La destrucción sistemática de la salud pública porteña

El jefe de gobierno Mauricio Macri ya desde el principio de su gestión empezó tomando medidas desacertadas, como la de centralizar todas las compras de todos los hospitales municipales en el Ministerio de Hacienda. A pesar de las múltiples advertencias en reuniones con los Directores de los hospitales acerca de que esa medida ya había fracasado cuando se la intentó implementar en gestiones anteriores y en otros países del mundo donde funcionan sistemas de salud eficientes y eficaces sanitariamente.

Los hospitales porteños venían manejando su propio presupuesto y administrando sus compras sin que se hayan producido carencias o falta de calidad en la atención de los pacientes.

Esta medida tomada sin planificación alguna produjo la más grande crisis del sistema de salud de la Ciudad de Buenos Aires, que hasta aún hoy persiste, a pesar de las distintas medidas correctivas improvisadas que tomaron para solucionar el tema. La conclusión fue que la crisis perdura, produciendo disminución de cirugías y listas de espera quirúrgicas inadmisibles, cierre de camas de hospitales de alta complejidad (hoy el Argerich tiene solo 6 camas habilitadas y el Hospital de niños Dr. Ricardo Gutiérrez, tuvo que cerrar 8 camas del mismo sector por falta de insumos o de personal).

Estas situaciones se deben a la torpeza e improvisación de la gestión Macri.

Paradójicamente, el Jefe de Gobierno presentó ninguna prueba de las denuncias hechas en una conferencia de prensa donde cuestionó indirectamente la honestidad de los profesionales de la salud al decir que existían “nichos de corrupción”. Esta situación crítica hoy ya denunciada públicamente por pacientes y familiares y médicos, ni siquiera sucedió en la crisis del 2001-2002.

Concursos

Durante la campaña electoral de 2007, el ingeniero Macri sumaba dentro de otro cúmulo de promesas (incumplidas) la de realizar concursos de los cargos de directores y subdirectores de todos los hospitales dependientes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Su explicación se fundamentaba en que los directores hospitalarios en ese momento en ejercicio eran todas designaciones políticas y que la ciudadanía merecía que, mediante “concurso”, tuviera el derecho de que estos cargos se ocuparan por aquellos que se lo merecieran luego de una selección transparente y pública.

Sobre este tema, vale una aclaración. La experiencia en los sistemas de salud que funcionan es que los directores y subdirectores (o por lo menos uno de ellos) no ocupan el cargo por concurso. Para que el jefe del gobierno, que propuso una agenda sanitaria en su plan de gobierno, tenga más simplificado la ejecución de dicho plan y posea la facultad de nombrar algún profesional de la salud que coincida con dicha agenda para no entrar en cortocircuitos con funcionarios tan fundamentales como son los Directores y Subdirectores de Hospitales que, por haber ganado el cargo de titular, le hagan la gestión planificada más complicada.

Al asumir el Ministerio de Salud, el Dr. Jorge Lemus, ex director “político” del Hospital Fernández, prometió en una reunión ante más de 200 funcionarios de conducción del área de Salud que si en 90 días no conseguía hacer los concursos renunciaría a su cargo, porque demostraría su falta de idoneidad para el sitio en el cual había sido nombrado.

Lógicamente, pasó más de 1 año y medio y los “concursos” no se hicieron, porque se necesitaba una nueva ley de carrera profesional de la salud, que no había sido votada.

En el medio de la más terrible crisis hospitalaria, jamás vista en la ciudad, por la falta de gestión administrativa, se propuso por memorandum que todos los directores y subdirectores presenten su renuncia en 48-72hs para “facilitar” una selección (ya no concurso como dice la ley) de los funcionarios de alta conducción de cada hospital.

Se envía por mail el “reglamento”, donde se plantea la creación de una junta de “notables” que evaluarían los antecedentes curriculares, la trayectoria y los méritos orientados para los cargos que quedarían “vacantes” y un proyecto de gestión en salud, que variaba en cada hospital.

Esta maniobra engañosa y poco transparente, les permitió elegir a dedo a los directores y subdirectores que fueran funcionales a las políticas que pensaban llevar adelante.

