HISTORIA. Este sábado, 24 de febrero de 2024, se cumplirán cinco años de la desaparición del policía de la ciudad de Buenos Aires, Arshak Karhanyan. Esta es una causa donde la misma fuerza de seguridad que integraba Arshak es la principal sospechosa de su desaparición y responsable, a la vez, de investigarse a sí misma. Este absurdo fue cuestionado, desde un primer momento, por el entonces abogado de la familia Juan Kassardgian, quien señaló irregularidades en la investigación, como por ejemplo: el supuesto mal funcionamiento de cerca de más de cuarenta cámaras de seguridad, la eliminación por parte de la Policía de la Ciudad de una pericia realizada en el celular de Arshak, y la actitud del Gobierno de la Ciudad, que al igual que el juez Alberto Baños, nunca recibió a la familia y tampoco permitió que la misma se presentara como querellante durante mucho tiempo. El gobierno Nacional, a través de la Secretaría de Derechos Humanos (al comienzo de la presidencia de Alberto Fernández), sostuvo que hubo un encubrimiento por parte de las autoridades porteñas y solicitó que el caso fuera caratulado como “desaparición forzada” y que la investigación fuera llevada adelante por otra fuerza de seguridad. Pero, este pedido lógico, fue rechazado por Alberto Baños que argumentó su “total confianza” en la fuerza policial porteña.
El 24 de febrero de 2019, Arshak, el joven policía de 28 años salió de su vivienda en el barrio de Caballito, la cámara de seguridad del edificio lo registró manteniendo una áspera conversación de unos 40 minutos, con Leonel Herba, supuesto amigo y también compañero policial. Una vez terminado el encuentro, Arshak, subió a su departamento y salió a los pocos minutos habiendo dejado en la casa sus dos celulares. No llevó su moto, pero sí su arma reglamentaria, pese a estar de franco. De allí caminó hasta un cajero en la estación Primera Junta del subte, donde retiro 2000 pesos y se dirigió al Easy de Caballito donde compró una pala de punta. A partir de ahí se pierde todo rastro de su presencia. Interrogado Leonel Herba, en un principio negó haberse encontrado con Arshak pero, al mostrársele el video, reconoció haber conversado con él sobre la compra de un auto. Hasta un mes antes de la desaparición, Arshak trabajaba en la división Exposiciones, encargada de realizar allanamientos e incautaciones, pero en ese lugar parece haber tenido diferencias con sus superiores y fue trasladado a la comisaría 7-B lo que para él significaba una degradación.
HERBA. Desde el inicio de la investigación Leonel Herba fue vinculado a la desaparición de su compañero. De su celular se rescataron audios incriminatorios de su pareja, Jazmín Soto, en los cuales ella decía, entre otras cosas: «Vos seguí con el teléfono, seguí hueveando, seguí, seguí eh, haciendo no sé, desaparecer gente» y de “estar en orsai” por tal motivo, pero los testimonios fueron desestimados por el Juez Baños, al considerar las acusaciones, como parte de una discusión entre una pareja que tenía una relación tóxica. La querella también planteó que debía investigarse el notorio incremento patrimonial de Herba, quien había adquirido por entonces una moto Yamaha valuada en 23 mil dólares y planeaba comprar un BMW o una Amarok Volkswagen, pero, como ocurrió a lo largo de todo el desarrollo de la causa, nuevamente Baños rechazó tales pedidos. Consultado en su momento debido a una investigación particular sobre el caso, Leonel Herba, fue escueto en su dialogo y precisó que no podía ser ni imputado ni sospechado por unos audios, y que cada vez que habló salió perjudicado. La causa estuvo entorpecida con procedimientos descabellados, entre ellos la citación de testigos intrascendentes, como ser, ocasionales pasajeros que esperaban un colectivo en las paradas cercanas al Easy, válido ejemplo de un absurdo que no conduce a ningún lado, pero que sí ponen en evidencia la trama de un dispositivo de encubrimiento perverso, en el cual el poder judicial, el Estado (en este caso el porteño) y los medios hegemónicos, lo ponen en funcionamiento para reguardar a una fuerza represiva como lo es la Policía de la Ciudad.
