La política del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, continúa su rumbo y la gestión cada día gestiona menos. Mientras la Justicia investiga las escuchas telefónicas el gobierno empresarial lleva a cabo sus “significativas” obras.
En la permanente improvisación que pareciera ser el paradigma de trabajo del conjunto de esta “gente con mentalidad empresaria” que eventualmente detenta la administración de la Ciudad de Buenos Aires, se constatan a diario flagrantes contradicciones entre el “decir” y el “hacer”. Entre lo que se proclama -con mucho autobombo y aplausos mediáticos- y lo que efectivamente sucede en la realidad más pedestre -meticulosamente “ocultado” por los “parlanchines” oficiales y piadosamente tratado por las corporaciones de la información o desinformación si se prefiere- lo cual no nos impide aún a los menos avisados, darnos cuenta de que “algo huele a podrido en Dinamarca, Hamlet”… y ya no se puede ocultar.
Pongamos por caso la construcción de “una red de bicisendas y ciclovías que la administración porteña está ampliando para darles a los vecinos la opción de trasladarse por ese medio y en forma segura en las zonas de intenso tránsito vehicular”. En la información que el propio Jefe de Gobierno brindó en oportunidad de un mediático “paseo en bici” por la ciudad en el mes de enero, los sufridos habitantes de Buenos Aires, nos enteramos que la idea del empresario (entre otros rubros del ramo automotriz) es que “pronto mucha gente se anime a andar en bicicleta, la que va al trabajo o a estudiar. Para ello estamos construyendo más ciclovías y bicisendas que nos va(n) a permitir trasladarnos mucho más rápido por la Ciudad”.
En algún momento, algunos funcionarios concibieron la idea de que con la utilización de bicicletas se podría “agilizar el tránsito” y “mejorar la calidad del medioambiente”. Tales resultados, se potenciarían con la “puesta en marcha de los Buses rápidos (BRT) y los carriles preferenciales para el transporte público”. Increíble “síncresis” de medidas “verdes” que no sabemos bien de dónde pueden haber sido sacadas, salvo de algún cuento de hadas en que todo tenga un final feliz.
De los “buses rápidos” (que están por verse) y de los “carriles rápidos”, podríamos hablar en otro momento. De lo que no se puede demorar más en opinar, ya que son una realidad concreta que tenemos delante de nuestras narices, es de las tan mentadas bicisendas o ciclovías, o como usted prefiera llamarlas. Que se están construyendo con una celeridad tal y abarcando calles que no parecieran haber estado en los planes originales, que más que urgencia por resolver el problema del “medioambiente” como le llaman nuestros funcionarios, parecieran tener por objeto resolver el problema de algún bolsillo hambriento de divisas.
Al parecer, hay un “corredor Norte” entre Plaza Italia y Retiro. Un “corredor Sur” desde Retiro hasta la Boca (pasando por Parque Lezama) y dos “ciclovías” una por Virrey Cevallos y la otra por Rincón, para unir Congreso con Constitución. Lo que no entendemos es la finalidad de otros trazados que se realizan “de la noche a la mañana”, sin que se pueda entender bien si “unen” los recorridos mencionados, o que otra función tienen. Además, por ninguna parte se advierte cartel alguno que indique quién construye tales obras ni qué costo tienen las mismas.
Lo que sí es seguro, es que son un adefesio. Se han “incrustado” en calles angostas, en las que generalmente está permitido el estacionamiento en la mano contraria y que -por lo tanto- una vez construida la “senda preferencial” sólo dejan un estrecho pasillo para que recorran autos, micros, camiones y todo lo que se imagine. La obra más robusta son unos cordones que parecieran ser bastante amenazantes donde están, porque en algunas calles son sólo virtuales. Ya que al no poder colocarlos en las entradas de garajes y cocheras, se los reemplaza por una pintura amarilla que no parece ser muy “segura” para los ciclistas. Al igual que los mojones flexibles que se han puesto de moda, no sólo en estos emprendimientos sino en las “doble mano” que se están implementando en algunas avenidas a las cuales es difícil volver a concebirlas tal como eran hasta este “vendaval” de cambios.
El “empresario político” se envalentonó con todo esto -al parecer- cuando “tuvo la oportunidad” (que pagamos entre todos, por otra parte) de hablar en Copenhague en ocasión de la Conferencia sobre Cambio Climático (un verdadero fiasco desde el punto de vista de los resultados prácticos, como ha sido la constante de todas estas “reuniones cumbre”). Allí, “ilustró” a los aburridos oyentes, con un “Plan Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires”, que -según la información oficial- “prevé para el año 2030 una disminución del 30 por ciento de la emisión de gases de efecto invernadero” (tomá mate… y yo con estas mechas…) Para ello, en el plan “diseñado por la actual administración porteña” figura la “utilización masiva de la bicicleta como una de las herramientas para mejorar el medioambiente y combatir el sedentarismo, reemplazando el uso del automóvil, que es una de las principales fuentes de contaminación urbana”.
