La Guerra en Ucrania

Una aproximación a la situación actual en función de las últimas operaciones militares.

Estado de la guerra

A principios de mayo del 2022 las fuerzas rusas anunciaron el inicio de la segunda ofensiva en la guerra de Ucrania, el objetivo se concentró en un frente que abarcaba desde Liman hacia el sur en un arco en torno a lo que es una saliente ucraniana, cuyo vértice eran las ciudades de Lisichansk y Severodonetsk. Iban en búsqueda de la base de la saliente: las más importantes ciudades de Kramatorsk y Slaviansk. Después de largos meses de combate, éxitos y fracaso los rusos quebraron el frente al sur y obligaron a las fuerzas ucranianas a retirarse a riesgo de ser aniquiladas. Así Lisichansk y Severodonetsk fueron tomados por Rusia y reincorporados a la república de Donetsk. Sin embargo, la ofensiva rusa se paralizó con este avance de unos  veinte kilómetros y no pudo transformar esa ruptura en una penetración de mayor alcance. El frente se estancó en sangrientas batallas por muy pequeños pueblos donde se disputaban unos cientos de metros con alto costo.

Durante ese periodo, los ucranianos maduraron el apoyo occidental y sus fuerzas de reclutamiento fueron movilizadas. Con esta base amenazaron otros sectores del frente. Tuvieron éxito. Se lanzaron sobre Jersón. Los rusos ante la presión decidieron ir disminuyendo el frente. A principios de septiembre, toda la provincia de Karkov pasó a manos ucranianas. En octubre, en Liman (posición de importancia operacional) los rusos fueron derrotados en batalla, aunque salvaron sus fuerzas. Y a principios de noviembre, Jersón fue abandonada después de haber sido anexionada a la federación rusa. La iniciativa operacional había pasado a los ucranianos por primera vez.

Soldados ucranianos en la trinchera cerca de Bielorrusia

Últimos sucesos militares

A partir de noviembre los frentes se estabilizaron. Los Ucras agotaron su capacidad ofensiva y parece haberse producido un estancamiento (aunque no un cese de los combates). Rusia realizó un cambio en su jefe militar de las tropas en Ucrania colocando al general Surovikin quien racionaliza y estabiliza la situación. Se inició un proceso de movilización para reequipar con hombres y material a las unidades. Y paralelamente se comenzó una sistemática y muy dura campaña de bombardeo estratégico, con el objetivo de destruir la infraestructura del país y dañar la logística de las tropas. Haciendo así mucho más cara la guerra para occidente.

Recordemos que Rusia (más allá de los ya numerosos muertos, algo que no es menor) no tiene un gran daño a su economía y la vida en el país es normal, en cambio Ucrania sufre duramente y se deteriora día a día. También debemos recordar que la geografía y el clima de la zona de operaciones favorecía un parate operacional. El frío, pero sobre todo la temporada de barro no era propicia para operaciones por tierra (la famosa rasputitza). Por el contrario, el frío con sus desventajas trae la posibilidad de un nuevo endurecimiento del terreno y nuevas operaciones de vehículos.

Sin embargo, en ese marco, en la zona de Bajmut, al sur de la saliente ucraniana, durante más de dos meses (inclusive desde antes) las tropas del grupo Wagner continuaron presionando en una batalla casa por casa. Bajmut es una población fortificada que oficia de pivote de la línea defensiva ucra en Donbass.

Los últimos días mostraron que finalmente Wagner (con aparente participación de los paracaidistas del ejército) cambió el eje principal de su esfuerzo sobre una pequeña población del norte: Soledar. Allí lograron superar a los ucras que fueron derrotados y se replegaron. Esto amenaza con aislar a Bajmut y así abrir una importante brecha en las defensas (la relevancia de fuerzas no estatales es un tema que merece un análisis aparte, en ambos bandos). Con ello amenazan la retaguardia de las fuerzas ubicadas al norte y fuerzan una retirada o el aislamiento y posible destrucción de una masa importante de fuerzas ucranianas. De la mano de un recrudecimiento de la presión rusa en todo ese sector del frente, parece indicar que lo de Soledar/Bajmut no es una acción aislada, sino parte de una ofensiva más amplia que podría amenazar nuevamente Kormatovsk y Slaviansk, objetivos ya de importancia política, que permitiría concretar el control de Donetsk y alejar las fuerzas ucranianas de la ciudad capital de la provincia.

Siguiendo la situación militar y los movimientos rusos, vemos que se han realizado movimientos de unidades en la zona de Gomel, en Bielorusia cerca de la frontera rusa y cerca de la frontera con Polonia. Esto tiene las intenciones de amenazar Kiev y/o Leopolis (terminal del cordón umbilical con Polonia). Como también se han mostrado movimientos de tropas anfibias con la aparente amenaza para una operación sobre Odesa. No sabemos la certeza o posibilidad de esas operaciones. Quien escribe esta nota ve muy difícil por ahora la realización y cree que son operaciones de distracción que obligan a los ucranianos a dispersar fuerzas.

