas bonaerenses, conformando eso que rápidamente se dio en llamar “Bloque Caballito” en un nuevo intento por delimitar lo difuso: las movedizas lealtades y asociaciones que dan forma a las disputas por las candidaturas en el PJ de la provincia de Buenos Aires. Cabandié recibe a Zoom algunas horas antes de que esos mismos intendentes, evitando postales incómodas, se ausenten de un acto convocado por Máximo Kirchner y dejen en suspenso aquel calor unificador que soldaron en los asados de Caballito. Pero Cabandié, como quien hizo de su quincho una suerte de Camp David porteño para el encuentro de dos fuerzas extranjeras, sabe que ese rol de espectador neutral le permite destacar otros detalles de las comidas. “Las discusiones en la provincia son más simples”, dice con envidia y adapta el teorema de Baglini al acomplejado corazón del peronismo porteño: a mayor distancia de las chances de gobernabilidad, sugiere, más abstracción en el debate. A lo largo de la entrevista, el diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires y nombre incluido en la oferta de candidaturas del kirchnerismo de cara a octubre, no se aleja de las conceptualizaciones moleculares de su espacio y aboga por una unidad en el distrito “pero que discuta un programa” para “no caer en el error” de otros armados de listas. En ese sentido, pone bajo la lupa la posibilidad de una alianza territorial con dirigentes como Alberto Fernández y asegura que hay que redireccionar la propuesta electoral, no hacia la promesa de un ciclo restaurador a la inversa, sino hacia la certeza de afrontar una pulseada de carácter plebiscitario. “Esta elección no va a permitir modificar la política económica desde el Congreso”.
El bloque del Frente para la Victoria presentó un proyecto solicitando el juicio político a los miembros de la Corte Suprema a raíz del 2×1. ¿Ven herramientas para avanzar en este pedido?
Hay vastos elementos para justificar el porqué. Obviamente lo motivó la aberración del fallo, que se agrava por el hecho de desconocer normas vigentes que lo impedían y por romper pactos internacionales con rango constitucional. Un país, o la Corte Suprema de un país, no puede desconocer la imprescriptibilidad, consagrada en distintos pactos y en la Constitución misma. Pero además el fallo es una aberración en términos políticos. Por eso hemos presentado como bloque este proyecto y el Frente de Izquierda también presentó uno. Ahora lo tiene que tratar la Comisión de Juicio Político.
¿Que lectura hacen de la reacción social al fallo?
Fue una convocatoria contundente. Se plasmó en la calle el altísimo grado de conciencia de derechos y de repudió a la dictadura. Un millón de personas en la calle no es poco. Desde ese lugar estamos muy contentos. Aunque eso no significa que no hayan sido días difíciles también.
¿Con la ley que se aprobó en el Congreso este tipo de fallos no podrían volver a ocurrir?
Mirá, te digo la verdad, lo positivo de lo que se votó tanto en Diputados como en el el Senado fue la rápida reacción institucional. Ahora, a ciencia cierta es redundante lo que hemos votado porque ya existía una norma vigente en ese sentido. Fue positiva la votación en términos de lo rápida que fue la reacción.
¿Por qué afirma que este fallo fue una “decisión del gobierno”?
Vos fijate que en la Legislatura, cuando se quiso votar una declaración en contra del fallo, los legisladores de Cambiemos no dieron consentimiento para votar. Se ve que llegó tarde el focus group. Y si repasamos, vemos que en el último 24 de marzo 45 diputados de Cambiemos hicieron prensa mostrando un cartel que decía “Nunca más al negocio de los derechos humanos. Y si rascás un poquito más profundo te das cuenta de que [Elisa] Carrió y [Pablo] Tonelli, cuando hablaron en la Cámara de Diputados por parte del oficialismo, defendieron el fallo. Lo que pasó después fue que hubo una gran repercusión social. El gran artífice de este revés para el gobierno fue el pueblo mismo, la reacción que concluyó en la movilización, pero que ya se venía mostrando en redes sociales, en la calle, en las notas periodísticas, y que nos parece muy positivo. De parte del oficialismo, hemos asistido, en estas semanas, a un acto de cinismo descomunal. No todos, pero muchos diputados de Cambiemos votaron con carita de perros mojados, aunque opinan de forma contraria. Esa votación les permitió lavarse la cara. Lo que nosotros decimos es: si estamos en contra de esta aberración jurídica, vayamos al juicio político.