Lástima que este “Plan” no fuera conocido y debatido más ampliamente antes de llevarlo a un congreso “internacional”, lo cual sólo tiene un valor declarativo (y turístico para quien lo lleva) cuando en realidad tendríamos que conocerlo aquí y ahora. Y pensar bien en lo que se dice. Y en lo que se “planea”, salvo que el dicente sólo tenga ganas de “pavonearse” por allí, con planes “a la violeta” que seguramente muy pocos le reclamarán en el lejano año 2030 (máxime si las “profecías mayas” tienen cumplimiento en el ínterin). Basten algunos ejemplos de temas poco claros y a debatir:
El automóvil sólo es una de las fuentes de la emisión de gases contaminantes a la atmósfera. También lo son otros vehículos de los que nada se dice. Muy irresponsablemente. Y sobre todo, proviniendo de un “ingeniero” que -por otra parte- tiene una fuerte vinculación con la industria automotriz. Todo esto, ¿no será otra forma de “ley seca”?
Es absolutamente irresponsable fijar una tasa de decrecimiento de emisión de gases, tan alegremente como del “30 por ciento”, como si alguien hubiera hecho algún estudio serio en matrices de predicción de datos, que pudiera asegurar tal decrecimiento. Podría haber dicho 20, 10 o 50, total ¿quién iba a preguntar por la seriedad del dato?
Es absolutamente irresponsable propender a la “utilización masiva de la bicicleta” en una ciudad en la que el tránsito tiende a ser caótico. La bicicleta sólo añadirá un factor más de caos. Ya que al no estar patentada, no se pueden individualizar las infracciones que puedan cometer los ciclistas. Aún así, se supone que la capacidad de resarcimiento a potenciales daños que pudieran causar estos vehículos, serán una fuente de conflictos permanente. Por lo exiguo del valor del mismo y la presunta baja capacidad económica de quien lo utiliza. Y lo que es peor: aplicando la jurisprudencia de la “culpabilidad del vehículo mayor” casi cualquier otro vehículo (menos los triciclos infantiles, obviamente) serán responsables por los daños causados al ciclista y a su bicicleta. Y entraremos en otro caos: el jurídico y el judicial. Cualquiera advierte que nada de esto fue pensado.
La única manera en que podríamos pensar en tal “uso masivo” (y adviértase la potencia del término “masivo”) es que nos abstuviéramos totalmente del uso de otros vehículos y sólo circuláramos en bicicleta. Lo cual, evidentemente es tan ridículo que no admite mayores comentarios. O que perteneciéramos a etnias o estirpes mucho más sufridas que la nuestra, que realmente pueden afrontar estos desafíos con mayor estoicismo.
La inmediata ejecución de las obras, es -por lo menos- sospechosa. Pareciera que ya estamos de acuerdo todos en utilizar bicicletas. Pues bien, señor Jefe de Gobierno: le comento que hay una cantidad de fotografías en las que están señaladas fecha y hora, que prueban que por “sus” ciclovías no circula nadie. ¿Qué no escucha bien? Se lo repito: no circula nadie. Y los únicos que hemos visto no mejorada sino disminuida nuestra “calidad de vida” somos los que circulamos en otro tipo de vehículos y los rentistas. Porque tenemos menos espacio para circular. Y porque “pagamos esta fiesta” que sólo lo tiene de convidado a usted.
¿O de dónde sacó los fondos para construir este engendro?. Seguramente de los ABL, de las patentes y de las cuantiosas multas que sí puede hacerle a los vehículos patentados (y contribuyentes). Si usted está dispuesto a “hacer de Robin Hood” avísele a Russell Crowe. Aunque creo que ya terminó de filmar la película y que ésta está por estrenarse. Y pídanos disculpas públicamente a los sufridos contribuyentes de esta Ciudad. Que hasta ahora somos las inconsultas “víctimas” de estas “mejoras de calidad de vida” que se le ocurren y que tan enfáticamente defienden sus “colaboradores”.
Un pedido de este Biólogo que escribe: por favor, no utilicen más la expresión “medioambiente”. O es “medio” o es “ambiente”. “Medio ambiente” o peor aún “medioambiente” como usted y su “equipo” dicen, es la mitad de un ambiente. Y queda feo. Y no dice nada. Y aunque pareciera que refleja mejor la realidad de un ambiente “a medias”, preferimos utilizar las expresiones correctas.
La señaléctica que acompaña a estas “obras” también es muy confusa. ¿Alguien puede explicar qué significan las nuevas señales que están incluidas en estas “sendas”? ¿Qué significado tienen esas franjas verdes que atraviesan las esquinas? ¿Están establecidas normas especiales al respecto? Si es así, ¿por qué no se difunden? ¿O vamos a tener que esperar que pase la primera desgracia para rasgarnos las vestiduras y “enterarnos” qué “significaban” las nuevas señales para algún trasnochado que las inventó?
Si el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires quiere realmente mejorar la calidad del ambiente, pues invierta sobre seguro: haga nuevas plazas y parques y mejore los existentes. En algunos de ellos, es probable que se puedan trazar “ciclovías” y “bicisendas” verdaderamente seguras y posibles de utilizar sin riesgo. Para mejorar el tan temido “sedentarismo”. Lo de la emisión de gases contaminantes, sólo podrá solucionarse con el reemplazo de los vehículos con motor a combustión interna en base a derivados de petróleo, cuando éstos sean reemplazados por el Hidrógeno (pero para esto falta mucho). Y mientras tanto, con la utilización de vehículos eléctricos de poca autonomía, pero de probada eficacia.
Todo lo demás son medidas “verdes”. Sí. Pero por lo inmaduras.