PADRE: he pecado,
he pecado gravemente
contra las leyes de Dios y de los hombres,
he robado a mis vecinos,
les he sacado sus tierras,
les he quitado el pan de la boca
a sus hijos y a sus mujeres encinta.
(…)
Bien,
vete en paz, hijo de puta,
ego te absolvo
in nomine patris,
et filii
et spiritus sancti
amen.
(Jorge Canese: Paloma blanca, paloma negra, 1982)
Sigo siendo el rey
Este verano Arnaldo Giuzzio manejaba rumbo a Brasil, destino turístico común para quienes pueden permitirse ver el mar, cuando sufrió un desperfecto con su coche. La única persona a su alcance que alquilaba vehículos blindados era un tal Marcus, a quien conocía en carácter de representante de una empresa de seguridad bajo el nombre de Black Eagle. Firmó un contrato de alquiler y usó el nuevo vehículo; lo que no se imaginaba era que luego eso se usaría para decir que estaba vinculado a una organización criminal. Es que Marcus no era nadie menos que el narcotraficante brasileño Marcus Vinicius Espindola.
“Hablé con el señor Vinicius en más de una ocasión, siempre sobre los servicios de su empresa y antes de tomar conocimiento de su participación en una organización criminal”, publicó en Twitter, ante lo cual llovieron comentarios al estilo de “ni usted se lo cree, ministro”. No tardó en ser removido del cargo que ocupaba, Ministro del Interior de Paraguay, pero aquí no terminó su pesadilla; su domicilio fue allanado este 16 de agosto, y las acusaciones en su contra se siguen montando. Según Giuzzio, “el Patrón” está detrás de todos estos infortunios. ¿Pero quién es el Patrón?
Horacio Manuel Cartes Jara fue presidente del país vecino desde 2013 hasta 2018 y sigue siendo el hombre más poderoso del país. Dueño de Banco Amambay, de Tabacos del Paraguay S. A., de Tabacalera del Este S. A. (TABESA), de Bebidas del Paraguay (productora de las populares bebidas Pulp y Puro Sol), y alguna vez director de la selección de fútbol, ejerció una presidencia caracterizada por cierto alejamiento de la tradición de su partido, la Asociación Nacional Republicana –también conocida como Partido Colorado, la mayor fuerza política en el país desde 1947–.
Neoliberal al máximo, tendió a privilegiar sus actividades financieras por sobre el interés general: mismo molde de Stroessner, mismo molde de Noriega en Panamá o de Somoza en Nicaragua, mismo apoyo estadounidense y misma retirada de ese apoyo cuando los intereses mutuos entraron en conflicto.
No sorprende que Cartes nos traiga recuerdos de un personaje como Mauricio Macri, ni debería sorprendernos que efectivamente sean amigos. Ya lo confirmó Sergio Massa este 14 de junio cuando ante el escándalo por el avión venezolano-iraní declaró: “ANAC, PSA y Migraciones actuaron como corresponde pero hay que tapar la existencia o la presencia de una tabacalera en Paraguay, que es de un socio de un dirigente político argentino”.
El currículum criminal de Cartes es extenso. En la década de 1980 ya había pasado cuatro años prófugo por estafar al Banco Central de Paraguay, y desde entonces no supo parar. Son de público conocimiento su participación en el contrabando internacional de cigarrillos y su vinculación con personajes ligados al lavado de dinero como el brasileño Darío Messer, a quien llama su “hermano del alma”. Ya pueden consultarse sus rutas del dinero –denominadas “Patron Papers”– en un reporte oficial del Estado paraguayo, gobernado actualmente por su correligionario colorado Mario Abdo Benítez, quien pertenece a la facción opuesta. (Cabe preguntarse en qué punto confluye el tráfico de estupefacientes con la ruta del tabaco; el humo se antoja como apenas un indicio, un incorpóreo hilo de Ariadna.)
El patrón, acorralado
A pesar de su trayectoria de décadas de ilegalidad, recién el 22 de julio de este año se publicó una declaración de prensa en la página oficial de la Secretaría de Estado de los Estados Unidos bajo el título “Designación del expresidente paraguayo Horacio Manuel Cartes Jara por participación en corrupción significativa”. El texto reza:
El ex presidente Cartes obstruyó una importante investigación internacional sobre el crimen transnacional para protegerse a sí mismo y a su asociado criminal de un posible enjuiciamiento y daño político. (…) Además, estas acciones permitieron y perpetuaron la participación recientemente documentada de Cartes con organizaciones terroristas extranjeras y otras entidades designadas por los Estados Unidos, lo que socava la seguridad de los Estados Unidos contra el crimen y el terrorismo transnacional y amenaza la estabilidad regional.