Suena como posible candidato en la Ciudad de Buenos Aires. ¿Cómo vislumbra el año electoral?
Creo que lo que se impone en el análisis electoral, no la ingeniería electoral, sino en lo que respecta a la esencia de la elección, es la posibilidad de decirle al gobierno que frene las políticas económicas que vienen llevando a cabo. Pero no contrapongo, no hablo de volver a la situación anterior. No se trata de “o continuidad de esto o volvamos a mejorar el poder adquisitivo”, porque ciertamente esta elección no va a permitir modificar la política económica desde el Congreso. Y eso también hay que decírselo al electorado, para no votar expectativas que una vez que terminen las elecciones no se cumplen. El electorado va a decir: “¡Eh! ¿pero por qué no hacen nada cuando yo los voté para que no ajusten más?” Y la verdad es que no podemos, esa elección es en el 19. Me parece que lo más sustancial en ese análisis es la pregunta retórica de Cristina del 13 de abril del año pasado: ¿cómo estábamos antes y cómo estamos hoy? Desde ahí se abre un porfolio de elementos y de situaciones de la cotidianidad de los argentinos donde uno puede discutir cuestiones profundamente políticas y conceptuales. Yo veo un gobierno muy parecido a la última dictadura militar. Si analizamos las perspectivas económicas tenemos un endeudamiento mayor. Si lo analizás desde el uso de la fuerza o desde el poder del policía tenés situaciones similares, con policías entrando en las universidades, que reprimen. Hay negacionismo, apertura de importaciones indiscriminadas, lo único que falta es matar. Por eso es lo más parecido a la dictadura, obviamente sacando la tremenda situación que fue la desaparición forzada.
¿Cree que esa lectura es compartida por el electorado? ¿Que para el grueso de la población este gobierno se parece a la dictadura?
Es un análisis. Nosotros tenemos que hablarle mucho más sencillo a la gente. La pregunta retórica de Cristina es muy sencilla y de ahí se desprenden distintos análisis, que tienen que ver con el bolsillo, sin lugar a dudas. Desde el Frente para la Victoria, y eso lo hemos demostrado en la última elección de 2015, hemos interpelado a la ciudadanía con elementos muy urbanos que hacen a la cotidianeidad del porteño. Lo que llamamos derechos urbanos, el espacio público, la basura. Ahora, esta no es una elección de eso, es una elección legislativa. No discutís gobernabilidad. Y a la vez es una elección legislativa muy particular porque el ojo va a estar puesto sobre la situación económica.
¿Es una elección donde se va a plebiscitar la gestión de Cambiemos?
Sí, absolutamente.
¿Y el armado opositor de cara a la elección de 2019?
Sí, también está en juego eso. Hay distintos elementos a contemplar. Obviamente el fortalecimiento de un espacio opositor, pero también la cuestión de qué significa un espacio opositor. Porque no sea cosa que cometamos errores que cometimos quizás en la conformación de listas en la última elección, donde después tuvimos diputados o senadores que se fueron del bloque o se fueron, digamos, de sus ideas. Y sinceramente no me preocupa que se vayan de un bloque, no es una cuestión de narcisismo. Me preocupa que no sostengan ideas, que una porción importante los haya votado para que tengan otras posiciones políticas dentro del Congreso. La elección legislativa del Frente para la Victoria fue muy superior a la de Cambiemos. ¿Ese electorado nos votó para ganar? Sí. ¿Ganamos? No. Pero te votó porque vos reunís un conjunto de ideas y de posiciones políticas. Lo que me preocupa es que haya diputados que se alejaron de esas posiciones políticas, ni siquiera te hablo de sellos o de bloques.
Un límite que suelen poner desde el kirchnerismo cuando se habla de unidad es el voto a favor del pago a los fondos buitre. Y si se revisan las votaciones hay diputados que no pertenecen al kirchnerismo, como Héctor Daer o Felipe Solá, o que se fueron del bloque del Frente para la Victoria, como los diputados del Movimiento Evita, que no votaron esa ley y que sin embargo muchos en el kirchnerismo ven como adversarios. ¿Las ideas las abandonaron al irse del bloque o la unidad también puede ser con estos espacios?
