En estos días presenciamos la patética diatriba de Pino Solanas y otras figuras menos notorias del Grupo A contra los blogueros del espacio nacional y popular. Desde que reciben ingentes sumas de dinero a que Aníbal Fernández los tiene de soldados a la orden del mal.
Hace un tiempo hablábamos en este mismo lugar sobre la irrupción de los bloggers en la política, con la característica muy particular de que por lo menos buena parte de su activismo o militancia se inscribe en lo que denominamos lo nacional y popular.
Los hay de todos los colores. El Movimiento Peronista Bloguero es una de sus expresiones. Otros, aglutinados no orgánicamente bajo el paraguas nac&pop, son los que hace dos semanas tuvieron la osadía de, con muchos esfuerzos personales que me constan, juntar unos mangos y organizar un encuentro de blogueros en el barrio de parque Patricios. Allí participaron como invitados Gabriel Mariotto y Aníbal Fernández. Allí se debatió y se discutió acerca del rol de este espacio cibermilitante en esta etapa, y se expresó un fuerte compromiso con la marcha hacia Tribunales para reclamar por la aplicación de la ley de medios del jueves 15.
Las voces opositoras y sus medios amplificadores los tildaron de mercenarios. Clarín les dedicó tres notas, un editorial y una mención en tapa, lo cual habla del potencial de estas manifestaciones y también del estado del gran diario argentino.
¿Es tan imperdonable para el Grupo A que un conjunto de personas decidan organizarse o pensar en militar? Parece que sí. Los blogueros pasaron de la matriz individualista inherente a ese medio electrónico a tomar conciencia de que tienen una herramienta formidable para difundir, debatir, crecer y contribuir a que no haya una voz única y deformante de la realidad.
Es extraño lo de Solanas. El también tiene el derecho y la obligación de impulsar y estimular este tipo de iniciativas. De hecho, uno de los blogueros más lúcidos y conocidos es Diego F. de Mundo Perverso, quien paradójicamente (para Pino, no para Diego) apoya a Proyecto Sur y ha sufrido una censura persecutoria de parte del grupo Clarín.
Como responsable de un medio digital, como militante político, como secretario de ACAPI, siento que lo imperdonable del (ex) compañero Solanas es que para quedar bien con el grupo que lidera Magnetto difame y trate de macartear por derecha a personas que han decidido pensarse como parte de un colectivo. Esa entidad a la que el hoy diputado apelaba con talento cuando filmaba La Hora de los Hornos y enfrentaba a los que parecen ser sus socios en la actualidad.