Por Teodoro Boot especial para Causa Popular.- Alguien apretó el botón equivocado, dejó las jaulas sin llave, en cualquier momento nos despertamos o realmente llueve mierda. Es una inquietante posibilidad.
Antiguamente, en el solsticio de verano se quemaban los restos de los animales muertos debido a que los aires solían ser surcados por dragones que, excitados por la amabilidad del clima, dejaban caer su semen al vacío, provocando en la tierra gran mortandad. Si bien y hasta donde se sabe, los dragones forman parte de las muchas especies borradas de la faz del planeta, la ancestral costumbre se mantiene viva y, a partir de nuestra era, se la conoce como Fuegos de San Juan, en razón de que en el hemisferio norte, el solsticio de verano suele coincidir con el día consagrado al Bautista.
Las gran mayoría de las familias argentinas se aprestan a reunirse para festejar la Navidad, un ritual religioso tan arraigado culturalmente que muchas de ellas, sin ser católicas practicantes, alzaran sus copas al sonar las campanas que anuncien las 0 hs del 25 de diciembre sin saber a ciencia cierta cual es el motivo de tal festejo.
Muchas de nuestras costumbres asumidas como «naturales» se originan en las sagradas escrituras de la religión católica, como resabio de una edad media en la que las esferas de la política y la religión aún no se habían escindido. Durante muchos años las sociedades han luchado por la libertad de culto y contra las imposiciones que la religión hegemónica de occidente ha querido mantener durante más de cuatro siglos. En las últimas semanas se pudieron a preciar en nuestro país discusiones en torno a dos ejes paradigmático en este proceso: arte y religión, y educación y religión.
Cuando parecía que la conservadora cúpula de la Iglesia Católica sólo reservaba sus cartuchos para oponerse al aborto, el arte y la educación sexual en las escuelas se presentaron como temas excluyentes en su cruzada contra aquellos que, según sus voceros, quieren «desprestigiar a la Iglesia como institución para quitarle credibilidad y alejar a la gente de sus creencias«. Los cambios en la sociedad detrás de las rémoras inquisitoriales del Episcopado.
Primero fue la férrea oposición a la muestra de León Ferrari, con la primera aparición de grupos de choque ultra católicos como no se veían hace tiempo, y la posterior clausura a instancias de la Jueza Liberatori.
Luego la Iglesia apuntó sus cañones a la holandesa Rebecca Gomperts, la médica que promueve la legalización del aborto y suministra píldoras en un barco anclado en aguas internacionales a las mujeres que quieren interrumpir su embarazo. Y nuevamente los grupos ultra católicos se apostaron en el teatro San Martín para impedir a los golpes una conferencia dictada por Gomperts.
A mediados de diciembre el tercer frente, que la cúpula del episcopado argentino se vio obligado a abrir, pero está vez sin el acompañamiento de los fanáticos que al grito de «Viva Cristo Rey» interrumpieron la conferencia en el San Martín, fue la Ley de Educación sexual en las escuelas que se intentó votar en la Legislatura Porteña el 15 de este mes.
Mucho más sigiloso que en las oportunidades anteriores, e incluso más cómodo sin necesidad de la violencia, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, se encargó en persona de retomar la práctica del lobby ante legisladores y funcionarios.
Bergoglio, recibió a principios de diciembre al vicepresidente primero de la Legislatura, Santiago de Estrada, y a un grupo de diputados, que le entregaron los dos despachos de educación sexual emitidos por la comisión de Educación. Uno elaborado por la diputada kirchnerista Ana Suppa, que toma la educación sexual desde el Estado, y uno alternativo del macrismo que deja en manos de los padres y las escuelas la decisión de impartirla. Estrada presentó este último proyecto cuando se olfateaba la aprobación de la Ley que establecía la obligatoriedad de la educación sexual en las escuelas.
Según lo expresó la misma Suppa en un reportaje brindado a un matutino porteño, el mismo cardenal Jorge Bergoglio se comunicó con Mauricio Macri para pedirle que bloqueara su proyecto y que el presidente de Boca «llamó personalmente a sus diputados y les dijo que esta ley era lo peor que le podía pasar a la Iglesia». Esa presión, dice Suppa, surtió su efecto: «Hubo gente que se iba a abstener y que terminó votando en contra»
Cambios de agenda
Una de las conclusiones que varios analistas realizaron luego de estos inquisidores embates de la Iglesia, fue que ésta no ha cambiado su actitud ni ortodoxia, sino que los cambios estuvieron en la impostergable necesidad de la sociedad de encarar a fondo determinados debates impostergables.
