Por Alfredo Jalife-Rahme*
Las elecciones en EEUU tomaron tintes dramáticos con los manejos logarítmicos de ‘Dominion Voting System’, vinculado al megaespeculador George Soros y a ‘Smartmatic’.
La renombrada anterior fiscal Sidney Powell y el exalcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, abogado de Trump, denuncian un presunto fraude digital que alteró en la madrugada las proyecciones en favor de Biden.
En México no nos asusta para nada la noticia de fraude cibernético mediante algoritmos alterados, como sucedió con Hildebrando SA de CV, empresa del cuñado del polémico expresidente Felipe Calderón.
La mancillada empresa del cuñado de Calderón está supuestamente vinculada a George Soros, mediante las presuntas empresas que controla directa o indirectamente Smartmatic y Dominion Voting System —con 2 matrices en Toronto (Canadá) y en Denver (Colorado; EEUU) y que vende tanto el hardware como el software de votación electrónica con el paquete de máquinas de votación y sus tabuladores.
A propósito, Hildebrando SA de CV forma parte de la operatividad del conteo de sufragios del polémico INE a cargo de las elecciones en México y que tuvo que cambiar su nombre anterior, IFE, porque fue atrapada con su exdirector Woldenberg Karakowsky —correligionario de Soros— por tanta fetidez logarítmica. Los fraudes cibernéticos no son nuevos en EEUU y el mismo Bernie Sanders, aliado de Joe Biden, sufrió en carne propia las alteraciones logarítmicas en Iowa por la maquinaria del Partido Demócrata que lo detesta por su agenda «progresista»: la primera vez para favorecer a Hillary Clinton y ahora para resucitar la alicaída campaña de Biden durante las primarias. Dominion Voting System y Smartmatic se encuentran en el ojo del huracán porque las 73 millones de personas que votaron por Trump alegan que existió un fraude flagrante.
Trump y su abogado Rudolph Giuliani —exalcalde de Nueva York, quien conoce los secretos de los atentados hollywoodenses del 11-S, por lo que ha sido amenazado de muerte por los verdaderos autores domésticos—, arguyen la utilización de la colecta digital antes de la elección con el programa Hammer mediante el software Scorecard, que habría contribuido en un 3% con la reversión masiva del voto,según la respetada exfiscal Sidney Powell.
Hammer y Scorecard es un invento de la CIA, según el teniente general retirado Thomas McInerney, quien presume que fue advertido por el almirante, hoy fallecido, James Aloysius «Ace» Lyons Jr.
El contratista Dennis Montgomery, que se volvió «soplón», asevera que Hammer, una supercomputadora secreta, estaba operada por John Brennan, exdirector de la CIA, y James Clapper, exdirector de Inteligencia Nacional con Obama.
Llama la atención que desde 2019, dos senadoras de alcurnia del Partido Demócrata —Amy Klobuchar y Elizabeth Warren— exhibieron su «preocupación» por los 3 principales abastecedores de las máquinas del voto digital que acaparan el 90% de las máquinas de votación en EEUU: Dominion Voting Systems, Election Systems & Software, y Hart InterCivic.
Más aún: el Comité de marras expuso la alta vulnerabilidad de las máquinas de Dominion al hackeo interno y por internet.
Llama todavía más la atención que el estado de Texas —con 38 relevantes votos electorales adjudicados a Trump— haya desechado 3 veces el cabildeo de Dominion.
Lo peor radica en que los vendedores del equipamiento de votación digital «carecen de cualquier vigilancia federal significativa», según un reporte del año pasado del Brennan Center for Justice.
Dominion exclama que opera en 9 de los principales 20 condados de EEUU, en particular, en los decisivos «estados volátiles [swing states]» —que abarca unos 30 estados y 70 millones de votantes— donde se decidió la elección presidencial.
Perturba que Dominion haya contado con los servicios de la firma de cabildeo (lobbying) Brownstein Farber Hyatt & Schreck, uno de cuyos cabilderos —Nadeam Elshami— fue el jefe de gabinete de Nancy Pelosi: la poderosa controladora de la Cámara de Representantes de mayoría Demócrata.
