FUNDACIÓN ATLAS, de Bernard Shaw a Javier Milei

La génesis de la Fundación Atlas comienza con los “socialistas fabianos”, se emparenta con el ascenso de Mussolini al poder y se continua en estos tiempos con el llamado “movimiento libertario” y el sustento de gobiernos y candidatos ultra derechistas.
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FUNDACIÓN

Los dispositivos que crea el poder hegemónico cuando se ve amenazado o necesita consolidarse, se replican con nuevas formas a través de la historia. Un par de décadas después de pasada la primera mitad del siglo XVIII, surgió en Inglaterra una corriente política, la Sociedad de los Fabianos; se autodenominaban socialistas, aunque el nombre homenajeaba al capitán romano Fabio Cunctator, reputado por sus tácticas de prudencia y conciliación. Los socialistas Fabianos, provenían de la burguesía y postulaban un socialismo gradual en las antípodas del socialismo científico, con base en el materialismo dialéctico propuesto por Marx y Engels, es este último, el que acusa a los Fabianos en una carta a su amigo Kautsky en 1892, de políticos burgueses típicos, que tratan de arrastrar a los obreros hacía el campo de los liberales: “es una camarilla de socialistas burgueses de variados estilos, desde advenedizos hasta filántropos sentimentales, unidos únicamente por el miedo de la dominación de los obreros, prontos a todos para conjugar el peligro”.

Uno de los fundadores de tan meritoria empresa fue Sidney Webb, junto a su esposa Beatrice sentaron las bases de tal corriente, a la cual adhirió George Bernard Shaw con su pluma y pensamiento. A Webb se lo puede catalogar como a un burócrata preocupado por estadísticas que apuntalaban sus ideas, Shaw era un colectivista que proponía un gobierno de cuatrocientos hombres notables — el darwinismo había calado hondo en su pensamiento—, estos selectos funcionarían en compartimentos llamados Think Tank, una conformación que ha resurgido en estos tiempos. En la década del 20, Shaw visitó la Unión Soviética y quedó fascinado por la figura de Stalin. Esta fascinación sería trocada con el surgimiento de Mussolini  y Hitler. Aunque con el primero, la admiración fue mutua, pues el italiano había abrevado alguno de los postulados de los Fabianos para elaborar la ideología fascista y a Shaw no le pareció mal el asesinato del socialista Matteoti, ni la invasión imperialista a Libia. Shaw murió en el año 1943 en medio de la Segunda Guerra y padeció los bombardeos a Londres de la aviación alemana. Sídney Webb murió 2 años después de finalizada la contienda y asistió a la división del mundo en dos bloques políticos e ideológicos. En ese contexto, las cosas debían reformularse, pero el hombre ya estaba viejo para dar batalla en la nueva composición global. Sin embargo, tendría sus continuadores la tarea de consolidar el poder del liberalismo dentro y fuera de Inglaterra.

El más notorio de ellos fue Sir Anthony Fisher, educado en el Queen College, entidad fundada por los Fabianos. Fisher se abocó durante su existencia a impulsar las ideas del liberalismo a ultranza, para esto creó la Fundación Atlas, cuya conspiraciones llevaron a Margaret Tatcher a encumbrarse en el partido conservador y después en Inglaterra, donde sus políticas liberales arrasaron derechos y conquistas de la clase trabajadora. Esa cruzada neo liberal atravesó el Atlántico y en 1981 durante la presidencia de Ronald Reagan, Fisher instala a la fundación en Estados Unidos, donde es financiada por el departamento de estado, con el fin de impulsar al  “liberalismo para una sociedad libre”.

ATLAS

La fundación en la actualidad tiene sede en noventa y ocho países y en cada uno de ellos cuenta con sus respectivos Think Tank que apuntalan las políticas liberales y a sus candidatos, como así también, la generación de ideas y operaciones, contra el avance de gobiernos progresistas y populistas. En Argentina se instaló a instancias del banquero Eduardo Maschwitz en 1998 durante el auge de las políticas neoliberales que arrasaron al país. En la actualidad Eduardo Maschwitz ostenta el cargo de presidente de la misma. Entre los aportantes para el funcionamiento de la entidad, figura el Jockey Club, un reducto de la oligarquía, donde la permeabilidad de clase es casi inexpugnable. Salvo los casos de los sindicalistas Barrionuevo y el ya fallecido Jorge Triaca, quienes para formar parte de ese “club de caballeros representativos de la actividad política y económica del país” tuvieron que abonar una cuota de ingreso de $500.000.  La afinidad ideológica y de intereses, no llama la atención por el estamento social al cual pertenecen los asociados a ambas instituciones.

El tesorero del Jockey Club, es el abogado Eduardo Antonio Santamarina, integrante del Opus Dei y del Partido Demócrata, aliado del PRO y por el cual fue elegido diputado en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Santamarina, como es debido, militó la causa en contra de la sanción de la ley de derecho al aborto ILE y la ley de matrimonio igualitario. Durante su mandato como legislador, Santamarina tuvo como asesor a un socio de su partido, Federico Alberto Young, ex juez civil durante la dictadura y defensor del dictador Videla en los juicios donde fue condenado por delitos de lesa humanidad. Federico Young también es célebre por la defensa del ex comisario Luis Patti, condenado por los asesinatos de los militantes montoneros Cambiasso y Pereira Rossi. Por el mismo, pidió el arresto domiciliario por razones humanitarias.