La impulsora de la frustrada Ley de educación sexual en las escuelas Ana María Suppa lo expresó ante la prensa de la siguiente manera: «a pesar de todo, el resultado fue positivo: pusimos el tema en la agenda y los hicimos hablar de educación sexual«, dice en alusión a las huestes conservadoras de la Legislatura porteña lideradas por Santiago De Estrada.
No sólo piensa insistir el año próximo con su propuesta para que sea obligatoria la educación sexual en las escuelas, sino que impulsará una consulta popular «para que al jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, no le queden dudas -dice- de que hay una demanda en la sociedad de una ley«. Para la legisladora «parece que la sociedad está más preparada que muchos diputados de la ciudad«.
En este mismo sentido Sandra Russo, columnista del diario Página 12 realizaba su análisis en una contratapa que tituló «Repollo«: «La pugna entre proyectos en la Legislatura, las idas y venidas con algunas cuestiones que siguen resultando urticantes, las presiones y las dilaciones han mostrado un paisaje enrarecido, no sólo por las ideas de cada quien sino también por el pudor, que cada quien maneja mejor o peor con respecto a su propia sexualidad. Pero además, y esto es lo interesante, esa pugna ha subido el piso: con el Estado o con los padres, con trompas de Falopio o con la complejidad del orgasmo femenino, con vía libre para abordar costados más polémicos o con riendas cortas, como para no ir más allá de la sexualidad conyugal, nadie niega la necesidad de que los chicos tengan educación sexual.
Incluso el debate sobre el aborto, que vino de colado y fue atajado en el aire por sectores que hace rato que vienen proponiendo la despenalización, y por otros, que lo consideran un simple asesinato, llevó más agua al molino de la educación sexual: para que haya menos embarazos que culminen en abortos, debe haber educación sexual. Aunque los legisladores no parecen entenderlo, como demuestra la votación de anoche, estamos zafando del repollo, desprendiéndonos de los brazos de la cigüeña. Estamos sexuándonos socialmente. Por fin.»
Jurassic Park
Alguien apretó el botón equivocado, dejó las jaulas sin llave, en cualquier momento nos despertamos o realmente llueve mierda.
Es una inquietante posibilidad.
Antiguamente, en el solsticio de verano se quemaban los restos de los animales muertos debido a que los aires solían ser surcados por dragones que, excitados por la amabilidad del clima, dejaban caer su semen al vacío, provocando en la tierra gran mortandad. Si bien y hasta donde se sabe, los dragones forman parte de las muchas especies borradas de la faz del planeta, la ancestral costumbre se mantiene viva y, a partir de nuestra era, se la conoce como Fuegos de San Juan, en razón de que en el hemisferio norte, el solsticio de verano suele coincidir con el día consagrado al Bautista.
Las teorías más sensatas sobre esos misteriosos dragones -comunes a todas las antiguas culturas de la tierra- sugieren que se habría tratado de raros ejemplares vivos de los saurios prehistóricos, algunos de los cuales estaban capacitados para el vuelo, lo que no es de extrañar, puesto que de ellos evolucionaron las aves. Pero ya suena fantástico que esparcieran el semen sin ton ni son y en pleno vuelo, y más razonable suponer que, como las palomas, descargaban sus excrementos. En razón de su volumen, profusión y pestilencia, debían, efectivamente, hacer insalubre la vida a ras de tierra.
En el hemisferio sur falta todavía más de un mes para el solsticio, pero pareciera que va siendo hora de encender algunas fogatas: hay numerosas señales de que los dinosaurios están volando sobre esta parte del planeta.
Podemos encontrar un rastro visible de ello en el «descubrimiento» de monseñor Bergoglio, que atrasó varias décadas al denunciar por blasfema una retrospectiva que abarca más de 50 años de trabajos.
No se sabe a ciencia cierta qué molestó a monseñor, pero sí que su lamento tuvo sorprendentes efectos, entre los que cabe mencionar la súbita popularidad del blasfemo, el «baño de cultura» que procedieron a darse miles de buenos señores y señoras que de otro modo hubieran entretenido sus ocios en un shopping, una multitudinaria misa en defensa del honor mancillado de la Virgen María seguida de otra también multitudinaria contra-misa en defensa de los derechos mancillados del artista, algunas de cuyas obras habían sido destruidas por santos varones de la Cristiandad.