No creemos que Rusia disponga, hoy, con las fuerzas suficientes después de las pérdidas sufridas en consecuencia de la capacidad para acciones de tal envergadura. Tampoco creemos que Bielorusia se involucre con tropas propias, más allá de la logística. Sería una escalada de gran peligro que podría generar reacciones de Polonia, ya bastante activa entre los que en occidente quieren elevar las apuestas. Aunque el hecho de que el mismísimo Gerasimov haya asumido el mando directo de la operación por sobre Surovikin indica que “políticamente” Rusia está realizando una movida importante.

Por el lado ucraniano vemos que se consolida el carácter “proxi”. Los occidentales, especialmente los anglosajones y los otanistas, van suministrando a Ucrania toda clase de material de sus arsenales. Viejo o nuevo, de cualquier tipo. Sin embargo, sólo de acuerdo a las condiciones que occidente evalúa necesaria para contener y desgastar a Rusia.

Es en occidente, no en Ucrania, donde se define el alcance de la artillería inteligente, el tipo de vehículos blindados y drones, etc. para ir regulando la potencia. Es de acuerdo a sus evaluaciones y no a las de Ucrania. Eso es muy claro en los reclamos de Zelensky, quien recibe mucho apoyo, el necesario para las operaciones que occidente aprueba, pero no para las ofensivas que supuestamente insiste en realizar.

En este sentido Occidente ha venido dosificando la entrega de material, el cual (se puede imaginar) ha sido en gran parte destruido en los últimos meses. Porque si algo es real es que en Occidente nos enteramos hasta de la destrucción de material ruso que no existe, pero muy poco de material ucraniano. Es evidente que se ha perdido en grandes cantidades. Solo con comparar la cantidad de tanques y vehículos disponibles por parte de Ucrania, de los entregados por occidente y las disponibilidades actuales más los reclamos del gobierno ucraniano para poder realizar ofensivas.

En concreto se está produciendo una “dialéctica de los extremos “ clausewitziana moderada. Los rusos realizan operaciones, nuevos tipos de acciones, nuevas estructuras logísticas y operacionales, etc. Los occidentales suministran nuevas armas a los ucras para intentar neutralizar las tácticas rusas. Y los rusos deben evolucionar para poder neutralizarlas; como en el caso de los Himars (artillería de precisión “inteligente”). Cada movimiento es una pequeña escalada. 

Perspectivas

Existen varias apreciaciones sobre el futuro de la guerra. Algunas interpretaciones de diverso origen señalan que se podría ir negociando una salida y que Occidente está en eso cuando presiona a Zelensky, señalandolo como el más radical partidario de la continuación de la guerra, al estar su futuro atado a una casi imposible retoma de Donbass y Crimea. Otras voces sostienen que la guerra vino para quedarse por diversas y antagónicas razones. 

Nos inclinamos a esa segunda visión. Al menos por este año próximo hasta que no se produzca un desequilibrio militar o no haya una crisis macro que desestabilice a Rusia, a la OTAN o produzca el estallido social de Ucrania. Para que haya paz en el corto plazo, como señala el realista imperialista Kissinger, Ucrania debería sacrificar territorios y Occidente dejar que Rusia tenga una victoria moderada. 

Sin embargo, como sostiene el establishment de la OTAN y el G7, y como expresó brutalmente Soros: “hay que derrotar a Rusia para salvar el modelo civilizatorio occidental” (económico financiero, cultural etc.). Por ahora eso no parece posible en el corto plazo. Sigue siendo Rusia la que puede dar un golpe en el campo de batalla que dé como resultado un escenario que obligue a negociar, alterando la correlación de fuerzas en Occidente. Pero aun así, si la estrategia de los halcones “progresistas” globalistas, “demócratas”, etc., sigue en control del timón occidental, la guerra continuará por largos meses. 

Conflictos en la OTAN

Un resultado de la guerra en la correlación de fuerzas a nivel internacional es el cambio de hegemonías en Europa occidental. Hasta antes de la guerra Alemania y Francia eran el timón de Europa, marcaban agenda y políticas. Alemania con su “orientación hacia el este” (Rusia y China, de hecho, eran una parte sustancial y determinantes de las ventas de las principales empresas alemanas, como de las materias primas, las cuales iban y venían de esa orientación). Francia con su “autonomía estratégica”. Ambas cosas, en parte complementarios y no contradictorias, implicaban bajarle el precio a la OTAN y pararse con autonomía frente a los anglosajones, a China, a Rusia y demás. Parecían orientarse a un juego colectivo de gran potencia europea en un mundo de varias grandes potencias.

La guerra parece haber dado por el traste estas ambiciones. La incapacidad francesa por dimensión y la alemana por debilidad cultural ideológica que arrastra desde su derrota en 1945. Básicamente, sin Alemania Europa no puede jugar como gran potencia militar. Cosa básica para un juego autónomo.