Así fue como muchos de nosotros, luego de denunciar la falta de insumos en cumplimiento de nuestro rango de funcionarios públicos, fuimos cesanteados prácticamente sin mediar “ningún” tipo de evaluación transparente como los ciudadanos de Buenos Aires se merecían.

Estas “selecciones” se judicializaron por las innumerables fallas jurídicas, y a la fecha siguen en sus cargos aquellos funcionarios que, sin saber cómo fue el resultado de la “selección”, decidieron que calificaban para ocupar los cargos en cuestión.

En una palabra, un mamarracho. El Ministro NO renunció como había prometido y hay hospitales como el Argerich que, por la demanda iniciada contra el Gobierno de la Ciudad, no tiene Director Médico.

Como conclusión, en vez de designar a dedo a los directores (como decía que se hacía antes) ahora designaron a dedo a quienes los designan.

Convenio con las universidades privadas

Otra de las medidas más relevantes de la gestión en el ministerio de Salud del Jefe de Gobierno fue la firma de un convenio con las universidades privadas para que sus alumnos puedan hacer las prácticas con los pacientes internados en los hospitales a su cargo. En una palabra, les cobran cuotas altísimas a los estudiantes y el Estado de la ciudad les termina financiando las prácticas.

Este convenio fue duramente criticado por la oposición en oportunidad de una visita del Ministro Lemus a la comisión de Salud de la Legislatura porteña. También por profesionales de los hospitales y estudiantes de la Facultad de Medicina de la UBA. Esta, formalmente, le hizo llegar su reprobación a la medida tomada porque perjudicaba a los pacientes y a los estudiantes de la Universidad de Buenos Aires.

Hace unos días se publicó en un matutino que la mortalidad infantil en la ciudad de Buenos Aires había disminuido de un 7,9 por mil nacidos vivos en el año 2007 a un 7,3 durante la gestión Macri. Esta noticia, si bien es cierta, también remarcaba que la mejoría de la mortalidad infantil no era pareja en toda la ciudad. Mientras que en Recoleta, Palermo y Belgrano, en general ciudadanos que no acuden a las maternidades de los hospitales públicos, hubo una favorable disminución que llegó al 5 por mil de nacidos vivos, en los barrios porteños más pobres de la zona sur de la Capital (como Mataderos, Parque Avellaneda, Lugano, Soldati y Villa Riachuelo) hubo un aumento que llegó al 11,9 niños muertos por cada mil nacidos vivos.

Este dato dramático e imperdonable demuestra claramente la injusticia social e inequidad de las políticas no solo de salud sino también sociales del gobierno del ingeniero Macri. Las principales causas de muerte fueron partos prematuros y recién nacidos con bajo peso al nacer, las cuales son claramente prevenibles con un sistema de salud en buen estado.

A esto se suma la reciente renuncia de la principal responsable del Área de Salud Mental de la ciudad, la Dra. Lucía Quiroga, quien la argumentó diciendo “hay una gran confusión en la política del jefe de gobierno porteño en este sector”.

Durante el año 2008, una de las tres principales causas de denuncias presentadas ante la Defensoría del Pueblo de la ciudad fue sobre el tema Salud.

En síntesis, hospitales sin insumos, aumento notorio de la mortalidad infantil en los barrios porteños de la zona sur, funcionarios que renuncian por la decepción de las promesas incumplidas y las políticas implementadas, el crecimiento de la inequidad social, despropósito, ineficiencia, ineficacia e improvisación en los aspectos referentes a la salud de los porteños, son solo algunos de los factores que caracterizan al gobierno PRO.

La colas interminables para pedir turnos (que durante la campaña Macri prometió resolver y que a casi dos años de gestión se han incrementado), la no incorporación del número de enfermeras para remplazar a aquellas que se jubilan, igual que en el caso de los profesionales médicos, demuestran claramente que al ingeniero Macri no le interesa mucho la salud de los porteños.

El autor fue Secretario de Salud de la ciudad y Director del Hospital Argerich.

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