La profundización del proceso político abierto en 2003 generó contradicciones en la Central que tendrá que resolver en las urnas el próximo jueves. La Lista 10, que lidera Yasky, cerró la campaña con un multitudinario acto en el Luna Park ayer por la tarde.
Frente a más de ocho mil personas la Lista 10 que encabeza Hugo Yasky cerró la campaña para las elecciones internas de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) en el Luna Park. Ayer por la tarde, junto a todos los dirigentes que lo acompañarán en las elecciones del próximo jueves, Yasky fue el único orador en un acto que culminó con la voz y la música de Teresa Parodi.
El discurso del actual secretario general, que va por su segundo mandato, tuvo como eje central la importancia de la unidad de los trabajadores y de la Central. También tuvo una fuerte impronta latinoamericanista y remarcó los avances y las conquistas que se han conseguido en los últimos años con los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Asimismo, Yasky remarcó que el único camino posible que tiene el pueblo argentino es la profundización del proceso con políticas que favorezcan a las mayorías populares.
Mientras caía la tarde y aun se escuchaba el eco del acto de la JP del día anterior, el Luna albergó no sólo a los sectores de la CTA que acompañan a Hugo Yasky, sino también a decenas de organizaciones políticas, sociales y culturales que apoyan su reelección. Estuvieron presentes Martín Sabbatella, Jorge Rivas, Ariel Basteiro, Carlos Raimundi, Eduardo Jozami, Carlos Heller, Eduardo Sigal, Gastón Harispe, Gonzalo Ruanova, Edgardo Depetri, José Tessa, Hugo Cañon, Juan Palomino, Esther Goris y Raúl Rizzo. Y también todo el elenco del Espacio Carta Abierta.
La CTA surgió durante el brutal neoliberalismo menemista de los ’90, desprendiéndose de la CGT liderada por “los gordos”, que vendió a los trabajadores a la reforma laboral denominada “flexibilización laboral”. En ese momento, liderado por Hugo Moyano, también nacía el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA), una corriente interna de la CGT que se oponía a la conducción entreguista.
Germán Abdala, histórico dirigente sindical, secretario general de ATE Capital y militante peronista, era elegido diputado nacional por el Partido Justicialista en 1989, del que luego se iría para integrar el Grupo de los 8. Abdala, junto a Víctor de Gennaro, fue el referente de la fundación de la CTA, de un nuevo modelo sindical que permitiría incorporar a los trabajadores desocupados por medio de la afiliación directa. En 1991, organizaron el Encuentro de Burzaco que continuó en el Congreso de los Trabajadores Argentinos en Rosario -de ahí la sigla-. Lo que primero surgió como una agrupación de dirigentes sindicales pasó luego a conformar una nueva central de trabajadores en el país. En el séptimo Congreso Nacional de delegados se modificaría el estatuto y el nombre pasaría a ser Central de los Trabajadores Argentinos.
Si el planteo autonomista opositor de Pablo Micheli (Lista 1) y De Gennaro se impone, el proceso político abierto podría sufrir un revés importante, y se debilitaría la resistencia y el avance contra los grupos monopólicos, el capital concentrado, las patronales agropecuarias, los grupos mediáticos hegemónicos, la oposición cipaya y los “golpes destituyentes”. En definitiva, los perjudicados serían los trabajadores, ocupados o desocupados, y el conjunto del pueblo.
Para dimensionar lo que está en juego en estas elecciones, basta recordar que durante el conflicto con “el campo”, mientras el sector de Yasky participaba del acto en el Congreso convocado por el campo nacional y popular, De Gennaro recibía en la sede nacional de la CTA a Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria e integrante de la “Mesa de Enlace”.
Hoy De Gennaro apoya la lista de Micheli, a Fernando Solanas y se opone a los avances que viene dando el Gobierno desde el 2003. En 1984 en una entrevista publicada en De Vandor a Ubaldini (CEDAL. Osvaldo Callelo y Daniel Parcero), De Gennaro decía: “…hay algo que lo trabajadores hemos aprendido durante todos estos años, y es que las propuestas políticas sólo son viables cuando existe una relación de fuerzas que las posibilita, pues de lo contrario no pasan de ser buenas intenciones o grandes ideas”. Es una pena que no recuerde sus palabras o, si las recuerda, no analice la correlación de fuerzas existentes en la actualidad.
Yasky comenzó su militancia a principios de los ’70 y fue delegado docente hasta que la dictadura cívico-militar lo apartó. Con el retorno de la democracia volvió al sindicalismo, fue secretario general de SUTEBA, de CTERA y de CTA de la Provincia. En 2006 fue electo para conducir la CTA Nacional. En la Lista 10 lo acompañan como secretarios adjuntos Pedro Wasiejko y el Marcelo “Nono” Fondizi, Roberto Baradel (SUTEBA) como candidato a secretario general de la CTA de la Provincia de Buenos Aires, y Beto Pianelli (delegado de Subtes) como candidato a secretario general de CTA Capital. Además, cuenta con el apoyo de Stella Maldonado (CTERA), el legislador porteño Francisco “Tito” Nena, y Eduardo López (UTE), entre otros.
