Se acepta generalmente que el golpe uriburista del 6 de septiembre de 1930 tuvo olor a petróleo. La expresión nació de un medio periodístico estadounidense de la época, que tenía gran trascendencia en el mundo mediático de entonces.
La Cámara de Diputados había logrado media sanción de una ley que establecía la propiedad nacional del petróleo: la propiedad provincial servía en aquel entonces, igual que hoy, a las multinacionales del petróleo y a los gobiernos de mal entendidos caudillismos provinciales que querían la propiedad para concesionarla, y no para que quedara, ella y su renta, en manos de todos los argentinos.
Hace pocas semanas, en el seminario sobre las “Relaciones Bilaterales entre la República Argentina y la Federación de Rusia” (Cámara de Diputados, Buenos Aires, 26 de agosto de 2008) expuso el Primer secretario de la embajada rusa en Argentina, Sergey Melik Bagdasarov, y con mucha visión histórica, emparentó a los dos golpes de Estado que tanto mal hicieron al país, el de 1930 y el de 1955, vinculándolos con la desnacionalización del petróleo y la decisión soberana que se había tomado de tener comercio regular con un país que le podía ofrecer petróleo y equipamiento energético, primero la Unión Soviética y luego con la Federación rusa.
Dijo Melik Bagdasarov que “Desde los tiempos de la Unión Soviética, Rusia tiene una significativa participación en el sector energético argentino. Muchos piensan que la cooperación en esta esfera comenzó en los años 70 (el autor se refiere al tercer gobierno peronista de 1973/76), con el suministro de equipamiento para las hidroeléctricas argentinas, pero realmente los primeros contactos comenzaron mucho antes con la apertura en Buenos Aires, en 1925 (durante el gobierno de Alvear), de una sucursal de la SA Yuzhamtorg, que puede traducirse como Comercio Sudamericano… En la Capital Federal, en 1928, se organizó la primera exposición de productos rusos. A pesar de que la Argentina formalmente no tenía relaciones diplomáticas con la URSS, se convirtió en el mayor socio comercial de Rusia en la región… En agosto de 1929 el gobierno argentino tomó una decisión muy importante, que tenía como objetivo el reparto del mercado nacional del petróleo. Todo indicaba que la medida debía terminar en la nacionalización del subsuelo, el monopolio integral de YPF y el alejamiento de las multinacionales de ese momento. Mediante la empresa Power Machines, el gobierno argentino negoció con el gobierno de mi país el tema del suministro de este producto estratégico. Durante 3 años la Unión Soviética debía suministrar 250 mil toneladas de petróleo ruso por un precio de casi la mitad del precio internacional… pero se inició la campaña mediática contra la URSS y cabe mencionar que la Argentina sufrió un golpe militar”.
Luego, en 1955, se dio un segundo golpe cuando Argentina a través de la Constitución legal de 1949, que tuvo una vigencia real, nacionalizó para el Estado nacional el dominio soberano del subsuelo. Para ir contra el Artículo 40 de esa constitución se utilizó como justificativo un contrato que jamás llegó a ser aprobado por el Congreso nacional (donde el partido del gobierno tenía amplia mayoría en ambas cámaras, senado y diputados). Fue uno de los elementos utilizados por el golpe militar del 55 (libertad de prensa, problemas con la Iglesia, contrato petrolero de la California, y otros motivos). El golpe llamado Revolución Libertadora, por un bando militar disfrazado de simple decreto, anuló la constitución nacional que había sido indiscutiblemente apoyada por la mayoría del pueblo argentino para anular el Artículo 40, que nacionalizó el petróleo, el gas y las otras fuentes energéticas. Con la revolución libertadora se cometía un delito cuando se mencionaban nombres como el de Eva y Domingo Perón, rótulos partidarios como partido peronista o justicialista, y símbolos de la nacionalización de ese movimiento, como el Artículo 40 o independencia económica.
Melik Bagdasarov no se deja confundir con el contrato firmado, pero nunca aprobado, con la California, que habría permitido entrar a una petrolera norteamericana en el área que conservaban y consideraban de patrimonio exclusivo las petroleras británicas en Argentina. Dice el Primer secretario de la embajada de Rusia en nuestro país que “Después de la segunda Guerra Mundial se abrió una nueva etapa en las relaciones bilaterales. Esta etapa empezó en la Argentina con la llegada al poder de Juan Domingo Perón en 1946. Incluso formaba parte de su programa electoral el establecimiento de relaciones diplomáticas con la Unión soviética. El 6 de junio de 1946, luego de la asunción del presidente Perón, fueron restablecidas las relaciones diplomáticas entre nuestros países. Con el rumbo político del gobierno argentino, con la estatización de áreas estratégicas de la economía nacional como fundamento de la independencia económica y financiera, y con la intención de diversificación de las relaciones externas, se abrió el espacio para la cooperación bilateral”.
Continúa el diplomático ruso: “El 5 de agosto de 1953 fue firmado el Primer Convenio Bilateral sobre Régimen de Pagos. En este convenio se preveía el suministro de productos industriales rusos, petróleo (por) granos. Tuvo gran éxito la exposición de productos industriales de la Unión Soviética en Buenos Aires. Pero la historia se repitió y en Argentina ocurrió otro golpe militar”.
Esta es la historia que algunos intereses ocultan con críticas al contrato que nunca tuvo aprobación del Congreso. No era necesario el muy cruento golpe del 55 para que el contrato dejara de tener vigencia. Un contrato que se debe más a las tácticas diplomáticas y a errores que consisten en creer que Estados Unidos, socio de Gran Bretaña en la OTAN, podría fijarle límites a ésta si se le otorgaban beneficios comerciales. No era acordando comercialmente con Estados Unidos como se podría influir para que Inglaterra dejara de amenazar con su flota a la Patagonia argentina. La guerra por la independencia de las Malvinas con posterioridad lo confirmaría.
Dice Melik Bagdasarov que con el gobierno civil de Frondizi las relaciones se reanimaron y en 1958 se firmó un convenio por el cual Rusia iba a proveer de equipamiento petrolero a nuestro país. Pero, afirma el diplomático, “El próximo y muy significativo impulso en las relaciones bilaterales, inclusive en la esfera energética, fue dado al inicio de los años 70, con el regreso al poder del presidente Perón”.
Quien escribe esta nota sabe del gigantesco impulso que se dio en el tercer gobierno de Perón en la relación con la Rusia soviética, porque fue quien firmó, en nombre de nuestra querida Nación, los contratos que proveyeron de turbinas a la represa de Salto Grande en la Mesopotamia argentina.