Esperando el futuro

Definiciones, desafíos y tribulaciones de un gobierno en compás de espera y con la deuda como línea de corte.

Mientras el verano trascurre con altas temperaturas, con una temporada turística exitosa, la mejor del último lustro, Alberto Fernández luego de recorrer los principales países europeos con intereses en la Argentina buscando consensos, sigue trabajando en la renegociación de la deuda externa, Axel Kicilioff paga la deuda de 250 millones de dólares, mientras negocia reprogramar la deuda provincial, muere el Juez Bonadío, símbolo de una justicia Argentina corrupta y enferma, escala el debate sobre la libertad de los presos políticos, niños wichi mueren de desnutrición o de causas totalmente evitables, ante la indiferencia de la sociedad. La realidad Argentina sigue mostrando una situación política y económica compleja y peligrosa.

Los primeros pasos

La acción del gobierno pareciera no arrancar a la espera de los resultados de la renegociación de la deuda externa.

El éxito en esa tarea es clave para poder encarar la etapa que viene. Sin un acuerdo con el FMI y acreedores privados que prorratee los vencimientos en los años venideros. Sin ese acuerdo se hará dificultoso pensar un plan de crecimiento sostenible en el mediano y largo plazo.

En lo interno, como medidas concretas, solo puede mostrar como política efectiva la tarjeta alimentaria, tendientes a solucionar en forma urgente el tema del hambre y volcar ingresos en los bolsillos de los sectores populares. Estas políticas, si bien necesarias y bien encaminadas, se muestran insuficientes ante el deterioro del tejido social y la pauperización de sectores importantes.

Los primeros casi sesenta días apuntaron, aunque parcialmente, a atacar ese flagelo, con medidas de distribución directa de volcar recursos hacia los sectores que más habían quedado rezagados durante los últimos cuatro años. Los resultados de la transferencia de ingresos vía bonos, aumentos de salario, congelamiento de tarifas y el programa alimentario comenzaron a mostrar algunos resultados, sobre todo ayudaron a cambiar las expectativas de la población. Es evidente el cambio de humor y de expectativas. Esto se vio reflejado en la exitosa temporada turística.

La puesta en marcha

La idea de Fernández es que el consumo ponga en marcha el motor de la economía y que las exportaciones sean el combustible que le permitan seguir andando. El consumo reprimido después de casi dos años completos de caída en las ventas y la capacidad de producción instalada ociosa, por la crisis de las pymes, son una oportunidad para que una inyección de recursos en los sectores bajos y medios bajos reactiven rápidamente vía demanda el mercado interno,

Las medidas de contingencia, reducción de la tasa de interés, estabilización de los precios internos, controlar valor del dólar y demás variables de la macroeconomía deberían dar paso a un plan económico consistente y de largo plazo.

Esta claro que el gobierno deberá cabalgar en los próximos cuatro años con tres frentes complejos y a veces contrapuestos, iniciar un proceso de crecimiento sostenido, esto solo puede hacerse con un programa de reindustrialización acelerada, con base en el sector pyme, y en este marco generar puestos de trabajo bien remunerados; hacer frente a los pagos de intereses y capital originados en la deuda contraída por el gobierno de Macri y tal vez lo más complejo, encarar un proceso de inserción social, económica y política de amplios sectores de la población.

La experiencia histórica y la etapa kirchnerista anterior muestran que un modelo basado en el consumo interno, lleva a una crisis externa, por falta de divisas para afrontar el proceso productivo. Esta crisis es estructural en nuestra historia, llamada “stop and go” y muy estudiada por los historiadores económicos. En necesario acompañar el desarrollo del mercado interno con una política fuerte exportadora que genere los dólares necesarios.

En ese sentido el sector más viable es la exportación de alimentos. Argentina produce y exporta commoditys agro pecuarios, sin embargo es necesario exportar valor agregado.