No, no, por eso digo los que se alejaron de las ideas, no del sello. Obviamente después habrá que analizar si sirve dividirse en distintos bloques. Pero si hablamos de lo más profundo es otra cosa. Yo creo que tenemos que tener cuidado en la conformación de esa unidad para tener el menor margen de error posible.
¿Y por dónde pasa ese margen de error? ¿Los que votaron a favor del pago a los fondos buitre, por ejemplo, no pueden volver a ser parte del Frente para la Victoria o como se llame ese espacio de acá en adelante?
Yo creo que son ellos y sus circunstancias y la explicación que le tengan que dar al electorado. Nosotros tendremos que ir viendo la ingeniería pero indudablemente lo importante es que haya un conjunto de ideas que se respeten. Después, si vamos a ir como Frente para la Victoria o con una nueva denominación para ser más amplios, todo está en discusión y se resolverá en los próximos días. Pero me parece que hay algo que tenemos que debatir -no digo que esté cerrado y que alguien tenga la verdad absoluta- y es si el frente que queremos construir tiene que ser un frente anti-macrista o un frente en contra de las ideas que expresa Macri. Porque si vos hacés un frente contra Macri, quizás en ese calor sumás actores con ideas anti-macristas pero que en realidad si llegan a estar en el gobierno aplican cosas muy similares. Entonces no es contra Macri, es contra las ideas que expresa. Y ahí entra fondos buitres, modelo de desarrollo, derechos humanos, poder de policía. Me parece que la discusión es mucho más profunda. Lo que no significa que no tengamos que poner todos los cañones para ganar las elecciones.
“Me parece que Alberto [Fernández} tiene algunas características positivas, pero también es cierto que estuvo mucho tiempo siendo demasiado crítico al gobierno de Cristina”
Fue el anfitrión de una cena entre Cristina Fernández y un grupo de intendentes del conurbano. ¿Cómo ve el armado de esa unidad en territorio bonaerense?
Es muy importante lo que sucedió en pos de esto, de ir conformando robustez de cara a la próxima elección. También, como porteños que somos, escuchando las discusiones y la conformación de este espíritu de los compañeros intendentes e intendentas de la provincia de Buenos Aires, se pueden ver cosas que me parece que son importantes para tomarlas en nuestro distrito. Las discusiones en la provincia de Buenos Aires, en algún punto, son más simples que las de la ciudad. Más de acción, de cuestiones para llevar a la práctica. Son discusiones que están paradas en esa perspectiva. Quizás sea producto de que el horizonte de gobernabilidad en la provincia de Buenos Aires es muy cercano, y en la ciudad tal vez es un poco más lejano, que tampoco significa que es imposible. Pero, digamos, si todos estuviéramos consustanciados en la idea de que tenemos la posibilidad de llegar a la gobernabilidad en la ciudad quizás se nos haría más sencillo todo.
Si hubiera una perspectiva concreta de poder.
Perspectiva de gobernabilidad. De poder para implementar las ideas que uno tiene.
Días atrás hubo una reunión del PJ porteño donde los distintos sectores internos coincidieron en intentar tejer alianzas con otros espacios. ¿Debería haber lista de unidad en la ciudad o las candidaturas deberían dirimirse en internas?
Todavía hay situaciones a discutir. Podría ser PASO, podría ser unidad, veremos. Pero me parece que hay que tener la mirada puesta sobre las demandas del electorado. Si nos quedamos discutiendo adentro de la política, quizás le damos la espalda a las demandas de la sociedad. Que eso no significa que, si no hay otros medios, no haya que ir a las PASO. Pero me parece que cuando hablamos de amplitud también tenemos que poner el eje en lo que significa la sociedad y lo que significan los agrupamientos o sub-agrupamientos dentro de una sociedad. Me refiero a lo laboral, los científicos, los docentes, los médicos, las cuestiones de género. Tenemos que tratar de representar eso, poner el esfuerzo en vincularnos y representar a esos sectores, que en definitiva son las víctimas del modelo.
¿Por qué cree que le cuesta al kirchnerismo o al peronismo representar al electorado porteño?
Bueno, hemos tenido de forma sostenida un porcentaje importante de los votos. No sirvió para llegar a la gobernabilidad pero no es despreciable. Obviamente que en esto de la amplitud tenemos que pensar en la posibilidad concreta y real de alguna vez acercarnos más a la posibilidad del triunfo. Esa mirada, esencialmente, hay que construirla para el 2019. Con amplitud, pero también con el sostenimiento de ideas. Porque sino después se te forma una torre de Babel donde cada uno habla un idioma distinto y se genera, además, una diáspora en los lugares de representación, llámese Cámara de Diputados o Legislatura porteña. Si sostenemos las ideas y mantenemos un mismo objetivo yo creo que podemos andar bien.
