Falcone: «En la era del lawfare y las fake news, el campo popular se adiestró para librar una guerrilla audiovisual»

El poeta y documentalista enlaza a Marechal con los ciclos políticos y el legado peronista. Vigencia y futuro del cine político como método de "autodefensa y contrainformación, en un contexto de severo blindaje mediático".

Jorge Falcone es documentalista, poeta y ensayista. De familia peronista, su padre y madre dieron testimonio de compromiso desde los tiempos del primer peronismo, y su hermana –María Claudia– es una de las detenidas-desaparecidas durante la conocida “Noche de los lápices”, acontecida en septiembre de 1976. “Chiqui”, como le dice la gente que lo conoce, inició su militancia en los años setenta, primero en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional, en la ciudad de La Plata, y luego se incorporó a Montoneros, participando asimismo en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y la Juventud Trabajadora Peronista (JTP).

 

Desde hace años viene interviniendo a través de sus escritos en blogs y revistas, publicando libros y elaborando películas. Entre sus filmes se destacan Hombre bebiendo luz, dedicado al pensenador argentino Rodolfo Kusch y El profeta, ensayo audiovisual sobre el cinesta y escritor Pier Paolo Pasolini. De sus libros, podemos mencionar especialmente Memorial de guerra larga (testimonial/político) y La gomera de David (poesía).

 

Recientemente publicó, por la editorial cordobesa La luna con gatillo, su libro El ojo izquierdo de la luna, donde entrecruza cine y poesía, y estrenó su último filme-documental Patria Víbora Mutando Piel, que acaba de ser liberado para poder ser visto gratuitamente por internet.

 

La película se estructura a partir de tres bloques temáticos (“No hay destino para la humanidad en el marco del capitalismo”; “El nuevo estatuto del coloniaje”; y “Aparición con vida del pensamiento estratégico”), a partir de los cuales se recuperan diversos testimonios que ofrecen una mirada desde distintas ópticas: la economía, la biología, la sociología, la comunicación, la militancia política y social. Junto a las las entrevistas (entre las que se destacan figuras como la de Maristella Svampa, Alcira Argumedo, Eduardo Lucita, Soledad Barruti), también aparecen imágenes de archivo y otras filmadas en manifestaciones callejeras, incluso con teléfono celular.

 

“Les enseñaron que la patria era sólo una geografía en abstracción, o algo así como un escenario de la nada. ¿Y qué otra cosa podría ser un escenario teatral si no tiene comedia ni actores que la representen? La verdad pura es que nos movemos en un escenario, que ustedes y yo somos los actores y que la comedia representada es el destino de nuestra nación. ¡Compatriotas, yo les hablaré de un animal viviente, de una patria en forma de víbora!”. Con estas palabras, que Leopoldo Marechal escribe en su novela Megafón o la guerra, Jorge Falcone inicia su documental que sirve como disparador de esta conversación.

 

¿Qué te inspiró a tomar la metáfora marechaleana de la víbora
como hilo conductor de tu último documental?

Cultivo al autor de Adán Buenosayres desde tiempo inmemorial. Siempre me ha fascinado su erudición y capacidad de sublimar el entorno porteño combinando lo que llamaba la “batalla celeste” con la “batalla terrestre”; vale decir, el macrocosmos de nuestras grandes aspiraciones con el microcosmos de nuestra cotidianeidad. Es más, durante la primera mitad de los años 90, tuve oportunidad de trabar amistad con su compañera de vida, Elbia Rosbaco, quien incluso me prologó generosamente una antología poética. Más aún: si bien como cineasta me fascina poetizar la realidad, en alguna oportunidad acaricié la idea de incursionar en la ficción adaptando a la pantalla El Banquete de Severo Arcángelo, iniciativa que estuve a punto de compartir con mi amigo Octavio Getino, quien me confesó que también la tenía en carpeta. Recurrir entonces a su novela póstuma, Megafón o la Guerra (1970) cayó de maduro, puesto que siempre tuve presente aquella bellísima metáfora mediante la que compara el cambio de peladura de la víbora con los cambios de ciclo históricos. Y como entiendo que vivimos una transición que recuerda la célebre frase de Arturo Jauretche, acerca de que “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer”, pues la imagen marechaleana me vino como anillo al dedo. Sobre todo porque considero que contribuye en sumo grado a matizar poéticamente la descripción de un contexto mundial sumamente preocupante y la enumeración de datos bastante duros.

¿Qué pensás que puede aportarle la temática del film
a la mirada popular del peronismo?

