“La CGT está reconociendo que el diálogo con el gobierno es inviable y la confrontación es inevitable”

Entrevista a Héctor Amichetti, secretario general de Federación Gráfica Bonaerense: el conflicto en AGR-Clarín y el rol del sindicalismo en lo que viene.
Foto: Georgina García | Zoom
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El edificio que la Federación Gráfica Bonaerense tiene en la zona del bajo porteño es, en sí mismo, una pieza clave en la historia del sindicalismo argentino. En ese lugar nació, en 1968, la CGT de los Argentinos y en ese mismo lugar, Héctor Amichetti, su actual secretario general, va a recibir a Revista Zoom en una sala que parecerá, ella también, una involuntaria pieza de museo. Paredes de color pastel, un milenario equipo de mate, un televisor de tubo conectado a una videocassetera. Un lugar perdido en el tiempo, pero en un tiempo particular, hecho con retazos de diferentes épocas: los ’60 del sindicalismo peronista combativo, los ’70 de la dictadura, los ’80 de la reconstrucción y los ’90 del repliegue. Incluso el período kirchnerista va a tener su huella: un cuadro, circa 2007, de Néstor y Cristina Kirchner, saludando en las puertas del Congreso. Pero allí, en ese edificio, el espectro de esa CGT que confrontó con el gobierno de Onganía, y que tuvo en los trabajadores gráficos a una de sus piezas centrales, domina el ambiente. Por eso Amichetti no desaprovecha el paralelismo. Dice que la Corriente Federal de los Trabajadores, el sector interno de la CGT al que pertenece su gremio, y uno de los más propensos a confrontar con el gobierno, “se basa en el espíritu» de dirigentes como Raimundo Ongaro, Jorge Di Pasquale o Agustín Tosco, y cuando en la entrevista hable de “dialoguismo”, va a evocar menos una pieza de museo, que una disputa actual. Para Amichetti “se perdió tiempo en el diálogo” que la CGT mantuvo con el gobierno de Mauricio Macri y cree que la convocatoria al paro general para fines de marzo “es un reconocimiento” de ese error. Dirá que el conflicto en AGR-Clarín, surgido tras el despido de 280 trabajadores, es una “burla” el acta firmada por los gremios, las cámaras empresariales y el propio gobierno, y denuncia que el Estado “se muestra indiferente” ante la situación. Y si bien se reconoce optimista por la convocatoria al paro y el giro por parte de la conducción de la CGT, afirma que las diferencias internas dentro de la central no se resolvieron y no ve improbable, si no se avanza en la confrontación con el gobierno, una hipotética ruptura.

 

¿En qué estado se encuentra hoy el conflicto en AGR?

El conflicto se encuentra en una situación muy complicada. Porque el Ministerio [de Trabajo] no ha jugado el rol que correspondía, que es el de mediar en un conflicto entre las partes. Volvemos un poco a esa concepción de que los conflictos los tiene que resolver el mercado. Y en este caso la postura del Ministerio ha sido que si una empresa cierra y paga las indemnizaciones, el Estado no tiene por qué intervenir. Con lo cual es un hecho grave, que no sólo complica la resolución del conflicto en sí, sino que sienta un precedente respecto a que la acción del Estado en estos casos es nula. Sobre todo, teniendo en cuenta que es un Estado que había promovido, junto con la CGT y las grandes cámaras representativas del sector empresario, entre las cuales está el Grupo Clarín, la firma de un acta que aseguraba que, desde el punto de vista de la responsabilidad social, no iba a haber despidos. Lo de AGR comprueba que se ha burlado eso y el Estado es indiferente. Y no solamente en el caso de AGR sino n la mayoría de los gremios industriales, donde la situación de despidos es algo que se ha agravado durante el mes de enero.

 

¿La comisión interna no preveía esta movida de la empresa?

Sí, había señales muy fuertes en el sentido de que había retiros de trabajo, inclusive retiros de materia prima dentro de la planta. En el caso de los compañeros de la comisión interna ellos quizás consideraron prudente esperar que el primer paso lo dé la empresa. Tal vez nunca pensaron que el paso fuera el cierre de la empresa. Y en el caso del Grupo Clarín sabemos que seguramente toda esa planificación perversa la hizo en combinación con el propio gobierno.

