Por Causa Popular.- En el Muelle Prat de la ciudad de Valparaíso, Chile, se realizó un encuentro con motivo de la conmemoración de los 65 años del arribo a este puerto del barco “Winnipeg” con 2.500 refugiados españoles que huyeron de la guerra civil o fueron arrancados de las cárceles de Franco, por la solidaridad internacional.
La llegada del «Winnipeg» a Valparaíso el 3 de septiembre de 1939 con los refugiados españoles, es producto del trabajo desplegado por Pablo Neruda. Es un reflejo más del sentimiento humanista y militante que abrazaba el poeta, y también de la solidaridad del pueblo chileno con las víctimas de la barbarie fascista.
El encuentro realizado en el Muelle Prat del puerto de Valparaíso, consistió en la realización de una actividad artístico-cultural en el marco de las celebraciones del centenario del natalicio del poeta Pablo Neruda.
Emocionados y solemnes, participaron del encuentro alrededor de un centenar de refugiados españoles, que aún sobreviven a la tragedia que tuvieron que enfrentar, producto de los acontecimientos ocurridos en España con la caída de la República y la instauración posterior de la dictadura de Francisco Franco.
Entre ellos, el destacado pintor José Balmes, Premio Nacional de Arte, que junto al Consejo Nacional de la Cultura, fue uno de los organizadores de la actividad.
En declaraciones a la prensa, Balmes recuerda: «Era de noche en Valparaíso cuando llegamos. Toda la bahía estaba iluminada, casi nadie se movió de la cubierta hasta el amanecer. Había sol de primavera ese día. En tierra, rostros y manos nos entregaban su amistad, su bienvenida. Después de mucho tiempo sabíamos nuevamente el significado de un abrazo. El tren nos llevó pronto a Santiago, y al paso lento por las estaciones gentes que no conocíamos nos entregaban rosas y claveles. Al amanecer, miles de hombres y mujeres nos esperaban en la estación Mapocho en medio de una multitud de cantos y banderas. Era el comienzo de un exilio distinto», recuerda.
José Balmes narra que -pese a sus entonces 12 años- como Pablo Neruda y Delia del Carril vestidos de blanco y con sombrero, en ese comienzo de verano de 1939, recibían la avalancha de hombres, mujeres y niños. Relata que allí, junto al «Winnipeg», que estaba pegado al malecón se les otorgaron, en nombre de Chile, papeles con timbres y fotos que los convertían nuevamente en ciudadanos.
Agrega que el viaje fue casi interminable, porque se trataba de un barco que había sido carguero de pescado. Sus camarotes eran literas de seis camas de madera. Pero la esperanza de seguir con vida y gozar de la libertad mitigaba la dureza del viaje, que tuvo recalada en dos islas francesas.
Román Pascual García y Balmes recuerdan con nitidez los pormenores de lo que fue el embarque en el puerto francés de Trompeloup Pauillac en los primeros días de agosto de 1939 y la travesía del Atlántico.
Motivo de conversación y tema recurrente, eran las razones de Pablo Neruda, entonces un joven poeta chileno, para preocuparse por nosotros; su lucha plagada de dificultades e intereses negativos, hasta lograr adquirir el barco y organizar la emigración, que sería por etapas. Pero nuestro viaje fue el único, pues ya sería demasiado tarde para otros viajes.
Habíamos conocido la parte negativa del ser humano, con sus bajezas, odio al prójimo hasta la muerte por ideales políticos, etc. Ahora nos dábamos cuenta de la parte buena, del amor a sus semejantes, la generosidad, en este joven llamado Pablo. ¡Cómo la conducta de un hombre cambia el destino de tantos!
Todos destacan el esfuerzo desplegado por Pablo Neruda para lograr el embarque de los refugiados y cómo éstos llegaban desde distintos puntos de Francia con la esperanza de la libertad reflejada en sus rostros, sobre todo ante la amenaza del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, que se desató a su llegada a territorio chileno.
Pablo Neruda, por encargo del presidente Pedro Aguirre Cerda y del Frente Popular, hizo las gestiones para el traslado de los refugiados a Chile.
Pascual García, que en ese entonces tenía 21 años, había combatido en la guerra durante 3 años y había logrado fugarse de un campo de concentración del franquismo, recuerda “el paso del Canal de Panamá fue uno de los mayores alivios”. En sus recuerdos narra que la travesía del océano Atlántico se produjo en medio del temor de que el barco fuera hundido por los submarinos alemanes. Y cuenta que podían ver incluso los periscopios de estos submarinos, dado que el nazi-fascismo estaba por desatar la Segunda Guerra Mundial, la que se declaró cuando ellos llegaron a Chile.
Los testimonios indican que en el barco a los niños se les hacía clases, y había un pequeño comedor y hospital para los enfermos. Incluso en el viaje murió una persona, pero nació una niña, que fue bautizada con el nombre de América Winnipeg.
En el “Winnipeg” vinieron intelectuales, pintores, escritores, profesionales, empresarios en todos los rubros, hombres de empuje y de tesón que dejaron sus huellas. Juan José Casanova Obregón, otro de los refugiados participantes del acto recuerda: «Los refugiados del Winnipeg eran todos sembradores, decía mi padre, que era un poco poeta, porque el hombre que pasa por la tierra y no “siembra” ha pasado en vano.
La inmensa mayoría ya ha muerto. Pero pueden descansar en paz pues dejaron sus frutos, obras y ejemplos con abundancia y generosidad.
Neruda: su legado poético, humanista y de compromiso militante
Neruda en su paso por la vida, no sólo fue uno de los grandes poetas de las letras hispanas también fue cónsul en diversos países, fue Senador de la república, representando al Partido Comunista, fue candidato presidencial por la misma entidad política y embajador en Francia del gobierno del presidente Salvador Allende.
En su obra cumbre el «Canto General», en el capítulo XII denominado «Los ríos del canto», no sólo le dedica sus poemas a Rafael Alberti o hace mención de García Lorca, también le escribe un poema homenaje a Miguel Hernández que fuera asesinado en los presidios de la dictadura franquista. La solidaridad de Neruda no sólo se manifiesta con los refugiados del «Winnipeg» también juega un papel importante en la solidaridad con el poeta Marcos Ana, que finalmente producto de la solidaridad internacional es arrancado desde las cárceles de Franco.
Neruda con su legado poético, humanista, de compromiso militante contribuye así, a recuperar la memoria histórica del pueblo español.