La ciudad de Buenos Aires se inunda y se vuelve un caos debido al diluvio. Los funcionarios PRO solo ofrecen una receta: no salgan a la calle.
En estos días, los “medios” fueron más medios que de costumbre.
Medios…
También el gobierno de Buenos Aires.
Mientras Rodríguez Larreta insinuaba que desde la provincia llegaba el agua que llenaba el entubado Maldonado (la culpa la tiene Scioli y por carácter transitivo Cristina); aconsejaba a los sufridos porteños que NO SALGAN A LA CALLE.
El gobierno de la ciudad aconsejaba: no se exponga al peligro, no queremos cargar con incómodas víctimas electrocutadas o fagocitadas por las bocas de tormenta. En resumen ¡SÁLVESE QUIEN PUEDA!
¿A nadie, desde los medios o desde el gobierno de la ciudad, se le ocurrió llamar a la solidaridad?
¿Qué costaba invitar a la SOLIDARIDAD?
Bastaba decir: si usted está viendo desde su ventana gente con agua a la cintura; señoras con chicos, ancianos, familias enteras; baje a la planta baja, mójese un poco los pies e invite a quien le parezca más confiable y más necesitado a subir a su departamento seco y esperar allí que bajen las aguas.
Serán a lo sumo tres o cuatro horas. Luego los forzados huéspedes se irán y tal vez usted se sienta mejor. Y casi seguramente habrá ganado grandes amigos.
Pero nuestros MEDIOS se quedan a medias. Solo le hablan a individuos, no le hablan a la sociedad. Solo somos para ellos, clientes, consumidores, votantes o eventualmente “autoconvocados”. Pero nunca Solidarios. Solo somos un montón de egoísmos a los que se los seduce y convence fácilmente.
Quien esto escribe está seguro que cientos de vecinos tendieron una mano, proporcionaron un par de viejos y limpios calcetines a los pies mojados y un café o un mate para entibiar la espera. Pero no fue por que los los MEDIOS lo sugirieran.
Fue solo porque en nuestra sociedad aún queda algo de la vieja y amenazante SOLIDARIDAD.