A poco de cumplirse un año del golpe de estado, el Presidente depuesto reflexiona sobre lo acontecido en este último tiempo. “Sería fatal para América Latina que se imponga el golpismo, de cualquier forma que sea, porque ya no se puede vivir otro siglo de violencia y dependencia”, dice Zelaya.
A sólo horas de partir desde esta capital para República Dominicana donde está refugiado junto a su esposa Xiomara, Manuel Zelaya Rosales, presidente legítimo de Honduras, derrocado por un golpe de Estado el 28 de junio de 2009, fue informado sobre nuevos asesinatos en su país, en momentos en que había terminado de denunciar las graves violaciones a los derechos humanos que continúan allí, durante un encuentro con el Premio Nóbel de la Paz (1980) Adolfo Pérez Esquivel.
Zelaya participó aquí el pasado 25 de mayo, como invitado especial del gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en los festejos del Bicentenario y esto fue considerado mucho más que un simple gesto. Fue la confirmación de una posición común de gobiernos de la región -representados aquí por siete presidentes, un vicepresidente y otros altos funcionarios en los festejos- de no permitir que continúe el golpe de estado de junio pasado, bajo otras formas encubiertas.
“Mientras continúe la impunidad en Honduras será imposible mi regreso a ese país y toda negociación no tendrá una base seria, porque como vemos se sigue matando, persiguiendo y amenazando a la población inerme bajo el gobierno del presidente Porfirio Lobos” dijo Zelaya en entrevista para este medio y a sólo unos días de cumplirse el primer aniversario del golpe.
Zelaya aún recuerda nítidamente el asalto a su casa en plena madrugada, con tropas especiales, enmascaradas “que ejercieron extrema violencia contra los que trabajaban en la casa y me sacaron arrastrando de la cama y así vestido con pijama, me llevaron en una acción que viola todas las reglas internacionales y humanitarias. Por suerte mi hija aterrada logró esconderse, pero aquella escena es imborrable y es una afrenta para el mundo.”
A partir de ese momento comenzó la gran tragedia del pueblo hondureño, dice el presidente.
¿Continúa la represión bajo el gobierno de Lobos al que una cantidad de países desconocen y también el pueblo de Honduras, como se ha visto en las manifestaciones?
Todos los días tenemos denuncias graves de asesinatos, amenazas, persecuciones. En mi país, donde siendo presidente constitucional fui secuestrado y luego llevado fuera, en una acción de desprecio por todos, están matando en medio de una dura persecución a los que con todo el derecho resisten al golpismo, cuyas estructuras están intactas.
¿Considera que el golpe fue un mensaje para América Latina?
Sí lo fue y sigue siendo una amenaza mientras no se termine con la impunidad. Los golpistas están allí, protegidos por sus protectores de las bases militares de Estados Unidos. Muchos están en cargos estratégicos de control de la población. Yo he dicho que Lobos me ha ofrecido el regreso, incluso dijo que me manda transporte, como si yo necesitara esto. Lo que se necesita, y no lo digo sólo por mi persona, son garantías ciertas, que no se pueden dar mientras persistan las estructuras del golpe en todos los ministerios. Si esto continúa seguiremos asistiendo a crímenes, como el hecho de que ocho periodistas han sido asesinados en los últimos tres meses. Mataron a uno por cada región, para aterrorizar y para que nadie tenga valor de denunciar lo que está pasando en Honduras. En nombre de ellos vengo a pedir justicia. Y mi pelea contra la impunidad precisamente es para que no haya ninguna posibilidad de que lo sucedido en Honduras sea el modelo que se quiere aplicar en toda América. Es por Honduras y por toda América que esta pelea se debe ganar.
Usted ha hecho propuestas incluso a los presidentes de UNSAUR para buscar un camino de solución al tema hondureño, dentro del derecho y la justicia.