Esto ha producido un corrimiento; hoy Francia y Alemania apenas pueden “vetar” algunas movidas más duras (ni siquiera pueden responder seriamente a la voladura del gasoducto de propiedad ruso-alemana que abastece de energía la industria germana). Al no poder desplegarse con fuerza propia no pueden competir con la OTAN y los globalistas, los cuales además tiene quinas columnas “progresistas” en sus propias naciones (es de destacar que la gran empresa industrial alemana es en general sostenedora de una política imperial autónoma, y el progresismo/ecologismo/feminismo, etc. es fuertemente otanista). La última disputa en el seno del gobierno socialdemócrata alemán es una muestra. La caída de la inepta ministra de defensa es parte de esas luchas por alinear a Alemania en forma total con la intervención en Ucrania. Hasta ahora los alemanes han sido moderados (aunque para un país del tamaño económico de los germanos “moderado” es mucho). Sin embargo, la disputa actual por los excelentes tanques Leopard sirve de ejemplo de la clave del problema. Alemania no quiere enviar tanques de última generación a Ucrania y niega que los que poseen tanques de fabricación alemana lo hagan (Polonia, por ejemplo). Los Leopard serían fundamentales para reequipar varias unidades blindadas ucras y darles potencia ofensiva (obligando a los rusos a apostar por más y mejores tanques o antitanques). Este debate se da ahora mismo. Inglaterra enviará sus mejores tanques y posiblemente EEUU agregará a los vehículos blindados de infantería Bradley (para equipar brigadas mecanizadas) los poderosos Abrams. Pero Alemania, que es clave, se resiste. Sea cual sea la resolución germana, dañará su posición, ya que el equilibrio dubitativo entre autonomía y otanismo solo la debilita en el escenario general haciéndola perder espacios. Como ya lo ha hecho con el problema del gas y quizás lo haga con las inversiones en China. La política germana en general carece de estrategia que no sea resistir el desgaste que la nueva situación internacional le produce.

Ucrania quiere más tanques para luchar contra Rusia 

Ucrania y la Otan

Ya señalamos el carácter “Proxi” de Ucrania, el cual está acentuado públicamente cada vez más. Sus tropas pelean con asesores en el terreno, sean oficiales u oficiosos. Los sistemas de armas entregados requieren su presencia en el terreno de expertos militares de occidente. El cordón umbilical que termina en Lemberg es como a un cuerpo el cable que si se corta el cuerpo, que abastece de energía,se detiene. Por él llega todo el material militar y civil necesario para la guerra y la población. En el último mes, cientos de militares ucranianos que se adiestran en Inglaterra o España han pasado a miles de los que se hará cargo EEUU en la base de Rammstein (la más grande de Europa), además de la inteligencia y el sabotaje en todos los niveles.

Todo esto, evidentemente, es la ventaja que Ucrania dispone para poder frenar las embestidas rusas. Pero también una desventaja. Quien escribe esta nota no se imagina la proeza logística que implica sostener el mantenimiento y el abastecimiento de una variedad abrumadora de armas de distintas épocas, diferentes tecnologías y orígenes: alemanas, francesas, inglesas, italianas, suecas, ex soviéticas, etc..  Es un caos que sin dudas encarece y complica mucho el sostenimiento de la guerra para los occidentales. 

Rusia y su situación global

Rusia por ahora pilotea mejor su situación internacional a diferencia de los europeos (si consideramos que la autonomía es un objetivo); aunque en perspectiva una prolongación de la guerra obligará a Rusia a intentar mayores acuerdos con China y, quizás, estos beneficien más a China que a Rusia como gran potencia. Pero Putin es un actor destacado de los Brics, lo es también de grupo de cooperación de Shanghái, se relaciona con equilibrio con Turquía (otro gran actor emergente) y es aliado de Irán. Además, avanza notoriamente en África, desplazando a Europa de varios países (el más notorio Mali) con convenios estatales de cooperación económica, diplomática y militar, y con la fuerte presencia de Wagner en el combate en África, contra el Yihadismo y grupos alzados en armas de difícil definición ideológica. De hecho, Francia viene perdiendo espacio en el que es su patio trasero, un conjunto de países africanos donde una gran parte de sus recursos, logística y mercados está en manos inglesas, italianas y españolas.

A pesar de los esfuerzos y esperanzas occidentales, la situación en Rusia parece sólida. Solo surgen voces más radicales y duras que Putin y su equipo. Los occidentales, quizás, están trabajando a través de “guerras híbridas” en germen sobre el entorno geopolítico ruso. Es una hipótesis. Sin duda, en una guerra como la que estamos viviendo por el nuevo orden mundial, los occidentales actuarán tal como han señalado públicamente en sus hojas de ruta del 2022 del G7 y la OTAN.

Mucho más se puede indicar sobre el curso de la guerra en distintos planos. Tanto el de RRII, como el económico financiero; como también sobre aspectos tácticos y operacionales; o sobre la política local de los actores, como la cuestión de las bajas o utilización de los sistemas de armas y su evolución en las doctrinas militares (que harán época). Pero todo eso es para otro artículo. Aquí hemos presentado una aproximación de coyuntura al conflicto en base a las últimas operaciones militares.

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