 

¿Cómo continúa el conflicto?
Foto: Georgina García | Zoom
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Nosotros hemos tenido una reunión el miércoles 8 en el Ministerio de Trabajo donde pensábamos, por lo menos, hacer un ultimo intento. Pero el Ministerio ha sido absolutamente indiferente. La empresa ha presentado una cifra de 207 compañeros que dice que han arreglado la indemnización, pero no nos consta porque no tenemos los papeles. Esta semana haremos un plenario de delegados, hemos hecho también un paro de 24 horas del gremio y hemos sacado una solicitada fijando nuevamente postura con todo lo que se ha hecho. Ha habido un fuerte apoyo armando un fondo de solidaridad desde el gremio, desde la CGT y desde gremios de la CTA. Esto es bueno remarcarlo. Teniendo en cuenta que el conflicto en sí representa una ofensiva también sobre los convenios colectivos de trabajo, hemos generado un frente de acción común con los compañeros de la CGT, con la Corriente Federal de Trabajadores, la cual integramos los gráficos, y con la propia CTA. Y hemos, de alguna manera, contribuido también a que podamos salir en esta gran marcha de los gremios de la industria del próximo 7 de marzo. Que no es solamente en función de la problemática del trabajo, sino también de los convenios colectivos y de la defensa de las paritarias sin tope, algo que en el plenario de esta semana vamos a tratar conjuntamente con el tema de AGR. Es decir, vamos a tratar el tema de AGR, vamos a tratar de hacer alguna acción desde el punto de vista del gremio sobre dónde estamos detectando que se pueda estar haciendo algunos de los trabajos de Clarín y vamos a reafirmar claramente una marcha masiva para el 7 de marzo, junto con todos los demás gremios de la industria. Eso nos parece un hecho importante que tenemos que potenciar.

 

Además de la marcha que los industriales convocaron para el 7 de marzo, recientemente la CGT anunció un paro general -largamente reclamado por diferentes sectores- para fines de marzo. ¿Vamos a tener un año con una CGT más combativa?

Sí, no hay fecha fijada todavía. Pero nosotros, como Corriente Federal, venimos sosteniendo una postura muy clara desde antes de la unificación. Dijimos que la unidad tenía que ser hecha en torno a un programa del movimiento obrero. Y ese programa define claramente que somos lo opuesto al proyecto que está en el gobierno hoy. Por lo tanto, no sólo no hemos tenido ninguna expectativa de que pudiera salir algo de las políticas del gobierno, sino que hemos planteado que la unidad debía ser hecha para confrontar este proyecto. Hemos planteado la necesidad de un paro general, no porque el paro resuelva en sí el tema, sino porque es el punto de unidad donde se expresa el repudio a esta política. Es decir, para todos los que estamos afectados por esta política, un paro general, de alguna manera, es la expresión unitaria de eso. Porque este proyecto oligárquico en cierta forma subsiste o puede seguir alargando su existencia en la medida en que confronta sectorialmente. Es decir, con una fragmentación dentro del campo popular. Entonces, ataco a los comerciantes, ataco a la industria textil, ataco mañana a los gráficos. Todas estas cosas fueron planteadas ya en el confederal del año pasado. La conducción de la CGT, en cambio, insistió en agotar una instancia de diálogo de la que nosotros dejamos en claro que no teníamos ninguna expectativa. Lamentablemente, creemos que se perdió tiempo con ese diálogo. Hoy se insinúa este plan de acción. Y hay, por supuesto, acciones concretas, como lo del 7 de marzo, que es lo más concreto que tenemos, y sobre el que vamos a apostar con todo, sobre todo a partir de los gremios industriales, que somos los que estamos mas golpeados en nuestras fuentes de trabajo. La propia CGT ha reconocido, al definir este plan de acción, que el bono que discutió en la gran mayoría de los casos ni siquiera se pagó. Que el acta que firmó para preservar puestos de trabajo está siendo totalmente burlada, como es el caso nuestro de AGR, pero también el de metalúrgicos, textiles y todas las ramas donde uno recorra. Es decir, hay un reconocimiento de que el diálogo con un proyecto oligárquico que no esta dispuesto a modificar los ejes centrales de su política económica es inviable y la confrontación es inevitable. Pero creo que vamos a tener que insistir porque siempre va a haber sectores sindicales propensos a la negociación con el poder. Esto no es nuevo.

«El conflicto en AGR representa una ofensiva también sobre los convenios colectivos de trabajo»

¿Pero hoy al interior de la CGT se percibe un mayor crecimiento de estas posiciones más confrontativas con el gobierno?