Si, siento un gran respaldo entre los presidentes de los países que han dado muestras de dignidad. Es una idea de solución negociada, pero incluso vemos que aunque Lobos haya hablado de su disposición, el no tendrá libertad para dar los pasos necesarios porque está rodeado. Por todo eso yo agradezco la gesta, que desde un primer momento emprendió la mandataria argentina en defensa de la democracia, del derecho y de las victimas del pueblo hondureño. Yo considero que frente a tantas amenazas de tan grandes poderes, es un acto de heroísmo inmenso este paso dado por la presidenta y los que luchan contra el regreso de los golpes de Estado tratando de impedir el retroceso terrible que esto significa para toda la región. Sería fatal para América Latina que se imponga el golpismo, de cualquier forma que sea, porque ya no se puede vivir otro siglo de violencia y dependencia.
Cuando usted se refiere a las estructuras golpistas intactas, ¿habla de militares y civiles golpistas que no fueron castigados?
Estas estructuras del golpe están intactas, e incluso se ha nombrado en lugares claves, que permiten la vigilancia de la población, como por ejemplo la telefónica, a militares que estuvieron a la cabeza del golpe, que como todos saben dejó muchas víctimas, muertos, perseguidos, exiliados.
Por una parte esta estructura continúa pero de alguna manera se esta viendo la gran resistencia del pueblo de Honduras.
Existe una heroica resistencia que se mantuvo durante todo el golpe. Hemos visto la más grande marcha que se recuerde el 1 de mayo pasado donde se reclamó por la recuperación democrática y por la restitución de los derechos esenciales pero también por una Constituyente. Nuestro país que ha estado bajo ocupaciones militares, que Estados Unidos utilizó para atacar a otros países hermanos, necesita de un cambio profundo, verdadero. El pueblo hondureño y yo pagamos un precio muy alto sólo por tomar medidas de reparación social que nunca se tomaban. Por eso yo pido a UNSAUR y al mundo que ayuden a las víctimas en Honduras para que cese la persecución y las muertes.
¿Cómo analiza la injerencia de Estados Unidos en su país?
He pedido una rectificación al gobierno de Estados Unidos. Lamento que el gobierno de Barack Obama que en un primer momento no estaba con el golpe, como sí lo estaba la inteligencia de ese país, esté apoyando a los golpistas que aterrorizan al pueblo. El caso Honduras demuestra que Obama, por una parte tiene una estructura condicionante detrás, y por otra no ha modificado su política hacia América Latina. Siguen los condicionamientos para los gobiernos de la región. El mensaje de Estados Unidos con Honduras es que pueden regresar los golpes militares, ahora con otras armas, más sofisticadas. Y el nuestro debe ser no más golpes, nunca más. Yo me pregunto en qué ayuda al gobierno de Obama mantener su posición de apoyo a los golpistas. Un sistema de represión en Honduras no le beneficia ni al futuro democrático de ese país y menos a la región. El mensaje de apoyar el golpismo es un mensaje amenazante para América Latina y hace que crezcan los monstruos del pasado y esa actitud va contra todos los presidentes elegidos democráticamente por su pueblo, como fue mi caso.
¿Por qué le dieron el golpe cuando sólo faltaban unos meses para las elecciones y usted no se presentaba como candidato?
