¿Has oído el llanto de un muerto?
Juan Rulfo.
El escritor colombiano Rafael Humberto Moreno-Durán, alguna vez dijo: “Sin la muerte, Colombia no daría señales de vida”, si bien el acertado juicio del autor de Femina Suite, no ha perdido vigencia para su país, adquiere una significativa validez para la realidad mexicana, en la que solo en los últimos tres años, a partir de la guerra entre los Carteles de la droga, lleva cuarenta mil muertos y diez mil desaparecidos.
La guerra protagonizada esencialmente por los Carteles de Los Zetas, el del Golfo, el de Juárez y el del Pacifico o Sinaloa cuyo máximo capo, Joaquín Archivaldo Guzmán Loera alias el Chapo, aparece en varias listas a nivel mundial, según el diario ingles The Guardian, desde el asesinato del ex agente de la CIA Osama Bin Laden, se ha convertido en el hombre más buscado del planeta, además, con mil millones de dólares, según la revista Forbes, esta considerado como uno de los sesenta personas más ricas del mundo, finamente la revista Time, en 2009 lo encuadró entre las cien “personalidades” más influyentes del este muy loco mundo.
Algunas otras organizaciones menores como el grupo de los Beltrán Leiva o La Familia Michoacana, prácticamente se han extinguido bajó fuego de las cuerno de chivo, las poderosas Kaláshnikov (AK 47) el sueño de cualquier sicario que se precie, pero siguen haciendo su aporte a la violencia que parece no acabar nunca.
La guerra, que comenzó involucrando solo a los estados del norte, por los pasos ilegales de la frontera con los Estados Unidos para el trasiego de drogas, hace tiempo se ha extendido a todo México y desde 2008 ocupa buena parte de Guatemala, donde este último 15 de mayo en el caserío La Bomba en la provincia del Petén, cerca de la frontera con México, presumiblemente grupo de los Zetas acompañados por un ex oficial de es país, ejecutaron a veintisiete trabajadores, quienes aparecieron decapitados, atados y con rastros de torturas. Un mensaje presumiblemente escrito con sangre decía: “Salguero venimos por ti”. El tal Salguero, podría llegar a ser el dueño de la finca donde trabajan los desafortunados peones. Esta ha sido la peor matanza que se registra en ese país desde el fin de la guerra civil en 1996.
Todo ese amplio territorio se ha convertido en el teatro de operaciones y las víctimas pueden aparecen diseminadas sin mucho pudor, desde un conteiner de basura, a cualquier zanja, descampado o simplemente donde haya caído. En muchos casos solo con algún proyectil que le acabó la vida del la víctima, en otros y no son para nada pocos, con rastros de torturas inenarrables en las que hombres y mujeres, son sometidos a expiaciones a las que ni siquiera la inquisición católica se hubiera atrevido.
Pero no todas las bajas de esa guerra quedan esparcidas en la superficie. Cuando en 2008 aparecieron 36 cadáveres en una fosa clandestina en Ciudad Juárez, Chihuahua, se pensó en un caso aislado. Pero han comenzado a repetirse esos descubrimientos a lo largo del territorio mexicano, donde algunos de esos muertos son parte de los diez mil desaparecidos y muchos también de los indocumentados, particularmente migrantes centroamericanos, que transitan por México en busca de la frontera con los Estados Unidos.
A los meses de ese primer hallazgo aparecieron 18 cadáveres en Acapulco, después 69 en cinco fosas diferentes de Nuevo León, en Michoacán 41, en Coahuila 39, en Morelos 35 y 12 en Sinaloa.
Quizás la mayoría de las víctimas que emergen desde esas fosas, no se las pueda atribuir técnicamente a la guerra narco, hasta ahora han sido halladas en 156 fosas clandestinas en 22 estados y el Distrito Federal.
Los hallazgos van en aumento: en 2007 se registraron 9 fosas con 32 cadáveres, en 2010 se reportaron 46 tumbas con 249 cuerpos, y en lo que va de 2011 ya se han contabilizado 49 fosas con 227 restos humano, el último descubrimiento fue en San Fernando, al sur de Reynosa, en el norteño estado de Tamaulipas, donde 145 cadáveres han sido exhumados en una veintena de fosas desde el 6 de abril.
