Elisa Carrió, Pino Solanas y el síndrome Salieri: Estimado Teodoro, he leído al menos 3 veces de manera completa esta nota. Me asombra la elegancia del estilo, la sencillez de transmisión de las ideas y la habitual valentía para expresarlas. Un caluroso abrazo compatriota.
Elisa Carrió, Pino Solanas y el síndrome Salieri: En realidad este es un tiempo de Salieris. El autor la pega y, seguramente, conozca aquella frase de Jauretche sobre los viejos revolucionarios. Que se prueban precisamente cuando a otros les toca poner en hechos, las causas por las cuales pelearon. Y entonces es cuando se revela si estaban en la sintonía profunda de las luchas o solamente en sus superficies. Carrio es una verduga de laburantes y ni merece el mote de Salieri, si se conocen las penurias de los despedidos chaqueños de ENTEL. En Solanas, desgraciadamente, ética y estética van a la par: los nadie siempre son alguien. El arte y la revolución tienen hacia ellos la misma responsabilidad. Crear las condiciones de su rebelión y su autorevelación, a costa incluso del autor o el militante, como tantos compañeros nos enseñaron, comenzando por Raymundo Gleyzer. El artilugio de sustituirlos en la dialéctica de la historia siempre se paga. La nota es buena porque ayuda a que este costo no vuelva, esta vez, a correr por cuenta de terceros, como sucedió con muchos que teníamos años mozos cuando el caído en la Higuera fue desplazado por el General hervíboro y la sangre fue puesta al mismo nivel que la guita dentro de una supuesta actualización doctrinaria, tal como la compañera Alicia Eguren advirtió cuando todavía era hora de sopesar lo que se nos venía encima.
Un abrazo.