Las premisas de la Fundación Atlas se fundamentan en una supuesta “libertad” que avala dictaduras del pasado y apuntala movidas destituyentes de gobiernos democráticos. El argentino Alejandro Chaufen, quien fuera presidente de la misma a nivel mundial, participó activamente de las manifestaciones en Brasil para destituir a Dilma Rouseff y auspicio la llegada de Jair Bolsonaro al gobierno a través de la fundación y organizaciones afines. Chaufen tiene una dilatada trayectoria en el mundo económico y financiero de Estados Unidos, pero en la Argentina también dejó su sello en la liquidación de la financiera Coimpro y fue condenado en 2005 por la Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo.

La Fundación establecida como red, tiene el apoyo financiero de grandes corporaciones, entre las que sobresalen Pfizer, Shell, Exxon Mobil, Philipp Morris y Procter & Gamble. Esta ayuda es retribuida con encuestas de mercado e investigaciones de multimillonarios, como los hermanos Charles y David Koch, quienes integran la lista de las diez familias más ricas del mundo, además de integrar el departamento de Estado de los EE. UU. En 1985, al poco tiempo de ponerse en funcionamiento, la Red Atlas ya contaba con 27 instituciones asociadas en 17 países, para en el 2020 ya  contar con más de 500, diseminadas por 98 países. Según datos aportados por el semanario Brecha de Montevideo, el presupuesto anual de la Red Atlas se acerca a los 910 millones de dólares. Por lo visto, recursos no les faltan como para crear candidatos políticos que declaman no pertenecer a la clase política, como lo son Javier Milei en Argentina o el banquero Guillermo Lasso. Este último es hoy presidente de Ecuador y al llegar al poder creó la Fundación Libertad, asociada a la Red Atlas Network, que instituye gobiernos y candidatos ultra liberales y fascistas en la región y a nivel global. La fundación también mantiene lazos estrechos de colaboración con Sebastián Piñera en Chile, Bolsonaro en Brasil y Lacalle Pou, en Uruguay.

CULTURA

Otro de los objetivos planteados por la Red Atlas, es la batalla cultural contra la izquierda, el progresismo y el populismo y contra las formas democráticas. En cierto punto las cosas se pueden resumir en un texto escrito por la ecuatoriana Paola Icaza, intelectual de la Red Atlas:

Lamentablemente, en nuestra idiosincrasia latina, el odio a los ricos es muy común  (…) El discurso de nuestros políticos mueve fibras sensibles que exacerban el odio a los ricos y a la riqueza, explotando la lucha de clases para la obtención de votos y/o popularidad. (…) El odio a los ricos y a la riqueza parece ser parte del ADN latinoamericano y contribuye enormemente al retraso de nuestros países. (…) Ojalá entendiéramos que la acumulación de la riqueza es positiva y es la única vía segura hacia la disminución de la pobreza.

Este discurso tiene una praxis concreta en parte de su funcionamiento; está el avasallamiento de las culturas de los pueblos originarios, a través de construcciones religiosas como las iglesias evangélicas y la Iglesia Hillsong entres otras, donde la alabanza al señor va unida al pedido de una riqueza que nunca llega. Esta práctica maniquea hace que, por dar un ejemplo, a un campesino mexicano se le censuren las formas expresivas de su comunidad por considerarlas mundanas, así también obligándolo a que cante himnos religiosos ajenos a su cultura, práctica que se replica a lo largo y ancho del continente.

La batalla cultural a la cual se avoca el ultra liberalismo, no deja espacios librados al azar. La especialización en el manejo de las redes sociales es otro de los puntos donde vuelcan parte de sus presupuestos, con un discurso de penetración que apela de forma constante a lo reptiliano y en el cual las palabras, libre, libertad y libertario, se reproducen como insectos nocivos. Se puede decir que el liberalismo como corriente filosófica nació ateo, pero esto no lo libra del uso de la religión como medio de dominación para implementar sus políticas y tener aliados como al Opus Dei. Suene raro o no, la realidad es que el vocablo amor rara vez aparece mencionado en la discursiva de este neo fascismo.

La Fundación Atlas, brazo ostentoso de la batalla, creó el Premio de la Libertad Templeton. Este se otorga desde 2004 y lleva el nombre del inversor inglés Sir John Templeton, para honrar su legado y a las contribuciones más excepcionales a la compresión de la libre empresa, la innovación y la realización humana. El premio reparte unos doscientos mil dólares entre los adjudicatarios y es financiado por la Templeton Religion Trust. Su presentación se realizó en Nueva York, durante la ceremonia de clausura del Liberty Forum & Freedom Dinner de Red Atlas. En Argentina, la Fundación Atlas, también ha creado el Premio a la Libertad, entre cuyos premiados insignes, se encuentran Jorge Lanata, Nelson Castro, Marcos Aguinis, Juan Curuchet, Jorge Fontevecchia, José Eliaschev, el ex ministro de agricultura macrista, Luis Miguel Etchevehere, un acumulador compulsivo de causas penales derivadas todas de delitos económicos y por último Javier Milei, portavoz de la avanzada ultraderechista en estos tiempos. Pero las cosas no se detienen solo en los premios, la Fundación ha creado también el Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales. Este es gratuito y los equipos de formación están dirigidos por Eduardo Maschwitz (H), licenciado en comunicación social y educado también por el Colegio Cardenal Newman y la Universidad Católica Argentina.

Tal vez sea necesario avizorar: la derecha siempre recurre a formas de dominación cultural, en las cuales la apropiación del lenguaje en modos reduccionistas convierten al socialismo en sustento ideológico del  fascismo y en su reformulación de la ultra derecha, al anarquista libertario lo alejan completamente de los ideales de Bakunin y Kropotkin, que sustentaban parte de sus teorías en la solidaridad y la dependencia reciproca de la humanidad. Resulta hasta paradójico que, la palabra libertad sea usada como una trampa, como una herramienta, precisamente para perderla.

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