Yo creo que en muchos gremios sí. Hay gremios que naturalmente apuestan a la cuestión del diálogo. No consideran válido un programa del movimiento obrero porque creen que en el dialogo con el gobierno se pueden ir resolviendo algunas cuestiones, por más que no estén con el gobierno, Los que levantamos la idea de un programa del movimiento obrero, que tiene su raíz en el programa de La Falda, Huerta Grande, CGT de los Argentinos, los 26 puntos de cuando conducía Saúl Ubaldini, decimos que la unidad se da sobre la base de lo que pensamos los trabajadores. Y el movimiento obrero es, en conjunto, una fuerza que defiende un proyecto nacional, no sectorial. Ahora, tenemos que pensar que en el movimiento obrero argentino hay cosas que han cambiado porque la dictadura primero, y el neoliberalismo después, establecieron sectores dentro del sindicalismo netamente corporativos. Entonces eso te explica hoy que haya gremios, como los del sector de la energía, que te justifican un tarifazo, porque la miran desde la perspectiva de un proyecto de país en donde las multinacionales manejan la energía. Nosotros decimos que la verdadera fuerza del movimiento obrero está en un proyecto nacional que de todos esos temas tenga postura. Con eso rompemos la concepción corporativa.

 

¿Hay riesgo de ruptura de la CGT, teniendo en cuenta estas visiones encontradas?
Foto: Georgina García | Zoom
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Yo creo que sí. Nosotros lo que estamos tratando es de evitar eso. Nuestra apuesta grande es la unidad más allá de las diferencias porque pensamos que sería funcional al gobierno que se produjera una ruptura por bloque sectorial. Te doy un ejemplo: nosotros los gremios de la industria somos los que más hemos impulsado esta movida del 7 de marzo. Y de repente el sector del transporte hizo un paro por el tema del impuesto a las ganancias y encontró una vía de solución intermedia con lo que se negoció con el gobierno. Nosotros entendemos que la fuerza de los gremios del transporte, que hoy por ahí no sienten que se ven afectadas sus fuentes de trabajo, como sí lo sienten los sectores de la industria, debe aportar a una fuerza unitaria. Es decir, la fuerza que tenemos con los gremios del transporte para parar un país debe servir para que el gobierno no pueda avanzar con la apertura de importaciones o con la destrucción de sectores de la industria. Ahí necesitamos una unidad. Una comprensión de que, en definitiva, a unos les podrá llegar antes que a otros pero, al final, termina todo el movimiento obrero tirando sus condiciones de trabajo, o incluso aunque mantenga el trabajo. Porque el gobierno esto ni siquiera lo está ocultando. Está tratando de meter la flexibilidad en todos los sectores. Un ejemplo de esto es el sector petrolero. Yo creo que el gobierno lo está diciendo con claridad pero siempre hay dirigentes propensos a entrar en esa variante. De hecho el dirigente compañero de petroleros entra en esa lógica. Esta historia en el movimiento obrero se ha repetido en otros tiempos y hoy es más corporativo todavía. Nosotros vamos a tratar de evitar cualquier ruptura porque eso termina siendo funcional al gobierno. Pero también la historia nos muestra que en más de una oportunidad se ha roto la CGT producto de estas diferencias profundas que han existido.

 

¿Con qué otros sectores internos tienen más coincidencias y diálogos?

En nuestro caso, el crecimiento se está dando fundamentalmente hacia el interior. Hemos armado mesas de la Corriente en Tucumán, en Mendoza. Las coincidencias con la CGT Regional Córdoba son totales. Hemos trabajado muy intensamente con los compañeros de La Matanza, con la gente de Rosario. A nivel federal la fuerza es muy grande. Nosotros, ahora que se están normalizando las regionales, procuramos que se vuelvan a hacer los plenarios de regionales de la CGT. Porque es totalmente justo y necesario que los compañeros del interior vengan a tener voz y voto acá. No podemos centralizar en las cúpulas de la CGT las decisiones cuando los golpes que están dando están perjudicando a compañeros, Hoy el parque industrial de La Rioja prácticamente está desapareciendo. Los compañeros de Tierra del Fuego están viendo cómo se vacía una provincia, al mismo estilo que lo hizo Onganía con los ingenios en Tucumán, donde un cuarto de la provincia se tuvo que ir.

«Nosotros decimos que la verdadera fuerza del movimiento obrero está en un proyecto nacional que de todos esos temas tenga postura. Con eso rompemos la concepción corporativa»

Este es un año electoral. ¿Cómo ven el panorama, sobre todo en Provincia de Buenos Aires?

Yo creo que ahí es necesario tener una actitud amplia, tratar de buscar la mayor unidad posible. Pero nosotros, porque desde la Corriente Federal no nos circunscribimos al tema estrictamente electoral, sostenemos la necesidad de que ese programa que levantamos, enriquecido por todos los sectores, apunte a la generación de un gran frente nacional, donde por supuesto el peronismo tiene que ser el eje vertebrador. Pero creemos que esa unidad o ese espíritu de unidad tiene que estar basado en la idea programática. Porque vamos a encontrar en el terreno político sectores que busquen la unidad en función de una concepción absolutamente electoralista, lo que comúnmente conocemos como la rosca política. Y nosotros entendemos que tiene que ser dada sobre el debate de para qué queremos la unidad. Algunos, en esa concepción meramente electoralista, ven como parte del campo nacional y popular a sectores que, por la conducta que han tenido, nos resulta dudoso lo que puedan colaborar en una unidad para un proyecto nacional Pero bueno, la mayor amplitud que podamos darle a esa unidad, siempre con la referencia de un proyecto nacional y popular, entendemos que hay que hacer el esfuerzo y construirla.

