“El principal sujeto de cambio continúa siendo la clase trabajadora”

Candidato a secretario general de la Central en la Provincia de Buenos Aires, el actual secretario adjunto de la CTA de la Provincia y secretario general de SUTEBA, a pocos días de las elecciones, analiza la interna y el momento político que vive el país.

El jueves 23 de septiembre la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), tendrá que elegir entre la Lista 10, que encabeza Hugo Yasky, y la Lista 1, que lidera Pablo Micheli. Esta elección además definirá el rumbo que tomará la Central en los próximos años. Aunque no son la únicas listas, están también las del PO, el PTS y el MAS, cuya representación es mínima entre los afiliados, la disputa se da entre los dos sectores que provienen de la línea histórica sembrada por Germán Abdala.

Roberto Baradel, que acompaña a Yasky en la lista como candidato a Secretario General de la CTA en la Provincia de Buenos Aires, en la actualidad es Secretario General del gremio docente de la Provincia de Buenos Aires (SUTEBA) y Secretario Adjunto de la CTA también de la Provincia.

Un café, una biblioteca repleta, la presencia en varias imágenes de Evita y el recuerdo, en un homenaje de la CTA de Lanús, a un viejo compañero asesinado, perteneciente a la agrupación en que comenzó su militancia en aquel barrio, nos recibieron para comenzar a charlar.

¿Cómo ves al pueblo argentino y la etapa política que estamos viviendo?

Creo que estamos viviendo un proceso político riquísimo en perspectiva de avance del campo popular. No solamente en la República Argentina, sino en toda Latinoamérica, un avance como no se ha dado en estos doscientos años. Creo que el pueblo argentino está para más, que no vamos a aceptar retrocesos y que el Bicentenario, 6 millones de personas en la calle, de diversos sectores, clase media, trabajadores, sectores muy humildes, muestra a las claras que se quiere configurar un país diferente.

En la etapa actual, ¿qué sectores sociales crees que pueden motorizar los cambios más profundos?

El principal sujeto de cambio continúa siendo la clase trabajadora. En esto incide la estructura económica, pero es fundamentalmente una construcción histórica. Siempre hubo muchas iniciativas de organización de la clase trabajadora y fue en la década del ’40 cuando tomó cuerpo, dimensión y sustancia política. A partir de ahí el movimiento obrero en la República Argentina ha sido central en las disputas por la distribución de la riqueza, por pelear por un país con justicia social, por la independencia económica y la soberanía política. O sea, un país inclusivo, un país para todos. Hablando de esta última etapa, durante la dictadura militar más sangrienta que tuvimos, y después en los años ’90 que fueron su continuidad, quisieron destruir el aparato productivo del país junto con la resistencia y la posibilidad de avance de los trabajadores, de los sectores populares. A pesar de que hubo grandes luchas, cortes de ruta, movimientos de desocupados, la carpa blanca, la marcha federal que hicimos en conjunto con el MTA (Movimiento de los Trabajadores Argentino), la resistencia a las privatizaciones, la marcha del trabajo, el FRENAPO, el año 2001, durante el neoliberalismo se fue configurando una nueva estructura de la clase trabajadora y han dejado muchos excluidos. Trabajadores que no tienen trabajo, no formales, precarizados… Desde el año 2003 para acá se empezó a modificar esa situación aunque, si bien se ha avanzado en la lucha contra el desempleo, todavía la calidad del trabajo continúa siendo un problema a resolver. En ese marco, teniendo en cuenta esa nueva realidad de la clase trabajadora, para nosotros, tanto los trabajadores del Estado, como los trabajadores privados, los formales y los no formales, los precarizados, los que hacen changas, los trabajadores desocupados, los jubilados, somos todos integrantes de la clase trabajadora como sujeto político.

¿Cómo ves hoy la relación entre sindicalismo y política?

Yo provengo de una agrupación que no es una agrupación sindical, nos definimos como una agrupación político-sindical. Porque es central la participación política, el entendimiento, la comprensión, pero también la iniciativa política de la clase trabajadora. Porque sin iniciativa política nos limitamos a hacer lo que el poder instituido quiere que hagamos, que es solamente mirarnos el ombligo, defender algún que otro derecho corporativo que tenemos como clase y no mirar integralmente la posibilidad de transformación país. Por eso creo que es fundamental la vinculación del sindicalismo y la política, porque como sujetos políticos los trabajadores tenemos que tener fuerte incidencia en la política argentina, en la política latinoamericana y en la política mundial.