¿Cuál habrá sido el motivo «filantrópico» para que Dominion haya otorgado 75.000 dólares a la Fundación Clinton desde 2014?
Como si lo anterior fuera poco, después de su mancillada travesía bursátil en los pantanos partidistas, Dominion fue adquirida por Staple Street Capital, con sede en Nueva York, uno de sus miembros en el Consejo Directivo es William Earl Kennard: anterior embajador en la Unión Europea, nombrado por Obama.
Staple Street Capital es todo un caso geofinanciero que por «coincidencia» es vecino infecto de Soros.
Nada menos que Lord Mark Malloch-Brown —segundo de a bordo de la empresa especulativa Quantum Funds, propiedad del megaespeculador George Soros— ha sido el «padrino» de Smartmatic. A propósito, el británico Lord Mark Malloch-Brown, socio de Soros, preside la empresa holding SGO Corporation Ltd, matriz operativa de Smartmatic.
Existen reportes en los multimedia de Mexico que desde 2010 Smartmatic ha sido implicada en los fraudes digitales de la fétida Comisión Electoral del IFE/INE.
Giuliani, hoy abogado particular de Trump, aduce que Soros y los Clinton se encuentran detrás del fraude cibernético, lo cual le valió la andanada de los medios adscritos a George Soros y a su conglomerado multimediático global Project Syndicate, quienes las desprecian como tóxicas «teorías de la conspiración» sin fundamento, donde destacan desde The New York Times hasta la agencia británica Reuters.
El portal The Nation de Pakistán —donde muchas veces se triangulan estrujantes noticias impublicables en los países cuestionados— publica que «el presidente de la firma del software para las votaciones ligado a Soros se encuentra en el equipo de transición de Biden»: el almirante retirado Peter Neffenger, hoy mandamás de Smartmatic en EEUU.
El software de Smartmatic opera con una «puerta trasera [backdoor]» que «permite ser monitoreada y reflejada», lo que le otorga a la «parte interventora el entendimiento en tiempo real de cuántos votos serán necesarios para ganar una ventaja electoral».
Por cierto, Neffenger fue «becario distinguido» del Atlantic Council, que recibió 100.000 dólares de la pestilente empresa energética Burisma de Ucrania, íntima de Hunter, el hijo de Biden.
Trey Trainor, mandamás de la Comisión de Elección Federal (FEC, por sus siglas en inglés), comentó en forma dramática que creía los alegatos de la exfiscal Sidney Powell sobre el fraude digital masivo de los sufragios.
En su cinismo ilimitado, el hoy nonagenario Soros fue socio de la empresa Palantir Tech, consagrada al análisis de datos y cuyo software facilita la deportación de los inmigrantes a quienes dice defender en forma hipócrita, sin contar su «acceso sin precedentes a los datos del Departamento de Salud y Servicios Humanos». ¿Para qué desea Soros acaparar los datos de la salud de los ciudadanos en EEUU?
Lo más cómico de todo es que Christopher Krebs, a cargo de la Agencia de Ciberseguridad y de Seguridad e Infraestructura CISA (por sus siglas en inglés) —que forma parte del controvertido Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés)— exaltó y exultó que EEUU había tenido la más depurada elección de su historia, lo cual le valió su expedita expulsión por el todavía presidente Trump.
American Report vincula a Christopher Krebs, defenestrado director de CISA, con el operativo Hammer&Scorecard.
En caso de que sean desechados los alegatos de los republicanos al respecto, el insoluble grave problema radicará en que los mismos instrumentos de fraude cibernético serán utilizados mañana, debido a su infecciosa desregulación, entre los mismos demócratas que se servirán suculentamente de los «algoritmos de Soros» para aniquilarse entre sí, con tal de prevalecer en su poder hegemónico global que expone la «democracia bananera de EEUU». Esto no es un asunto meramente de demócratas o republicanos. Se trata de un clásico juego de control del poder omnímodo por la vía cibernética.