BAÑOS. El juez Alberto Baños ingreso al poder judicial en 1976, en los comienzos de la dictadura, y desarrolló toda su carrera en el fuero penal. No pasó mucho tiempo en ganarse la fama de juez duro y en los pasillos de los tribunales fue apodado “La Bestia”. Por su manos pasaron causas altamente mediáticas, como por ejemplo, el robo de las manos del cadáver de Perón, una causa en la que hubo varias muertes sospechosas relacionadas al caso, entre ellas: la del jefe de la Policía Federal del período alfonsinista, Juan Ángel Pirker, un comisario que recibió un tiro en la cabeza; el sereno del cementerio de la Chacarita, muerto después de una golpiza; y el dudoso fallecimiento de una jubilada que asistía todos los meses a la tumba del general para depositar un ramo de flores. Cuando Baños anunció con bombos y platillos, tener grandes revelaciones sobre este caso, que haría públicas a la prensa, el expediente le fue robado de su casa en la localidad de Adrogué la noche anterior a la conferencia de prensa. Tiempo después, junto a sus custodios, fue protagonista de un tiroteo con ladrones que intentaban ingresar a su vivienda. Otra de las causas mediáticas, fue la que comprometía a miembros del servicio penitenciario, los cuales soltaban presos en la vieja cárcel de Caseros para cometer robos, en los que fue muerto un policía de la Federal. Esto le creó un fuerte vínculo con altos jerarcas policiales, que conllevó a una denuncia, en la cual declaró estar amenazado de muerte por integrantes del Servicio Penitenciario. Esa relación se profundizó y terminó en una conducta proteccionista hacia las fuerzas policiales, cuando algún integrante se veía envuelto en la comisión de un delito. Aunque también fue protagonista de causas irrisorias, como la llevada adelante contra el cantante Justin Bieber, por hechos protagonizados por el cantante durante un recital en Buenos Aires, donde fue denunciado por incitación a la violencia y a cuyas citaciones para declarar, el díscolo artista le respondía desde Nueva York, con videos en los que mantenía relaciones sexuales con alguna de sus amantes en la habitación de un hotel lujoso. Con esos antecedentes a cuestas, se puede inferir que el juez Baños no era el indicado para llevar adelante la causa para determinar justicia y echar luz sobre la desaparición de Arshak Karhanyan. Por esa y otras razones de más peso, como las enunciadas al principio de la nota, fue varias veces recusado por la querella, pero sin éxito. Es increíble y no tanto. Indudablemente es un juez que bien representa a la “vieja guardia judicial” como lo definió el actual ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, al nombrarlo secretario de Derechos Humanos a pocos días de comenzada la gestión de Javier Milei. Lo cierto es que antes de ser nombrado en tal cargo, se jubiló y su retiro abrió una luz de esperanza en el avance de la causa de Arshak, pero el mencionado nombramiento también provocó cierto desconcierto en aquellos que siguen el caso desde sus inicios.
YADAROLA. El nuevo juez de la causa es Martín Yadarola. Martín tiene un hermano, también juez, Pablo Yadarola, que fue uno de los integrantes que asistió a la residencia de Joe Lewis en Lago Escondido, junto a empresarios y políticos macristas para diseñar políticas de lawfare en octubre de 2022, en contra de funcionarios del gobierno de Alberto Fernández y de opositores políticos. Pero los caminos de Pablo parecen diferir bastante de los de su hermano y hasta se sitúan en veredas opuestas en cuanto a su compromiso con la justicia. En el juzgado de Martín Yadarola se instruyó la causa que permitió condenar a cadena perpetua a Flavia Juárez, una policía de la Ciudad que mató a un inocente que se interpuso en la línea de fuego contra un ladrón que le había arrebatado el celular. Juárez no dudo en desenfundar su arma y empezar a los tiros en una calle del barrio Constitución en un horario de alto tránsito peatonal. Un cartonero que revolvía un contenedor fue alcanzado por uno de los muchos disparos, mientras que el ladrón se refugió en un hotel y fue detenido junto a personas inocentes, a las cuales la Policía de la Ciudad trató de inculpar del asesinato. Por este hecho también fueron condenados a otras penas de reclusión cuatro policías que en la comisaría habían adulterado pruebas. Consultada María del Carmen Verdú, referente de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) fue precisa al decir: “Recuerdo muy bien la causa, que se pudo resolver de manera favorable, gracias al trabajo excelente del fiscal Fernando Fiszer”. Respecto a Martín Yadarola, Vardush “Rosita” Datyvian, madre de Arshak (familia armenia), también opinó en su trabajoso español y dijo: “Hablamos bastante con el juez, parece buena persona. Estoy con más esperanza, él marcó que va a trabajar en una causa compleja. Estoy más relajada, pero me molesta que en todos estos años la policía nunca haya venido a ver como estoy y además que Baños haya sido nombrado en un cargo más importante”. En concordancia con lo expresado por Rosita, Mariano Przybilski, que integra la Secretaría de Derechos Humanos y asumió la representación de la familia, también se mostró conforme después de hablar con Yadarola y manifesto: “Nos dijo que ya estaba leyendo la causa cuando nos recibió junto a la familia, y que va a tomar nuevas medidas que Baños dejó de lado. Tenemos esperanzas que la investigación se encarrile y la causa se pueda resolver”. Más allá de este cambio, sin embargo hay voces disonantes, no sólo por la designación de Baños en un organismo en el cual a ojos vistas, su presencia resulta absurda. Al ser consultado Pablo Kendikian, director de Diario Armenia, mostró escepticismo con respecto al cambio de letrado y dijo: “Mientras que para la investigación se siga utilizando a la misma fuerza policial sospechada de encubrir el caso, no creo que el cambio de juez en la causa traiga aparejado el descubrimiento de lo que realmente pasó con Arshak Karahanyan”. Lo cierto es que, más allá de las esperanzas y las disonancias, como sociedad y con una historia de 30.000 desapariciones por razones políticas, expuesta hoy esa historia al negacionismo por parte del gobierno de Javier Milei, es necesario resolver la desaparición forzada de Arshak Karhanyan, como así también, la de los más de 200 desaparecidos en democracia.