Por eso yo hablo de mensajes duros para todos cuando hablo del golpe. Yo llegué al gobierno como un presidente liberal, que trataba de producir cambios, incluso dentro del propio sistema. Pero indudablemente toqué el poder militar, económico y político de Estados Unidos en Honduras y al poder económico más reaccionarios de mi país. Si se estudia lo que hice fue producir hechos posibles que favorecieron a la población abandonada desde siempre. Y esos cambios se notaron. Y esos pasos que se dieron significaron crecimiento por primera vez, salarios más justos y reducción de la pobreza, entre otras situaciones que alentaron al pueblo como proyectos de educación, de justicia social mínima. Fueron medidas moderadas ya que cada paso que daba dentro del propio sistema, era impedido. El Congreso que fue manejado rápidamente por esos poderes me ataba las manos. Y era lógico que sucediera. Para relatarle algo, cuando gané en Honduras, desde la embajada de Estados Unidos me enviaron las sugerencias de nombres para el gabinete, lo que no acepté. Desde ese momento habré comenzado a pagar un precio alto. Otro caso, entre tantos, que siempre recuerdo, es la lucha que libré para que el intelectual y ex Rector de la Universidad de Honduras, Jorge Arturo Reyna fuera el representante de mi gobierno en Naciones Unidas. No le daban visa para Estados Unidos, así que decidí ponerlo en otro cargo mientras seguía mi gestión ante la ONU. En un viaje a Estados Unidos vi al embajador John Dimitri Negroponte -de trágica historia en Honduras en los años ’80- por el tema de Jorge Arturo. El me dijo “mire presidente yo conozco a Reyna desde hace 23 años e incluso lo he visto en una reunión donde él estaba con otros funcionarios. Y Reyna sigue pensando como en aquellas épocas (70-80), es un comunista”. Yo le respondí que el mundo había cambiado tanto que estábamos en otro tiempo y era imposible regresar al pasado con esas ideas. Fríamente él me dijo “quiero reiterarle que hoy en el siglo XXI sigue pensando lo mismo, es comunista y no voy a apoyar su nombramiento ante la ONU.”
¿Cómo lo resolvió?
Decidí continuar. Me parecía increíble y una afrenta esa posición. Así que en un viaje posterior pude ver al ex presidente George W. Bush. Le expuse que estaba dispuesto a nombrar a Reyna y también le hablé sobre las consecuencias que tendría que Estados Unidos lo rechazara, ya que él tenía un gran prestigio intelectual en América Latina y en el mundo. Finalmente aceptó.
Por un tiempo Reyna estuvo sometido en Washington a un esquema que no le permitía salir de la ciudad. Luego eso cambió, pero si refiero esto es para que se entienda lo difícil que era dar cada paso, por más pequeño que fuera. Cada paso democrático o cada decisión soberana. Así fue mi tiempo en el gobierno y ante tantos impedimentos y negativas, cuando tenía que decidir en pasos económicos para favorecer a nuestro país y a nuestro pueblo, decidí buscar ayuda en América Latina. Por ejemplo para enfrentar las presiones en el campo de la energía, los impedimentos, fui yo quien buscó al presidente Hugo Chávez de Venezuela, lo resalto porque así fue para tener salida ante una situación tan urgente. Y fue un apoyo clave y necesario para el país. Y Cuba en temas de educación y salud, y otros países que nos ayudaron. Esa es la verdad. Y por esa actitud fui tratado como ustedes saben y ahora estoy fuera del país.
En estos momentos se agita mucho el tema de la Comisión de la Verdad ¿Cómo puede funcionar si es oficial, es decir si está en manos de quienes dieron el golpe o lo favorecieron?
Es como dije antes. No puede existir una Comisión por la Verdad en manos de los golpistas y violadores de derechos humanos, sin la voz de las víctimas, Resulta que nosotros los que no hicimos nada, que ejercimos un gobierno democrático, somos los juzgados. Somos lo que no podemos regresar mientras los golpistas continúan matando. Esto es amenazante para Honduras y América Latina. Una Comisión donde no testifican las víctimas, ¿cómo puede llegar a la verdad y la justicia?
¿Qué piensa usted sobre la posición tomada por el presidente de Colombia Álvaro Uribe y otros de apoyar a Lobos?
Siempre me he caracterizado por ser respetuoso de las posiciones de los demás. Pero la posición de los presidentes que no reclaman que el caso de Honduras tenga una enmienda, una corrección, que no reclama que su colega haya sido secuestrado, vejado, llevado a otro país e incluso atacado, como yo lo fui cuando estuve en la Embajada de otra nación latinoamericana como la de Brasil en Tegucigalpa, que fuimos hasta torturados desde afuera con armas de alta tecnología, es incomprensible. Un presidente que no reclame los derechos de su par se está poniendo una soga al cuello. Es como dar el derecho a repetir estos sucesos en América Latina y esta región está atada al destino de Honduras. Por eso es irrenunciable el derecho a luchar por la justicia.
Entrevista publicada en la Revista 2010 en el número de junio.