Gobierno de dos caras

La muerte violenta de una vendedora ambulante en plena pandemia exhibe los dos perfiles de gestión del intendente porteño. "El caso de Beatriz nos ayuda a pensar qué pasa cuando los estados no se construyen desde el paradigma de la solidaridad", afirma el autor.
Por Flavio Turné – Puebla

En días en los que la pandemia sacude la conciencia social y revitaliza la importancia del cuidado comunitario con especial atención al de nuestros adultos mayores, en la ciudad de Buenos Aires ocurrió un hecho contrastante que demuestra el doble standard de un gobierno local que dice estar preocupado por la salud de los ancianos, pero paralelamente permite que sus fuerzas de control y seguridad empujen a una mujer de 75 años a una muerte indigna. El jefe de gobierno muestra así doble rostro. Cuál es el verdadero?
La política de control del espacio público aplicada por el Gobierno de Larreta se cobró otra vida. Esta vez la de Beatriz Mechato Flores, peruana de 75 años que para sobrevivir vendía medias en la vía pública y por ello la corrieron en plena avenida Pueyrredón los agentes de la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad a cargo de Matías Lanusse. Beatriz falleció después de pasar cuatro días en la terapia intensiva del Ramos Mejía producto de haber sido atropellada por una moto.
Lamentablemente no es la primera vez que algo así ocurre desde que el macrismo gobierna en Caba. Ya en el 2018 en un hecho similar murió atropellada por un colectivo la vendedora ambulante María Berrechea, frente a plaza Once. Con frecuencia vemos videos en redes sociales en los que se ve la persecución sistemática a vendedores ambulantes de todo tipo.
Hay una coherencia en la política de espacio público que se despliega en la ciudad desde que asumió Macri en 2007, mostrado una obsesión por perseguir a las personas más vulneradas, con particular predilección por los colectivos migrantes y de trabajadores y trabajadoras de la vía pública (si son parte de ambos grupos de manera simultánea, mucho mejor!).
Para lograr esconder cualquier elemento perturbador del paisaje de ciudad modelo que pretenden mostrar se valieron según la época, el momento y la tolerancia del conjunto de la población, de diversos mecanismos. Aquellas mismas funciones que al principio fueron encomendadas al grupo de tareas denominado Ucep, que no era más que una patota con financiamiento estatal, hoy son realizadas un aparato más sofisticado, compuesto en total coordinación por la policía de la Ciudad y el Ministerio de Espacio Público dotando de mayor “institucionalidad” al mismo espíritu: el de la persecución y la segregación social.
Muchas veces, desde el campo popular nos referimos a los proyectos neoliberales como proyectos de Estado mínimo, ausente o débil. Es una idea bastante falaz que reduce el problema de los estados neoliberales a una consigna. Larreta no encarna un Estado débil, por el contrario, ha demostrado una enorme capacidad estatal puesta al servicio de la concentración económica, la gentrificación y la exclusión urbana.
El crímen de Beatriz, del que no han dicho nada las autoridades porteñas ni ha provocado el pedido de renuncia a ningún funcionario, no fue un evento fortuito producto de la mala suerte de un viernes 13. Muy por el contrario, evidencia una enorme deuda social con una parte importante de la población que es además víctima de una política sistemática que, bajo el slogan del ordenamiento del espacio público, busca desalentar la presencia de personas trabajando en la calle sin preocuparse por encontrarles modos alternativos de subsistencia.
En días en los que el conjunto de la sociedad global se ve conmocionada por la pandemia del coronavirus, el caso de Beatriz nos ayuda a pensar desde otro ángulo, lo que pasa cuando los estados no se construyen desde el paradigma de la solidaridad y la protección de los más débiles.
La pandemia ha puesto sobre el tapete un debate contrastante sobre los modelos de estados neoliberales de los países mal llamados “centrales” que han tomado el tema con desaprensión y los que se piensan desde un paradigma diferente donde la solidaridad y el valor de la vida humana son elementos supremos por fuera de cualquier especulación mediada por la tasa de ganancia.
Por suerte en nuestro país hay un gobierno nacional que abreva en esa fuente y ha puesto como prioridad la protección y el mejoramiento de las condiciones de vida de quienes padecen un mayor grado de desprotección y padecimiento. Lo resumía bien Alberto al inaugurar las sesiones ordinarias: “vamos a empezar por los últimos para llegar a todos”, dijo. Qué distinto a muchos…
Que el lógico parate que trae aparejado el coronavirus, no nos haga perder de vista la importancia para porteños y porteñas de construir cuanto antes en nuestra ciudad con ese espíritu de la frase de Alberto, una alternativa política de mayorías que ponga en el centro de las prioridades a los y las miles y miles de personas que, como Beatriz, no encuentran modo de desarrollar su vida en una ciudad que se ha vuelto cada vez más excluyente. Ampliar la base del Frente de Todos en la ciudad, dándole espacio a la articulación con cientos de experiencias sociales que luchan a diario contra la matriz excluyente del macrismo se torna indispensable. Lo tenemos que hacer por la memoria de Beatriz y por todes y cada une de aquelles que merecen vivir al amparo de un Estado que les proteja y les potencie.

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