Especial desde Santa Fe. Antonio Bonfatti, Agustín Rossi y Miguel Del Sel van a dirimir el próximo domingo quién será el sucesor de Hermes Binner por cuatro años en el gobierno de la provincia de Santa Fe. Los sondeos dan como favorito al candidato del Frente Progresista Cívico y Social, aunque la irrupción del Midachi y las dudas sobre cómo jugará el peronismo anti K ponen un manto de duda sobre los porcentajes finales que arrojarán las urnas.
El cierre de campaña de Antonio Bonfatti será en el norte provincial, donde el Frente Progresista trata de dar fin al viejo caudillismo de los senadores pejotistas. Pese a que cerca del 70% de los subsidios que entregó el gobierno de Binner fueron para comunas del sur, allí estará el actual ministro binnerista para afianzar un triunfo que sabe seguro.
En cambio, Rossi lo hará en Rosario -donde las encuestas le dan mejores presagios- con un acto multitudinario en el que tocará La Bersuit, en abierto apoyo a su candidatura. No obstante, y aun cuando varias personalidades de la cultura se mostraron en favor del candidato peronista, la visita de la Presidenta este martes fue lo que arrancó la sonrisa mayor del Chivo.
Mientras tanto, Miguel del Sel llevará adelante una caravana por los barrios del oeste de la capital provincial, a la búsqueda de replicar el voto conseguido por su mentor -Mauricio Macri- en las zonas más carenciadas. Lo acompañarán ex peronistas, viudas de un reutemanismo en retirada, que como Lole, jamás fueron kirchneristas.
Si bien no han trascendido datos en los últimos días, las encuestas conocidas con anterioridad hablan de un triunfo de Antonio Bonfatti. Claro que aquí no está medido el resultado del debate entre los candidatos llevado adelante el último sábado ni el efecto Cristina, que pasó por el sur provincial abrazando a Rossi. Algo tarde, al decir de los más ultras.
Con respecto al debate, Miguel del Sel utilizó todos los giros Durán Barba que se acordó, porque a pesar de su gimnasia actoral, muchas veces dio la sensación de no haber tenido tiempo para estudiar el libreto. Bonfatti, ganador en los sondeos previos, eligió la cautela y se victimizó por un supuesto destrato del gobierno nacional. Así, Rossi, con experiencia parlamentaria y datos concluyentes, fue el claro ganador.
Pero se sabe que ganar, a la hora de la discusión política, no siempre se mide en la misma tabla de posiciones. El oficialismo, acompañado por una anuencia mediática que a esta altura más que simpatía es complicidad, ha sabido vender muy bien que el tono crispado no sirve y que la búsqueda del consenso es el camino a seguir.
Aún cuando el triunfo de Bonfatti se da por hecho, hay algunos factores que vale analizar para palpitar el resultado final. El primero es saber cómo jugarán los radicales no orgánicos (y algunos orgánicos también), con los que el socialismo no ha sido muy generoso en la conformación de listas y que se vieron sorprendidos con la candidatura de Binner a presidente, en desmedro de la de Ricardo Alfonsín.
Las otras: por un lado comprobar hasta dónde escalará Del Sel, con su discurso desideologizado, el arrastre de las elecciones porteñas y el aluvión publicitario PRO que lo paseará por todos los programas posibles de Buenos Aires donde, claro, se deberá tener una condición: no hablar de política. O saber hasta dónde honrarán a Rossi los perdedores de la interna justicialista, a los que hoy se los ve tirando agua para su molino, más que apoyando a quien se comprometieron a hacerlo.
De cómo se resuelvan estos interrogantes también saldrán las respuestas para los resultados finales. Hay quienes pretenden que Bonfatti se valdrá del crecimiento de Del Sel para estirar la ventaja a límites insospechados. Hay quienes hablan de un batacazo del Midachi, sumando votos reutemanistas y de sectores postergados. Y hay quienes piensan que Rossi, con su coherencia y su militancia sin descanso, podrá llegar a la Casa Gris. Claro que estos últimos tienen que tener una condición: ser creyentes. Y más: creer en milagros.