Los resonantes casos del psicólogo Jorge Corsi y del cura Julio César Grassi son apenas muestras aberrantes de una industria del sexo que en Buenos Aires pone a la infancia a la intemperie, amenazada por un coctel que mezcla calle, droga barata, prostitución en baños públicos, exclusión social, analfabetismo, educación cero, complicidad policial, violencia y discriminación.
Dos temas de última moda: el trastorno bipolar y el turismo sexual. El trastorno bipolar (el síndrome maníaco-depresivo) es un invento de la psiquiatría medicamentosa y el cognitivismo para vender los mismos remedios en otro envase, siempre más caros. El trastorno bipolar es una oscilación que padecen los trastornados y los genios, según dos notas firmadas por el periodista (y editor de política) de la revista Noticias, Franco Lindner, quien aseguró que la actual presidente argentina padece ese mal en dos artículos: el primero antes de que la ex senadora Cristina Fernández ganara las elecciones generales del año pasado, y el segundo, después del comicio.
Esos artículos, escritos sin rigor alguno (como la biografía sobre John William Cooke que la editorial Sudamericana retiró de las librerías frente a la demanda de 200 mil dólares que exigió un hombre vinculado a las fuerzas armadas que se sintió calumniado e injuriado), es una historia que algún día habrá que contar: contar cómo ese sujeto fraguó una declaración y la transformó en tapa del semanario, bajo apercibimiento y obediencia debida.
El otro tema es el del turismo sexual.
En Buenos Aires no todas son buenas noticias: que los chicos del secundario corten las calles para reclamar becas amenazadas por una medida del ministro de educación porteño, Mariano Narodowsky (cuyo segundo pidió, al comienzo de la gestión de Macri, en reunión reservada, una limpieza étnica a sus colaboradores), habla a las claras del estado de la educación. Por un lado, funcionarios corruptos e ignorantes —ese mismo personaje desconocía la obra de Berta Braslavsky— y un ex militante comunista (Narodowsky) reconvertido a la derecha contratista que echa a los alumnos de los colegios al aire libre, provocando caos vehicular. Por el otro, estudiantes que reclaman lo que les pertenece (y de paso, alguien que los ordene). Indicadores de que la fortaleza y la autoridad del gobierno del PRO —y del empresario jefe de gobierno que lo lidera—, es directamente proporcional a la debilidad de sus adversarios ideológicos.
La buena noticia, que siempre está envasada bajo una encuesta, es que los chicos valoran más la solidaridad que la práctica política. Pero otra vez nos fuimos de tema.
Corsi, Grassi, Jekill y Mr. Hyde
La industria del sexo es rentable (casi tanto como la venta de armas y de drogas, legales e ilegales). El problema es que la materia prima no es maleable, no se fabrica con precursores químicos o cosa parecida. Se requiere de otro tipo de organización, o de varias organizaciones que observan una estrategia muy bien pensada y aplicada de modo implacable para que rinda sus frutos. La Argentina es un país pobre, es un país cada vez más pobre, es barata para turistas extranjeros, es más barata, actualmente, que el sudeste asiático y que el norte de Brasil. Es casi tan barata como la República Dominicana. Los pederastas —cuya debilidad, antes que las nenas, son los nenes— eligen el exotismo argento (y las noches de rumba artificial), que los resorts del Caribe saturados de nenas (la mayoría son nenas) que llegan secuestradas a México o a América Central desde Europa del Este.
El reciente episodio que protagonizó el psicólogo Jorge Corsi y un grupo de abusadores (todos presos), se suma al juicio oral al que está siendo sometido, por abusos reiterados y agravados, el cura Julio César Grassi, titular de la Fundación Felices Los Niños. La banalización de estas prácticas corre por cuenta de los medios de comunicación masivos, especialmente de los audiovisuales, que presentan la cuestión, en el mejor de los casos, como excentricidades de un país que, se supone, sabe qué es la libertad.
