El proyecto que impulsa el 82% móvil a jubilados con el solo interés de desfinanciar al Estado y achicar el margen de maniobra del gobierno nacional. La caducidad de Fibertel. La puja por las retenciones ante el vencimiento de las facultades delegadas. El informe sobre Papel Prensa presentado a la Justicia y al Congreso por la presidenta Cristina Fernández. Las cartas y declaraciones de los distintos integrantes del clan Graiver que van y vienen de medio en medio.
Esta enumeración, para nada exhaustiva, apenas hace foco en los principales rounds de una pelea que protagonizan el gobierno nacional y el Grupo Clarín, pero tras la cual pendula la disputa por la preminencia entre la política y las corporaciones en la articulación de la sociedad, del rumbo del país y del caracter de la democracia.
Sobra repetir conceptos acerca del papel de títeres de muchos dirigentes opositores que actúan como cuerpo de infantería mediática para defender en la primera línea de batalla los argumentos de los grupos concentrados. Apenas vale la pena hacer el enorme esfuerzo de distinguir algunos matices que hoy pueden parecer mínimos pero que quizá proyecten en el futuro cercano novedades en el mapa político. Las actitudes medidas de los diputados Alfonsín y Sabbatella y del gobernador Binner, más allá de sus opiniones, le otorgan una racionalidad política que brilla por su ausencia en la mayoría de la oposición gurka. Hasta Solanas deja entrever algunos argumentos más o menos razonables entre la grandilocuencia de sus intervenciones y su defensa de la banda ancha.
El poder concentrado que señorea sobre la Argentina desde 1976, bajo gobiernos democráticos y dictadura, se ha parado de manos en el tute más cabrero al que se han enfrentado en los últimos 35 años. De Ratazzi y Méndez a Bergoglio, de Magnetto y Biolcati a los Mitre. La calaña de tamaños adversarios debiera aglutinar al resto de la dirigencia política que aun trabaja por construir un país justo, más allá de estilos, errores y cachivaches que se le pueden endilgar a los 7 años de gestión kirchnerista.
Aunque es difícil acertar el tiro en medio de tanta polvareda, el prontuario del enemigo ayuda a alinearse sin titubeos. Y, a veces, se puede dar en el blanco. Como cuando la presidenta señaló en su discurso que quienes denuncian que “el gobierno avanza en Papel Prensa para controlar la palabra impresa” son justamente quienes ostentan el 60% del paquete accionario. Por ende, dijo «a confesión de parte, relevo de prueba».