Monseñor consiguió clausurar la retrospectiva (si temporal o definitivamente, no se sabe) gracias a una jueza que, en razón de los desmanes provocados por los piadosos, interpretó que las obras de Ferrari incitaban a la violencia, despreocupándose por la violencia en sí, lo que equivaldría a declarar inocente al odontólogo Barreda y acusar a su esposa, hijas y suegra de «incitación al homicidio«.
«¡Agárrenme que lo mato!», gritó monseñor. Y la jueza lo agarró al otro.
Mención especial merecen en esta saga del absurdo las declaraciones de la DAIA solidarizándose con monseñor, en razón de que son precisamente esas imágenes que monseñor venera las que deberían ofender a quienes practican una religión que, al igual que el Islam, tiene como el más grave de los pecados el venerar imágenes.
Luego de miles de años de practicar un riguroso monoteísmo resulta que por medio de los directivos de la DAIA, la comunidad judía viene a compartir el politeísmo y la idolatría a que los católicos nos acostumbraron hace ya tiempo.
Ningún comentario, en cambio, merece esa cosa que alguna vez fue Alicia Pierini.
Inspirado en monseñor e invocando seguramente a san Osvaldo, protector de las Cruzadas, un cura cordobés poseído por el ánima percudida de Escurra Uriburu, irrumpió a golpes de puño en una muestra de jóvenes artistas locales, asegurando estar dispuesto «a defender a la Virgen a trompadas«.
Hace falta urgentemente un exorcista para el obnubilado sacerdote: parece ignorar que la Virgen no corre ningún peligro. Desde hace muchos años está en el Cielo, a la vera del Señor. Sucedió un 15 de agosto.
Como el cura, esta vez con la protección de santo Domingo, patrono de la Santa Inquisición, se mostró dispuesto a trompear a los blasfemos hasta en el baño de sus casas, el intendente Juez resolvió el entredicho con hipocresía ejemplar: luego de dictaminar que unos y otros eran intolerantes, clausuró la muestra, dejó abierta la iglesia, convocó al Chaqueño Palavecino y sanseacabó.
Reconozcámosle a Juez el mérito de su gramática parda: el Chaqueño es más entretenido que una muestra plástica.
Si Escurra Uriburu se apoderó del organismo del cura cordobés, José Pablo Feinman fue en los mismos días poseído por Martínez Estrada, y en una jeremiada que ocupó la contratapa de Página 12, se mostró escandalizado por el consumismo y el griterío de los guarangos que dieron en gastar los pesos que tienen en los bolsillos, alterando el recoleto ambiente de los restaurantes en que Feinman-Martínez Estrada solía comer en los buenos tiempos en que eran menos los que podían hacerlo.
En la misma semana, los dragones prácticamente taparon el sol, originando una suerte de reivindicación al ataque al regimiento Viejobueno, una de las acciones guerrilleras más imbéciles de que se guarde memoria, no sólo por su condición de ratonera urdida por los servicios de inteligencia del ejército, sino, fundamentalmente, por ejecutarse contra un gobierno que, más allá de los gustos, había sido el primero libremente elegido luego de 18 años de dictaduras y proscripciones.
No faltarán los detritus fósiles que defiendan ahora el inexistente honor de un ejército que, desde el primer día, también atentó contra ese gobierno, señal de que el problema de unos y otros no era el gobierno, sino el pueblo que lo había elegido.
Un pueblo es y no es el mismo a través de la historia, y al no ser ésta un camino ascendente hacia un final utópico, sino una serie sucesiva de mecanismos de adaptación, el pueblo no va siendo ni mejor ni peor, pero sí diferente, a la vez víctima y co-responsable de sus propios padecimientos. Vean si no, al espectro del ex presidente Menem, corporizado en La Rioja y prometiendo electrodomésticos.
La amplia cobertura mediática del fenómeno bien puede deberse a la curiosidad que suelen despertar las anormalidades. De hecho, todas las deposiciones enumeradas merecieron similar difusión, como la tendría el que Piñón Fijo se pasease desnudo por Avenida de Mayo.
Eso no ocurrió, por si quieren saberlo, pero hubiera podido pasar. Es que hay dinosaurios volando, y sería conveniente que empezáramos a prender algunas fogatas. Se despejaría el aire y podríamos ocuparnos de los problemas de las personas reales.
Eso sí, Feinman, usted quédese comiendo en casa, que es más tranquilo. Bergoglio: no visite las exposiciones; también es más tranquilo. Pero que alguien remita urgentemente al cura a un neurosiquiátrico y que el personal del cementerio tenga a bien devolver el cadáver de Carlos Menem a su sepulcro.