El ensayista Tomás Abraham protagonizó un entredicho al respecto en el programa TVR, que algunos entendieron como una defensa de la fundación de Grassi o de Grassi mismo. Al contrario, lo que Abraham parece haber querido subrayar era si preocuparse tanto por Grassi no pondría en riesgo la comida y el refugio que ese instituto daba a chicos en estado de calle o vulnerabilidad extrema, si es que seguía siendo asistido por los donantes que lo mantenían. Grassi será culpable, seguramente, y si no hubieran hablado las víctimas que lo mandaron a juicio, es probable que hubiera continuado sirviéndose de ese semillero, con la complicidad explícita de la curia, del arzobispado de la ciudad de Buenos Aires, del gobierno nacional que sostiene económicamente a las escuelas de curas y de los políticos que tributan en las enseñanzas del Crucificado.
Grassi es inverosímil, untuoso, asqueroso, pero asegurar que la creación de esa fundación es el resultado de su temple, resulta un tanto arriesgado. Este cronista cree que si la tentación tuvo su peso, la creación de ese refugio no tuvo ese leit motiv, como tampoco el leit motiv era el desinteresado ejercicio de la beneficencia.
En otras palabras, Grassi es, como Corsi y sus compinches, un pederasta, un abusador, en todo el sentido de la palabra, de la debilidad ajena, del poder que ejercía y distribuía —por vía humana y divina— y por el apoyo del Estado, cuyos benefactores no pueden ignorar que esas cosas pasaban (y pasan). Corsi también tuvo el apoyo del Estado, y con la coartada de Jekill y Mr. Hyde, se lo intentó explicar. Corsi es Grassi con sotana.
Stevenson no escribió sobre un hombre que es dos hombres sino sobre la división subjetiva, un concepto más complejo presentado en términos anecdóticos. Pero anecdóticos, en el caso del escritor, no quiere decir que ese monstruo que todos llevaríamos dentro, implicara, por imperio del saber, no pagar las cuentas en el cielo.
Menores en riesgo
El cuestionamiento de Abraham, sospecho, apuntó a la intemperie que vive la infancia argentina: calle, droga barata, prostitución en baños públicos, exclusión social, analfabetismo, educación cero, complicidad policial, violencia, acoso escolar, racismo, discriminación, buchoneo, todo el soporte del darwinismo social que trabaja sobre la subjetividad, arrasa, destruye y debilita, complementado con encuentros semifurtivos, organizados, en hoteles ya contratados, para las amantísimas labores de los turistas norteamericanos, españoles y brasileños (en su mayoría).
La red de noticias mexicana Univisión repitió las palabras de Aníbal Fernández, titular de la cartera de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. “Unos cinco mil niños se prostituyen en las calles de Buenos Aires”, dijo, un día antes de la detención de Corsi y su claque.
La Policía Federal, a la que este año ese ministerio sumó una oficina de atención a las víctimas de ataques sexuales, aseguró por medio de un vocero, en off, que los pederastas son en su mayoría hombres de buen pasar, por lo general de más de treinta y cinco años, que cultivan, en algunos casos, “tendencias agresivas y violentas”.
El investigador Marcelo Telez, consultado para este artículo, precisó que entre los materiales que suelen incautarse, “pueden verse escenas que pondrían frío a más de uno que se hace el duro. El dolor no existe, se anula y los gritos de los niños son sofocados por almohadas o trapos, en casos extremos. Algunos (de los niños) se mueren, niños de seis meses, un año. Y desaparecen misteriosamente”.
Está claro que sacar una cámara y poner el ojo en Constitución, Retiro, Once, Flores o Liniers, no es distinto de poner ese mismo ojo en la Recoleta, donde sobre la avenida Pueyrredón, dos prostíbulos VIP mantienen cachondos a los extranjeros, y en una casa, casi pegada a la esquina, se les da cobijo a nenas secuestradas dos años atrás, paraguayas en su mayoría, hasta donde este racconto pudo llegar. Fabiana Tuñes, directora de la organización no gubernamental Casa Encuentro, ha dicho que el ochenta por ciento de las víctimas de explotación sexual en la Argentina, son menores de edad. Las más grandes trabajan solas o con proxenetas, y el capítulo VIP, que es otro rango de dudas y peligros, es una oferta, a precio euro, que los hoteles cinco estrellas de la Reina del Plata no se privan de mostrar en sus books, multiplicando la marca del país como exportador de las mujeres más lindas del mundo.