Similar suerte corrió el vicepresidente Hugo Velázquez –facción abdista–, quien renunció el 12 de agosto por acusaciones de vinculación con el Hezbollah. El diario israelí Aurora sembró las sospechas al reflotar fotos del 2015 en las que Velázquez toma sol en una playa libanesa con Ali Hijzi y otros líderes islámicos. Es que el famoso avión venezolano-iraní tuvo una escala paraguaya de tres días en Ciudad del Este, ciudad famosa por el contrabando y el lavado de activos, antes de seguir su vuelo rumbo a Aruba. El cargamento de cigarrillos –por un total de U$S 755 mil– pertenecía nada menos que la empresa Tabacalera del Este S.A. (TABESA), de Cartes.
Cómicamente, Velázquez anunció el 18 de agosto que finalmente no renunciará y que decide permanecer en su cargo, invocando la garantía del debido proceso y calificando de “chisme” a las acusaciones de la embajada. En todo caso, el traspiés es evidencia de que el Partido Colorado no es tan estable como puede llegar a parecer. El embajador estadounidense en Paraguay Marc Ostfield, mientras tanto, asegura que las acusaciones de corrupción no tienen motivación política alguna, como si todo no fuera política.
En este punto cabe preguntarse: ¿cómo pasó Cartes de ser un aliado estratégico de Estados Unidos a ser señalado públicamente como corrupto? “La impresión que tenemos es que Estados Unidos está confrontando con Cartes porque Cartes es un empresario insaciable”, me dice Najeeb Amado, Secretario General del Partido Comunista Paraguayo. “Se corta solo y genera un grado de acumulación tremendo. Sigue teniendo en sus manos el Ministerio Público, la Fiscalía, que es la que allanó la casa de Giuzzio por ejemplo. Los Estados Unidos buscan una alternancia, un gobierno que no sea colorado, y que permita que la fluidez de los negocios sea mucho más intensa, que no tenga tantas mediaciones. Los colorados están acostumbrados a demasiada coima, una inversión llega al país y los colorados tienen que coimear aquí, allá, y ralentizan el flujo de capitales”. Por otro lado afirma que “la búsqueda de la embajada no es actual, viene de hace tiempo. Buscan atacar a Cartes y Velázquez para descomprimir el poder. Son dos golpes a las dos facciones del Partido Colorado, buscando darles mayores posibilidades a la oposición no colorada. Giuzzio es un elemento de la embajada, y como todo elemento de un país dominado por la narcomafia, posiblemente tenga sus chanchullos, pero también es posible que sea una operación de Cartes”.
A modo de coda
Próxima estación: Esperanza
Si algo reina en la política paraguaya eso es la confusión: la senadora liberal, aunque de algún modo al mismo tiempo cartista, Zulma Gómez murió el 31 de julio de 2022 en Ciudad del Este, por donde había hecho su “parada técnica” el avión venezolano. Sus familiares afirmaron que Gómez se había encontrado por la noche con un grupo de jóvenes para hablar de política antes de acostarse en un colchón sobre un muelle a orillas del lago Acaray, donde fue encontrada sin vida por la mañana. Una nieta le había pedido dos veces que volviera dentro de la casa, diciéndole “abuela, entrá, que hace frío” pero ella en ambas veces se negó, diciendo que necesitaba “reflexionar”.
La candidata añorada por el progresismo paraguayo era Esperanza Martínez, apoyada por Fernando Lugo, quien actualmente se encuentra internado a raíz de un accidente cerebrovascular (esperamos que se mejore). Sin embargo se bajó de su candidatura hace tres días. El 17 de agosto se presentó Efraín Alegre –presidente del PLRA– como precandidato. En cuanto al oficialismo, su precandidato es Arnoldo Wiens, exministro de Obras Públicas. El 18 de agosto fueron asesinados dos campesinos tras un enfrentamiento en Marina Cué, tierras ubicadas en Curuguaty, sede de la masacre orquestada para destituir a Lugo. El enfrentamiento tuvo lugar entre facciones opuestas: una es liderada por la “Asociación de Familiares y Víctimas de la Masacre de Curuguaty” –según testigos, estas personas se dedican a lucrar con la masacre original y dejaron entrar a un intruso brasileño con intenciones de apropiarse de la tierra– y la otra es liderada por los “Hermanos Castro”, a cuyo grupo pertenecen las víctimas mortales, Osmar Benítez y Demecio Rojas. ¿Será el Patrón quien está acorralado, serán los paraguayos, seremos todos? Por suerte recuerdo la frase del activista estadounidense David Graeber: “La verdad última y oculta del mundo es que es algo que hacemos, y que fácilmente podríamos hacerlo de manera diferente”.
Agustina Quintana forma parte del Centro de Investigación en Derecho Crítico (CIDerCrit) y es ayudante en la materia Derecho Político (JurSoc-UNLP).