En ese sentido es necesario dejar de lado la matriz económica primaria y enfocarse a generar más riqueza a partir de la producción agro pecuaria.

Si bien hay grupos de productores rurales enganchados en discusiones pasadas de moda, generando tractorazos y corte de ruta, negándose a pagar impuestos y queriendo seguir viviendo en forma parasitaria de las ventajas comparativas de nuestro suelo, hay otros, más numerosos, que están viendo una oportunidad de negocios muy interesante. Es necesario construir una burguesía agro industrial activa y dinámica que acompañe este proceso.

Energía, petróleo, gas, oro, litio y otros minerales son potenciales fuentes de ingresos de divisas en el mediano plazo. Hoy estos sectores se están explotando muy por debajo de su potencialidad. Según algunas proyecciones estos sectores podrían aportar más de 10 mil millones de dólares anuales.

Es necesario dar a estas explotaciones un marco de sustentabilidad del ecosistema en el mediano y largo plazo y generar condiciones para el agregado de valor a la exportación de estos productos.

Otra fuente de ingresos de divisas es turismo internacional, Argentina cuenta con ventajas comparativas importantes, si bien está lejos de los centros mundiales el flujo de turistas es importante, sobre todo cuando se tiene como ahora un dólar competitivo: es necesario un programa de desarrollo, inversión y promoción del sector.

El ultimo y tal vez el más importante en el largo plazo es la inversión y desarrollo en ciencia y tecnología aplicada y asociada a la producción. La exportación de servicios informáticos, software, industria nuclear y aeroespacial, etc, son fuente de ingresos importantes en un mediano plazo. Pero a su vez la aplicación de los avances tecnológicos y científicos redundara en mejoras en los sistemas productivos, logrando mayor productividad de toda la economía.

Para el logro de todos esos objetivos es fundamental reconstruir el Estado como agente dinamizador, planificador, articulador y desarrollador de la economía.

La deuda interna

Según el INDEC cerca del 40% de la población se encuentra bajo la línea de la pobreza, con muchos sectores muy por debajo de la línea de indigencia. Esta deuda interna no puede esperar. La muerte de niños wicchi en Salta es una afrenta a la sociedad argentina, la incapacidad y perversidad del gobierno salteño que está destruyendo el ecosistema del Chaco salteño y generando un verdadero genocidio sobre la población aborigen, debe obligar al gobierno nacional a una rápida respuesta humanitaria de alimentos, agua y atención médica sobre esos compatriotas olvidados.

Existen muchos sectores que deben ser atendidos a partir de ayudas directas urgentes, la tarjeta alimentaria es una buena herramienta, pero solo atiende a sectores ya protegidos.

Claramente el trabajo es la herramienta más directa para lograr inserción social y dejar atrás la pobreza y la indigencia. Sin embargo los últimos lustros de crecimiento e industrialización han mostrado que la economía argentina no genera puestos de trabajo suficientes. Debería estudiarse más a fondo este fenómeno, pero no parece ser solo causado, como dicen algunos, por falta de capacitación y calificación de la mano de obra, sino una incapacidad de generar nuevos puestos de trabajo dentro del sistema productivo actual.

Por ello es fundamental encarar el proceso de reindustrialización basado en las mipymes, ya que estas son generadoras de puestos de trabajo. Además es necesario encarar actividades productivas que requieran mano de obra intensiva, en ese sentido un programa nacional de construcción de viviendas y la pequeña obra pública pueden cumplir la doble función de generar empleos y a su vez construir infraestructura social.

Para completar una estrategia de solución de la deuda social es fundamental invertir en salud, educación y capacitación en programas de largo plazo.

En síntesis es necesario encarar un proceso sostenido de crecimiento económico, industrialización, con fuerte inserción social, sin caer periódicamente en situaciones de estrangulamiento externo.

El desafío es muy grande, porque el escenario local e internacional es altamente complejo y amenazante.

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