«Si todos estuviéramos consustanciados en la idea de que tenemos la posibilidad de llegar a la gobernabilidad en la ciudad quizás se nos haría más sencillo todo»
¿Cómo ve la cercanía de dirigentes como Alberto Fernández o el propio Daer? Ambos están hoy cerca del espacio nucleado en torno a Florencio Randazzo, pero además Alberto Fernández tiene un pie puesto en la ciudad.
Cada uno tiene libertad de hacer lo que quiera. Me parece que Alberto tiene algunas características positivas, pero también es cierto que estuvo mucho tiempo siendo demasiado crítico al gobierno de Cristina, a nuestro gobierno. Eso no significa que sea mala persona, es una discusión política. De hecho yo tengo diálogo con Alberto, pero bueno…
¿Hay que ver hacia dónde va?
No, no. Uno sabe más o menos lo que piensa, aparte yo hablo con él. Pero hay que ver el hecho de no desperfilarse. Eso no significa una posición taxativa con respecto a Alberto, pero creo que tenemos que analizarlo en conjunto, ¿no? Habrá quienes dicen, bueno, podemos conformar con Alberto un espacio, y habrá al mismo tiempo quien dice que no. Bueno, hay que evaluar eso con un conjunto de compañeros y compañeras, y ver ahí la posibilidad de conformación de la unidad. Todo está atravesado por lo mismo: la amplitud y la gobernabilidad. Hay que discutir por dónde iríamos, cuáles son las ideas que representamos.
¿Cómo se delinea ese perfil? Porque es cierto que Alberto Fernández fue muy crítico del gobierno de Cristina pero también es cierto que si el peronismo porteño quiere ampliar tiene que ir detrás de espacios que fueron críticos a su gobierno, porque el que no criticaba ya está adentro. ¿Es un límite haber sido crítico de Cristina?
No, no, no sé si es un límite. Es una discusión que tenemos que dar con distintos actores.
Juan Manuel Olmos dijo en una entrevista reciente: “El espanto por Macri nos va a terminar uniendo a los peronistas”
Ahí me parece que cobra sentido lo que decíamos antes ¿no? No solamente es Macri, sino las ideas de Macri.
¿Que no sea solo el espanto, sino discutir un programa?
Y sí, sin lugar a dudas. Creo que estamos en condiciones de discutir eso y es muy necesario hacerlo. Nuestro espacio no puede quedarse en un marco de campaña ni solo poner el centro sobre las cosas que hicimos. Si bien la pregunta de Cristina es importante para la reflexión del presente, no desconociendo lo que fue el pasado muy reciente, eso no significa que nosotros tengamos que hacer eje en lo que hicimos. Tenemos que trabajar en la generación de nuevas ideas y propuestas. A veces esas propuestas también tienen definiciones políticas e ideológicas. Y hay que ver si con todos podemos acordar. Si con todos acordaríamos una nueva ley de medios o una reforma constitucional para definir este modelo de desarrollo. No nos metamos en si el presidente tiene tres mandatos o dos, que tenga dos. Pero que la discusión esté sustentada sobre ejes estructurales. ¿Podemos hablar de estos temas con todos los que pensamos que hay construir una unidad?
Dijo que en esta elección no se puede proponer un regreso al modelo político y económico anterior. ¿Una hipotética candidatura de Cristina no afectaría a esa idea? Porque ella en algún punto encarna lo que fue el estado de cosas hasta el 9 de diciembre de 2015, el mentado “vamos a volver”.
Yo creo que Cristina no es el volver, es la materialización concreta de cuando vivíamos con otra calidad de vida. Pero además también Cristina es la esperanza de un futuro distinto. Porque sinceramente no veo en el horizonte, pensando en el 19, una posibilidad concreta de alguien que exprese algo distinto. O veo lo mismo que ahora pero descafeinado, una situación intermedia. Te dejo sacar divisas indiscriminadamente, te dejo timbear, pero te cuido un poco el mercado interno. Y la posibilidad de desarrollo real así tiene un techo bajísimo.