Con 152 cuerpos, Tamaulipas es el Estado donde se ha encontrado el mayor número de cadáveres, sin contar los 72 indocumentados asesinados, por los Zetas, en un tinglado derruido en San Fernando en agosto de 2010.
Las narcotumbas, se ubican en descapados solitarios y fincas. La mayoría de estos enterramientos son vinculados a los Zetas, aunque no se descarta la conexión de estos asesinatos con otros carteles y grupos de narcotraficantes.
Pero no deja se ser arbitrario culpar a unos u otros de estos asesinatos, los que en muchos casos se convierte en una acción casi imposible saber quienes son los muertos y quienes los responsables.
No solo que en México hay más de diez mil desaparecidos, la cifra final podría llegar a triplicarse, ya que muchos de estos desaparecidos, pueden ser víctimas casuales, secuestrados de los que no se han pagado rescate o muchachos que en procura de gloria y dinero decidieron incorporase al sicariato de alguno de los grupos beligerantes y han muerto en acción, sin que sus familiares en muchos casos, tuvieran idea del destino de su muchacho.
Según Ariel Dulitzky, del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias, “la impunidad crónica en México dificulta entender la complejidad del hallazgo de fosas clandestinas”.
Pero esos cuerpos pueden responder a los miles de indocumentado, que se han transformado en una presa fácil para bandas que se dedican a secuestrarlos y pedir rescate a sus familiares o bien en su país de origen o a quién los están esperado en los Estados Unidos, solo en los últimos seis meses del año pasado se estima fueron secuestrados cerca de doce mil, por bandas que se han especializadas, células de los Carteles que operan independientes o por mandato de dichos Carteles, para opera deben disponer de una infraestructura importante en espacio para albergar a los secuestrados que a veces sobrepasan las centena y también donde movilizarlos. Es claro que cuando por algún motivo el operativo falla el destino de los secuestraros es trágico como aquellos 72 de San Fernando en agosto de 2010.
En La Concha, Taxco, estado de Guerrero, una mina abandonada, de 150 metros de profundidad, fue convertida en narcofosa, en ella se localizaron 77 cuerpos en avanzado estado de descomposición. Según los forenses, muchos de los cadáveres tenían manos y pies atados y los ojos vendados. Las autoridades del estado solo encontraron la fosa después de la detención de 15 presuntos sicarios de los Zetas en el ayuntamiento de Iguala estado de Guerrero.
Las apariciones de narcosfosas continua, el miércoles 20 de abril último otros 26 cadáveres descompuestos en un terreno baldío de Durango, fronterizo con Estados Unidos, el deterioro de los cuerpos no ha permitido identificarlos, ni siquiera conocer la causa de su muerte. Horas antes la policía federal había liberado a 68 personas, 12 de ellos migrantes centroamericanos, secuestrados en Tamaulipas por presuntos miembros de un Cartel. Tal vez ni siquiera las tumbas fueron descubiertas sino que por algún motivo los responsables de esas masacres han querido que se sepa que allí estaban, quizás solo para mandar un mensaje a alguien.
Las matanzas entre los Carteles, las autoridades, que incluye a migrantes sigue. El mapa del teatro de operaciones hasta ahora solo apunta a seguir creciendo.
Son escasas las posibilidades que los miles de desaparecidos este vivos, aunque sea en una mínima proporción, sin duda hay muchas más narcotumbas en zonas despobladas y montañas, deshechos en ácido o abandonados en morgues locales, Quizás…
Hay mucha gente que sabe de la existencia de esos muertos y callan por miedo.
¿Si el Estado Federal, no puede asegura el transito por las rutas del país, y muchas líneas de buses levantan sus recorridos, como van a poder asegurar la vida de un simple denunciante?
México vive uno de los momentos más críticos de su historia, no son pocos los Estados donde la autoridad nacional es figurativa ya hay zonas como el noreste del país que han pasado literalmente a manos de los Zetas o del Cártel del Golfo, la policías traspasada por la corrupción y la ineficiencia, al igual que muchos de las clases política. Hacen de México un país donde descansar en paz solo se logra con la muerte.