 

¿La CGT puede jugar algún rol en esa búsqueda de unidad? Algunos dirigentes sindicales, el año pasado, nos decían que la unidad de la CGT se pensaba también como un mensaje al interior del Partido Justicialista, para buscar la unidad del partido. ¿Lo ven así?
Foto: Georgina García | Zoom
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Yo creo que hay muchísimos compañeros de la CGT con esta voluntad de unidad. Pero también hay una buena parte que me parece que se tienen que despojar del sectarismo. Porque a mí lo que me parece muy peligroso es que haya habido dirigentes que hasta hace poco justificaban políticas de este gobierno argumentando errores del gobierno anterior. Hoy pareciera ser que hay muchos de esos dirigentes que se van dando cuenta y eso me parece saludable. Me parece que este primer paso hacia un plan de acción de la CGT es interesante, porque nos pone en una postura opositora a esto. Y poniendo con claridad que acá lo que tienen que confrontar son dos proyectos. Habrá que ver que algunos compañeros también se despojen de esos prejuicios personalistas, de un cierto antikirchnerismo. Si sumamos, tenemos que sumar a todos. Y la compañera Cristina es un referente central porque, aparte, sigue planteando con absoluta claridad los proyectos que confronta. Y no hay muchos dirigentes de alto nivel dentro del movimiento peronista que lo planteen con esa claridad. Yo veo muchos dirigentes muy cautelosos, como siendo críticos a medias, como dejando a salvo algunas cosas del gobierno. Eso dentro del peronismo, y más dentro de la CGT, que representa a los trabajadores, tiene que estar muy claramente definido. Si hay dirigentes que lo siguen marcando de una manera confusa, creo que mucho no podemos contar con ellos.

 

Acaba de mencionar al kirchnerismo, ¿qué balance hacen del sindicalismo durante ese período? ¿Ganó fuerza o se desdibujó? Pienso en Sergio Palazzo, de La Bancaria, que hoy forma parte de la Corriente Federal y que durante esos años, más allá de afinidades, sacó la herramienta sindical a la calle y consiguió conquistas. ¿Qué balance hacen del lugar del sindicalismo en estos últimos años?

Nosotros hacemos un balance crítico para los dos lados. Por un lado, para el nuestro, está el hecho de que no hayamos aprovechado un período de doce años para fortalecer esta idea de defender un programa de gobierno. Es decir, que no era solamente recuperar conquistas laborales sino que era confrontar con sectores que todos los días expresaban su actitud antidemocrática. Los que retenían la soja para alterar el funcionamiento de la economía, los sectores corporativos que presionaban por una devaluación, los que fugaban capitales. Es decir, que el movimiento obrero no haya tenido la capacidad de definir que los verdaderos enemigos son esos. Y que toda la lucha política puede generar matices, diferencias y demás, pero que nuestra pelea histórica es contra esos sectores de poder, que hoy están en el gobierno. Te doy un ejemplo: impuesto a las ganancias, que se reclamó mucho desde el movimiento sindical. Yo estoy seguro de que si no hubiéramos tenido la fuga de capitales que tuvimos, ese era un tema menor que se resolvía en dos minutos. También puedo decir que el gobierno podría haber resuelto ese conflicto como hoy a lo mejor los compañeros del Frente para la Victoria votan a favor de esa modificación. Esa misma herramienta la teníamos en el gobierno. Del otro lado, creo que el gobierno también desaprovechó una fenomenal oportunidad que era que, defendiendo el mercado nacional, recuperando las conquistas, defendiendo esa herramienta de la paritaria, generando cinco millones de puestos de trabajo, tendríamos que habernos apoyado más en el movimiento obrero. No creer tanto que la cosa se resuelve solamente generando políticas a favor del pueblo desde arriba. Eso tiene que ir acompañado de una construcción de organización popular. Y en esa organización popular, el movimiento obrero es clave y siempre va a ser clave. Porque es el sector mayoritario. Me parece que desde el gobierno se subestimó la necesidad de construir esa organización popular, que tal vez hubiera modificado también la relación de fuerzas. Y hasta en el tema electoral hubiera generado otro tipo de compromiso.

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