Revista Zoom entrevistó a Hugo Yasky para que nos cuente cómo ve el futuro de la Central y nos explique qué se está discutiendo. “Estamos discutiendo si queremos una CTA testimonial, eje de un oposicionismo permanente, o una Central capaz de articular el movimiento político y social, en el que sosteniendo el rumbo intentemos ir por más. En la actual coyuntura, la derrota del kirchnerismo sería un retroceso enorme, cuyas consecuencias son aún imprevisibles. Para que esto no ocurra, nuestro espacio es uno de los tantos en los que estamos intentando construir la unidad del campo popular”, comenzó diciendo.
Diferenciándose de la posición asumida por Micheli y De Gennaro, el actual secretario general nos dijo que “el escenario de la disputa nos sitúa con enemigos que nosotros ya conocimos antes y que no podemos subestimar. Existe un gobierno que se salió del molde, del surco que habían trazado los sectores de poder. No podemos decir alegremente que da lo mismo quién gobierne en 2011”.
¿Qué evaluación hace de estos cuatro años como secretario general de la Central?
En estos cuatro años logramos ocupar un espacio importante en el debate político nacional, pudimos posicionar a la CTA como expresión de una parte del movimiento popular y de la clase trabajadora argentina. Legitimamos la palabra y la presencia de la Central en la discusión de las políticas públicas, sin ser simplemente una expresión testimonial, tomando partido en los momentos en que hubo que definir políticas desde el campo popular para pararnos en la disputa nacional contra los grupos económicos, los grandes medios de comunicación, la jerarquía eclesiástica, los sectores vinculados al poder económico concentrado y la burguesía agraria. Es decir, supimos tener autonomía respecto del gobierno, de los partidos políticos, pero no fuimos neutrales en los momentos en los que la divisoria de aguas ponía de un lado los intereses de los sectores populares y del otro los de los grupos del poder fáctico.
¿Qué expectativas tienen para las elecciones del 23?
Estamos muy bien en Santa Fe, Buenos Aires, el noreste (Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones) y algunos lugares de la Patagonia, donde vamos a hacer una buena elección. Tenemos una gran expectativa respecto de los resultados electorales, aunque al mismo tiempo sabemos que va a ser un proceso difícil, con golpes bajos de los compañeros del otro sector. Pablo Michelli nos ha acusado, por ejemplo, de querer entregarle la CTA al Gobierno Nacional. Es decir, hay un sector que se considera dueño de la CTA bajo una visión patrimonialista que forma parte de las deformaciones del movimiento sindical.
¿Cuál es el debate de fondo?
La confrontación entre dos concepciones contrapuestas en lo que se refiere al modelo de Central. Una central de trabajadores no puede formar parte de un entramado político opositor, convertirse en una piecita más de un engranaje donde terminemos siendo furgón de cola de las políticas de distintos sectores, en muchos casos de la burguesía, como observamos en las alianzas que se tejen en lo que se denominó el “Grupo A”. Una Central tiene que tener una real autonomía del Gobierno, pero también de esos engranajes opositores, y sobre todo en un tiempo como el actual, en el que ser opositor no significa necesariamente tener rasgos de progresismo en términos políticos, como sí ocurría durante el menemismo. En ese entonces, ser opositor definía un posicionamiento político claro. Hoy uno puede ser un acérrimo opositor al Gobierno y al mismo tiempo un exponente de la derecha. La Central debe ser un instrumento de la clase trabajadora y debe ser una Central que sume movimientos sociales, organizaciones sindicales, militancia barrial, y no convertirse en una central expulsiva que intente agrupar todo detrás de un solo proyecto político, que intente subordinar la diversidad de pensamiento a una sola mirada.
Nosotros no creemos en una Central que se tenga que uniformar detrás de un pensamiento único al servicio de la construcción de una alternativa de oposición. Creemos, por el contrario, en una Central con autonomía y que sea capaz de bancar lo que haya que bancar cuando estén en juego avances para el campo popular, porque si no uno escupe contra el viento. Cuando apareció la posibilidad de salir a pelear por una vieja bandera de lucha nuestra, como fue la recuperación del sistema jubilatorio para el sector público, había que salir a bancarla. O cuando se consustanció algo por lo que peleamos durante años, una nueva ley de medios, había que elegir entre tener una actitud oportunista y esconderse para después poder seguir pasando por los grandes medios de comunicación, o ponerse de pie para bancar la democratización de los medios. Lo mismo cuando surgió lo de la (resolución) 125 también hubo divisoria de aguas.
¿Lo dice por la reunión de De Gennaro con Eduardo Buzzi?
Para De Gennaro, los cortes de ruta liderados por la burguesía agraria eran una pueblada, un movimiento popular que cuestionaba a un gobierno carente de credibilidad. De Gennaro terminó haciendo un acto para reivindicar al titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, y nosotros terminamos marchando en apoyo de las políticas de retenciones con segmentaciones que favorecieran a los pequeños y medianos productores, y lo hicimos junto al movimiento campesino, a la Tupac Amaru, a los compañeros del MTL, los sindicatos y otras organizaciones.
Eva Perón decía que para los trabajadores todos los derechos se conquistan con luchas, nadie nos va a regalar nada. La CTA apareció como respuesta ante la emergencia de una nueva estructura de la clase trabajadora en la Argentina y en el mundo. Nosotros construimos otro modelo, con otra política, pero esto no significa que cuando haya que ponerse al frente de las demandas laborales busquemos la unidad en la acción, como lo hicimos con la CGT frente a los despidos de 27 compañeros en el grupo Vila-Manzano. Para la conciencia de la clase trabajadora la unidad en la acción no se discute, aunque uno mantenga las diferencias.