¿Cómo caracterizas el presente y el futuro de la CTA?

La veo bien, con un proceso de debate interno muy rico porque se están jugando dos concepciones al interior de la CTA. Una, la que representa Hugo Yasky, que propone una Central autónoma del Gobierno, de los patrones y de los partidos políticos, pero una autonomía que no significa prescindencia o asepsia política. Cuando nosotros decimos esto, estamos diciendo que cuando el proceso político está en juego, los trabajadores tenemos que tomar posición. En el marco de la Resolución 125 fuimos muy claros. Teníamos que salir a sostener que el Estado tiene la obligación de gravar a los sectores de mayor capacidad contributiva para distribuir la renta en nuestro país. No podemos corrernos de ese tipo de disputa cuando está en juego el avance de los procesos populares en nuestro país.

Hay otro sector que, lamentablemente, cree que la CTA tiene que ser parte de la estrategia de determinado partido político, que en lugar de tomar como enemigo principal a las patronales, toman como enemigo central al Gobierno o -incluso- a la CGT. Nosotros hoy no tenemos esa hipótesis de conflicto. Somos críticos del Gobierno, confrontamos cuando es necesario hacerlo, pero lo que no podemos hacer es abonar a la estrategia de los grupos económicos mirando todo lo que hace el Gobierno como malo -inclusive la Asignación Universal por Hijo, la estatización de las AFJP, la política de Derechos Humanos-, porque eso es ser funcional a aquellos que no quieren la distribución de la riqueza en nuestro país.

Entonces, la hipótesis de conflicto nuestra es con los grandes grupos económicos y todos aquellos que quieran frenar el avance que se está dando en nuestro país. Reconocemos avances dentro del proceso político y también creemos que hay una debilidad muy grande en cuanto a la construcción política que ha llevado adelante el gobierno y que los trabajadores nos tenemos que parar autónomamente sobre esa cuestión.

La diferencia fundamental es: o los trabajadores somos una central autónoma con plena decisión, parados en defensa de los intereses de los trabajadores, o somos el furgón de cola de la estrategia política de algún sector progresista o de centroizquierda que termina aliándose, en el marco del “Grupo A” como ha pasado, y haciéndole el juego a la derecha. Eso es lo que se está disputando.

Así como al interior de la CTA se generan discusiones, al interior de la CGT también. ¿No te parece que las condiciones han cambiado y que entonces hay una discusión generalizada sobre el modelo sindical y la construcción política posible?

Sí, creemos que hay un cambio de época. Somos fervientes defensores de los cambios políticos que se están dando en toda Latinoamérica y en la República Argentina. Presenciamos un debate político que nos está atravesando a todas las organizaciones, y no sólo a las organizaciones sino a la sociedad en su conjunto.

Para nosotros hay claramente dos bandos en nuestro país: un bando que son aquellos grupos económicos o aquellas instituciones y personas que entienden que hay que mantener una estructura de privilegios en Argentina; y hay otro bando que es el campo popular, en el cual pretendemos un país igualitario, un país inclusivo. Ahora, entre esos dos bandos, hay una intersección. Es el bando de los oportunistas. Que aplaudieron rabiosamente las privatizaciones porque íbamos a entrar al primer mundo y hoy aplauden la estatización de las AFJP. Algunos de esos que hoy están de este lado es bueno tenerlos por la correlación de fuerzas, pero uno sabe perfectamente que no se puede contar con ellos para construir una estructura política sólida que no sólo sostenga los cambios que se vienen produciendo, sino que los profundice. La concepción que tenemos nosotros es que si hay empate empezamos a retroceder nuevamente. No puede haber empate, tiene que haber avances y profundización del proceso político.

¿Cuáles son las grandes líneas para esta construcción política?

Mayor unidad popular, nosotros no fomentamos la fragmentación sino la unidad, por eso conformamos el frente gremial en la Provincia de Buenos Aires, con sindicatos de CTA, CGT e independientes. Marcos de participación más claros, con participación de diferentes sectores, como se hizo con la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, con la Ley de Educación, algo que no se hizo con el tema de la renta agraria, que hubiera sido diferente si se hubiera abierto a la discusión. Mayor democracia, profundización de los cambios a nivel político y profundizar la unidad latinoamericana.

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