Supongo que fundamentalmente el rescate de un legado de su líder muy poco conocido, como lo es el “Mensaje Ambiental a los Pueblos del Mundo”, texto datado en 1972 en el que el General Perón visionariamente sostenía:

“Hoy cuando aquellas pequeñas naciones han crecido en número y constituyen el gigantesco y multitudinario Tercer Mundo, un peligro mayor –que afecta a toda la humanidad y pone en peligro su misma supervivencia– nos obliga a plantear la cuestión en nuevos términos, que van más allá de lo estrictamente político, que superan las divisiones partidarias o ideológicas, y entran en la esfera de las relaciones de la humanidad con la naturaleza”.

Señalamiento que no debería extrañar que sea ninguneado en una estructura partidaria presidida por un interlocutor preferencial de la Barrick Gold. También se pone de relieve la perspectiva del sindicalismo de liberación, que desde la palabra de Raymundo Ongaro deja en claro cuánto más lejos fue capaz de ir programáticamente la clase obrera peronista en resistencia respecto de los tímidos lineamientos contenidos en la Comunidad Organizada.

¿Cómo te propusiste entrecruzar cine documental, poética y política
en esta producción?

Admirador acérrimo del polígrafo boloñés Pier Paolo Pasolini, quien se deslizaba cómodamente de un lenguaje a otro, me ha resultado absolutamente natural, puesto que -como sostiene el lingüista francés Algirdas Julien Greimas- “el sentido está antes de cualquier producción discursiva”, y yo tengo una mirada poética sobre la vida. Por ende, no es la primera oportunidad en que combino la lírica con el lenguaje audiovisual: en 2015 rescaté la figura del autor de El Evangelio según San Mateo apelando a la misma operación, que partió de una cantata poética de mi autoría, dando como resultado un ensayo poético-cinematográfico posterior. Y lo político en mí subyace a ambas disciplinas, puesto que el motor que me mantiene vivo es contribuir a despojar a la humanidad de todos los lastres que la oprimen.

¿Cómo ves la actualidad y el porvenir del cine político
en el contexto de las nuevas tecnologías?

En Nuestra América tiene una vigencia macro, en tanto muchos de sus maestros y maestras continúan en actividad, como el colombiano Luis Ospina, la venezolana Margot Benacerraff, o el chileno Miguel Littin (con quien tuve la fortuna de departir en el reciente Festival Internacional de Cine Político celebrado en Buenos Aires), a quienes en nuestro medio se suman nuevas camadas –con sus respectivos estilos– como Albertina Carri, Nicolás Prividera, o Lucrecia Martel. Sin ir más lejos, para Carri, hubiera sido imposible realizar su celebrado documental experimental Los Rubios o el rupturista ensayo audiovisual Cuatreros, sin contar con las nuevas tecnologías digitales. Por lo demás, en un contexto micro en el que, contando con avanzados dispositivos de telefonía celular móvil, cualquiera puede ser corresponsal potencial de la realidad. No sólo germinan festivales de cine que dan cabida a este tipo de registros, sino que muchos realizadores y realizadoras nos hemos volcado a compartir los recursos básicos del lenguaje específico a fin de que nuestro pueblo desarrolle toda su capacidad de autodefensa y contrainformación en un contexto de severo blindaje mediático. A fin de ilustrar dicho fenómeno con unos pocos ejemplos, digamos que en la Diplomatura en Comunicación Popular de la Universidad de los Trabajadores que funciona en la fábrica recuperada IMPA (Buenos Aires), desarrollamos recientemente un seminario sobre el particular destinado a organizaciones de base, y la misma experiencia se ha replicado en la Biblioteca Popular Sarmiento de la ciudad cordobesa de Alta Gracia. Por otra parte, en el marco del 2° Festival de Cine Colombiano en Buenos Aires, la Universidad del Cine ha convocado a un taller sobre Nuevas narrativas del cine latinoamericano, desde perspectivas decoloniales con dispositivo celular, dictado por Sara Álvarez y Hannah Ciro. Y por último, también la Universidad de Avellaneda -conjuntamente con H.I.J.O.S. y el Sindicato de la Industria del Cine- se ha puesto a tono con el fenómeno descripto, lanzando la Diplomatura “Enrique Juárez” sobre Realización Audiovisual para Redes desde el Espacio Memoria y Derechos Humanos de la ex ESMA. Estos ejemplos confirman, de alguna manera, que en la era de las Sociedades del Control, cimentadas en el lawfare y las fake news, el campo popular viene adiestrándose para librar una suerte de guerrilla audiovisual capaz de afrontar batallas como aquella en la que el pastor David doblegó al gigante Goliath.

 

Ver Patria vívora mutando piel

 

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